Los
bombardeos de la OTAN matan civiles, no al Talibán
Por
Ali Gharib
Inter Press Service (IPS), 08/09/08
Los últimos
ataques aéreos de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán,
en un nuevo esfuerzo contra la insurgencia talibán, sólo
han incrementado el número de muertes civiles, alertó este
lunes la organización no gubernamental Human Rights Watch
(HRW).
El informe
de 43 páginas "Troops in Contact: Airstrikes and
Civilian Deaths in Afghanistan" (Tropas en contacto:
ataques aéreos y muertes civiles en Afganistán) alertó
que el costo de las bajas en la población podría poner en
riesgo la estrategia toda de la OTAN (Organización del
Tratado del Atlántico Norte), que ocupa ese país hace casi
siete años.
"El daño
causado por los ataques aéreos no está limitado a las
inmediatas bajas civiles", señala el estudio, que
también denunció la destrucción de casas y de
propiedades, así como el desplazamiento de sus ocupantes.
"Las
muertes civiles de los ataques aéreos actúan como una
herramienta para el reclutamiento del (movimiento islamista)
Talibán y amenazan con socavar fatalmente el esfuerzo
internacional de proveer seguridad básica al pueblo de
Afganistán", dijo Brad Adams, director de HRW para
Asia.
Citando
estadísticas de HRW, un editorial el sábado del periódico
The New York Times fue más allá, y señaló que las
muertes civiles favorecen al Talibán y a otros insurgentes.
"Estados Unidos está perdiendo rápidamente la batalla
por los corazones y las mentes (de la población). A menos
que el Pentágono (Departamento de Defensa) adopte una mejor
estrategia, Estados Unidos y sus aliados podrían perder la
guerra", sostuvo.
Tanto el
diario como el informe de HRW indicaron que el incremento en
los ataques aéreos y sus "daños colaterales" se
debieron en parte a la relativa falta de soldados de la OTAN
y de Estados Unidos en el terreno, cuyo fuego se considera más
efectivo a la hora de discriminar el impacto.
Tanto
miembros del Pentágono como líderes del opositor Partido
Demócrata estadounidense han insistido durante meses sobre
la importancia de desplegar por lo menos 10.000 soldados más
en Afganistán, pero no han logrado vencer la intransigencia
de los altos mandos militares en Iraq quienes, respaldados
por el presidente George W. Bush, se resisten a perder a
algunos de sus 144.000 efectivos.
Las tropas
estadounidenses están tan desplegadas en todo el mundo que
sólo se podría enviar fuerzas adicionales a Afganistán
movilizando a las instaladas en territorio iraquí.
Las fuerzas
de ocupación incrementaron sus bombardeos como respuesta al
avance de la insurgencia talibán y grupos asociados. Los
combates en Afganistán se incrementaron drásticamente en
el último año. Al menos 540 civiles han muerto desde enero
en el conflicto, un fuerte aumento respecto del año
anterior. Las bajas entre las fuerzas de la OTAN y de
Estados Unidos también se multiplicaron este año.
Las fuerzas
de Estados Unidos y de la OTAN, según el informe, lanzaron
362 toneladas de explosivos sobre Afganistán durante los
primeros siete meses de este año, incluyendo una oleada de
bombardeos en junio y julio que por sí sola casi iguala el
total de peso en bombas disparadas por las fuerzas de la
coalición solo en 2006.
"Aunque
los ataques del Talibán y de otros grupos insurgentes
continúan siendo responsables de la mayoría de las bajas
civiles, las causadas por la OTAN y Estados Unidos con
bombardeos casi se triplicaron entre 2006 y 2007 (de 116 a
321)", indica el informe.
Esto llevó
al presidente afgano Hamid Karzai a exigir cambios en las tácticas
militares, incluyendo el uso de municiones más pequeñas,
suspender ataques en casos que civiles pudieran resultar
heridos y encargar las búsquedas casa por casa al Ejército
Nacional Afgano.
