El
abismo afgano espera a Obama
Por
M. K. Bhadrakumar (*)
Asia
Times, 15/11/08
Rebelión, 16/11/08
Traducido por
Germán Leyens
La lucha
por influenciar la agenda de política exterior de Barack
Obama ha comenzado en serio. Las maniobras de personajes
influyentes del establishment – incluyendo a voces del
Congreso, asesores de Obama e incluso responsables militares
– quieren proyectan al actual titular del cargo, Robert
Gates, como Secretario de Defensa en el nuevo gobierno,
subrayan las presiones aplicadas al presidente electo.
El enfoque
se centra en las dos guerras en Iraq y Afganistán así como
en la promoción de las políticas básicas de George W Bush
promovidas desde los años noventa por republicanos
nacionalistas y neoconservadores. Son políticas animadas
por ambiciones de hegemonía económica y militar de EE.UU.
a largo plazo.
Un posible
nombramiento de Gates será la señal de que Obama pueda
volver la espalda a su promesa en la campaña de retirar las
tropas de EE.UU. de Iraq en 16 meses. Gates, claro está,
desaprueba todo plazo o itinerario para un plan de retirada.
Del mismo
modo, acentúa que hay que librar la guerra en Afganistán
de un modo más eficiente mientras se mantiene una
estrategia de contención frente a Rusia y se sigue adelante
con la expansión de la OTAN. En su perspectiva, la política
de ‘oleada’ de tropas del jefe del Comando Central,
general David Petraeus cumple con esos requerimientos.
Ajustes
en los márgenes
Para usar
las palabras del historiador y periodista investigativo,
Gareth Porter, de Inter Press Service, existe en el Pentágono
una “falange de determinada oposición militar” a los
planes de retirada de Iraq de Obama, que llega al almirante
Michael Mullen, jefe del Comité de Estado Mayor Conjunto e
incluye a Petraeus y al general Ray Odierno, el nuevo
comandante en Iraq.
El periódico
Washington Post informó que una ecuación “sin problemas
y productiva” entre los mandamases militares y el
presidente entrante será posible sólo “si Obama toma el
enfoque pragmático que indican sus asesores, permitiendo
que cada lado se ajuste en los márgenes.” El periódico
cita a Peter D Feaver, ex funcionario del Consejo Nacional
de Seguridad en el gobierno de Bush, planificador estratégico
en la política de ‘oleada’ en Iraq del gobierno, quien
dice que si Obama sigue adelante con su plan de retirada en
16 meses, podría ocurrir “una crisis civil–militar en
Washington.
Según
Porter, Obama tuvo una batalla dialéctica con Petraeus
cuando se reunieron en Bagdad en julio y el general argumentó
a favor de una retirada “basada en condiciones” en lugar
del plazo de 16 meses del candidato presidencial. Porter
dice que Obama se negó a cambiar de opinión y dijo a
Petraeus: “Su tarea es tener éxito en Iraq en las
condiciones más favorables que podamos lograr. Pero mi
tarea como comandante en jefe potencial es considerar su
sugerencia e intereses a través del prisma de nuestra
seguridad nacional en general.”
Pero el
nombramiento de Gates cambiaría la ecuación. El sonriente
veterano de cabellos canos y mirada serena que ha pasado por
todo – la Unión Soviética, Cuba, Nicaragua, El Salvador,
el Líbano, Iraq, Irán, Afganistán y and Pakistán –
demostró su impresionante capacidad de perdurar en el mundo
bizantino de Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinzki y William
Casey. Gates es la antítesis misma del corte por lo sano
prometido por Obama.
Un
cero a la izquierda que coloca minas
Con razón
los rusos afirman que Gates ya puede haber forzado a Obama a
actuar de otro modo. Ven un modelo muy diferente. En agosto,
utilizando astutamente la crisis del Cáucaso y el humor público
inamistoso en Occidente hacia Rusia, Gates siguió adelante
con la firma de un acuerdo sobre el despliegue de elementos
de un escudo estratégico de misiles estadounidense – 10
misiles interceptores en Wick Morskie, entre las localidades
de Ustka y Darlowo en la costa del Báltico, en Polonia y un
radar X en Brdy cerca de Praga, República Checa. Por
cierto, Rusia ha concluido que los despliegues de EE.UU.
tienen el propósito de embotar el empuje de sus fuerzas
estratégicas en el teatro europeo.
