Entrevista
con Clément Therme, experto en Irán
del Instituto Francés
de Relaciones Internacionales (IFRI)
La
crisis iraní sigue intacta
Página
12, 21/06/09
Por
Eduardo Febbro
La
crisis iraní sigue intacta con su doble confrontación: la
visible, los manifestantes que impugnan la validez del
resultado de las elecciones presidenciales, y la invisible:
la lucha de poderes en el seno del aparato político
religioso.
Miles
de personas siguen ocupando las calles de Teherán a pesar
del férreo apoyo que el Líder Supremo iraní, Ali Khamenei,
le dio al presidente Ahmadinejad. El Consejo de Seguridad
nacional y al mismo Ali Khamenei advirtieron al opositor
Mussavi de las “graves consecuencias” si provocaba
“manifestaciones ilegales” en el país. La advertencia
no frenó los focos de resistencia y de rebelión. La crisis
iraní sigue intacta con su doble confrontación: la
visible, los manifestantes que impugnan la validez del
resultado de las elecciones presidenciales, y la invisible:
la lucha de poderes en el seno del aparato político
religioso entre Ali Khamenei y Rafsanjani.
En
esta entrevista con Página/12, Clément Therme,
investigador en el programa Irán en el seno del IFRI, del
Instituto Francés de Relaciones Internacionales, analiza la
raíz de la crisis actual y pone el acento en las dos
visiones de la república islámica que hoy están en
conflicto. Experto de renombre internacional, autor de un
libro, Irán, una potencia energética re–emergente y de
numerosos artículos, Therme señala que lo que se dirime en
la calle no sólo es el modelo político y religioso de Irán
sino también la fabulosa distribución de privilegios.
–Esta
revuelta que sacude a Irán luego del resultado dudoso de
las elecciones presidenciales ¿es una rebelión auténticamente
democrática o acaso detrás de ella hay dos tendencias del
poder que se enfrentan?
–Esta
crisis iraní está ligada al mismo tiempo a una fractura
que se produjo en el seno de la oligarquía político
religiosa que detenta el poder en Irán y a un deseo de
apertura de la población. Los elementos conservadores están
eliminando a los elementos que eran más moderados, más
reformistas, más abiertos a los valores iniciales de la
revolución de Jomeini. Incluso si todos los miembros de la
oligarquía pertenecen al mismo sector, y en este sentido
siempre les conviene reconciliarse, la fractura parece
consumida porque la calle fue utilizada por primera vez en
el combate que estalló en la cima del Estado. Ese es el
primer elemento.
El
segundo, es que los manifestantes utilizaron a Mussavi como
vector de su descontento. Mussavi fue como una elección
obligada porque la campaña fue contra Ahmadinejad y no a
favor de Mussavi. Antes de los problemas que estamos viendo,
el problema que se daba en Irán es que no había un líder
para encarnar el descontento. Mussavi se convirtió así en
una suerte de elección obligada de los manifestantes iraníes.
–En
esta conjunción de elementos, ¿hay sólo factores
sociales, es decir un anhelo de más libertad, o existe
también un ingrediente económico?
–Claro,
en esta negociación también hay orígenes económicos. El
balance de la presidencia de Ahmadinejad es una inflación
de más de 25% y el incremento de las desigualdades sociales
y económicas, cuando en realidad fue electo con la promesa
de una redistribución del dinero del petróleo entre los más
pobres. Hay que decir que Ahmadinejad sí redistribuyó la
renta petrolera entre los más desfavorecidos, pero esa política
generó mucha inflación que, al final de cuentas, debilitó
el poder adquisitivo del conjunto de la población.
–Para
usted, ¿hubo realmente fraude o no?
–Todo
indica que el fraude fue masivo. Dados los efectos que tuvo
su política, podemos estar sorprendidos por los resultados
que obtuvo ahora. También hay que destacar que hubo
problemas en el ritmo, en la cronología con la que estos
resultados fueron hechos públicos. La cronología de la
publicación de los resultados no correspondió con las
normas en vigor en la república islámica. El último punto
es que los adversarios de Ahmadinejad obtuvieron resultados
muy débiles en sus respectivas provincias, lo que es
sorprendente dada la sociología del voto en Irán. Un iraní
determina su voto en función del origen social y geográfico
del candidato. Parece entonces que las cosas no están
claras en este aspecto.
–¿Usted
cree que el poder religioso puede llegar a ceder?
