Entrevista con la escritora Nazanin Amiriam sobre Afganistán
“Asia Central y Oriente Medio, en menos de treinta años,
han sido los territorios más afectados por cambios en sus
escenarios políticos, sobre todo porque el 65% de las
reservas del gas y petróleo del mundo está ubicadas allí”
Por Salvador López Arnal
Enviada por el autor, 12/09/09
Nazanin Amirian es una escritora e investigadora iraní
afincada en Barcelona. Uno de sus últimos libros publicados
–“Irak, Afganistán, Irán: 40 respuestas al conflicto
del Oriente Próximo”, Lengua de Trapo, mayo 2007–
contiene, con sus propias palabras, “un montón de
información alternativa a las perversas mentiras de los
yanquis & company”.
En una reciente columna publicada en Público
–”Afganistán: ¿Por qué nos mienten?” [publicada en
esta edición de SoB–, preguntaba usted cómo era posible
entender que la mayor coalición militar de la historia de
la humanidad, compuesta por unas cuarenta naciones, equipada
con las armas más destructivas y avanzadas jamás
fabricadas, no haya podido controlar Afganistán tras ocho años
de asedio. Déjeme devolverle la pregunta: ¿por qué
Afganistán no ha sido controlada en su opinión?
Afganistán, hasta 1978, era una zona de influencia de
Rusia, Irán, Pakistán y China. Es a partir de esta fecha y
con la agresión militar de los Muyahedines, promovidos en
un primer momento por EEUU, sus aliados occidentales y
Arabia Saudí, cuando la zona acoge de forma violenta a
estos nuevos actores. Actualmente, estas fuerzas se
neutralizan mutuamente, ninguna consigue controlar Afganistán.
Las alianzas se presentan
frágiles, como, por ejemplo, la de Pakistán o la de
Hamid Karzai con EEUU. El presidente afgano, colocado en el
poder por Washington, busca ahora apoyos en Teherán y en
Moscú. Es por ello que el gobierno de Ahmadineyad, cuatro días
después de las elecciones afganas y sin que hasta la fecha
se hayan contado todas las urnas, felicita a Karzai por su
reelección. EEUU, que no perdona su traición, ni
ineficacia, planea crear el puesto de Primer ministro para
limitar su poder, hasta encontrar un recambio viable para
destituirlo. Estas discrepancias ya se manifestaron en la
investidura de Obama, a la que Karzai no fue invitado: su
lugar fue ocupado por sus adversarios: Abdullah (el
candidato en
las elecciones presidenciales y empleado del Banco Mundial),
Ghani, y Khalilzad (un oportunista
afgano–estadounidense, representante de EEUU ante la ONU).
Ese mismo día, Moscú aprovechó el enfado de Karzai para
ofrecerle un suculento paquete de armamentos, a pesar de
ser consciente de que Kabul no puede comparar armas a
nadie que no sean OTAN.
Comentando las elecciones afganas, Tariq Alí ha señalado
que Hamid Karzai gobierna un escuálido narco estado, y que
Wali Karzai, su hermano, el hombre más rico del país, saca
beneficio de los tráficos de armas y droga y de la
presencia de la OTAN, que los dos candidatos rivales de
Karzai, que en su momento formaron parte del gobierno,
“son dos payasos anhelantes de que Washington abandone a
Karzai y los ponga a prueba a ellos” y que el propio
Karzai está coaligado con religiosos fundamentalistas ultra
reaccionarios del Irán occidental, “a los que ha
prometido cinco carteras en el gobierno y la aprobación de
una ley encaminada a legalizar la violación sexual en el
seno del matrimonio”. ¿Está de acuerdo con este análisis
y con estas valoraciones? ¿Puede cambiar algo la situación
tras las elecciones afganas?
EEUU intenta instalar en este país un gobierno
centralista fuerte, capaz de establecer seguridad para que
pueda construir el gasoducto Turkmanistán–Afganistán–Pakistán,
e instalar sus bases militares sin sobresaltos.
