Voz
de "alarma" de Hillary Clinton: “talibanes a
punto de controlar Pakistán”
EEUU
prepara el escenario para una invasión
IAR
Noticias, 24/04/09
En
lo que algunos analistas caracterizan como una
"preparación de escenario" para una invasión
militar de EEUU a Pakistán, Hillary Clinton advirtió de
que el país "puede caer en manos de los
extremistas", que ganan –según EEUU– terreno e
imponen su ley en lugares estratégicos. Washington estaría
creando una sensación de "peligro inminente" y de
"impotencia del gobierno pakistaní" para
justificar una operación militar contra ese país.
Washington presiona al gobierno de Islamabad para obligarlo
a un nuevo pacto que le permita cerrar su objetivo de
ocupación militar en el enclave estratégico de la frontera
Afganistán–Pakistán.
La
secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton,
advirtió de que Pakistán "está en peligro" de
caer en manos de los talibanes por el recrudecimiento de la
actividad de los "terroristas" en ese país.
Clinton
"advirtió" en el Senado de EEUU que los
extremistas islámicos ganan terreno más allá de las
provincias tribales y se acercan hasta Islamabad, capital
paquistaní.
Según
publica The New York Times, esta semana ha caído en manos
de los talibanes uno de los distritos más importantes y
estratégicos del país, Buner, donde residen alrededor de
un millón de personas.
Buner,
a unos 100 kilómetros de Islamabad, es puerta de entrada a
Mardan, la segunda ciudad más grande en la Provincia de la
Frontera del Noroeste. En Buner, los talibanes han
establecido un control efectivo y estratégico que pone de
manifiesto la incapacidad del Gobierno y el Ejército para
detenerlos, señala el Times.
El
gobierno pakistaní, a su vez, reconoce el avance talibán y
la falta de resistencia ante los cada vez más numerosos
extremistas que "están en todas partes", dicen
fuentes oficiales citadas por la prensa pakistaní.
Algunos
altos funcionarios gubernamentales se han visto obligados a
abandonar el distrito, dicen los medios locales.
Este
jueves el gobierno de Pakistán envió tropas para hacer
frente a los militantes del Talibán, quienes han avanzado
dentro de una región a sólo 100 kilómetros de la capital,
Islamabad.
Funcionarios
informaron que las fuerzas de seguridad custodiarán los
edificios oficiales ubicados en el distrito de Buner –que
forma parte de la región de Malakand– donde los rebeldes
han comenzado a instalar puntos de control.
La
televisión paquistaní muestra a los talibanes patrullando
por las calles e imponiendo su ley bajo la fuerza de las
armas. "Han tomado Buner, luego irán a por Mardar y
eso será el final del juego", reconoce un alto cargo
provincial en declaraciones al The New York Times.
La
semana pasada los talibanes impusieron la sharía (ley islámica)
en el valle del Swat, región al noroeste y fronteriza con
Afganistán, después del "acuerdo de paz" con el
Gobierno.
Los
rebeldes se alzaron en armas en Swat a finales de 2007, y
Washington, aduciendo la "debilidad" del gobierno,
dice temer que el levantamiento "terrorista" se
expanda por todo el país en un efecto encedenado.
Según
la CNN, Hillary Clinton afirmó en el Senado que EEUU teme
la "desintegración" del Estado pakistaní, y
advirtió el miércoles que el Gobierno de Alí Azif Zardari
ha fracasado en sus políticas para combatir a los talibanes.
"Creo
que no podemos infravalorar la seriedad de una amenaza
existente en el Estado de Pakistán por el avance
terrorista, ahora están a unas horas de Islamabad", señaló
Clinton ante el Comité de Asuntos Exteriores.
En
su primera presentación ante los legisladores desde que es
secretaria de Estado, Clinton aseguró que el objetivo
primordial de la Administración de Obama es "combatir
a Al Qaeda" en la región, tanto en Pakistán como
Afganistán, y pidió redoblar el esfuerzo militar y civil
en la zona. Clinton llegó a calificar el problema paquistaní
como "amenaza global".
Tras
los ataques "terroristas" en Bombay, en diciembre
pasado, Washington (todavía con Bush en la Casa Blanca)
utilizó los patrones de costumbre: La CIA señaló como
autor del atentado a un grupo islámico pakistaní, la India
(aliada de la maniobra) lanzó el involucramiento del
gobierno de Pakistán en la operación, y la Casa Blanca
cerró el círculo intimando a Islamabab a una mayor
cooperación en la persecución y el exterminio de los
grupos talibanes que operan en su frontera con Afganistán.