De nuevo,
repentinamente, Washington impuso hace dos semanas sanciones
contra Rosoboronexport, el único exportador de armas de
Rusia, supuestamente por violar la Ley de Proliferación Irán
de 2000. Las sanciones no “muerden” ya que
Rosoboronexport no tiene tratos con compañías
estadounidenses y el funcionamiento de la compañía rusa no
está en peligro. Lo que ha hecho en esencia el gobierno de
Bush es crear un irritante en las relaciones entre EE.UU. y
Rusia.
Obama
encontrará resistencia del complejo militar–industrial de
EE.UU. si intenta levantar las sanciones, ya que
Rosoboronexport está demostrando que es un competidor
animoso en el mercado mundial de armas. Según informes del
Congreso de EE.UU., Rusia es el segundo exportador de armas
del mundo por su tamaño, después de EE.UU., con una cifra
de negocios de 10.400 millones de dólares en exportaciones
en 2007, en comparación con 8.100 millones de dólares el año
anterior, lo que representa un 17,4% de todas las armas
vendidas en el mercado mundial. Rusia está penetrando
nuevos mercados en el Norte de África, Oriente Próximo, el
Sudeste Asiático, y Latinoamérica.
El
irritante Rosoboronexport puede convertirse en otro factor
que obstaculice una cooperación efectiva, sin reservas,
entre EE.UU. y Rusia respecto a Irán, que será buscada por
Obama. Un comentarista ruso escribió: “El propósito
principal de esta acción demostrativa [las sanciones]... no
es tanto dificultar la vida de los exportadores rusos como
endilgar al nuevo gobierno con nuevos irritantes entre la
Casa Blanca y el Kremlin, irritantes que le será difícil
eliminar a Obama. Es como minas contra personas colocadas en
el camino hacia mejores relaciones entre Moscú y
Washington.”
De nuevo,
el discurso anual del presidente ruso Dmitry Medvedev del 5
de noviembre ante la Duma (parlamento) incluía una
declaración de que Rusia podría verse obligada a desplegar
misiles de corto alcance en Kaliningrado a menos que se
llegara a un compromiso sobre los despliegues de misiles de
EE.UU. en Europa Central. No había nada sorprendentemente
nuevo en la declaración. Los rusos lo han dicho antes. En
su conjunto, el discurso de Medvedev también contenía
elementos positivos sobre la seguridad europea y las
relaciones con EE.UU.
Sin
embargo, los medios de EE.UU. lo interpretaron como “la
primera amenaza militar seria de Rusia contra Occidente
desde la caída de la Unión Soviética [en 1991]”; que
pareció una “nota discordante en medio de una reacción
global que de otra manera saludó la elección de Obama”;
que la oportunidad y “el tono anti–estadounidense del
discurso fueron extraordinarios considerando la creencia
ampliamente compartida aquí [en Moscú] de que Obama es
menos ideológico en su actitud hacia Moscú que su rival
republicano.”
Apuntaban a
crear una impresión de que Obama debiera depender de manos
experimentadas – como las de Gates – para encarar a esos
niños malos del Kremlin. Todo esto, mientras la opinión
general entre los políticos y expertos rusos es de
cauteloso optimismo de que Obama esté libre de fobias de la
Guerra Fría y que podría abandonar la “estrategia de
contención” hacia Rusia.
Sin duda,
Obama se verá bajo considerable presión para que siga las
políticas hacia Rusia heredadas de Bush, a pesar de que fue
elegido para cambiarlas o terminar precisamente con ellas.
La crisis vendrá en diciembre cuando la OTAN realice una
crucial reunión ministerial para considerar la membresía
de Ucrania y Georgia. Durante una visita a Estonia el miércoles,
Gates no pudo dejar de hacer una provocación contra Moscú:
“Rusia no necesita impedir el deseo de un país soberano
de integrarse de modo más completo con Occidente. Hacerlo
no es una amenaza para la integridad de Rusia.” Un cero a
la izquierda podría haber guardado silencio.