Esos
cambios fueron efectivamente adoptados por la Fuerza
Internacional de Asistencia en Seguridad (ISAF), liderada
por la OTAN, con el resultado de que, a pesar del aumento en
los bombardeos en los primeros siete meses de este año,
menos civiles murieron (119) respecto del mismo periodo de
2007.
Pero esa
cifra no incluye un polémico ataque aéreo el 22 de agosto
en la occidental aldea de Azizabad, en el que, según el
gobierno y un equipo de investigación de la Organización
de las Naciones Unidas, murieron 90 civiles, la gran mayoría
de mujeres y niños. Las fuerzas estadounidenses,
responsables de la operación, insisten en que fueron 42 las
personas que perdieron la vida, y 35 de estas eran
insurgentes.
Algunos
bombardeos de la OTAN y de Estados Unidos, según el
informe, habrían violado las leyes de la guerra, en
particular el principio de tomar todas las precauciones
posibles para evitar bajas de no combatientes.
El informe
de HRW sugiere que es fácil identificar a los principales
responsables de esto. Un alto número de civiles murieron en
bombardeos solicitados por las fuerzas de Estados Unidos,
que tienen su propio comando bajo la Operación Libertad
Duradera. Sus reglas, incluyendo cuándo pueden pedir apoyo
aéreo, son menos estrictas que las de la OTAN.
Las mayores
bajas civiles se producen cuando las fuerzas estadounidenses
son sorprendidas por insurgentes, y por tanto piden apoyo aéreo.
El término militar para alertar estos ataques sorpresivos
es "tropas en contacto", que da el nombre al
informe de HRW.
En
respuesta a estas situaciones, las fuerzas estadounidenses
por lo general persiguen a los insurgentes, que se esconden
en las aldeas cercanas tomando como rehenes a civiles. El
apoyo aéreo occidental, que ya ha sido solicitado,
bombardea esas poblaciones de donde recibe fuego hostil.
Esto es lo que habría ocurrido en Azizabad.
El informe
de HRW condenó al Talibán por usar escudos civiles y poner
a la población afgana bajo riesgos innecesarios para, además,
aprovechar los incidentes como propaganda
antiestadounidense.
Pero también
indicó que las fuerzas de Estados Unidos no están
excusadas por esto de las leyes de la guerra.
El estudio
incluyó varios casos en las que hubo cuestionables
respuestas aéreas rápidas. En uno de ellos, dos
combatientes fueron vistos ingresando a un complejo de
viviendas que luego fue bombardeado, causando la muerte a
nueve civiles.
Estados
Unidos aseguró haber matado a los dos insurgentes, pero una
autoridad local lo negó, y periodistas que visitaron el
lugar de los hechos dijeron no encontrar evidencias de esa
afirmación.
Más aun,
residentes informaron y soldados estadounidenses admitieron
que las fuerzas occidentales habían visitado el lugar un día
antes, por lo que sabían que había civiles presentes.
"La
información disponible sobre el ataque –en particular la
evidencia sugiriendo que las fuerzas estadounidenses sabían
que la casa era habitada por civiles y que sólo dos
combatientes ligeramente armados podían estar allí—causa
seria preocupación sobre el hecho de que los bombardeos
violaron el derecho humanitario internacional y (en
particular) la prohibición de ataques
desproporcionados", sostiene el informe.
Australia
La
guerra de Afganistán golpea a la puerta
Análisis
de Stephen de Tarczynski
Inter
Press Service (IPS), septiembre 2008
Melbourne.–
Un informe del Ministerio de Defensa de Australia,
sobre maltratos de civiles afganos por parte de soldados de
este país, socava los esfuerzos occidentales para ganar las
mentes y los corazones de esa nación ocupada militarmente y
devastada por la guerra.
"Nuestra
gente esta patrullando muy lejos de su base", afirmó
el ministro de Defensa australiano, Joel Fitzgibbon, en
respuesta a las críticas generadas por el informe sobre los
abusos de civiles afganos.
