Irán

Varios detenidos en una manifestación de estudiantes

Por Ángeles Espinosa
Corresponsal en Teherán
El País, 09/07/09

Miles de jóvenes intentan conmemorar el décimo aniversario del ataque a la Universidad de Teherán por parte de las milicias del Gobierno.

Las autoridades iraníes han cumplido su amenaza de "aplastar" cualquier intento de manifestación. La convocatoria de varias marchas para conmemorar el décimo aniversario de las protestas estudiantiles de 1999 y expresar el descontento con la reelección de Mahmud Ahmadineyad chocó con un amplio despliegue policial y de milicianos. Aún así, cerca de 3.000 personas se dieron cita en las proximidades de la Universidad de Teherán y, según testigos, la policía utilizó gases lacrimógenos y disparó al aire para dispersarles. Varios manifestantes resultaron detenidos.

Manifestantes opositores marchan por el centro de Teherán, para conmemorar el décimo aniversario del ataque a la Universidad de Teherán por parte de las milicias del Gobierno.

El País, como el resto de la veintena de medios extranjeros acreditados en Irán, tiene prohibido cubrir los actos no autorizados. De todas formas, cuando al final de la mañana esta corresponsal regresaba de hacer compras en el Gran Bazar, pudo ver cómo un gran número de policías y agentes de civil empezaban a tomar posiciones en las calles cercanas a la Universidad de Teherán, donde estaba previsto que convergieran las protestas. A esa hora todavía no había manifestantes.

Pero antes de las cinco de la tarde, los antidisturbios empleaban gases lacrimógenos para disolver a un par de centenares de personas que habían logrado concentrase en las proximidades de la plaza de Enghelab, según relató un testigo. No eran los únicos. También en la vecina calle Felestín se habían dado cita otros grupos, mayoritariamente de jóvenes. Poco a poco, la multitud fue creciendo y varias fuentes hablaban de entre 2.000 y 3.000 personas en la avenida Taleghani que desemboca directamente en el campus universitario.

Los gritos de "Libertad para los presos políticos", "Dimisión, dimisión" y "Muerte al dictador", fueron respondidos con granadas de gases lacrimógenos y disparos al aire. Algunos manifestantes quemaron contenedores de basura para hacer barricadas que les protegieran de las cargas policiales. Al caer la noche, con varios heridos y un número indeterminado de nuevos detenidos, la protesta se fue difuminando.

La concentración ha sido la mayor que se produce en la capital iraní desde que el 28 de junio varios miles de opositores aprovecharon una ceremonia religiosa en memoria del ayatolá Mohammad Beheshtí, aseinado en 1981, para reunirse en una mezquita del norte de Teherán. Hoy, el pretexto era el 18 de tir, el día del calendario iraní en que hace diez años, los milicianos basiyís entraron a sangre y fuego en las residencias universitarias para acabar con las protestas contra el cierre de un periódico reformista. Desde entonces, pequeños grupos de estudiantes han conmemorado cada año aquel incidente.

En esta ocasión, con la sensibilidad a flor de piel por unas elecciones que muchos iraníes han considerado fraudulentas, las autoridades extremaron la vigilancia. Aprovechando una inusual tormenta de arena, decretaron el cierre el martes y el miércoles de todas las oficinas y centros públicos, convirtiendo esta semana en un gran puente, ya que el lunes fue fiesta nacional y el fin de semana iraní va de jueves a viernes. "Si algunos individuos planean acciones contra la seguridad, les aplastaremos bajo los pies de nuestra gente alerta", advirtió en cualquier caso el gobernador de Teherán, Morteza Tamaddon, citado por la agencia oficial Irna.

A pesar de la prohibición explícita de cualquier tipo de manifestación, los opositores habían repartido octavillas y detallado sus planes en varios sitios de Internet. Además de los recorridos de las marchas, las convocatorias daban instrucciones sobre cómo enfrentarse a la policía. Entre las recomendaciones, se citaba no llevar documentación y "no usar ningún tipo de crema porque reacciona con los gases y aumenta la sensación de picor". También se aconseja que si un agente quiere golpearte con una porra, se den unos pasos atrás y luego se avance de repente hacia él para desequilibrarle. Finalmente, "escapar zigzagueando porque los trajes de los antidisturbios dificultan sus movimientos".


Regresan los disturbios a Irán

BBC World, 09/07/09

Reportes desde Irán señalan que la policía dispersó este miércoles con gas lacrimógeno una manifestación de cientos de personas en la capital, Teherán, quienes desacataron la advertencia del gobierno de que cualquier intento de protesta sería "aplastado".

Testigos aseguraron que la policía usó gas lacrimógeno contra los 200 a 300 manifestantes que marchaban hacia la Universidad de Teherán para celebrar el 10º aniversario de las protestas estudiantiles en la ciudad.

El gobernador de la provincia de Teherán, Morteza Tamaddon, había advertido que no se toleraría ningún intento de manifestación.

"Si algunos individuos planean realizar algún movimiento contra la seguridad, escuchando el llamado de las redes contra revolucionarias, serán aplastados bajo el pie de nuestro pueblo consciente", dijo Tamaddon, citado por la agencia estatal Irna.

