Afganistán

Denuncian fraude en elecciones afganas

BBC World, 18/08/09

Dos días antes de que se celebren las elecciones presidenciales afganas, una investigación llevada a cabo por la BBC encontró pruebas de fraude y corrupción que demuestran que miles de tarjetas electorales se pusieron a la venta y miles de dólares se ofrecieron para comprar votos.

"Habíamos recibido informaciones de que se estaba produciendo fraude. Un afgano que trabaja para la BBC, se hizo pasar por un comprador en Kabul. Le ofrecieron más de 1.000 tarjetas electorales, a un precio de unos US$10 cada una. Otros vendedores le hicieron ofertas similares", apuntó desde Afganistán el corresponsal de la BBC, Ian Pannell.

"Es imposible saber cuántas tarjetas electorales se vendieron de esta manera, pero las autoridades electorales detuvieron a varias personas", agregó el reportero.

Por otro lado, la misma investigación apuntó que en áreas remotas del país, a algunas personas se les expidieron múltiples tarjetas electorales, además de que algunos empleados del gobierno participaron de manera ilegal en la campaña de electoral de los candidatos.

"Un influyente líder tribal en el norte del país dijo que los equipos de campaña electoral de algunos candidatos le habían ofrecido miles de dólares a cambio de entregar grandes cantidades de votos", sugirió Pannell.

Un grupo de observadores independiente aseguró que a pesar de las pruebas de corrupción que afectan a funcionarios electorales, las medidas que se tomaron para evitar el fraude no fueron suficientes.

Por otro lado, funcionarios occidentales comentaron que, si bien las elecciones pueden presentar irregularidades, Afganistán no debería ser juzgado bajo los mismos parámetros que otros países y que es mejor que se celebren unas elecciones imperfectas que la ausencia de elecciones.

Reaparece el general Dostum

En los comicios del jueves 20 de agosto, el presidente Karzai se enfrenta a una treintena de oponentes en una carrera electoral en la que parte como favorito. Este lunes, los candidatos presidenciales celebraron el cierre de campaña.

El poderoso exseñor de la guerra, el general Abdul Rashid Dostum, un aliado clave de Karzai al que muchos miembros de la comunidad uzbeca del país ven como un líder, reapareció en la campaña procedente de Turquía para apoyar al presidente en el último mitin electoral.

"Necesitamos ir de la mano de Hamid Karzai hacia el futuro", gritó ante una multitud entregada en Shiberghan, su ciudad natal.

Tanto Naciones Unidas como los Estados Unidos se mostraron preocupados ante el posible regreso del general Dostum a la política activa en el gobierno afgano.

En un debate televisivo en directo el domingo, Karzai defendió sus alianzas con algunos de los señores de la guerra afganos y dijo que estos pactos son en el interés de la unidad nacional.

Cierre de campaña

Los dos principales oponentes de Karzai, que sirvieron como ministros en su gabinete, también celebraron el lunes los últimos actos de campaña.

En la capital, Kabul, el exministro de Exteriores, Abdullah Abdullah, a quien las encuestas otorgan un 25% en la intención de voto, compareció ante una audiencia entregada de más de 10.000 seguidores, muchos de los cuales portaban banderas azules.

El exministro de Economía, Ashraf Ghani, se dirigió a un público de cerca de 5.000 personas en la provincia oriental de Nangarhar.

Ghani, que hizo del desarrollo económico el eje central de su campaña, defendió la sustitución de "un gobierno corrupto por otro legítimo", según apuntó la agencia de noticias francesa AFP.

Últimos ataques

Pero el proceso electoral está teniendo lugar en medio de un ambiente de violencia creciente.

El martes por la mañana, dos cohetes alcanzaron varios objetivos en el centro de Kabul sin llegar a causar heridos, según informó la agencia de noticias Reuters.

Uno de los cohetes ocasionó daños en el palacio presidencial, mientras que el segundo alcanzó la sede de la policía de la ciudad.

Un vocero de los talibanes, citado por Reuters, se responsabilizó del lanzamiento de cuatro cohetes.

Este fin de semana, los talibanes amenazaron con atacar a todo aquel que tome parte en las elecciones, tanto candidatos como votantes. Como consecuencia, se teme que la participación sea baja.

El corresponsal de la BBC, Ian Pannell, sugirió que, si bien existen pruebas de corrupción, el mayor problema al que se enfrentan las elecciones afganas sigue siendo la guerra contra los talibanes, que controlan todavía al menos un tercio del país.


Elecciones marcadas por la violencia y el fraude

Los afganos eligen a su presidente

Europa Press, 19/08/09

Unos 17 millones de afganos están llamados este jueves a las urnas para elegir a su presidente así como a sus representantes en los consejos provinciales en unas elecciones que los talibán han prometido boicotear, atacando, entre otros, colegios electorales, y con las denuncias de fraudes planeando ya en el ambiente. Así las cosas, la abstención es el peor enemigo del presidente Hamid Karzai, que espera lograr un nuevo mandato sin necesidad de segunda vuelta.

