Las autoridades impiden a Musavi asistir a un acto religioso por las víctimas
de
la represión
La policía aplasta las nuevas protestas opositoras
Agencia EFE, 31/07/09
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Policía golpea opositores en el cementerio de
Beheshte Zahra, Teherán.
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Teherán.- Una vez más, la policía antidisturbios iraní, armada con
porras, cargó y dispersó a los manifestantes opositores
que, en distintos lugares de Teherán, trataron ayer de
rendir homenaje a los muertos en la represión de las
protestas desencadenadas por el supuesto fraude en los
comicios del pasado 12 de junio, en los que el presidente
Mahmud Ahmadineyad resultó reelegido.
Los primeros incidentes ocurrieron ayer en el cementerio de Beheshte Zahra,
en el sur de la capital iraní, donde están enterrados la
mayoría de las personas muertas en las manifestaciones. Los
opositores habían convocado una jornada de luto al
cumplirse los 40 días de la muerte de Neda Agha Soltan, la
joven de 27 años asesinada durante una protesta el pasado
20 de junio. Aunque aquel día también perecieron en
circunstancias similares otras nueve personas, Neda se
convirtió en un símbolo cuando las imágenes del incidente
dieron la vuelta al mundo. En la tradición shií, los 40 días
transcurridos después de la muerte de una persona se
conmemoran habitualmente con una ceremonia denominada arbayín,
y la oposición no quiso desaprovechar la ocasión.
El líder reformista y candidato presidencial derrotado Husein Musavi intentó
unirse a sus seguidores junto a la tumba de Neda, pero la
policía se lo impidió; le obligó a volver a su coche y a
marcharse. Otro dirigente opositor, Mehdi Karubi, sí que
logró asistir a la ceremonia religiosa pero no se dejó
acceder a la prensa. Como en ocasiones anteriores, la
concentración, en la que participaron unas 2.000 personas,
derivó en una batalla campal. Los manifestantes gritaron «Gobierno
del golpe de Estado, dimisión» y lanzaron piedras contra
la policía que los dispersó y practicó varias
detenciones.
Más
incidentes
Horas después, unos 3.000 manifestantes intentaron congregarse en el Gran
Musala, una mezquita a cielo abierto en el centro de Teherán
donde los opositores querían inicialmente celebrar –y habían
solicitado permiso– la ceremonia de luto, pero que fue
prohibida por las autoridades. El lugar estaba tomado por la
policía y allí volvieron a reproducirse los incidentes. En
las calles adyacentes algunos manifestantes, que trataban
infructuosamente de llegar a la mezquita, incendiaron
contenedores de basura.
«Los manifestantes levantaban el brazo al aire y hacían el signo de la
victoria, mientras que la policía trataba de dispersarlos»,
declaró un testigo. «Muerte al dictador», «Liberad a los
presos políticos», gritaban los opositores. La policía
cargó violentamente contra ellos y dispersó la protesta
con gases lacrimógenos.
El Departamento de Estado de EEUU se apresuró a criticar a las autoridades
iranís por haber utilizado la fuerza y calificó de «inquietante»
la actuación de la policía. «Es particularmente
inquietante ver cómo las fuerzas de seguridad usan la
fuerza para poner fin a una manifestación de duelo».
Paralelamente, las autoridades iranís trasladaron a un reformista
prominente, Said Hajarian, de la cárcel a una vivienda
propiedad del Estado, donde permanecerá bajo arresto
domiciliario «con la atención médica necesaria».
Hajarian sufre una minusvalía y su familia se había
declarado preocupada por su estado de salud. Pero las
expectativas de una liberación no se han materializado.
La liberación de algunos detenidos revela graves abusos
Torturas a los disidentes en la cárcel
El Periódico, 31/07/09
Teherán.- Los malos tratos y torturas a los manifestantes iranís detenidos
y encarcelados por las protestas desencadenadas tras la
reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, que la
oposición cree fraudulenta, han levantado una ola de
indignación entre la población, a medida que se han ido
conociendo. Los relatos de episodios de brutalidad,
explicados a sus familiares por algunos de los 140 presos
liberados el martes o difundidos en webs de la oposición,
dan cuenta de palizas brutales, uñas arrancadas y presos
obligados a lamer asquerosas tazas de váter.
Cadáveres
entregados
Algunos presos han sido golpeados hasta la muerte y en los últimos días
los cadáveres han sido entregados a sus familias.
Según el rotativo International Herald Tribune, responsables de hospitales
han declarado a los grupos de los derechos humanos que más
de un centenar de manifestantes opositores han muerto desde
el inicio de las protestas, aunque las cifras resultan difíciles
de contrastar dadas las restricciones informativas impuestas
por Teherán.
La indignación ha llegado a alcanzar incluso a algunos sectores
conservadores vinculados al régimen desde que se conoció
la muerte en prisión, la semana pasada, de Mohsen Ruholamin,
hijo de un alto consejero de Mohsen Rezaie, el candidato
conservador derrotado en las elecciones presidenciales y
antiguo comandante de la Guardia Revolucionaria. Según su
familia, Ruholamin sangraba por los pulmones y tuvo un paro
cardíaco. Su rostro presentaba también señales de golpes.
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