La
tormenta de fuego
Por
Immanuel Wallerstein (*)
Agence
Global, 01/09/09
La
Jornada, 08/09/09
En
Medio Oriente se avecina una tormenta de fuego para la que
ni el gobierno ni el público de Estados Unidos están
preparados. No parecen tener la mínima conciencia de qué
tan cerca está en el horizonte o qué tan feroz será. El
gobierno estadounidense (y por lo tanto es casi inevitable
que el público estadounidense) se engaña a sí mismo a
nivel masivo acerca de su capacidad para lidiar con la
situación en términos de sus objetivos expresados. La
tormenta irá de Irak a Afganistán, a Pakistán y a
Palestina/Israel y, para utilizar la expresión clásica, se
regará como lumbre.
Comencemos
con Irak. Estados Unidos ha firmado con Irak un Acuerdo de
Estatus de Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés), que
entró en vigor el pasado 1º de julio. Este fijó la
responsabilidad de la seguridad interna en el gobierno iraquí
y, en teoría, esencialmente restringe las fuerzas
estadounidenses a sus bases y a algún limitado papel de
entrenar a las fuerzas iraquíes. Algo del fraseo de este
acuerdo es ambiguo. Y esto es deliberado puesto que fue la
única forma en que ambos lados lo firmaran.
Aun
los pocos meses de operación que tiene muestran lo mal que
funciona este acuerdo. Las fuerzas iraquíes lo han estado
interpretando muy estrictamente y con formalidad prohíben
los patrullajes conjuntos y también cualquier acción
militar unilateral de los estadounidenses, sin que exista
una aclaración previa y detallada con el gobierno. Las
fuerzas iraquíes han llegado al punto en que a diario
impiden que las tropas estadounidenses crucen con abasto
durante las horas del día los puestos de revisión.
Las
fuerzas estadounidenses se resienten. Han intentado
interpretar de una manera mucho más suelta de lo que
quisieran las tropas iraquíes la cláusula que les
garantiza el derecho a la defensa propia. Apuntan al
resurgimiento de la violencia en Irak y, por tanto, implícitamente,
a la incapacidad de las fuerzas iraquíes para garantizar el
orden.
Es
obvio que el general que comanda las fuerzas
estadounidenses, Ray Odierno, se encuentre descontento en
extremo y patentemente trama para encontrar excusas que
restablezcan un involucramiento estadounidense directo.
Recientemente se reunió con el primer ministro iraquí,
Nuri Maliki, y con el presidente del gobierno regional
kurdo, Masoud Barzani. Odierno buscó persuadirlos de que
permitieran patrullajes conjuntos tripartitas (iraquíes/kurdos/estadounidenses)
en Mosul y en otras áreas del norte de Irak, con el fin de
evitar o minimizar la violencia. Cortésmente accedieron a
considerar su propuesta. Por desgracia para Odierno, su plan
requeriría una revisión formal del acuerdo SOFA.
Originalmente
se suponía que a principios de julio habría un referendo
sobre la aprobación popular al acuerdo SOFA. Estados Unidos
tenía miedo de perder la votación, lo que habría
significado que todas sus fuerzas tendrían que retirarse de
Irak para el 31 de diciembre de 2010, un año antes de la
fecha teórica del acuerdo SOFA.
Estados
Unidos pensó que era muy inteligente al persuadir a Maliki
que pospusiera este referéndum para enero de 2010. Ahora se
llevará a cabo en conjunción con las elecciones
nacionales. En estas elecciones, todos buscarán obtener
votos. Nadie va a hacer campaña a favor de un Sí en el
referendo. Por si hubiera alguna duda, Maliki está
presentando un proyecto al Parlamento iraquí que permitirá
que una mayoría simple de votos No anule el acuerdo. Habrá
una mayoría de votos No. Puede aun haber una mayoría
aplastante de votos No. Odierno debería empezar a empacar
ahora. Apuesto a que aún tiene la ilusión de que puede
evitar el comienzo de la tormenta de fuego. No puede.
¿Qué
pasará entonces? Hasta ahora, pero esto puede cambiar de
aquí a enero, parece que Maliki ganará las elecciones.
Logrará esto volviéndose el campeón número uno del
nacionalismo iraquí. Hará tratos con todos y cada uno
sobre esta base. Al momento, el nacionalismo iraquí no
tiene mucho que ver con Irán o Arabia Saudita o Israel o
Rusia. Significa primero que nada liberar Irak de los últimos
vestigios de dominio colonial estadounidense, que es como
casi todos los iraquíes definen lo que han vivido desde
2003.
¿Habrá
violencia interna en Irak? Probablemente, aunque
posiblemente menos de lo que esperan Odierno y otros. Pero,
¿y qué? La liberación iraquí –que es lo que todo Medio
Oriente interpretará con el voto No en el referéndum o por
venir– tendrá gran impacto sobre Afganistán. Ahí, el
pueblo dirá: si los iraquíes pueden hacerlo, nosotros
también.