Karzai, quien accedió al poder con el respaldo de la comunidad internacional tras la caída de los talibán en 2001 y fue refrendado en su cargo en las primeras elecciones presidenciales en 2004, es el gran favorito para alzarse con la victoria, según todos los sondeos, si bien no está claro que pueda superar el 50% de los votos necesarios para evitar tener que enfrentarse al segundo candidato más votado en una segunda vuelta en octubre.

Para evitar esta posibilidad, Karzai se ha ido granjeando en los últimos meses, e incluso esta misma semana, el respaldo de importantes líderes étnicos del país y de antiguos 'señores de la guerra', entre ellos el ex gobernador de Herat y actual ministro de Energía Ismail Jan, o el ex general uzbeco Abdul Rashid Dostum. Este último, conocido por cambiar de bando en varias ocasiones, regresó el domingo al país y el lunes hizo un llamamiento claro a sus numerosos partidarios a que apoyen al actual presidente.

El apoyo de estos líderes milicianos y 'señores de la guerra' a Karzai ha suscitado las suspicacias tanto en Occidente como en la ONU, ya que se teme que tras los comicios algunos de ellos ––con delitos contra los Derechos Humanos pendientes–– puedan ocupar puestos clave en el Gobierno, como ya ocurriera al principios del mandato del actual presidente, si bien fueron apartados paulatinamente de estos puestos gracias a la presión internacional.

Corrupción

Contra Karzai también juega la corrupción reinante en el país que no ha conseguido controlar en estos años ––según Transparencia Internacional, Afganistán estaba en el puesto 176 de 180 países en 2008 en esta materia––. Para su principal rival, el ex ministro de Exteriores Abdulá Abdulá, la mala actuación del presidente para combatir la corrupción es una de las causas del incremento de la insurgencia.

Aunque Karzai ha reconocido la gravedad del problema, la última vez en el debate del pasado domingo con algunos de sus rivales, no ha formulado soluciones claras para resolverlo. Por ello, otro de sus contrincantes, el ex ministro de Finanzas Ashraf Ghani, ha advertido de que la corrupción es un cáncer para Afganistán que se encuentra ya en fase de metástasis y se está "comiendo a la sociedad".

Pero la gran preocupación del Gobierno afgano de cara a estos comicios es la seguridad. Los talibán han dejado claro que atentarán contra colegios electorales y otros objetivos sensibles, y de hecho ya han cumplido sus amenazas llevando a cabo atentados en los últimos días, como el ocurrido el martes en Kabul en el que murieron siete personas, entre ellas dos empleados de la ONU, y que tenía como objetivo un convoy de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).

El temor a estos ataques, y a que puedan disuadir a los afganos de acudir a las urnas, explica el que el Gobierno aprobara el martes dos decretos en los que se pide a los medios locales y extranjeros que no informen sobre los eventuales ataques que se puedan producir mientras permanecen abiertos los colegios electorales y que se mantengan alejados de los lugares donde se produzcan dichos ataques.

Denuncias de fraude

Entretanto, varios medios extranjeros han denunciado casos de fraude electoral. El martes fue la cadena británica BBC y este jueves la agencia internacional Reuters la que asegura que se están vendiendo las tarjetas que los votantes deben mostrar a la entrada de los colegios electorales para poder depositar su voto.

Este hecho, junto a la compra de votos y otros probables problemas que puedan surgir durante la jornada de este jueves, podrían poner el tela de juicio, en función de su magnitud, la legitimidad del ganador de las elecciones. "La aceptación de los resultados por los principales candidatos y sus partidarios es absolutamente vital", subraya el portavoz de la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA), Dan McNorton.

Desde el Consejo Internacional sobre Seguridad y Desarrollo (ICOS) advierten de que "la percepción de una elección ilegítima beneficiaría a los talibán" y podría complicar aún más la situación en el país si fuera necesario recurrir a una segunda vuelta.

También Abdulá Abdulá confesó en una entrevista a una cadena estadounidense que teme que haya fraude, tras acusar a Karzai de haberse aprovechado del "aparato del Estado" para hacer campaña. "Hay muchas tarjetas (de censo) duplicadas (...) y el número de personas que se han registrado en algunas partes del país equivale al conjunto de la población". Así pues, "hay posibilidades de fraude", opinó.

Todo esto viene a explicar por qué sólo uno de cada cuatro afganos llamados a las urnas, según una reciente encuesta realizada por Gallup, cree que las elecciones de serán justas y transparentes.

Medidas contra el fraude

Para que esto ocurra, la Comisión Electoral Independiente ha adoptado varias medidas como la mencionada tarjeta de censo y la obligación de marcar con tinta indeleble uno de los dedos del votante, con el fin de impedir que éste pueda votar más de una vez, aunque llevara varias tarjetas de identificación.