Karzai ha sido incapaz
de ello, por lo que han lanzado a Abdulah Abdulah, empleado
del Banco Mundial y un veterano fundamentalista Muyahed.
EEUU pretende preparar
el terreno para un gobierno de coalición compuesto por los
señores de guerra (los Muyahedines) y los talibanes
afeitados y barbudos. Aun así, por los motivos arriba
mencionados –el choque de intereses entre los actores del
escenario– ninguna fórmula que no sea la eliminación de
unos a favor de otros podrá poner fin a las diversas
guerras que están sucediendo en el país centroasiático.
Apunta usted en el artículo al que hacía referencia que
el que algunos miles de talibanes sin tanques, ni aviones,
hayan puesto en ridículo a 100.000 soldados veteranos y a
medio millón de militares pakistaníes, es sólo un
pretexto para justificar el envío de más tropas,
cumpliendo el deseo del presidente Obama. ¿Sólo un
pretexto dice usted? ¿Cuál es entonces el deseo del
presidente Obama?
Si el objetivo de Obama y sus aliados es controlar
Afganistán, por intereses geoestratégicos y energéticos,
y piensan que la única vía de hacerlo es el envío de más
tropas para ganar la batalla a sus rivales rusos, iraníes y
chinos, necesita
como pretexto exagerar la potencia de los talibanes, ya que
ante la opinión publica parecería “inmoral” (más allá
de la legalidad internacional) invadir un país,
bombardearlo y matar a cientos de miles de personas por
intereses económicos. Necesita envolver su proyecto para
esta zona en un halo de heroicidad (“salvar el mundo del
peligro de unos terroristas sin escrúpulos”) y apelar a
la necesidad de seguridad para todos. Es el mismo truco que
emplearon en el caso de Irak. Empezaron con
que Saddam era un dictador (por lo tanto, su peligro
sólo afectaba a sus propios ciudadanos) y siguieron con que
tenía armas
mortíferas y ántrax que llegaban a EEUU, o que sus misiles
alcanzaban Londres, etc., para inculcar a los ciudadanos
occidentales la dimensión planetaria de la amenaza y el
peligro de Irak, y con ello poder intervenir. Pasa lo mismo
con los talibanes: en la primera fase dijeron que su
barbaridad afecta sólo a la población del país; luego,
para poder invadir y ocupar el país, les implican en los
atentados del 11–S, que al fin y al cabo sería un
atentado contra UN país, y ahora dicen que son un peligro
para la humanidad ya que desde Pakistán pueden hacerse con
las armas nucleares. ¿Se acuerda que Hilary Clinton, hace
mes y medio,
decía que los Taliban estaban cerca de Islam Abad? Ni en
los dibujos animados se puede ilustrar una batalla entre
unos desarrapados armados con rifles de fabricación casera
y cientos de miles de soldados con aviones de ultima
generación, bombas, misiles, radares, etc. ....¡y que
encima pierdan!
Usted sostiene que el verdadero escenario apunta a que la
Organización de Cooperación de Shangai (OCS), fundada por
China y Rusia en 2001, está apretando a la OTAN para que
abandone su zona de influencia tradicional. ¿Cree usted
entonces que hay intereses comunes de China y Rusia en esta
situación? ¿Cómo aprietan Rusia y China a la OTAN para
que abandone el escenario afgano? ¿Pueden Rusia y China
enfrentarse a la OTAN?