Por
supuesto, la situación de Afganistán es diferente, muy
diferente, de aquella de Irak. Pero miremos lo que ocurre
ahora con las elecciones en Afganistán. Tenemos un gobierno
puesto en el poder para controlar y destruir a los talibán.
Los talibán han resultado ser mucho más tenaces y
militarmente efectivos de lo que nadie hubiera anticipado.
Aun el rudo comandante de ahí, Stanley McChrystal, lo ha
reconocido. El ejército estadounidense habla ahora de
triunfar tal vez en diez años. Es claro que los soldados
que piensan que cuentan con diez años para ganar una guerra
contra insurgentes no han leído historia militar.
Veamos
a los políticos afganos mismos. Tres candidatos a la
presidencia, incluido el presidente Hamid Karzai, debatieron
en televisión sobre la guerra interna actual. Concordaron
en una cosa. Tiene que haber algún tipo de negociación política
con los talibán. Difirieron en los detalles. Estados Unidos
y las fuerzas de la OTAN están ahí, ostensiblemente, para
destruir a los talibán. Y los políticos afganos más
importantes debaten ahora cómo llegar a términos políticos
con ellos. Aquí hay una discrepancia en la apreciación de
las realidades, o tal vez en los objetivos políticos.
Las
encuestas –en lo que valgan– muestran que la mayoría de
los afganos quiere que las fuerzas de la OTAN se vayan y la
mayoría de los votantes estadounidense quieren lo mismo.
Ahora miremos hacia enero de 2010, cuando los iraquíes
votarán que Estados Unidos salga de Irak. Recuerden que,
antes de que los talibán llegaran al poder, el país era el
sitio de un fiero y despiadado combate entre los señores de
la guerra que competían unos contra otros, cada uno con sus
bases étnicas, por controlar el país.
De
hecho, Estados Unidos descansó cuando los talibán (con
respaldo de los paquistaníes) asumieron el poder. Orden por
fin. Pero resultó que había un pequeño problema. Los
talibán se tomaban en serio lo de la sharia y eran
amistosos con la emergente Al Qaida. Así que tras el 11 de
septiembre de 2001, Estados Unidos, con la aprobación de
Europa occidental y la sanción de Naciones Unidas, invadió.
Los talibán fueron derrocados del poder por un poco tiempo.
¿Qué
pasará ahora? Probablemente los afganos vuelvan a la
situación de las continuadas e insidiosas reyertas interétnicas
de los señores de la guerra, y serán los talibán
solamente una de las facciones. La tolerancia del público
estadounidense hacia esa guerra se evaporará por completo.
Todas las facciones internas y muchos de los vecinos (Rusia,
Irán, India y Pakistán) seguirán peleando por los
pedazos.
Y
luego la etapa tres: Pakistán. Aquí hay otra situación
complicada. Pero ninguno de los jugadores confía en Estados
Unidos. Y las encuestas muestran que el público paquistaní
piensa que el mayor peligro para su país es Estados Unidos,
y eso lo muestra una votación abrumadora. El enemigo
tradicional, India, está muy atrás de Estados Unidos en
las encuestas. Cuando Afganistán se desmorone en una guerra
civil a toda vela, el ejército paquistaní estará muy
ocupado respaldando a los talibán. No pueden respaldar a
los talibán en Afganistán y combatirlos en Pakistán. Ya
no aceptarán que los aviones no tripulados estadounidenses,
los llamados drones, bombardeen Pakistán.
Así
llegamos a la etapa cuatro de la tormenta de fuego:
Israel/Palestina. El mundo árabe observará el colapso de
los proyectos estadounidenses en Irak, Afganistán y Pakistán.
El proyecto norteamericano en Israel/Palestina es un acuerdo
de paz entre los israelíes y los palestinos. Los israelíes
no van a ceder un centímetro. Pero tampoco ahora, y
especialmente después del resto de la tormenta de fuego,
cederán los palestinos. La única consecuencia será la
enorme presión que los otros estados árabes pondrán sobre
Fatah y Hamas para que unan fuerzas. Esto se hará sobre el
cadáver de Mahmoud Abbas, lo que podría ser literalmente
el caso.
Todo
el programa de Obama se habrá ido en las llamas. Y los
republicanos llamarán traición a la derrota estadounidense
en Medio Oriente y es obvio ahora que hay un grupo grande al
interior de Estados Unidos que será receptivo al tema.
Cuando
uno anticipa tormentas de fuego hace algo útil al respecto
o es barrido por ellas.
(*)
Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador
estadounidense, continuador de la corriente iniciada por
Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios
acerca de la génesis y transformaciones históricas del
capitalismo. Su monumental trabajo "El moderno sistema
mundial", cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el
desarrollo del capitalismo como "economía–mundo".
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