"Es
lamentable que haya algunas sensibilidades culturales, pero
estamos en guerra en Afganistán contra gente que no se
detendrá ante nada para reinstaurar un régimen en el que
los derechos humanos no existen", agregó Fitzgibbon.
Australia
es uno de los países que sumó tropas a la coalición
occidental liderada por Estados Unidos que invadió Afganistán
y desplazó del poder a las milicias islamistas Talibán en
2001, tras los atentados que acabaron con 3.000 vidas en
Nueva York y en Washington el 11 de septiembre de ese año.
El 29 de
abril, tras un combate para "limpiar" un complejo
en la provincia de Oruzgan, cuatro hombres, supuestamente
combatientes talibanes, fueron tomados prisioneros.
Según las
denuncias contenidas en el informe, los detenidos, entre
ellos un hombre de 70 años y otro con su pierna izquierda
amputada a la altura de la rodilla, fueron empujados contra
un muro dos o tres veces y golpeados con un palo. Soldados
afganos declararon que los detenidos "fueron
desnudados, golpeados y maltratados".
El coronel
australiano D.K. Connery, quien estuvo a cargo de la
investigación, señaló, sin embargo, que la pesquisa
"no encontró evidencia creíble sobre abuso de
prisioneros".
Connery
sugirió que los soldados afganos "se oponían a que
'infieles' trataran a musulmanes y que no creían que un
anciano y un hombre con una pierna amputada pudieran ser
miembros del Talibán".
Asimismo,
indicó, los afganos podrían haberse sentido más
indignados por el hecho de que las tropas australianas
mantuvieran a los prisioneros en corrales "que habían
sido empleados antes para guardar perros".
Este
detalle indignó a la comunidad musulmana en Australia, ya
que su religión considera que los perros son
"impuros".
El portavoz
del Alto Consejo Islámico de Australia, Mohamed Mehio,
condenó esa práctica, argumentando que corrales para
perros no son aceptables para musulmanes o seguidores de
otras creencias. El embajador de Afganistán en Australia,
Amanullah Jayhoon, también se quejó.
Fitzgibbon
afirmó que las acciones de las tropas australianas no
violaron las disposiciones de la Convención de Ginebra.
También puso en duda que el lugar de detención hubiera
sido utilizado con anterioridad como alojamiento para
perros, a pesar de lo señalado en el informe.
Pero, señalan
algunos observadores, prácticas que pueden resultar
aceptables en Australia son vistas con otros ojos por los
afganos, cuando las conducen, fundamentalmente, fuerzas de
ocupación.
El informe
se conoció en un momento especialmente tenso entre las
autoridades afganas y las fuerzas de ocupación.
El país
está sufre el periodo más sangriento desde el
derrocamiento del régimen talibán, como consecuencia de la
invasión de 2001. El gobierno del presidente Hamid Karzai
acusó a las fuerzas de ocupación de matar a más de 500
civiles en lo que va del año.
A fines de
agosto hubo protestas públicas en Kabul, la capital afgana,
que incluyeron bloqueos de carreteras, por la muerte de una
familia de cuatro miembros, que incluía a dos niños. Otros
cuatro niños murieron en un ataque de artillería de las
tropas occidentales, que también dejó siete heridos.
Estos
incidentes se sumaron a informes sobre un gran número de
bajas civiles durante un ataque aéreo a la localidad de
Herat.
El gobierno
de Karzai señaló que docenas de civiles murieron, mientras
que, según la Organización de las Naciones Unidas,
alrededor de 90 personas perdieron la vida, entre ellas 60
niños. Para Estados Unidos, el número se limita a cinco.
Analistas
señalan que las fuerzas occidentales afrontan una dura
batalla para ganar las "mentes y corazones" de los
afganos. Creen que las diferencias culturales deben ser
tomadas en cuenta cuando se libra una guerra de guerrillas
como la que está en curso en Afganistán.
Opinan,
asimismo, que ganar las "mentes y corazones" de
los civiles será un punto clave para legitimar al gobierno
afgano que cuenta con el apoyo de las potencias
occidentales.
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