Se duda
que puedan frenar el creciente auge de los talibanes
Perspectivas afganas
Por Alberto Piris (*)
La Estrella Digital, 16/10/08
El máximo
responsable de las Fuerzas Armadas de EEUU, el almirante
Michael G. Mullen, ha declarado recientemente que la situación
en Afganistán no tiene visos de mejorar y que las
tendencias observadas indican que, con toda probabilidad,
empeorará a lo largo del año próximo.
Con esto, el almirante no
hace sino confirmar los datos de un informe que los
servicios de inteligencia de EEUU están preparando para
después de las elecciones, en el que, según ha publicado The
New York Times, se dice que "Afganistán se halla
en una espiral descendente" y se duda de que el
Gobierno de Karzai pueda frenar el creciente auge de los
talibanes.
No son sólo los militares
y las agencias de inteligencia los que acusan tan hondo
pesimismo. La prensa francesa se ha hecho eco de un mensaje
enviado a principios de septiembre por sus servicios diplomáticos,
en el que se reflejan las opiniones del embajador británico
en Kabul. Éste cree que "la situación actual es mala,
la seguridad empeora, lo mismo que la corrupción, y el
Gobierno [afgano] ha perdido toda credibilidad". Añade
que "la presencia militar de la coalición es parte del
problema, no su solución", puesto que los ejércitos
de ocupación sostienen un régimen político que, sin
ellos, sucumbiría rápidamente, por lo que se viene
retrasando la deseable salida de la crisis. Afirma que el
refuerzo militar anunciado por la Casa Blanca tendrá un
efecto negativo, pues "nos identificará más como una
fuerza de ocupación y aumentará el número de objetivos
vulnerables".
El citado embajador
sugiere que, en un plazo de cinco a diez años, la única
solución realista sería "establecer una dictadura
aceptable", y que habría que "empezar a pensar en
preparar a la opinión pública en ese sentido". El
informe filtrado expresa también que "nosotros [los
británicos] deseamos contribuir a una estrategia
triunfadora, no perdedora" y concluye que la actual
estrategia de EEUU "está abocada al fracaso".
Aparte del natural
conflicto diplomático que ha supuesto la filtración de
esas opiniones, con los consiguientes desmentidos y
matizaciones, la imagen que se obtiene a través de los
medios diplomáticos no es menos desalentadora que la que
transmiten los militares y los órganos de inteligencia.
No sólo se suman los
diplomáticos al pesimismo que produce observar la situación
afgana. Los ministros de Defensa de la OTAN, reunidos en
Budapest, no han mostrado mejores ánimos, aunque sus fórmulas
salvíficas no van en el mismo sentido que las propuestas
por la diplomacia. El secretario de Defensa de EEUU propone
reforzar la acción militar, aunque se ve obligado a
reconocer que las actividades no militares necesitan mayor
atención y coordinación con aquélla. Sus tres líneas de
acción serían: acelerar la formación del ejército
afgano, aumentar la ayuda civil al desarrollo y reforzar la
lucha contra el narcotráfico, que según varias
estimaciones constituye el 50% de la economía del país.
Que algo hay que hacer,
distinto de lo hecho hasta ahora, es más que evidente. Pero
el peligro de elegir caminos equivocados también lo es. Se
alzan voces en Washington pidiendo que EEUU arme a algunas
milicias tribales en aquellas zonas donde los talibanes se
han reforzado y en las que se considera que ni la policía
ni el ejército afgano son eficaces. Convendría que quienes
proponen esta solución recordasen que fue el Gobierno de
EEUU el que, con análogo modo de razonar, armó y asesoró
a los talibanes (y a lo que luego sería Al Qaeda) con el
fin de expulsar de Afganistán a la Unión Soviética. El
nefasto resultado final de tan errónea estrategia está hoy
bien a la vista para todos.
Otra aparente solución de
muy inciertos resultados sería la patrocinada por algunos
sectores de EEUU, la ONU y la UE, consistente en hacer
participar a los talibanes en el Gobierno de Kabul, si, además,
esto se combina con la propuesta, más arriba citada, de
instaurar en el país un régimen dictatorial
"aceptable", lo que parece contar con un número
creciente de adeptos. La larga historia de las dictaduras
"favorables" –desde la Indonesia del general
Suharto o la Nicaragua de Somoza, pasando por el Pakistán
de Musharraf– no permite albergar grandes esperanzas sobre
el resultado final de esta fórmula tan gastada.
No resulta difícil –con
la inestimable ayuda de la CIA– establecer en cualquier país
un régimen dictatorial para salir de una crítica
encrucijada política; pero lo verdaderamente difícil es
superar después ese régimen dictatorial, avanzando hacia
formas políticas más apropiadas, sin que esto implique
nuevos derramamientos de sangre y un aumento de la
inestabilidad política, que suele extenderse a otros países
de la zona, cuando no a todo el planeta.
(*) General de Artillería en la Reserva del ejército
del Estado Español.
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