La
pesadilla de Obama
Por
Immanuel Wallerstein (*)
La Jornada, 22/12/08
Traducción de Ramón Vera Herrera
El 26 de
noviembre de 2008, un pequeño grupo de 10 personas atacó
dos lujosos hoteles y otros sitios en el centro de Bombay
(India) y, por varios días, se las arregló para matar y
herir a un gran número de personas y provocar una destrucción
material masiva en la ciudad.
Fueron
necesarios varios días para poder ponerle fin a la matanza.
Está muy extendida la suposición de que los ataques fueron
conducidos por el grupo paquistaní Lashkar–e–Taiba (Ejército
de los Buenos o LET por sus siglas), que se piensa tiene
motivaciones similares a Al Qaeda, y que tal vez tiene vínculos
directos con éste. La prensa mundial de inmediato calificó
las matanzas de “el 11 de septiembre de India”, repetición
de los ataques de Al Qaeda lanzados contra Estados Unidos en
2001.
Las
motivaciones y la estrategia de Al Qaeda fueron en gran
medida mal entendidos en 2001, tanto por Estados Unidos como
por los analistas. Hay el riesgo de que ocurra la misma cosa
ahora. Por supuesto, en 2001 Al Qaeda estaba buscando
humillar a Estados Unidos. Pero desde el punto de vista
estratégico, esto sólo era una motivación secundaria. Al
Qaeda siempre ha dejado claro que su objetivo primario es la
recreación del califato islámico. Y, como asunto de política
estratégica, ha considerado que el primer paso necesario es
el colapso de los gobiernos de Arabia Saudita y Pakistán.
Al Qaeda considera que estos dos gobiernos han sido
esenciales respaldos políticos de la dominación política
occidental (sobre todo la estadounidense) en la más grande
región de Medio Oriente, y como tal los mayores obstáculos
a la recreación del califato, cuya base geográfica inicial
estaría, por supuesto, en esta región.
El ataque
del 11 de septiembre puede verse como un intento por hacer
que el gobierno de Estados Unidos se involucre en
actividades políticas que le pongan a los gobiernos
paquistaní y saudita el tipo de presiones que terminen
socavando su viabilidad política. Las principales acciones
de Estados Unidos en la región desde 2001 –la invasión
de Afganistán primero, y luego la de Irak– ciertamente
cumplen las expectativas de Al Qaeda. ¿Cuál ha sido el
resultado?
El gobierno
saudita ha reaccionado con gran astucia política,
esquivando las presiones estadounidenses que la podrían
haber debilitado internamente, y ha sido capaz hasta ahora
de minimizar el éxito político de Al Qaeda en Arabia
Saudita. El gobierno paquistaní ha sido mucho menos
exitoso. El régimen de Islamabad es mucho más débil en
2008 de lo que era en 2001 el que lo precedió, mientras que
la fuerza política de los elementos tipo Al Qaeda no ha
dejado de aumentar. Los ataques de Bombay parecen un
esfuerzo por debilitar el Estado paquistaní todavía más.
Por supuesto, LET quiso lastimar a India y a aquéllos
vistos como sus aliados –Estados Unidos, Gran Bretaña e
Israel–, pero éste fue un objetivo secundario. El
primario era derribar al gobierno paquistaní.
En Pakistán,
como en cualquier país del mundo, las elites políticas son
nacionalistas y buscan impulsar los intereses geopolíticos
de su país. El objetivo es fundamentalmente diferente de
los grupos semejantes a Al Qaeda, para los cuales la única
función legítima de un Estado es impulsar la recreación
del califato. La persistente negativa del mundo occidental a
entender esta distinción es una fuente importante de la
continuación de la fuerza de Al Qaeda. Es esto lo que
tornará a Pakistán en la pesadilla de Obama.
