Irán

El poder detrás de Musaví

Por Ángeles Espinosa
Corresponsal en Teherán
El País, 19/06/09

El candidato derrotado en las elecciones cuenta con el apoyo de Rafsanyaní, uno de los hombres más ricos de Irán, y del ex presidente reformista Jatamí

Desde fuera, el desafío de Mir Hosein Musaví parece sostenerse en los cientos de miles de iraníes que contestan a diario el resultado electoral. Estas manifestaciones son fruto del descontento con Mahmud Ahmadineyad, el ganador oficial de los comicios. Pero el verdadero respaldo a las ambiciones presidenciales de Musaví viene más de los corredores del poder que de la calle. Dos importantes redes de influencia trabajan a su favor: los círculos conservadores moderados y pragmáticos movilizados por Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní y los clérigos reformistas agrupados en torno a Mohamed Jatamí.

La sombra de Rafsanyaní

Este veterano político de 75 años está considerado uno de los hombres más poderosos de la República Islámica. Tras la revolución de 1979, fue el primer presidente del Parlamento de 1980 a 1989. Luego presidió Irán por dos mandatos, hasta 1997. En las elecciones parlamentarias del año 2000 ganó el escaño por los pelos y terminó renunciando. En 2005 fue derrotado por Ahmadineyad en las presidenciales. En la actualidad, preside el Consejo de Discernimiento, que es un órgano de arbitrio entre el Parlamento y el Consejo de Guardianes (especie de cámara alta designada), y la Asamblea de Expertos. Este sanedrín, formado por 86 clérigos, elige al sucesor del líder supremo cuando éste muere. En teoría, también podría destituirle.

Parte de la influencia de Rafsanyaní viene de su conocimiento de los secretos del Estado durante los años iniciales de la revolución, la guerra con Irak y el caso Irán–Contra. Otra parte, de su peso económico. Muchos iraníes aseguran que se trata del hombre más rico del país, una convicción que se reforzó cuando en 2003 la revista Forbes le incluyó entre los hombres más ricos del mundo y le describió como "el verdadero poder detrás del telón".

Es difícil distinguir el mito de la realidad cuando se habla de su riqueza, pero a su familia se le atribuye un vasto imperio financiero que incluye desde propiedades inmobiliarias hasta empresas de comercio exterior, pasando por la primera aerolínea privada del país. Uno de sus hijos, Mehdi, dirige la compañía estatal de gas. En cualquier caso, aparte de sus relaciones personales con la vieja guardia de la revolución, su principal aportación a la campaña de Musaví puede haber sido el ejército de jóvenes activistas reclutados entre los tres millones de estudiantes de la Universidad Azad, la mayor del país y la única privada, en la que los Rafsanayaní tienen una amplia participación.

En su campus del norte de Teherán, Mehdi estableció un cuartel general electoral desde el que se coordinó tanto la campaña de Musaví como una serie de encuestas de voto privadas que guiaron la estrategia del candidato. Luego Fatemeh, la única hija de Rafsanyaní que ha seguido sus pasos políticos y llegó a ser diputada, ha participado en alguna de las protestas. En una nueva muestra de la lucha de poder en curso, la justicia iraní prohibió ayer a ambos abandonar el país por su implicación en las manifestaciones.

La imagen de Jatamí

Sabedor de su tirón popular entre los jóvenes, el ex presidente ha permitido a Musaví que use su imagen en los carteles de campaña e incluso le ha acompañado en algún mitin. Pero lo que es más importante, ha movilizado en su apoyo a la Asociación de Clérigos Combatientes, que agrupa al clero reformista y de la que es miembro. Esa asociación tiene una amplia red de contactos por el país.

Esa asociación pidió permiso al Ministerio del Interior para organizar una nueva marcha de protesta mañana sábado, desde la plaza de Enghelab hasta la de Azadí, en Teherán. Su comunicado anuncia una intervención de Musaví y la presencia de Jatamí, extremos que garantizan una gran participación. De todas formas, con o sin permiso, los partidarios del candidato opositor siguen manifestándose.


Jamenei ratifica a Ahmadineyad y exige el fin de
las protestas de la oposición

Por Ángeles Espinosa
Corresponsal en Teherán
El País, 19/06/09

El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo iraní, ha ratificado la victoria de Mahmud Ahmadineyad en las elecciones presidenciales del pasado viernes y ha exigido a los seguidores de Mir Hosein Musaví, el principal candidato opositor, que desistan de sus protestas. "Las elecciones se ganan en las urnas, no en la calle", ha dicho, tajante, para dejar claro que no piensa ceder a la presión de las protestas de los seguidores de Musaví, que demandan la repetición de los comicios. También ha cargado contra Occidente y contra los "enemigos" que cuestionan la legitimidad del proceso electoral iraní.