–El
Líder Supremo ya apoyó a Ahmadinejad. Con ello observamos
una evolución del Líder Supremo, que antes era un árbitro
entre las diferentes facciones. Asistimos entonces a una
homogeneización del poder mediante la cual se excluye de la
oligarquía a los conservadores pragmáticos.
–Esta
radicalización del poder conservador ¿qué influencia
puede tener en el programa nuclear iraní?
–Es
difícil de decir por el momento, pero es obvio que habrá
una nuclearización del poder político iraní. El poder se
apoya sobre los Pasdaran, que son los guardianes de la
revolución. Y justamente son los Pasdaran quienes tienen a
su cargo la mayor parte del programa nuclear iraní. A
quienes más les conviene reforzar su poder en el seno de la
oligarquía es precisamente a los que están hoy tomando el
poder y son los mismos que se ocupan del programa nuclear.
Por ahora no se puede decir si se producirá una inflexión
o un cambio en la estrategia nuclear iraní.
–No
se puede entonces decir que el fraude electoral esté ligado
a la cuestión nuclear.
–No,
para nada. El fraude está ligado al proceso de distribución
de la renta y de la atribución de contratos. Bajo
Ahmadinejad los Pasdaran tuvieron muchos más contratos. Se
pueden citar algunos, como el contrato por el nuevo
aeropuerto de Teherán.
Si
hubiese un cambio de poder habría desde luego un nuevo
proceso de atribución de contratos y de privatizaciones.
También están las personas encargadas de distribuir la
renta petrolera. Eso es lo que está en juego en lo
inmediato.
Si
miramos más hacia adelante también está la razón ideológica.
La facción de Ahmadinejad está apoyada por un ayatolá que
es favorable a un gobierno islámico. Eso quiere decir que
el poder proviene de Dios, de la legitimidad divina, y que,
por consiguiente, la soberanía popular no es necesaria para
validar el poder.
La
lucha actual tiene entonces una causa económica, la
redistribución de los contratos, y otra ideológica.
Ahmadinejad y la facción que está detrás de él no son
auténticos demócratas. La teoría teológica que sostiene
su acción política es la del gobierno islámico. Esta teoría
no toma en cuenta la soberanía popular en la legitimación
del sistema político de la república islámica.
–Algunos
comentaristas occidentales han comparado a Ahmadinejad con
Hugo Chávez. ¿Usted ve similitudes?
–Entre
ambos hay varias diferencias. La primera es que Ahmadinejad
no es el número uno del Estado iraní sino el segundo o el
tercero. Por otra parte, Ahmadinejad es mucho más ideológico
que Chávez, porque Chávez mantiene relaciones económicas
muy fuertes con Estados Unidos, país que es el primer
inversor en Venezuela, mientras que las inversiones
norteamericanas están prohibidas en Irán.
–¿Qué
influencia puede tener la radicalización del poder iraní
en un país vecino como Irak?
–Bueno,
hay que ver si la radicalización se confirma, porque por el
momento no sabemos dónde desembocará el proceso. Pero si
la radicalización se confirma hay que esperar que Irán
tenga una política exterior en la continuidad con el primer
mandato de Ahmadinejad. Puede haber una confrontación con
el mundo exterior, la búsqueda de un enemigo exterior para
justificar los problemas que hay dentro del país.
–¿Usted
sugiere entonces que la batalla es aún incierta?
–Sí,
aún no sabemos qué campo va a ganar.
–Eso
equivale a decir que los reformistas tienen sólidas
posiciones.
–El
campo reformista tiene un aliado de peso. Se trata de
Rafsanjani, que es el presidente de la Asamblea de Expertos
–el Consejo del discernimiento– que designa al Líder
Supremo. Incluso si los conservadores tienen más poder que
los reformistas, éstos y los conservadores pragmáticos
tienen como aliados a los manifestantes que están en las
calles. La relación de fuerzas puede cambiar si las
manifestaciones continúan. No olvide que es la primera vez
en la historia de la república islámica que hay
manifestaciones de esa envergadura en las calles.
–De
alguna manera, el rumbo que tomaron los hechos se les escapó
de las manos a los conservadores.
–La
elite política iraní, al igual que los observadores iraníes,
fueron tomados por sorpresa por los acontecimientos. Nadie
esperaba esto. Por esta razón el régimen se endurece y el
Guía Supremo trata de reforzar sus alianzas frente a su
principal adversario, Rafsanjani. Mussavi está con
Rafsanjani y Ahmadinejad, con el Guía Supremo.
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