¿Cuáles
son los intereses geopolíticos de Pakistán? Antes que
nada, se preocupa por sus vecinos principales: India y
Afganistán. Estas preocupaciones han modelado su estrategia
geopolítica durante los últimos 60 años. Pakistán ha
buscado poderosos aliados contra India. Históricamente
encontró dos: Estados Unidos y China. Ambos apoyan a Pakistán
por una sencilla razón, mantener controlado a India,
considerado por ambos países muy cercano geopolíticamente
a la Unión Soviética, con la cual ambos han tenido
conflicto.
En los años
90, con el fin de la guerra fría y la momentánea debilidad
geopolítica de Rusia, tanto Estados Unidos como China
buscaron tentativamente obtener relaciones más cercanas con
India. India era un premio mucho más importante que Pakistán,
y lo sabía. Una de las formas en que Pakistán reaccionó
fue expandiendo su papel en (y su control sobre) Afganistán,
y apoyando la eventualmente exitosa toma del poder de los
talibanes en el país.
¿Qué pasó
después de 2001? Estados Unidos invadió Afganistán, corrió
a los talibanes e instaló un gobierno que tenía elementos
amistosos hacia Estados Unidos, Rusia y aun Irán, pero para
nada con Pakistán. Al mismo tiempo, Estados Unidos e India
se acercaron con más confort mediante los nuevos arreglos
de la energía nuclear. Entonces, el gobierno paquistaní se
hizo de la vista gorda hacia la renovada fuerza talibán en
las regiones tribales del noroeste que hacen frontera con
Afganistán. Los elementos talibanes ahí, respaldados por
Al Qaeda, renovaron sus operaciones militares en Afganistán,
y con considerable éxito, debe resaltarse.
Estados
Unidos se molestó bastante, presionó al ejército
paquistaní a que actuara militarmente contra estos
elementos talibanes/Al Qaeda, y se implicó en acciones
militares directas (si bien encubiertas) en esta región. El
gobierno paquistaní se halló de pronto entre una roca y un
sitio duro. Nunca había tenido mucha capacidad para
controlar las cosas en las regiones tribales. Y los intentos
que hizo como resultado de la presión del gobierno
estadounidense lo debilitaron todavía más. Pero su
ineficacia empujó a los militares de Estados Unidos a
actuar más directamente, lo que condujo a un severo
sentimiento antiestadounidense aun entre las elites históricamente
pro Estados Unidos.
¿Qué
puede hacer Obama? ¿Enviar tropas? ¿En contra de quién?
¿Contra el propio gobierno paquistaní? Se dice que
Washington está particularmente preocupado por el acopio
nuclear con que cuenta Pakistán. ¿Intentará apoderarse de
este acopio? Cualquier acción en esa línea –y Obama
imprudentemente apuntó la posibilidad de acciones de ese
tipo en su campaña electoral– haría que el fiasco iraquí
se viera como un suceso menor. Sin duda condenaría los
objetivos internos de Obama.
No faltará
gente que le aconseje que no hacer nada significará una
debilidad inaceptable. ¿Es ésa la única alternativa de
Obama? Parece claro que continuar con su agenda, como él
mismo la ha definido, requiere apartarse de las
interminables y nada fructíferas actividades
estadounidenses en Medio Oriente. Irak será fácil, porque
los iraquíes insisten en que Estados Unidos se retire.
Afganistán será más duro, pero no es imposible un arreglo
político. Irán puede negociarse. El conflicto
Israel/Palestina es por el momento irresoluble, y Obama no
puede hacer mucho más que dejar que la situación se pudra
aún más tiempo.
Pero Pakistán
requiere una decisión. Si ha de sobrevivir algún gobierno
paquistaní, será uno que pueda mostrar que se sostiene por
sí mismo geopolíticamente. Esto no será fácil, dada la
situación interna, y la enojada opinión pública de India.
Si hay algún lugar en que Obama puede actuar con
inteligencia ése es el sitio.
(*)
Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador
estadounidense, continuador de la corriente iniciada por
Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios
acerca de la génesis y transformaciones históricas del
capitalismo. Su monumental trabajo "El moderno sistema
mundial", cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el
desarrollo del capitalismo como "economía-mundo".
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