Ante miles de ciudadanos que se han concentrado en las inmediaciones de la Universidad de Teherán, Jamenei ha aprovechado su plegaria de los viernes para hablar a los iraníes una semana después de las elecciones presidenciales que, según el cómputo de votos, que la oposición tilda de fraudulento, ganó abrumadoramente el actual presidente Ahmadineyad. El ayatolá ratifica la victoria del candidato ultraconservador, al que ha adjudicado 24 millones de votos. Niega por tanto cualquier tipo de fraude electoral, como denuncia la oposición, dado que, sostiene, las leyes de la República Islámica nunca permitirían un fraude electoral.

Por tanto, exige que cesen las manifestaciones de los partidarios de Musaví, que llevan varios días tiñendo de verde las calles de Teherán y otras ciudades. Considera que sus reclamaciones son "ilegales". "Exijo [a los manifestantes] a que pongan fin a las protestas en la calle o serán responsables de las consecuencias". Igualmente, ha cargado sobre los hombros de los candidatos que animan estas movilizaciones la responsabilidad por cualquier explosión de violencia o derramamiento de sangre. "Los resultados de las elecciones salen de las urnas, no de las calles", ha sentenciado. "El pulso [al Gobierno] en la calle es un error, exijo que se le ponga fin. No cederé a la calle".

Contra los "enemigos"

Pese a que el líder supremo ha iniciado su discurso con un tono conciliador –"lo que necesita Irán es calma", ha dicho– su parlamento ha ido tomando cada vez más partido contra las movilizaciones de Musaví y las dudas sobre el proceso electoral. "Mis opiniones sobre política exterior e interior están más cerca de las de Ahmadineyad que de las de otros responsables", ha admitido, para cargar después contra los "enemigos" que cuestionan las elecciones y la legitimidad de la República Islámica.

También ha cargado contra los países que han cuestionado la legitimidad de las elecciones. "Tras las protestas en la calle, algunas potencias extranjeras han comenzado a interferir en los asuntos iraníes cuestionando los resultados. No conocen a la nación iraní. Condeno firmemente esa injerencia", ha clamado. Entre los miles de personas que le escuchaban podía leerse alguna pancarta con la leyenda "No dejemos que sean plumas extranjeras las que escriban la historia de Irán".


Una ola de túnicas negras toma Teherán

Cientos de miles de opositores salen a la calle en
una jornada de luto en memoria de los muertos

Por Ángeles Espinosa
Corresponsal en Teherán
El País, 19/06/09

El Consejo de Guardianes anunció ayer que ha empezado el "examen minucioso" de las 646 quejas de irregularidades presentadas sobre las elecciones presidenciales del viernes pasado. Además, en un aparente intento de calmar los ánimos, la más alta instancia legislativa de Irán ha invitado a los tres perdedores de los comicios a discutir sus alegaciones. Ninguno de estos gestos evitó que cientos de miles de partidarios del reformista Mir Hosein Musaví volvieran a manifestarse en Teherán por sexto día consecutivo en protesta contra el escrutinio. Musaví y su esposa, Zahra Rahnavard, se unieron a ellos en la plaza de Jomeini, en el sur de la capital.

Los manifestantes elevaban sus manos con el signo de la victoria y agitaban cintas verdes, el color que les identifica. Muchos vestían de negro en señal de luto por los muertos en las protestas anteriores.

Las autoridades han reconocido ocho víctimas mortales, pero los opositores hablan de una docena entre quienes murieron por los disparos de los basiyís (milicianos voluntarios) el lunes en la plaza de Azadí y los que perdieron la vida en el asalto a la residencia universitaria la noche anterior.

"No hemos dado muertos para aceptar urnas trucadas", se leía en una de las pancartas que exhibían los participantes en esa marcha silenciosa, según relató un testigo a este diario, ya que los periodistas tienen prohibido acudir a las manifestaciones. El mensaje parecía hacer referencia a la propuesta del Consejo de Guardianes de recontar los votos de algunas urnas. Ese órgano, que actúa de supervisor electoral, ha prometido resolver la disputa sobre el resultado para el viernes que viene, pero el alto número de quejas hace imposible una revisión seria y amenaza con convertir el recuento en un quebradero de cabeza para las autoridades.

Tanto Musaví como sus seguidores consideran que el Consejo, formado por seis clérigos designados por el líder supremo y seis jurisconsultos nombrados por el Parlamento, no es ecuánime porque expresó su apoyo al presidente Mahmud Ahmadineyad antes de las elecciones.