El nacimiento de la Organización de Cooperación de
Shangai (OCS) ha sido uno de los acontecimientos más
importantes después de la Guerra del Golfo Pérsico en la
zona, pues cuestiona la nueva doctrina internacional
unilateralista auspiciada por los Estados Unidos. La OCS está
compuesta por China, Rusia, las cuatro repúblicas de Asia
central –Tayikistán, Kazajstán y Kirkizistán y Uzbekistán–,
y cuenta con India, Irán y Pakistán como miembros
observadores, y con la perspectiva de integración de Brasil
y Venezuela. O sea, más de la mitad de la población del
planeta. Su objetivo es promocionar la cooperación y
desarrollo común de los países miembros. En esta línea,
incluyeron en su agenda el mantenimiento de la paz y la
estabilidad en
la región e incluso constituyeron la Estructura Regional
Antiterrorista (RATS) con sede en Tashkent, capital de
Uzbekistán.
La existencia de esta Organización ofrece un nuevo
enfoque sobre las cuestiones de seguridad y esto,
evidentemente, determina la presencia de la OTAN en
territorio afgano. Rusia y China pretenden desalojar a las
tropas de la OTAN con la firme intención de recuperar lo
que siempre fue su tradicional esfera de influencia. Así,
la OCS exigió en 2004 un calendario de retirada las fuerzas
armadas norteamericanas de la región.
En el mes de mayo del 2005, el presidente de Uzbekistán,
Islam Karimov, dirigente del estado más fuerte de la región,
que hasta este momento había jugado a dos bandas con Moscú
y Washington, tuvo que enfrentarse a unos graves disturbios
armados organizados por el ilegal partido islámico de Hizb–ut–Tahrir,
que según Karimov, recibe ayuda de Washington, Afganistán
y Pakistán. Por
ello señaló a
Washington como responsable de la intentona para desalojarle
del poder, y por ello exigió el inmediato desmantelamiento
de la base estadounidense de Janabad, para cuyo cumplimiento
dio un plazo de seis meses.
Pero Karimov era un aliado de Israel y Estados Unidos
firme, muy firme.
Efectivamente. Karimov dejaba atrás su alianza con Israel
y EEUU, aquella que en 1997 les llevó a ser los tres únicos
países del mundo que, en el seno de las Naciones Unidas, se
opusieron al levantamiento del bloqueo a Cuba. Ahora se
acerca a la Federación Rusa y a cambio Uzbekistán recibe
garantías de seguridad y cooperación militar y se
facilita su ingreso en el mercado libre de la Comunidad Económica
Euroasiática (CEEA), compuesta por Rusia, Bielorrusia,
Kazajstán, Kirguizistán y Tayikistán.
La postura del residente uzbeko fue aplaudida por China,
con el que firmó
un pacto estratégico sobre cuestiones de “seguridad mutua
frente a amenazas externas, como fuerzas separatistas y
movimientos guerrilleros supranacionales”, así como con
un acuerdo para la construcción de un gasoducto por valor
de 600 millones dólares.
La reacción
de la Administración USA no se dejó esperar. En su viaje a
Kazajstán –segunda ex república de la URSS en extensión
después Rusia–, la secretaria de Estado norteamericana
solicitó al presidente del país, Nursultán Nazarbaev, la
autorización para construir un oleoducto que conectara los
campos de petróleo de este país con el oleoducto Bakú–Tbilisi–Ceyhán.
A la secretaria de Estado no se le escapaba que en unos años
Kazajstán podrá llegar a producir más de 2,5 millones de
barriles al día.
A pesar de que las compañías estadounidenses ya han
adquirido 75% del campo petrolífero de Tengiz, China se
compromete a pagar 4,2 billones de dólares por la empresa
Petrokazajstán, que controla 550 millones de barriles.
Desde Kirguizistán, la suerte de la base militar de
Manás está incierta. EEUU ha conseguido renovar
el permiso de la permanencia de las tropas de la OTAN
en esta estratégica base aérea, pero en cualquier momento
la situación puede cambiar.
