Los
talibanes ganan una batalla
y saldan cuentas pendientes
Por
Syed Saleem Shahzad
Asia Times, 14/08/08
Rebelión, 15/08/08
Traducido por
Germán Leyens
Varios
cientos de soldados paquistaníes recibieron una sorpresa
poco grata cuando, respaldados por fuerzas paramilitares,
lanzaron el viernes una operación contra guerrilleros en
Agencia Bajaur en las Áreas Tribales bajo Administración
Federal de Pakistán en la frontera con Afganistán.
Noticias
sobre la ofensiva, que resultó ser la más sangrienta de
este año en Pakistán, habían sido filtradas a los
talibanes paquistaníes y a militantes de al–Qaeda por
simpatizantes en las fuerzas de seguridad, y el ejército
cayó bajo una verdadera lluvia de balas.
Contactos
familiarizados con los guerrilleros informaron a Asia Times
Online que sobre cada cerro había vigías cuando los
primeros convoyes militares entraron a Bajaur – el
principal corredor que lleva a las provincias afganas de
Kunar, Nuristan, Kapisa y la capital Kabul – y que fueron
rápidamente atacados.
65 soldados
fueron muertos, 25 fueron apresados y muchos más heridos en
las primeras horas. Con cobertura aérea, los soldados se
retiraron, dejando atrás cinco vehículos y un tanque, que
ahora forman parte del arsenal de los talibanes y de
al–Qaeda.
El martes,
le tocó su turno a la Fuerza Aérea de Pakistán, cuyo
poder aéreo jugó un papel central en la operación en
Bajaur. Una vez más, sobre la base de información precisa,
ocho aviadores murieron en un ataque suicida cerca de
Peshawar, capital de la Provincia de la Frontera Noroeste
(NWFP).
Combates
limitados continuaron el miércoles. El gobierno dijo que
200 guerrilleros habían sido muertos, pero un portavoz
talibán confirmó sólo ocho muertos. El resto, dijo, eran
civiles muertos durante bombardeos aéreos.
Informes no
confirmados dijeron que el destacado comandante militar de
al–Qaeda Abu Saeed al–Masri había sido muerto. Se dice
que era el número tres del grupo después de Ayman
al–Zawahiri y Osama bin Laden, y si su muerte fuera
verdad, sería un importante revés para al–Qaeda.
La
encarnizada reacción de los combatientes contra el ejército
que está bajo considerable presión de EE.UU. para que se
muestre más activo, estuvo bajo el comando unificado del líder
talibán paquistaní Baitullah Mehsud, cuya base está en el
área tribal de Waziristán del Sur. Baitullah, de la línea
dura, no cree en la “guerra limitada” – su objetivo es
una guerra a fondo en todo el país. Bajaur podría ser el
punto de partida.
El portavoz
paquistaní de los talibanes, Moulvi Omar, publicó una
declaración reivindicando la responsabilidad por el ataque
en Peshawar y advirtió de más ataques en todo el país
como reacción a la ofensiva en Bajaur.
Si embargo,
las actuales tácticas de los combatientes son diferentes de
las de los años anteriores cuando reaccionaban dentro de
unas pocas horas o días. Ahora, pasan más tiempo a la
espera de información sobre su “imponente enemigo,” las
fuerzas de seguridad y el gobierno paquistaníes, para poder
decidir sobre sus objetivos y causar el máximo daño. Gran
parte de esta información proviene de informantes en las
fuerzas de seguridad.
En una
perspectiva más amplia, al–Qaeda decide cuando iniciar
los ataques o paralizarlos en su propia versión de la
guerra y la paz. Es la nueva cara de los neotalibanes – más
radicales y más estratégicos – educados en la ideología
de al–Qaeda.
Estos
neotalibanes tampoco olvidan
El miércoles
por la mañana, Haji Namdar, jefe de la organización
“Vicio y virtud” en Agencia Khyber, una región tribal
en la frontera afgana, fue abatido a tiros en su oficina por
los hombres de Baitullah.
Aunque
Namdar apoyó la insurgencia dirigida por los talibanes en
Afganistán, sirvió de apoyo estratégico a las agencias
paquistaníes que tratan de eliminar a elementos radicales
influenciados por al–Qaeda y los neotalibanes.
En abril,
traicionó a los talibanes después de que inicialmente
aceptó ayudarles a atacar las líneas de suministro de la
OTAN que pasan por Agencia Khyber. Namdar había sobrevivido
a un anterior ataque suicida en el que murieron unas 30
personas.
La muerte
de Namdar deja a las agencias de seguridad y al gobierno
paquistaníes con sólo un “precioso apoyo” – Haji
Nazeer en Waziristán del Sur. Fuera de su persona, no
tienen otra alternativa que tratar con el rostro radical de
Baitullah.
Caos
económico y político
Aparte del
Valle de Peshawar, toda la región dominada por pastunes de
la NWFP está efectivamente bajo el control de los talibanes
y de sus aliados de al–Qaeda. El estado caótico de la
economía les hace el juego ya que la gente está cada vez más
descontenta.
La inflación
es de unos 25% al año, la bolsa de cambio de Karachi ha
perdido un 35% de su valor desde abril, hay frecuentes
cortes de electricidad y las reservas de divisas extranjeras
han caído de 17.000 millones de dólares el año pasado a
9.000 millones, apenas suficientes para cubrir las
importaciones durante tres meses.
Estas
preocupaciones económicas son complicadas por una continua
crisis política que ya es explotada por al–Qaeda.
Zawahiri ha
emitido un mensaje de audio en el que critica al presidente
Pervez Musharraf, quien está bajo presión para renunciar o
enfrentar la recusación. Un destacado combatiente del área
de Swat, Muslim Khan, publicó una declaración de que
cualquiera que apoye a Musharraf durante un proceso de
recusación se convertiría en enemigo de los talibanes.
Musharraf es el hombre clave de EE.UU. en el teatro de la
“guerra contra el terror” en el Sur de Asia.
Del mismo
modo, cuando una junta militar derrocó recientemente al
presidente de Mauritania Sidi Mohamed Ould Cheikh Abdallahi,
al–Qaeda llamó de inmediato a una yihád en el país
norafricano para establecer un régimen islámico. Como en
el caso de Pakistán, es un intento de al–Qaeda de
presentarse como la única alternativa viable en los países
musulmanes.
El
enfrentamiento en Bajaur encaja en este escenario. Los
militares paquistaníes se retirarán, como lo han hecho en
todas las demás operaciones en las áreas tribales durante
los últimos años. Se intercambiarán prisioneros y se
acordará un cese al fuego insustancial, respaldado por
incentivos en dinero para los combatientes y más ayuda
militar de EE.UU. para Pakistán
La batalla
recomenzará. Mientras tanto, los talibanes aumentarán su
fuerza y sus fronteras, y la ideología de al–Qaeda atraerá
nuevos reclutas.
(*)
Syed Saleem Shahzad es jefe del buró paquistaní de Asia
Times.
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