Decisiones
difíciles para la paz
Mientras
tanto, Moscú espera que Obama apoye menos los gastos en la
defensa de misiles que el gobierno de Bush. El ministro de
exteriores Sergei Lavrov dijo que las posiciones de Obama
“inspiran esperanza de que podamos examinar de modo más
constructivo este tema en el período por venir.” Un
comedimiento parecido es aparente en la declaración rusa leída
en nombre de los países miembro de la Organización de
Cooperación de Shanghai (SCO) en el debate de la Asamblea
General sobre Afganistán del lunes. Abandonó la reciente
crítica resonante de la guerra dirigida por EE.UU.
Rusia
parece estimar que la guerra en Afganistán presenta un
dilema diferente para Obama y Moscú no quiere dificultar aún
más las cosas. Por cierto, la guerra afgana será la
prioridad en política exterior número uno para el gobierno
de Obama. También en este caso, ha comenzado una lucha por
influenciar la política de Obama. Dos consultores del Pentágono
– Ahmed Rashid y Barnett Rubin – tantearon un poco el
terreno recientemente. En un artículo en la última edición
de la revista Foreign Affairs intitulado "From Great
Game to Grand Bargain" [De Gran Juego a Grandiosa
Ganga], argumentaron que la estrategia de EE.UU. debería
ser buscar un compromiso con los insurgentes mientras encara
las rivalidad e inseguridades regionales.
Su
recomendación fue ofrecer “inclusión política” a los
insurgentes “a cambio de cooperación contra al–Qaeda”
y lanzar una importante iniciativa diplomática abordando la
“vasta variedad de temas regionales y globales que se han
entrelazado con la crisis.” Además, sugieren que un
“grupo de contacto” de países seleccionados con mandato
del Consejo de Seguridad debe trabajar para terminar con la
“dinámica crecientemente destructiva del gran juego en la
región.” Recomiendan que “una iniciativa diplomática
regional” debiera reemplazar la presencia internacional
bajo la OTAN.
Sus
palabras de moda son “seguridad regional.” Gran Bretaña
también se ha hecho eco presentando una idea paralela de
seguridad regional, en la cual protagonistas regionales como
ser Pakistán, Irán, India, China y Rusia, junto con EE.UU.
y Gran Bretaña, serán llevados a una estructura, un
mecanismo consultivo, como “partes interesadas”. El
embajador británico en Afganistán, Sir Sherard Cowper–Coles,
visitó Teherán hace una quincena para obtener la opinión
de los iraníes. Visitó Delhi durante el fin de semana, y
dijo a los medios: “Nuestra estrategia es la de una
contrainsurgencia políticamente motivada, basada en la
seguridad, y un apoyo internacional más coherente,
sostenido, para Afganistán y su gobierno. Lo que queremos
hacer, por buenos motivos de contrainsurgencia, es sacar a
nuestras tropas de las operaciones directas de combate. De
modo que sean los afganos los que combatan, no fuerzas
extranjeras.”
El artículo
en Foreign Affairs define un imponente paisaje que casi
garantiza que Obama pierda su camino y nunca llegue a parte
alguna cercana a una solución afgana en los próximos
cuatro años de su presidencia. Gran Bretaña, mientras fija
el ritmo para Obama, se concentra en seguir siendo un
protagonista clave. Pero dejando de lado el juego de
palabras de Sir Sherard, la situación en el terreno es
sombría para Obama.
El martes,
el ministro de defensa alemán Franz Josef Jung dijo que
Berlín resistiría toda presión de EE.UU. para que envíe
soldados al sur de Afganistán desgarrado por los
enfrentamientos. España llamó abiertamente a cambiar la
estrategia occidental después del asesinato de dos soldados
españoles en un ataque suicida en la ciudad occidental de
Herat el domingo. Según informaciones, el ministro de
exteriores español, Miguel Ángel Moratinos ha dicho: “El
debate no debe ser sobre el envío de más soldados, sino
sobre cómo realizar una estrategia política y militar que
termine con la situación de inestabilidad.”