Rusia necesita controlar las reservas energéticas de la
zona para recuperar su estatus como superpotencia en la región
y para convertirse en la columna del movimiento de países
No–OPEP en el escenario del oro negro. El valor estratégico
de Rusia no procede de sus recursos petrolíferos (dispone
tan sólo del 5% de las reservas mundiales de petróleo)
sino de su geografía: ejerce control sobre los oleoductos
que se dirigen hacia Europa Central a través de la vía
segura del Mar Báltico, frente a la inestabilidad de las
que atraviesan el Mar Negro y el estrecho del Bósforo. A
demás, Rusia es propietaria de la primera reserva del gas
del planeta –el 32% de las reservas conocidas–, y la
principal suministradora de gas de los países europeos.
China estudia la construcción de un oleoducto que saldría
de Kazajstán,
atravesaría su país y terminaría en el Pacífico, mirando
a mercados de Japón y Corea.
¿Y en cuanto a Rusia, China y la OTAN?
Respecto a alianza ruso–china es cierto que son unas
relaciones muy complejas. China y Rusia, dentro del OCS,
realizaron unas maniobras militares bautizadas como “Misión
de Paz 2007”, en el Chelyabinsk ruso y en Xinjiang china,
con el fin de consolidar su alianza y demostrar su capacidad
de reacción conjunta. Están unidas en expulsar a la OTAN
de Asia Central.
¿Quién alimenta militar y políticamente a los talibanes?
¿Cuáles cree usted que son sus finalidades esenciales?
La prensa española presenta como talibán a todos los
opositores al gobierno de Karzai y a la presencia de la OTAN
en Afganistán. Sin embrago, los talibanes, como un grupo de
fundamentalistas pashtunes apoyados por Pakistán y Arabia
Saudí, no son más que unas decenas de agrupaciones armadas
que operan en este país. Más allá de sus nombres, si
damos una respuesta a la pregunta de “¿A quien beneficia
el caos en Afganistán?”, encontraremos a Estados mentores
de dichas organizaciones. Rusia, China e Irán pretenden que
la OTAN salga de la zona. Y ya que no lo va a hacer por las
buenas tras su fracaso de encontrar a Bin Laden(¡), les van
a empantanar el terreno para que se hundan allí. Y cuánto
más soldados envíen, mejor.
Para que se vea hasta qué punto un país como China es
perjudicado por la presencia de la OTAN en esta región,
echemos la mirada atrás, cuando el tsunami arrasó
Indonesia. Pues, bajo el pretexto de ayuda a la población,
Washington construyó una base militar en la provincia de
Aceh, próxima al estrecho
de Malacca, ruta que transporta el petróleo que sale del Océano
Índico rumbo a China. El paso siguiente en el intento de
bloquear a China ha sido llevar la guerra de Afganistán
a Pakistán, donde Pekín había construido el puerto de
Gwandar, en la provincia estratégica de Baluchistán, que además le permitía conducir el petróleo iraní, con el que China se abastece en
el 40% de sus necesidades de crudo, cruzando
Baluchistán, región donde operan los separatistas y
extremistas islámicos de Jondol.lah (Soldados de Dios) de
etnia Baluch, financiados por EEUU, para hacerse con el
control del puerto de Gwandar.
En este escenario, la India tampoco permitirá que
Afganistán vuelva a las manos de los pashtunes (Taliban)
propakistaníes, con los que Obama pretende negociar,
afirmando que son los “taliban moderados”.
El plan de Obama de aumentar sus tropas en Afganistán –
ruta obligada de trazar el gasoducto de Turkmenistán
–Pakistán, hace aguas. El motivo: el sabotaje
–realizado por... ¿patriotas, seguidores del destituido
Musharraf, de islamistas pashtunes?– a los vehículos que
transportan ayuda logística a sus militares en Afganistán
desde el paso del Khyber en Pakistán,
que está cortado desde febrero. Por ello el
Presidente norteamericano busca alternativas: utilizar la
ruta de Irán, pedir la cooperación de Uzbekistán previo
permiso de Moscú, o hacerse con el control militar de
Pakistán. A pesar de que los convoyes de la OTAN ya
transitan por las carreteras iraníes (¡sí, ha leído
bien!) con bandera alemana, la desconfianza mutua enturbia
la perspectiva.