De
esta manera, aparecía –según los expertos– uno de los
objetivos encubiertos centrales del exterminio
"terrorista" en la India: Romper la reticencia del
gobierno pakistaní a colaborar y preparar con EEUU el
terreno para una ocupación militar de la frontera con
Afganistán donde se encuentran las bases centrales de la
resistencia talibán.
La
estrategia de Obama aprobada en la última cumbre de la
OTAN, hace dos semanas, reafirmó una tendencia ya probada:
La "guerra contraterrorista" en Afganistán no fue
una política coyuntural de Bush y los halcones neocon, sino
que expresa una estrategia global del Estado imperial
norteamericano que cuenta con una clara línea de aceptación
y apoyo entre sus socios sionistas de la Unión Europea.
De
los escenarios de conflicto predominantes, la guerra de
ocupación en Afganistán y su impacto en el vecino Pakistán,
sobresale nítidamente como el frente más
"peligroso" para el eje ocupante EEUU–OTAN,
cuyas tropas se encuentran sometidas a una feroz y
sangrienta contraofensiva de los talibanes que ya controlan
el 72% de Afganistán.
Sin
la mano dura de Musharraf, atacado por un vacío de poder
ascendente, metido en un espiral de crisis económica, y con
una escalada indetenible de violencia y atentados en las
grandes ciudades, Pakistán, un resorte geopolítico–militar
clave en la estrategia regional de Washington y un aliado
invalorable en el marco de la disputa con Rusia e Irán,
comienza convertirse en un dilema difícil de resolver para
los halcones de la Casa Blanca.
Obama
tiene a Pakistán y a Afganistán como sus principales
prioridades en política exterior, y con la continuidad de
Gates en el Pentágono y con el nombramiento de Hillary
Clinton al frente del Departamento de Estado ratificó su
idea de "no innovar" y continuar con la política
de los halcones republicanos.
Pakistán,
un aliado estratégico clave de EEUU, es un país en crisis
y en "guerra permanente", y en este escenario
–afirman las usinas conservadoras– resulta suicida dejar
el país en manos de políticos débiles y divididos.
Cuando
se habla de Pakistán, se habla de Afganistán: Una frontera
por donde –en la visión de Washington– se infiltra la
"guerra contraterrorista" en el gigante islámico
con dientes nucleares.
El
eje de la nueva estrategia de EEUU para Afganistán
presentada hace dos semanas por Obama a sus socios europeos
de la OTAN, incluye envío de más soldados adicionales a
ese país, y sitúa su objetivo central en la destrucción
de Al Qaeda y de sus bases "terroristas"
diseminadas en la frontera con Pakistán.
El
viejo plan archivado de Bush de ocupar militarmente las
zonas de Pakistán en "peligro" –según lo
rescata Hillary Clinton– parece reciclarse con las
advertencias estadounidenses de que el país está a punto
de ser tomado por los talibanes.
Una
vez que asumió Obama ha puesto reiteradamente de manifiesto
su creciente "preocupación" ante lo que denomina
el "fuerte avance del extremismo islámico en Pakistán",
un gigante con bomba nuclear aliado de Washington en la
lucha contra los talibanes.
Hillary
Clinton acusó el miércoles al Ejecutivo paquistaní de
"ceder más y más territorio" a los insurgentes y
los talibán y de no estar haciendo suficiente contra estos
grupos.
"Creo
que no podemos subrayar más la seriedad" de este
asunto, dijo. La secretaria de Estado advirtió de que
"un grupo de terroristas y otros individuos que
intentan derrocar el Estado paquistaní" están ahora
"a sólo unas horas" de viaje de Islamabad.
El
embajador paquistaní en Estados Unidos, Husain Haqqani,
descartó de plano la posibilidad de que los talibán
lleguen a controlar la capital y negó que el acuerdo de paz
en Swat signifique que el Gobierno ya no asume sus
responsabilidades para con el pueblo paquistaní.
Haqqani
rechazó la idea que, a su juicio, difunden los medios de
comunicación de que Pakistán se enfrenta a una situación
en la que podría capitular ante el avance de los
combatientes talibán y éstos tomarían el poder como
hicieron en Afganistán en la década de los años noventa.
Según
The Washington Post, Hillary Clinton y el Departamento de
Estado están creando una sensación de "peligro
inminente" y de impotencia del gobierno pakistaní para
detener el avance taliban, como un escenario de justificación
de una inminente invasión militar a ese país.
Para
EEUU y las usinas conservadoras de EEUU, Pakistán, también
en frontera con Irán, es una extensión natural del combate
contra el terrorismo en Afganistán, metido en la geografía
de los corredores energéticos y del conflicto en el Cáucaso.
Washington
presiona al gobierno de Islamabad para obligarlo a un nuevo
pacto que le permita cerrar su objetivo de ocupación
militar en el enclave estratégico de la frontera Afganistán–Pakistán.
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