La OTAN
“está en un camino sin
salida total y duradero”, opinan
los servicios franceses
El
nuevo pantano
Por
Eduardo Febbro
Corresponsal en París
Página 12, 22/08/08
Un informe
de los servicios secretos franceses estima que en ese país
del Golfo, la OTAN está en un camino sin salida. Los talibán
se volvieron a organizar y ganaron eficacia gracias a la
crisis en que está sumido Pakistán.
De los dos
conflictos desencadenados por las sucesivas administraciones
de George W. Bush, el de Afganistán en 2001 y el de Irak en
2003, la Casa Blanca está perdiendo el que, para la opinión
pública internacional, es el más legítimo de los dos: el
de Afganistán. Esta guerra y la posterior ocupación de ese
país por una fuerza internacional es una descendiente
directa de los atentados del 11 de septiembre. Fue la purga
con que la Casa Blanca castigó a quienes habían protegido
a Osama bin Laden y desarrollado las bases de Al Qaida en su
territorio.
La
emboscada tendida el martes pasado por un comando talibán y
en la que murieron 10 soldados franceses no sólo constituye
el ataque más severo sufrido por la Fuerza Internacional de
Asistencia a la Seguridad (ISAF) desde su despliegue en
2003, sino también la prueba de que los “estudiantes de
teología” que tan amigos fueron de los Estados Unidos
hasta que Washington los arrancó del poder en 2001 se han
vuelto a reorganizar y son capaces de operar en regiones muy
cercanas a la capital, Kabul.
Expertos,
analistas y los mismos protagonistas reconocen que las
opciones son como cartas sin alternativas que conducen a un
mismo callejón: la guerra sin fin. El ministro francés de
Defensa, Hervé Morin, hizo a la vez un breve e ilustrativo
resumen del contexto militar: “Los combates son cada vez más
difíciles porque los talibán son capaces de poner en práctica
tácticas mucho más aguerridas que antes”. Un informe de
los servicios secretos franceses estima que, en Afganistán,
la OTAN (Alianza Atlántica) “está en un camino sin
salida total y duradero”.
Sin
embargo, el discurso oficial en las capitales occidentales
es el mismo que Bush viene emitiendo desde hace años: la
guerra contra el terrorismo, el compromiso con la democracia
en esas regiones del mundo, etc. Pero los 70 mil hombres de
la fuerza internacional desplegados en territorio afgano
desde hace varios años no consiguieron, como en Irak, ni
detener la guerra ni regular los hábitos democráticos a la
occidental.
Los
estudiantes de teología han vuelto al primer plano y su
objetivo es Kabul. Habibullah Rafi, un historiador y
analista político afgano, argumenta que la resurrección de
los talibán se debe en gran medida a la torpeza de los
ocupantes: “Cuando los norteamericanos derrocaron el régimen,
los talibán se esfumaron. Pero a raíz de los bombardeos,
que la mayor parte de las veces causaron pérdidas civiles,
los talibán volvieron a conquistar a la población. La
gente no los ayuda, pero cierra los ojos”.
En una
entrevista publicada por el matutino Liberation, Olivier
Roy, uno de los expertos internacionales más sólidos en
Asia central y autor de varios libros sobre Afganistán,
describió el muro ante el cual se encuentran los ocupantes,
con Estados Unidos a la cabeza: “No es posible ganar
militarmente esta guerra, pero tampoco es posible irse y
dejar a Afganistán en el caos”. Estados Unidos y los
aliados que integran la Fuerza Internacional de Asistencia a
la Seguridad afrontan problemas políticos, militares, étnicos
y religiosos. A este respecto, Olivier Roy destaca que uno
de los mayores errores que cometió la Administración Bush
fue negarse a negociar con los sectores más duros del
movimiento talibán. “La Administración Bush –explica
Olivier Roy– considera a los talibán como un movimiento
exclusivamente terrorista. Aquí se ve el obstáculo creado
por la Administración Bush con la ideologización de la
guerra contra el terrorismo. Sin embargo, esa negociación
con un sector de los talibán representa la única
salida.”
La OTAN está
a tal punto empantanada que, una vez más, parece haber sido
incapaz de gestionar con eficacia la respuesta a la
emboscada donde murieron los 10 soldados franceses. Los
militares franceses que sobrevivieron al ataque narraron
escenas dignas de una mala película: largas horas en
combate sin apoyo, coordinación errónea, lentitud
escandalosa del comando central para enviar los refuerzos
adecuados. Uno de los heridos confesó: “Ya no teníamos más
municiones”. El relato oficial de la emboscada contrasta
hasta el absurdo con los testimonios de los soldados que
intervinieron en los combates.
Uno de los
sobrevivientes contó al vespertino Le Monde que el elevado
número de víctimas se explica también porque los
militares fueron blanco de disparos de las mismas fuerzas de
la OTAN que tenían que salvarlos. Nada expone mejor el
pantano en el que está la OTAN como la descripción técnica
de la emboscada. No se preparó el terreno antes de la
llegada del cuerpo de militares franceses, tampoco se activó
una fuerza de reacción rápida para prevenir cualquier
problema, ni se realizó, antes, un trabajo de inteligencia.
Los soldados cayeron en la trampa de la ineficacia y la
falta de coordinación.
