Las
elecciones están ensombrecidas por las amenazas del talibán,
las sospechas
de fraude y la intervención de sanguinarios
“mujaidines”
de la época de la ocupación rusa
Un
brutal “señor de la guerra” tiene la llave de
la
elecciones
Por
Jerome Starkey y Kim Sengupta
Corresponsales
en Afganistán
The
Independent, 18/08/09
Página
12, 18/08/09
Desde
Kabul y Helmand.- La campaña electoral que cerró ayer en
Afganistán podría determinar no sólo su futuro inmediato,
sino además la suerte del conjunto de tropas extranjeras
desplegadas en el país asiático. Sin embargo, la celebración
de las elecciones del próximo jueves está lejos de estar
asegurada, ya que existen dos factores con potencial para
desestabilizarlo todo: por un lado, la campaña de
intimidación por parte de los talibán para que la gente no
vote y, por el otro, el regreso al país de un señor de la
guerra, famoso por su prontuario de brutalidades y abusos de
todo tipo.
Los
talibán se encargaron de dejar en claro que le cortarían
todos los dedos de la mano a cualquiera que vieran por la
calle con sus manos llenas de tinta indeleble, el signo
inequívoco de que emitieron su voto.
A su
vez, distribuyeron miles de cartas entre los vecinos de la
antigua capital, Kandahar, para avisarles que si concurrían
a las urnas debían prepararse para una nueva ola de
atentados suicidas y, más intimidante aún, “nuevas tácticas”
que se negaron a especificar.
Pero
del lado del presidente pro occidental Hamid Karzai, sin
embargo, también llegan señales preocupantes. El regreso
al país del general Rashid Dostum, un ex señor de la
guerra tan traicionero como políticamente hábil, avivó
los temores de que un nuevo ciclo de sangre y anarquía
sumerja al país entero. Forzado a abandonar Afganistán el
año pasado bajo acusaciones de haber torturado hasta la
muerte a un rival político, el general Dostum, para el
horror de los diplomáticos occidentales, podría
convertirse ahora en un actor político clave para
garantizarle la victoria al presidente Karzai.
Más
conocido por hacer la vista gorda y dejar que masacraran a
unos 2 mil prisioneros talibán bajo su custodia en los
albores de la invasión estadounidense del 2001, el general
Dostum fue amo y señor de amplias franjas del norte afgano
durante años. Aún se lo considera como el jefe de facto de
la minoría étnica de los uzbekos y se supone que su vuelta
al país tendría que garantizarle estos votos a Karzai. Su
vuelta desde Turquía el pasado domingo, de por sí, ya
desató una lluvia de críticas sobre el propio mandatario,
señalando que aún si gana estará atado de pies y manos
por los más grandes violadores de derechos humanos del país.
La
versión sobre el terreno señala que, desde el inicio de la
campaña, el presidente Karzai se dedicó tras bambalinas a
forjar una serie de pactos y acuerdos con diversos líderes
mujaidines para garantizarse los votos que éstos controlan.
Uno de esos acuerdos, sin más, le dio carta blanca a Dostum
para volver el domingo a cambio de un mínimo de boletas.
Según se cuenta en Kabul, en una ocasión Dostum sorprendió
a un soldado robando y lo ató a la rueda de un tanque.
Encendió los motores y lo paseó por la ciudad hasta que el
cuerpo se deshizo en pedazos.
Las
encuestas todavía sitúan al presidente Karzai a la cabeza
de las preferencias con alrededor del 45 por ciento de los
votos; pero, a menos que alcance el 51 por ciento en primera
vuelta, habrá ballottage con su rival más cercano, que se
supone sería su ex ministro de Relaciones Exteriores,
Abdullah Abdullah. El crítico más acérrimo de las
violaciones a los derechos humanos en el país, el filósofo
Ramazan Bashar Dost, se encuentra en tercer lugar. “Es
tiempo que la comunidad internacional se dé cuenta de que
no puede seguir formando gobiernos en estas tierras con
criminales de guerra”, señaló Dost la semana pasada en
un acto en Kabul.
El
voto de la etnia mayoritaria pashtun en el sur y el este del
país será decisivo para definir las elecciones de este
jueves. En el 2004, Karzai llegó al poder con cerca del 80
por ciento del voto pashtun. Se calcula que en ciudades como
Helmand o Kandahar cosecharía hasta el 90 por ciento de los
sufragios. Pero es en estas mismas zonas donde la amenaza
talibán está más presente.
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