En cuanto a la ruta rusa, EEUU teme las exigencias de Moscú
a cambio: la no ampliación de la OTAN hacia Georgia y
Ucrania y la no instalación de escudos antimisiles en
Europa del Este.
Queda la tercera opción: aplastar toda la resistencia en
Pakistán, auspiciando un régimen dictatorial, o
balcanizarlo bajo el pretexto de “federalizarlo”, que de
paso sería un regalo a la India por su contribución en
retener el ascenso de China. Planes que se ponen a prueba en
Baluchistán, una vasta tierra poca poblada, repleta de petróleo,
gas y minas de
esmeralda, además de compartir fronteras con Irán y el mar
Arábigo. En esas aguas, por las que pasa el 30% del petróleo
del mundo, China ha reconstruido el puerto Gwadar, enojando
a la India que vigila un océano que lleva su nombre.
Controlar este enclave permitiría a Obama, además,
paralizar la construcción del gasoducto de Paz que conduciría
el gas iraní hacía Pakistán e India, para sustituirlo con
el oleoducto Caspio–Afganistán–Pakistán, anulando las
rutas de hidrocarburo ruso–iraníes, un sueño que se
convierte en pesadilla por la rotunda oposición de dichas
potencias. Rogozin, el enviado ruso ante la OTAN, ya lo
advirtió: “mientras más acercan sus bases a nosotros, más
fácil nos es atacarlas”. Los iraníes piensan lo mismo.
La Administración Obama, apunta usted también, ha
llevado el conflicto a Pakistán para controlar la provincia
de Baluchistán. Este territorio es rico en gas natural,
colinda con Irán y el Mar Arábigo, por cuyas aguas pasa el
30% del petróleo mundial decía. Hacerse con este enclave,
vuelvo a citarla, “permitiría a la OTAN paralizar la
construcción del gasoducto que conduciría el gas iraní
hacía Pakistán e India, para sustituirlo con el gaseoducto
Caspio–Afganistán–Pakistán, anulando las rutas
ruso–iraníes que inyectan energía a la economía
china”. Pero ¿esa estrategia no es una estrategia de altísima
tensión? ¿No puede provocar el desmembramiento y
descontrol de Pakistán, además de la resistencia enérgica
de Rusia y China, ampliándose el conflicto con derivadas
insospechadas?
Tenga en cuenta que las superpotencias dejarán de serlo,
en primer lugar, si no se abastecen con energía y, en
segundo lugar, si permiten que sus rivales y enemigos tengan
control sobre ellas y las rutas de su tránsito. Mientras
Rusia tenga en su territorio la llave del oleoducto que
lleva el gas a Ucrania y Alemania, como ejemplo, podrá
usarla como un arma para pervivir y jugar en el escenario
mundial. La guerra en el Cáucaso, en Irak, la crisis con Irán,
el conflicto con Venezuela, con Bolivia.....o sea, los
principales guerras del mundo, están motivadas por la energía.
¿Los costes y riesgos de esta tensión? El cambio de las
fronteras, la remodelación de los mapas y la redistribución
de las zonas de influencia.
Asia Central y Oriente Medio, en menos de treinta años,
han sido el territorio más afectado por los cambios en sus
escenarios políticos, principalmente porque el 65% de las
reservas del gas y petróleo del mundo está ubicadas allí.
Le doy algunos ejemplos de ello: además de la caída de la
URSS y de la revolución iraní y la toma del poder por los
islamistas anticomunistas, hay que sumar en Afganistán el
derrocamiento del gobierno marxista, los
golpes de Estado en Pakistán, la ocupación del
Golfo Pérsico bajo el pretexto de salvar a Kuwait, para más
tarde invadir y ocupar Irak, el giro a la derecha en la política
exterior de la India (de hecho, acabar con el movimiento de
los No Alineados),... Estos son algunos de los cambios
producidos en esta región, inimaginables hace 40 años.