La demostración es la primera que ocurre desde las masivas protestas que siguieron a los resultados de las elecciones presidenciales del 12 de junio, en las que resultó reelecto el presidente, Mahmoud Ahmadinejad, con el 63% de los votos.

El corresponsal de la BBC en Teherán Jon Leyne indica que también se registraron marchas menores en otras ciudades. Leyne observa que la oposición está tratando de recuperar el fervor en la campaña en contra del resultado electoral.

Convocatoria por internet

Los simpatizantes de la oposición habían pedido en varios sitios de internet que la demostración coincida con el aniversario de la represión de la milicia del gobierno a una protesta estudiantil por el cierre del diario reformista Salam. Los disturbios ocurrieron en julio de 1999 y fueron arrestados más de 1.000 estudiantes.

El corresponsal de la BBC en la región Martin Vennard dice que los manifestantes coreaban el nombre de Mir Hossein Mousavi, el principal retador en las elecciones, quien alega que las mismas fueron fraudulentas y pide que se celebren de nuevo. Además, según la agencia de noticias AFP, también gritaban "Muerte al dictador".

En un hecho separado, un miembro del Centro de Defensores de los Derechos Humanos –liderado por la Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi– fue arrestado este miércoles junto con otras personas.

Se cree que Mohammad Ali Dadkhah representó legalmente a algunos de los cientos de arrestados en las protestas post electorales.

Abdolfatah Soltani, otro abogado y miembro del centro, fue detenido en junio.


Irán: la crisis alcanzó a los religiosos

Por Roger Hardy
BBC World, 07/07/09

El centro de la crisis iraní se ha trasladado de las calles al sistema religioso.

Los clérigos tienen que elegir entre alinearse con los conservadores o con los reformistas, o mantener un silencio incómodo.

Casi un mes después de las elecciones presidenciales del 12 de junio, un triunvirato de reformistas de rango forman el núcleo de la oposición a un resultado que consideran fraudulento.

Ellos son los dos principales candidatos derrotados, Mir Hossein Mousavi y Mehdi Karoubi, y su aliado cercano, el ex presidente Mohammed Khatami. Los de línea dura piden que los tres sean llevados a juicio.

Unas pocas figuras clericales –incluyendo a los ayatolás Ali Hossein Montazeri y Yusef Sanei– se han alineado con el grupo reformista. El sábado, un grupo de clérigos reformistas en la ciudad santa de Qom emitió una fuerte declaración cuestionando la legitimidad de la elección.

Hasta criticaron al Consejo de Guardianes, el influyente cuerpo clerical que había declarado que las elecciones fueron libres y justas. Sus miembros, dijeron los clérigos de Qom, "habían probado su falta de imparcialidad meses antes de las elecciones".

Grupo intermedio

Pero no hay sólo dos campos: existe un importante grupo intermedio que ambas partes están ansiosas de influir. Hay varios clérigos que no están tomando partido.

A algunos no les gusta el ganador –oficialmente anunciado– de las elecciones, Mahmoud Ahmadinejad, y lo consideran un populista negligente que administró mal la economía e hizo de Irán un tema de risa en el exterior.

Otros están horrorizados por la forma en que las protestas fueron suprimidas, y les concierne que esto haya desacreditado a la República Islámica y, por extensión, al establishment clerical.

Pero están bajo una intensa presión para permanecer leales al hombre que está en el centro de la crisis, el ayatolá Ali Jamenei, que es el líder supremo desde hace 20 años. Más allá de lo que piensen de Ahmadinejad, pocos quieren mostrar deslealtad pública al líder supremo.

Entre el reformismo y el establishment

De todos aquellos que se ven a sí mismos incómodamente situados en el medio, el más importante es el ex presidente Hashemi Rafsanjani.

Él había apoyado la campaña del principal candidato reformista, Hossein Mousavi, en un esfuerzo por negarle un segundo término a Ahmadinejad. Rafsanjani estaba furioso cuando, durante la campaña, el presidente alegó públicamente que él y su familia eran corruptos.

El ex presidente envió una carta abierta pidiendo la intervención del líder supremo, pero éste se negó explícitamente a hacerlo. Pero, ahora, la posición de Rafsanjani es más ambigua.

Durante el fin de semana se reunió con los familiares de los que habían sido arrestados –un signo de preocupación por la suerte de los manifestantes. Al mismo tiempo, hay indicaciones de que está evitando la confrontación.

Él ha sido parte del establishment clerical por demasiado tiempo como para cortar la relación en este momento. De esta manera, Rafsanjani se encuentra mirando a ambos lados, posicionándose como un potencial conciliador.

Supervivencia

La crisis no ha terminado. Si hay que creer la retórica de los de línea dura, puede haber más represión, dirigida particularmente hacia el lado de Mousavi, que es visto como el centro de la resistencia.

Pero aún si el régimen se aferra al poder, lo hará con su credibilidad y cohesión seriamente dañadas. Forzado a elegir entre supervivencia y legitimidad, ha elegido la supervivencia.