El mundo árabe y el arsenal nuclear de Israel
Por Khalid Amayreh (*)
xpisps/Uploadarticles, 17/04/09
Rebelión, 20/04/09
Traducido por Beatriz Morales Bastos
La
vociferante campaña israelí contra el programa nuclear
iraní es, sin lugar a dudas, un ejemplo clásico de la
obscena hipocresía de Israel al respecto. Después de todo,
Israel fue quien introdujo las armas nucleares en Oriente
Medio hace más de cuatro décadas, con el conocimiento y
aquiescencia de las potencias occidentales.
Por primera vez en 1968 la CIA llegó a la conclusión de que Israel había
empezado a producir armas nucleares, pero pocos detalles
salieron a la luz hasta 1986 cuando Mordechai Vanunu, un
ex-técnico de las instalaciones nucleares de Dimona, dio al
Sunday Times unas detalladas descripciones que llevaron a
analistas de defensa a calificar al Estado judío de sexta
potencia nuclear.
Hoy se cree de forma generalizada que Israel posee entre 250 y 300 armas
nucleares, junto con sus sistemas de lanzamiento que
incluyen los misiles de Yariho (Jericó) y los aviones de
guerra de largo alcance F-15 y F-16.
No hay ni que decirlo, estos misiles nucleares no apuntan a Berlín o
Varsovia, sino a capitales árabes como El Cairo, Damasco y
Teherán.
Israel ha negado sistemáticamente poseer armas nucleares y durante mucho
tiempo ha repetido hasta la náusea el vago abracadabra de
que “Israel no será el primer Estado en introducir armas
nucleares en la región”.
Sin embargo, en los últimos años altos cargos israelíes han empezado a
admitir, aunque sea tácitamente, que Israel es en realidad
un sólido Estado nuclear.
El 12 de diciembre de 2006 el primer ministro israelí Ehud Olmert dijo al
canal alemán Sat.1 que “Irán amenaza abierta, explícita
y públicamente con borrar Israel del mapa. ¿Puede afirmar
que cuando aspiran a tener armas nucleares se trata del
mismo nivel que Estados Unidos, Francia, Israel y Rusia?”.
Los estrategas israelíes afirman que el Estado judío necesita el elemento
disuasorio de las armas nucleares como un “escenario
catastrófico” o “un arma de último recurso” para
impedir la posible destrucción del “Tercer Templo”.
Sin embargo, esta afirmación parece ser tan mentirosa e hipócrita como la
mentira de Estado de que Israel no será el primer Estado en
introducir armas nucleares en la región. De ahí se puede
argumentar firmemente que el objetivo del arsenal nuclear de
Israel no es meramente la “auto-protección” o la
“auto-preservación” sino un engrandecimiento estratégico
y expandir su supremacía militar por todo Oriente Medio,
desde Irán a Marruecos. Cuando esto se traduce a un
lenguaje político sencillo se llega a la inevitable
conclusión de que el objetivo último de Israel es
esclavizar a millones de musulmanes y cristianos, desde
Teherán hasta Mauritania y desde Estambul hasta Jartum.
Esto no es una valoración paranoica de la doctrina y las intenciones israelíes,
sino que es una lectura correcta y realista del pensamiento
colectivo de Israel.
Del
Nilo al Éufrates
Según el difunto Yisrael Shahak, autor de “Historia judía, religión judía:
el peso de tres mil años”, algunas autoridades rabínicas
ven las fronteras de Israel de la siguiente manera: al sur,
todo el Sinaí y partes del norte de Egipto hasta los
alrededores de El Cairo; al este, toda Jordania y una gran
parte de Arabia Saudí, todo Kuwait y parte de Iraq al sur
del Éufrates; en el norte, todo Líbano, toda Siria y ¡¡gran
parte de Turquía!! (hasta el lago Van) y al oeste, Chipre.
Según Shahak, este no es, como se podría pensar, un punto de vista anecdótico
entre una excéntrica clase rabina, al contrario, en Israel
se ha publicado, a menudo con subsidios estatales y otras
formas de apoyo, un enorme cuerpo de investigación y
discusión erudita basados en estas fronteras, plasmado en
atlas, libros, artículos y formas de propaganda más
populares. Shahak añade que hay influyentes figuras
religiosas en Israel que creen que tarde o temprano Israel
tendrá que conquistar estos países basándose en que
hacerlo es un acto mandado por la divinidad.
Ésta es la razón por la que los musulmanes deberían estar vigilantes y en
constante alerta en relación a las verdaderas intenciones
de Israel. Los Estados musulmanes deberían también prestar
más atención a lo que hace Israel y menos a lo que dice
Israel.
En 1979 Israel atacó y destruyó una planta nuclear iraquí en Bagdad y en
1986 Israel bombardeó el cuartel general de la OLP en Túnez.
Una década después agentes del Mossad asesinaron a Khalil
al Wazir (Abu Jihad), el número dos de Fatah, en su casa,
también en Túnez. También se cree que Israel está
llevando a cabo varias operaciones encubiertas en varios países
árabes e islámicos, más recientemente en Sudán. Además,
se cree que agentes israelíes son responsables de la
misteriosa desaparición de muchos científicos árabes y más
recientemente iraníes en un denodado esfuerzo por frustrar
el desarrollo de cualquier base tecnológica sólida en
cualquier país musulmán que pueda plantear una amenaza
para la hegemonía y supremacía regional de Israel.