De manera
compacta, los analistas reconocen que los talibán ganaron
eficacia gracias a la crisis en que está sumido Pakistán,
país vecino desde el cual operan con toda impunidad
protegidos en las zonas tribales (FATA, Federally
Administered Tribal Areas), donde viven los pashtunes (la
misma etnia que los talibán). El vacío de poder en Pakistán
derivado de años de parálisis y tensiones políticas creó
condiciones similares a las que existían antes de la caída
del régimen talibán: Pakistán es un territorio de tránsito
y entrenamiento.
A este
respecto, Ahmed Rashid, un ensayista exhaustivo que se hizo
célebre con el libro “La sombra de los Talibán”,
explicó a Le Monde que “la estrategia de los talibán
consiste en crear una crisis tan grande en el seno de la
OTAN como para que un país anuncie su retiro de la coalición
militar presente en Afganistán”. Rashid revela que hay
“cientos de combatientes que vienen de Irak. Hay también
árabes y paquistaníes, islamistas que provienen de
Cachemira y Asia central”. Ahmed Rashid adelanta también
una información que revela el fracaso completo de las
operaciones militares llevadas a cabo hasta ahora: “Desde
2001, la reorganización de los talibán lleva la firma de
Al Qaida”.
Viajó
a Afganistán tras la muerte de diez soldados franceses
El
nuevo pantano de Sarko
Por
Eduardo Febbro
Corresponsal en París
Página 12, 20/08/08
El
presidente francés reiteró su compromiso con las fuerzas
de la OTAN, pese a que los analistas señalan que el talibán
se ha reagrupado y fortalecido militarmente y avanza hacia
Kabul. La emboscada de ayer fue casi perfecta.
El
contingente de soldados franceses estacionado en Afganistán
pagó el tributo más alto que haya afectado a las fuerzas
internacionales desplegadas en este país desde la caída
del régimen de los talibán en noviembre de 2001. Diez
soldados franceses miembros de la Fuerza Internacional de
Asistencia a la Seguridad (ISAF) murieron el lunes en el
curso de una emboscada tendida por un grupo de talibán en
el distrito de Sarobi, a unos 50 kilómetros de Kabul. Se
trata del saldo de víctimas militares franceses más
elevado desde el atentado perpetrado en Beirut en 1983 (58
muertos) contra un edificio controlado por tropas francesas.
El jefe del Estado mayor francés describió la acción de
los talibán como una “verdadera emboscada, bien
montada”. Según explicó el militar, los talibán primero
atacaron la cabeza del contingente par aislarlo de la base y
luego a la misma base. Los combates, que se prolongaron
durante varias horas, fueron encarnizados hasta que una
unidad de apoyo aéreo pudo rescatar al resto de los
soldados franceses.
El jefe del
Estado mayor también estimó que este tipo de acción
demostraba “la capacidad para maniobrar y para trabajar en
base a informaciones y en un terreno extremadamente
favorable al enemigo”. El presidente francés, Nicolas
Sarkozy, decidió partir el mismo martes por la noche rumbo
a Afganistán. En un comunicado, Sarkozy aclaró que este
incidente no ponía en tela de juicio la presencia militar
francesa en Afganistán. “Mi determinación sigue intacta.
Francia está decidida a proseguir la lucha contra el
terrorismo, a favor de la democracia y la libertad. La causa
es justa y es un honor para Francia y sus fuerzas armadas
defenderla”.
Las pérdidas
francesas son las primeras desde que Nicolas Sarkozy anunció
en abril pasado, durante la cumbre de la Alianza Atlántica
celebrada en Bucarest, el refuerzo del contingente francés
en Afganistán, que hoy se eleva a 3000 hombres. De los 3000
soldados presentes en territorio afgano desde 2003, 1800 están
en Kabul y el, resto en la provincia de Kapisa, al noreste
de la capital afgana.
La
emboscada de ayer no es sino un capítulo más de la
estrategia adoptada por los talibán para conmocionar el
esquema político interno de los países que integran la
Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).
Expulsados del poder en 2001 por la administración
estadounidense que años antes los había colocado en el
trono, la dirigencia talibán logró organizarse gracias, en
gran parte, al amparo que encontró en vastas zonas de
Pakistán. Luego de los atentados del 11 de septiembre del
2001, los antaño amigos de Washington pagaron por la
protección que les ofrecieron durante buena parte de los años
’90 a Osama bin Laden y a los combatientes de Al Qaida.
Pero siete años después, la emboscada del lunes y alto
costo en vidas humanas refuerzan los análisis de quienes
argumentan que, lejos de debilitarse, los talibán no sólo
se rearmaron y se reorganizaron militar y políticamente
sino que, además, empiezan a abandonar sus bastiones del
sur y el este para acercarse a la capital.
Para los
analistas de la región la “marcha hacia la capital” es
una constante. En un informe publicado en julio pasado, el
grupo de estudios independiente Consejo de Senlis advierte
que los talibán están multiplicando sus actividades en las
provincias de Wardak y Logar y que más de la mitad de la
provincia de Wardak, situada a apenas 45 minutos de Kabul,
“está bajo control de los talibán”. Desde hace un año,
los insurgentes vienen multiplicando los operativos en
Kabul, con algunas acciones como el atentado el 14 de enero
pasado contra el hotel Serena o el intento de asesinato del
presidente Hamid Karzai en el curso de un desfile militar el
27 de abril.
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