Asimismo, una vez en el interior del colegio electoral la persona encargada de entregar las papeletas deberá sellarlas con el fin de que éstas tengan validez y quede demostrado que se trata de papeletas oficiales y no falsificaciones. Una vez marcadas las papeletas por el votante, el controlador de las urnas deberá constatar, antes de que las papeletas sean introducidas, que éstas han sido selladas y validadas.

Igualmente, la Comisión Electoral ha adoptado medidas para evitar el fraude durante el recuento. Este se llevará a cabo en el colegio electoral, tras haberse sellado previamente todas las urnas y en presencia de representantes de los candidatos y observadores. Una vez finalizado el escrutinio, se publicará el resultado en el centro para que los ciudanos puedan consultarlo y se enviarán las urnas con las papeletas a la Oficina Provincial Electoral.

El traslado podrá ser supervisado tanto por representantes de los candidatos como por observadores, pero ninguno de ellos podrá viajar en los vehículos de la Comisión Electoral. Una vez en la oficina, las urnas permanecerán selladas y sólo serán abiertas si se produce alguna denuncia de fraude y es necesario un recuento.

En cuanto al resultado, estos se remitirán por provincias a la sede de la Comisión Electoral donde se procederá a su suma mediante ordenadores bajo la supervisión de funcionarios electorales y en presencia de observadores e interventores electorales.


Agentes y funcionarios corruptos agobian con
sus exigencias a la población

Por M. Marginedas
Corresponsal en Afganistán
El Periódico, 20/08/09

Kabul.– Hasta hace un año, los vendedores ambulantes de frutas y verduras que pretendían comerciar con sus productos en el transitado barrio kabulí de Palebaghe Omozy debían entregar diariamente la suma de 10 afganis a los agentes de la policía que por allí patrullaban. Después, las autoridades locales prohibieron dicho comercio durante el día en esa zona, pero lo permitieron tras la puesta de sol.

Las nuevas regulaciones no han impedido que Ashmat se vea obligado a entregar 50 afganis en cada uno de los tres puestos de control policial que existen antes de llegar con su carromato para poder ofertar sus apetitosos melones. «El Gobierno debería hacer algo por nosotros y, sobre todo, sacarnos de encima a esta policía», sostiene.

Los controles

Una experiencia similar, aunque a mayor escala, la vive Abdul Zahid, de 23 años, cada vez que viaja con su vehículo hasta la localidad de Mazar–i–Sharif, cerca de la frontera con Uzbekistán, para revender productos adquiridos en Kabul. En cada control policial –y desde la capital hasta la cuarta ciudad en importancia de Afganistán puede haber una veintena– debe entregar la suma de 100 afganis para que los agentes le permitan seguir adelante y ganarse la vida. «No podemos hacer nada; son ellos los que tienen la fuerza», se resigna Abdul Zahid.

En Flower Street, una calle comercial de Kabul no lejos de la celebérrima Chicken Street, los pagos bajo mano también están a la orden del día. Aunque el ayuntamiento tiene la obligación de mantener limpias las calles y las acequias, los comerciantes deben liquidar a la semana 20 afganis cada uno para que las autoridades municipales cumplan con sus obligaciones. «¡Dios nos libre de tener que tratar con el Gobierno», exclama un acaudalado peletero de la zona que, asegura, no paga sobornos para facilitar el funcionamiento de sus negocios.

Sobornos para todo

La obtención de documentos oficiales también puede verse impulsada por sobornos pagados a funcionarios y agentes. En Afganistán, un pasaporte puede tardar hasta tres meses en ser expedido. Pero si un afgano sigue el ejemplo de Mansoor –y paga 150 dólares– lo puede obtener en 24 horas.

Puede que el Afganistán del siglo XXI no sea aquel Estado que intentaba revivir el califato de los primeros tiempos del islam, donde se organizaban ejecuciones y castigos corporales públicos y ejemplares. Pero el país es, hoy por hoy, el reino de la arbitrariedad, con funcionarios mal pagados que completan su sueldo abusando de su cargo y extorsionando, a mayor o menor escala, a la población.

«Cobramos 6.000 afganis al mes; si se tiene en cuenta que por una casa debemos pagar 4.000 afganis, puede imaginarse cómo vivimos», subraya un policía de cierto nivel que no dice su nombre y niega que reciba sobornos.

Total impunidad

La razón de que la corrupción policial esté tan extendida radica «en los bajos salarios, en el nombramiento de personas inadecuadas para ciertos cargos, pero, sobre todo, en la percepción de impunidad», sostiene un periodista local. «Los policías saben que, aunque exijan sobornos, nadie les acusará».

Luchar contra la corrupción policial constituye una tarea pendiente a la que se deberá enfrentar cualquier presidente que surja hoy de las urnas. Pese a que en el entrenamiento de los futuros agentes se han incluido enseñanzas que previenen contra el cobro de sobornos y es considerado contrario al Islam, no bastará para librar al país de semejante lacra.