En los últimos años altos cargos israelíes han amenazado con exterminar a
todos los países musulmanes y árabes de la región. El
actual ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman,
sugirió que Israel debería arrojar una bomba nuclear sobre
Gaza durante el reciente ataque genocida contra el bloqueado
territorio costero. Este mismo Lieberman ha declarado que
Israel debería bombardear la presa de Asuán egipcia y
hacer volver a Teherán a la Edad Media. Matan Vilnaai, otro
dirigente militar israelí, amenazó con infligir un
holocausto a Gaza, una amenaza parcialmente cumplida cuando
Israel arrojó muerte sobre Gaza por tierra, mar y aire, y
utilizó armas espantosas como el fósforo blanco que
incineró a cientos de niños palestinos.
Estas amenazas nunca se deberían tomar a la ligera, especialmente sus víctimas
potenciales, es decir, los árabes, iraníes y turcos, y
probablemente también otros pueblos. Éste es un asunto
enormemente grave que debe ser tratado con la extrema
seriedad que merece. Y, en todo caso, no deberíamos
arriesgarnos cuando lo que está en juego es nuestra propia
supervivencia, nuestra propia existencia. Eso es lo que
hacen todos los países serios, así que, ¿por qué
nosotros no?
Reitero que debemos prestar atención a lo que hace Israel, no a lo que
dice. Y lo que hace y ha estado haciendo Israel demuestra
que este Estado con mentalidad criminal supone un amenaza
existencial real para cada país árabe y musulmán en
Oriente Medio y más allá.
En 2006 Israel hizo llover muerte sobre Líbano al arrojar de 2 a 3 millones
de bombas de racimo que mataron y mutilaron (y seguirán
matando y mutilando) a civiles, pastores, agricultores y
campesinos libaneses, y a familias que comían al aire libre
cerca de sus casas. Y en Gaza recientemente Israel hizo
llover muerte sobre una población esencialmente prisionera
que, contrariamente a los deseos de Israel, olvidó morirse
discretamente y tuvo que ser incinerada y exterminada con fósforo
blanco arrojado desde las alturas. Esta obscena carnicería
fue observada en todo el mundo, y ningún país árabe o
musulmán se movió, o siquiera consideró el moverse, para
rescatar a los palestinos indefensos que estaban pagando el
precio de la debilidad musulmana.
Esto reclama una última pregunta y es ¿cómo deben relacionarse los
musulmanes con esta locura, con esta arrogancia de poder,
con esta amenaza existencial por parte de un Estado satánico
que cree tener derecho a infligir muerte y destrucción a
otros pueblos y a otros países? ¿Vamos a seguir
simplemente con la antigua práctica ignominiosa de entregar
a nuestros hijos como ofrendas para el sacrificio en el
altar judío de insolencia?¿Vamos a seguir colocando a
nuestras mujeres y a nuestros niños muertos en filas con la
esperanza de ganarnos la simpatía de un mundo que sólo
respeta el poder militar?¿Vamos a seguir esperando que haya
un cambio en el corazón o en el poder de quien llega a la
Casa Blanca?
Con toda rotundidad, el arsenal nuclear de Israel no es una amenaza
pasajera. No desaparecerá, no será neutralizado haciendo
alarde de “más moderación” por parte de las
“capitales de la sabiduría” en el mundo árabe (
capitales de la impotencia sería una descripción más
veraz).
Todos sabemos que Israel y los dirigentes sionistas de todo el mundo
interpretan la moderación y la mentalidad a favor de la paz
por parte de los dirigentes árabes como una expresión de
miedo, de cobardía y de debilidad. No hay más que leer la
prensa hebrea para ver cómo ve Israel la moderación y
buena voluntad árabes .
De hecho, la amenaza nuclear de Israel se va a hacer más real y más
tangible en los próximos años cuando fuerzas judías
manifiestamente fascistas tomen el control de los arsenales
nucleares de Israel. No es cuestión de “si” ocurre,
sino de “cuándo” ocurrirá. Imaginen simplemente cómo
será Oriente Medio y el resto del mundo cuando personas del
estilo de Lieberman o los gurús del Yichud ha’leiumi o
ha’Bayt ha’Yehudi obtengan el control de las entre 250 y
300 armas nucleares.
A nosotros, los musulmanes, no nos faltan recursos para ser poderosos y para
disuadir a nuestros enemigos. Lo que nos falta es la
voluntad de ser libres, de estar unidos, de ser soberanos y
verdaderamente independientes. Por consiguiente, ¿a qué
esperamos? ¿A que Israel ataque La Meca y Medina, una
posibilidad que, dada la nefanda naturaleza de la entidad
sionista, nunca se debería descartar?
Es más, ¿quién debería disuadir a Israel para que no se embarque en lo
inconcebible, para qué hablar de rechazarlo? ¿Egipto? ¿Arabia
Saudí? ¿O quizá los hedonistas, analfabetos e ignorantes
jeques, emires y reyes que creen que erigir altos edificios
es la última muestra de progreso y de civilización?
La respuesta está clara. Y, por desgracia, sólo un país en la región,
aparte del agresor Israel, es serio en relación a proteger
a su pueblo de un ataque exterior de proporciones genocidas.
Este país debería ser alabado y elogiado por su digna
determinación de ser libre y no castigado por impotentes
Estados árabes que siguen cediendo su soberanía a Estados
Unidos.
(*)
Khalid Amayreh es un periodista palestino que vive con su
familia en la ciudad palestina ocupada de Dura. Puede
contactarse con él en: amayreh@p–ol.com
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