Canadá ha
reiterado su decisión de retirar sus tropas en 2011. En
Gran Bretaña, según un sondeo de opinión publicado el miércoles,
un 68% dijo que las tropas británicas debieran ser
retiradas de Afganistán en 2010. El jefe de las fuerzas
armadas británicas, mariscal del aire Sir Jock Stirrup,
advirtió contra la idea de Obama de enviar más soldados a
Afganistán, similar a la ‘oleada’ en Iraq en 2007. Dijo
a la BBC: “Incluso si la situación lo exigiera, no puede
ser simplemente una transferencia de uno a uno de Iraq a
Afganistán, tenemos que reducir ese ritmo... Me pongo un
poco nervioso cuando la gente utiliza la palabra
‘oleada’ como si fuera una especie de panacea.”
Teherán no
ha tardado mucho en poner por los suelos la propuesta de Sir
Sherard. En una conferencia internacional sobre Afganistán
en Dushanbe el martes, a la que asistió un alto responsable
del Departamento de Estado de EE.UU., el delegado iraní,
embajador Ali Ashar Sherdoust, dijo que los países y
mediadores occidentales debieran dejar el problema a los
afganos y permitir que ellos decidan su suerte. Subrayó que
Irán se opone a la presencia continua de fuerzas
extranjeras y a su interferencia en los asuntos internos de
Afganistán. Sherdoust ridiculizó a los “países a miles
de kilómetros” de Afganistán que insisten en dirigir los
asuntos del país mientras “ignoran los intereses” de
los vecinos de Afganistán.
El plan de
juego británico pretende por lo menos en parte entorpecer
la iniciativa paralela de la SCO de realizar una conferencia
especial sobre Afganistán. EE.UU. y Gran Bretaña se han
estado resistiendo a repetidos intentos de la SCO y de la
Organización de Seguridad Colectiva de desempeñar un papel
en Afganistán. Hasta ahora han asegurado que el papel de la
OTAN siga siendo exclusivo. Las ideas presentadas por el artículo
de
Foreign
Affairs, así como por Sir Sherard, mantendrán más o menos
la iniciativa sobre el problema afgano en las garras de
EE.UU. y Gran Bretaña, que ha sido lo importante para el
gobierno de Bush y el objetivo del primer ministro británico
Gordon Brown.
La pregunta
del millón de dólares es: ¿Desempeñará también Obama
el gran juego en Afganistán? ¿O es capaz de mostrar
compasión para abandonar ese desventurado país y permitir
que deambule hacia un redescubrimiento de sus modos de vida
tradicionales?
Es obvio
que tiene que caminar por un verdadero campo de minas y
reconciliar a diversos elementos. Por cierto, se necesita un
diálogo entre afganos, y la reconciliación con los
talibanes se convierte en un tema central en un diálogo
semejante. Para que tenga lugar, hay que preparar un clima
regional, lo que involucra primordialmente comprometer a
Pakistán, Rusia e Irán y también encarar preocupaciones
mayores en sus relaciones con EE.UU. Por suerte, Obama posee
la inmensa estatura moral para convocar a una cumbre
regional sobre Afganistán.
Lo más mínimo
es que pueda llegar a ser necesario en algún momento que se
defina una línea de tiempo sobre la retirada de tropas.
Cada desafío también ofrece una oportunidad. La próxima
elección presidencial en Afganistán ofrece una oportunidad
para que Obama resista a la tentación de imponer otro
poderhabiente de EE.UU. en Kabul como el presidente Hamid
Karzai. Que el pueblo afgano escoja auténticamente a su líder.
Que un nuevo presidente emerja de la compleja negociación
que forma parte de la forma de vida afgana. Es una difícil
decisión para Obama, pero debe ser tomada. Señalará el
comienzo de una “retirada” de EE.UU.
Como señaló
un reciente comentario en el People's Daily chino: “Ya que
no es nada fácil continuar la guerra, la solución de
‘paz’ plantea una opción sabia... La guerra y la paz
son cuernos de un dilema en Afganistán actual, y esto ha
sacado a la luz una vez más la impotencia de las naciones
occidentales en una situación difícil.” Los recientes
comentarios chinos parecen subrayar que el gobierno de Obama
corre verdadero riesgo de un cenagal en Afganistán a menos
que se encuentre rápidamente una solución política.
(*)
El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera
del ministerio de Asuntos Exteriores indio. Estuvo destinado
en la Unión Soviética, Corea de Sur, Sri Lanka, Alemania,
Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
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