A su regreso de Moscú, éste se refirió, en declaraciones a la televisión, a los acontecimientos que han seguido a las elecciones. "Los alborotadores no son nadie. No son parte de la sociedad iraní", dijo.

El Gobierno ha rechazado las acusaciones de fraude, pero cientos de miles de iraníes han ignorado la prohibición de manifestarse para pedir que se anule el escrutinio y se repitan los comicios. Aunque de momento las protestas no han cuestionado el régimen islámico, sí que han desoído los llamamientos a la calma de su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.

"La buena atmósfera que existió antes de las elecciones no debiera convertirse en un clima de enfrentamiento y enemistad ahora, dado que ambos grupos creen en el sistema islámico", ha declarado Jamenei, según citaba ayer el diario Kayhan.

El líder supremo va a dirigir hoy la oración de mediodía, ocasión que se espera sirva para transmitir un mensaje de unidad, pero que puede convertirse en una exhibición de fuerza de ambos sectores del régimen. Habitualmente, esa cita semanal en la Universidad de Teherán, a la que Jamenei sólo asiste en fechas especiales, es punto de encuentro de los más ultraortodoxos. En esta ocasión, los reformistas anunciaron su intención de acudir en tropel, lo que hace de la plegaria una convocatoria de alto riesgo.

Ayer varios miles de estudiantes fundamentalistas se concentraron ante la sede de la Fiscalía y corearon eslóganes contra los hijos de Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní, el influyente político al que se considera el gran valedor de Musaví a pesar de que no ha hecho ninguna declaración pública en ese sentido. Sin embargo, dos de sus hijos, Fatemeh y Mehdi, apoyaron abiertamente su campaña. Los manifestantes, que gritaban "vergüenza, vergüenza", les acusaban de traición. En lo que parece otra vuelta de tuerca en la lucha por el poder que libran Rafsanyaní y Jamenei, la justicia ha decretado que ni Fatemeh ni Mehdi pueden abandonar el país.

Rafsanyaní preside en la actualidad la Asamblea de Expertos. Ese sanedrín de 86 clérigos emitió ayer un comunicado en el que felicitaba al pueblo iraní por la alta participación en los comicios, pero evitaba pronunciarse sobre el resultado. Aunque sólo se reúne un par de veces al año, la Asamblea elige al sucesor del líder a la muerte de éste, sanciona sus decisiones y, en teoría, puede destituirle. Al parecer, Rafsanyaní se ha trasladado estos días a Qom, la ciudad santa donde se concentran algunas de las más altas instancias del chiísmo. Algunos observadores interpretan que el veterano político trata de convencerles del riesgo de que el estamento militar que apoya a Ahmadineyad les margine del poder.

De momento, la mayoría de los grandes ayatolás ha guardado silencio. Pero si, en contra del líder supremo, decidieran respaldar las posiciones de los opositores, sería imposible atribuir las protestas a un complot extranjero, como están haciendo los medios estatales. Lo que es aún más grave, se minaría la idea de que el Gobierno tiene un sello de aprobación islámico.

Aunque se estén tolerando las protestas, continúa la represión contra quienes se muestran críticos con el Gobierno. Ayer se sumó a la lista de detenidos –una treintena hasta el momento– Ibrahim Yazdi, el líder del prohibido Movimiento por la Libertad, que fue un próximo colaborador de Jomeini y ministro de Exteriores durante el primer Gobierno después de la revolución.

Altas instancias

• Consejo de Guardianes: El más influyente de todos. Formado por seis clérigos, designados por el líder supremo, y seis juristas, elegidos por la judicatura. Entre sus funciones está interpretar la Constitución y supervisar el proceso electoral. Está presidido por el ayatolá Ahmadyanati, que respalda a Ahmadineyad.

• Consejo del Discernimiento: Fundado a mediados de los ochenta para ejercer de árbitro entre el Parlamento y el Consejo de Guardianes, tras varios enfrentamientos entre ambos. Desde 1988, tiene más competencias: elabora borradores de leyes económicas, políticas y culturales, y las envía al líder supremo para su aprobación. Las instituciones estatales deben tener en cuenta esos borradores para elaborar sus políticas. Pero Ahmadineyad suele ignorar los consejos de este grupo, formado por 35 personas.

• Asamblea de Expertos: Nombra al líder supremo y supervisa sus actividades. Está formado por 86 expertos islamistas que son elegidos por la población para mandatos de ocho años. Sobre el papel, este consejo puede expulsar al líder supremo, pero en la práctica sólo se dedica a sustituirle cuando muere. Desde 2007, está presidido por el ex presidente Rafsanyaní, que apoya a Musaví.