Le sorprende que haya planes para cambiar el mapa de
Pakistán. ¡Pero si en 1971 le sacaron de sus entrañas un
territorio para llamarle Bangladesh y declarar así su
independencia!
No piense usted en términos de una guerra mundial clásica
desarrollada en Europa. Las potencias han aprendido a
resolver sus discrepancias fuera de sus propias fronteras:
en Yugoslavia, Irán, Irak, Afganistán, Somalia (le remito
sobre este último país a un artículo que escribí sobre
los piratas somalíes).
En el escenario que usted dibuja, ¿cuál es el papel de
Israel? ¿No juega en este sangriento partido?
Sí, claro que juega su papel. Las firmas de petróleo
israelíes así
como sus empresas de armas, han invadido Asia Central. Lo
mismo ha hecho Turquía.
Israel ha estado presente en la guerra de Irak, y es quien
atiza el fuego de guerra contra Irán (a pesar de la desgana
de Obama)...
Su papel es primordial en la construcción de oleoducto
Baku–Tiflis–Ceyhan (Azerbaiyán–Georgia y Turquía),
tres países integrados en la OTAN y aliados de Israel, que
une el mar Caspio con el Mediterráneo oriental, rodeando
Rusia.
En Azerbaiyán, país que
abastece el 25% de las necesidades energéticas del
país hebreo, así como en Turquía, Israel participa de
paso en el negocio de la vigilancia de las rutas de petróleo
por las amenazas de distintas guerrillas, militarizando
estos corredores. El proyecto de construir un oleoducto submarino que una el puerto Ceyhan de Turquía con el de
Ashkelon de Israel, aparte de cubrir las necesidades de este
país, le permitirá reexportarlo
a los demás países de Asia (India, Lejano Oriente), quitándole
el mercado a Rusia, Irán y Arabia.
Y en cuanto a Irán, ¿puede respirar tranquila? ¿Está
fuera del punto de mira?
¡No! Irán se enfrenta con tres enemigos que persiguen diferentes objetivos: EEUU y sus
aliados occidentales que están detrás de la segunda
reserva del gas y del petróleo del mundo, además de querer
controlar el país por su posición geoestratégica; Israel
que, ante la presencia de un Irán fuerte en la región, no
puede ser la fuerza hegemónica, sin olvidar que es además
Irán quien impide que Israel construya un oleoducto desde
Irak hasta el puerto de Hifa en su país (de aquí la enorme
presión a Obama para que le permita bombardear Irán). Por
último, están los países árabes (Egipto, Arabia y
Jordania) muy molestos por la influencia de un Irán
(persa–chiita) en sus zonas de influencia tradicional, los
espacios árabes–sunnitas que ellos controlaban, como
Palestina, Siria, o los países del Golfo Pérsico.
La doctrina Dual Containment Policy, la “doble contención”,
elaborada por Henry Kissinger postulaba contener el
crecimiento económico y militar, así como el desarrollo
social de Irak e Irán, mediante
una política de desgaste equitativo y paralelo y
evitar así que ninguno de los dos terminara cuestionando la
hegemonía y el liderazgo de su verdadero baluarte en la
región, Israel, impidiendo que se rebelaran contra su política
expansionista. Con la guerra Iran–Irak, ambos países nos
destruimos mutuamente; luego, desde 1991 hasta ahora, han
terminado por enviar a Irak a la Edad de Piedra. Ahora toca
contener a Irán.
Por lo demás, ¿qué papel juegan potencias occidentales
como Gran Bretaña y Alemania en este conflicto que no
dirigen?
