Gritos
y susurros
Análisis
de Yasaman Baji (*)
Inter
Press Service (IPS), 27/06/09
Teherán.-
Tras muchos días de convulsiones, las calles de Teherán
muestran una aparente calma. Pero la permanente presencia de
policías y de "basiji" (paramilitares) ha
instalado un ambiente sofocante en la capital iraní. Cuesta
respirar.
Aunque
no hubo anuncio oficial, el clima es de ley marcial. Los
agentes del régimen, que se pasean armados, son suficientes
para que parezca una ciudad ocupada.
Las
reuniones de más de tres personas son ilegales. "No se
detenga, circule" es la consigna. El sistema de
mensajería celular todavía no funciona y los sitios de
Internet son intensamente controlados y filtrados.
Las
fuerzas de seguridad están en centros médicos grandes y
medianos y en la morgue, donde interrogan a la gente que va
en busca de seres queridos desaparecidos. Se dice que el
personal médico ha recibido la orden de elaborar informes
sobre las personas heridas en las manifestaciones opositoras
de los últimos días, dedicadas a denunciar un presunto
fraude en las elecciones presidenciales del 12 de este mes.
Las autoridades rechazaron las impugnaciones y declararon
ganador al actual presidente, Mahmoud Ahamadineyad.
En
las protestas del lunes en la plaza Haft-e Tir y frente a la
sede del parlamento, la presencia de miembros del Basij
–temido grupo paramilitar que se atribuye la función de
"policía moral"– superaba a la de los
manifestantes.
Para
evitar la divulgación de fotografías y vídeos que
documentaron en las últimas jornadas la brutalidad
policial, en Haft-e Tir las autoridades decidieron detener a
los manifestantes e impedir cualquier registro de imágenes.
Los teléfonos celulares fueron confiscados.
Los
detenidos fueron subidos a un autobús estacionado por allí,
que pronto quedó repleto y partió con rumbo conocido. Era
evidente la presencia de personal de inteligencia y agentes
de civil dedicados a identificar a los que eran arrestados.
Pese
a todo, los manifestantes se dispersaban y reagrupaban rápidamente
al grito de "Alá-o-Akbar" (Dios es grande).
Muchos
sostienen que inclusive sin manifestaciones masivas la
presencia en las calles debe mantenerse o, por lo menos, los
gritos nocturnos de "Dios es grande".
La
aparición de los basiji en las calles expone un aspecto
interesante de la forma en que el gobierno enfrenta las
manifestaciones: hombres de civil de mediana edad conducen y
jóvenes cumplen órdenes y golpean. IPS ha visto a
jovencitos de no más de 16 o 17 años.
Varios
de ellos que respondieron las preguntas de IPS permiten
inferir que la mayoría son jóvenes sin empleo de pequeñas
ciudades que fueron acarreados a Teherán con la promesa de
recibir una buena paga.
Los
opositores comentan ácidamente que éste es, en efecto, el
plan gubernamental de creación de empleos.
Los
rumores corren por doquier. La ausencia de periódicos y la
desconfianza hacia los medios de comunicación estatales, en
especial la televisión, han llevado a que cada ciudadano se
convierta en portador de toda clase de versiones.
La más
difundida sostiene que el ex presidente Akbar Hashemi
Rafsanyani (1989-1997), uno de los políticos más capaces y
consumado conocedor de las acciones tras bambalinas, ha
reunido firmas de 40 clérigos islámicos de alto rango para
descalificar a Ahmadineyad.
También
hay rumores sobre una larga conversación que sostuvo con el
ayatolá Makarem Shirazi, quien indicó en un comunicado
publicado el viernes: "se deben realizar esfuerzos para
que no queden brasas encendidas bajo las cenizas y para
convertir la maldad y el pesimismo en buena voluntad y la
competición entre grupos en amistad y cooperación...".
Cuando
la calma retorne, agregó, habrá "formas de alcanzar
la reconciliación nacional".
Mientras
Rafsanyani guarda silencio, éste ha llevado a muchos a
creer que debe estar actuando en las sombras y que pronto se
conocerán los resultados.
Otros
rumores se refieren al segundo hijo del líder supremo de la
República Islámica de Irán, Ali Jamenei, Mojtaba, un clérigo
que también se ha mantenido fuera de la escena pública.
Su
nombre emergió en los comicios de 2005, cuando el entonces
candidato presidencial Mehdi Karroubi, dijo en una carta al
ayatolá Jamenei que su hijo estaba involucrado en lo que
muchos observadores creían sería un fraude.
Se
dice que Mojtaba Jamenei espera reemplazar a su padre como líder
supremo y que ha sido él quien ha propalado los rumores
sobre la fortuna y corrupción de la familia Rafsanyani.
Ahora,
se especula con que el firme mensaje que Jamenei envió la
semana pasada el gobierno británico podría estar vinculado
al hecho de que Londres dispuso congelar 1.600 millones de dólares
de cuentas bancarias iraníes, algunas de las cuales podrían
estar a nombre de su hijo.
La
idea de que hay negociaciones secretas para resolver la
crisis está muy extendida y se ve respaldada por noticias
oficiales sobre una delegación del comité parlamentario de
seguridad nacional y relaciones internacionales, encabezada
por su presidente Alaeddin Borujerdi, que se reunió en
forma separada con tres de los candidatos presidenciales
derrotados y con Rafsanyani, el miércoles y el jueves.
Se
sabe muy poco del contenido de esos encuentros, pero muchos
lo vinculan al anuncio del Consejo de Guardianes de que un
comité de cinco "personas independientes"
–entre ellas el ex canciller Ali Akbar Velayati y el ex
presidente del parlamento Gholamali Haddad Adel– se reuniría
con representantes de los candidatos para conversar sobre
sus preocupaciones.
Supuestamente,
dos de esos postulantes, Mohsen Rezaie y Karroubi, habrían
aceptado la oferta. Si esto es cierto, constituye un dilema
para el candidato reformista Hossein Moussavi, quien no debe
sentirse cómodo con los cinco miembros del comité, pues
todos se han alineado detrás de Ahmadineyad.
Moussavi,
segundo de acuerdo con el escrutinio oficial, debe decidir cómo
equilibrar su intento de mantener la movilización
callejera, por una parte, y su aspiración simultánea de
construir alguna resistencia a Ahmadineyad dentro de la
elite gobernante.
Se
trata de un equilibrio complicado, dadas las expectativas
populares. En su última carta pública, Moussavi prometió
mantenerse firme en su reclamo de un resultado electoral
justo y transparente. Las calles iraníes lo están
observando.
(*)
Yasaman Baji es el seudónimo de un periodista que escribe
desde Teherán.
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