EEUU, sin el apoyo de Alemania, Gran Bretaña y Francia,
no podía ni puede permanecer en Afganistán. Lo que pasa es
que al menos Alemania y Francia, que colaboran con
Washington porque necesitan hacerse con estas fuentes de
energía, no enlazan su suerte con la de EEUU, justamente
porque energéticamente están atrapados por Rusia. Están
en medio y juegan su papel maniobrando.
España se ampara para su permanencia en que la intervención
en Afganistán se hizo bajo el paraguas de la ONU. ¿Cuál
es en su opinión el papel de España en esta situación? ¿Qué
hace un país como España en un lugar como éste?
Primero: España es miembro de la OTAN y, como tal, está
obligado a someterse a los mandos de esta organización
militar.
Segundo: su permanencia en Afganistán –¡ahora, además,
con entusiasmo!– es causa de la devoción ciega e
inexplicable que siente el presidente Zapatero por Obama.
También hay que tener en cuenta que España a cambio
recibirá recompensas e incentivos. Imagínese que hoy
abandonara Afganistán. ¿Cuál sería la reacción de EEUU,
Alemania o Francia? ¿Qué medidas tomarían contra el
gobierno socialista? Dada la falta de confianza en si mismo
que desprende el gobierno del señor Zapatero, prefiere no
tener agitaciones exteriores para poder atender la ofensiva
interna imparable del Partido Popular.
Hasta que no haya una opinión pública contraria a la
permanencia de España en el país afgano, el gobierno no
revisará su postura.
El mes de mayo de 2009, recordaba también Tariq Alí,
Graham Fuller, el antiguo jefe de la CIA en
Kabul, publicó un análisis sobre la crisis de la
región. Fuller ha afirmado que Obama “se ha adentrado por
el mismo sendero recorrido
por George Bush y que llevó al fracaso en Pakistán”, que
el uso de la fuerza no traerá la victoria y que los
talibanes son todos étnicamente pashtunes y que es una
fantasía pensar que se pueda sellar la frontera entre
Pakistán y Afganistán”. ¿Tan caótica es la situación?
Pakistán es, al igual que Israel, un Estado creado con
criterios religiosos y no en torno a un grupo étnico. ¡Son
Estados imposibles!.
No pueden sellar estas fronteras ya que los pashtunes y
los baluches están en ambos lados, por lo que la
Administración Obama con la expresión AF–Pak pretende
remodelar estos dos países: primero borrar sus fronteras,
para luego crear un Baluchistán y un Pashtunistán; el
resto permanecería (o no) bajo la denominación de
Afganistán y Pakistán. ...Y esto es sólo para
empezar.
Nota final de N.A sobre sobre la cumbre del Caspio en la
que se ha excluida la presencia de Irán
La primera crisis de la política exterior del régimen
tras las elecciones. Irán no ha sido invitado a la cumbre
de los países ribereños del Mar Caspio, a pesar de los
acuerdos previos que exige la presencia de todos los
miembros. Es un atentado contra los interese nacionales de
Irán, en parte por la mala gestión y la peor imagen que da
la República Islámica en el mundo, sobre todo tras las
elecciones presidenciales y el Golpe de Estado de los
militares en favor de Ahmadineyad, la masiva detención de
los ex ministros y altos cargos del régimen y los
defensores del reformismo.
Es un advertencia a Irán y un nuevo bloque anti iraní en
la escena internacional.
Este lago, antes de la caída de la URSS, pertenecía a Irán
y la Unión Soviética. Hoy las fronteras marítimas de este
mar interior lindan con Azerbaiyán, Kazajistán, Turkmenistán,
Irán y Rusia. La
región del Caspio es una de las más ricas en petróleo y
gas del mundo y las disputas
sobre la parte que corresponde a cada uno siguen sin
resolverse.
El polémico proyecto de Turkmenistán de construir un
gasoducto sobre el lecho marino para poder exportar gas a
Europa a través del proyecto Nabbuco es otro ingrediente
que irrita a Irán, y también a Rusia.
|