EEUU
en Afganistán -
Un
57 por ciento del público estadounidense se opone ahora a
la guerra
Obama
contra el escepticismo demócrata
Por
Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 16/09/09
Washington.–
El creciente escepticismo entre los legisladores del
gobernante Partido Demócrata de Estados Unidos sobre la
guerra en Afganistán sin duda es uno de los más difíciles
desafíos políticos del presidente Barack Obama en su
primer año en el cargo.
Mientras
los militares presionan por un significativo aumento en el número
de tropas para combatir al movimiento islamista afgano Talibán,
Obama, quien recientemente calificó el conflicto de
"guerra de necesidad", se verá pronto obligado a
decidir si cede a esa exigencia, aun a riesgo de alienar a
muchos representantes de su propio partido.
Su
decisión no la facilitan los entusiastas legisladores del
opositor Partido Republicano, quienes definitivamente apoyan
las recomendaciones de los militares.
Neoconservadores
y otros "halcones" (ala más belicista en
Washington) alertan desde hace semanas que cualquier cosa
menos que una "victoria" en Afganistán podría
tener consecuencias catastróficas para la seguridad
nacional estadounidense en ese país y en Pakistán.
"Nosotros
estamos convencidos no sólo de que se puede ganar la
guerra, sino también de que no tenemos otra opción",
escribieron los senadores republicanos John McCain y Lindsey
Graham junto al demócrata independiente Joseph Lieberman en
la edición del lunes del periódico The Wall Street Journal.
"Debemos
prevalecer en Afganistán", continuaron, insistiendo
que impedir una recuperación del Talibán "sigue
siendo un claro y vital interés nacional de Estados
Unidos". Su columna fue titulada "Sólo una fuerza
decisiva puede prevalecer en Afganistán".
El
cada vez más polarizado debate fue reabierto el martes
durante una audiencia de reconfirmación del presidente del
Estado Mayor Conjunto, Mike Mullen, quien opinó ante el
Comité de Servicios Armados del Senado que Washington
probablemente tendría que enviar más tropas a Afganistán
para que la nueva estrategia contrainsurgente, liderada por
el general del Ejército, Stanley McChrystal, pueda
triunfar.
"Una
contrainsurgencia adecuadamente provista de recursos
probablemente requiera de más fuerzas y, sin duda, más
tiempo y compromiso en la protección del pueblo afgano y el
desarrollo de una buena gobernanza", afirmó Mullen,
aunque no especificó el número de soldados adicionales que
pretendía solicitar.
McCain
coincidió de inmediato. "Necesitaremos fuerzas
adicionales de combate estadounidenses en Afganistán, al
menos el mismo número que tenemos hoy", señaló,
arguyendo que, al igual que la estrategia "surge"
(embate), por la cual se incrementó el número de
uniformados en Iraq, se necesitaban más efectivos para
vencer a los insurgentes afganos hasta que las fuerzas de
seguridad locales pudieran llevar la carga por sí solas.
Pero
el senador Carl Levin, presidente del Comité, sostuvo que
Washington y sus aliados en la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) debían mejorar el entrenamiento y
aumentar el equipamiento de las fuerzas afganas antes de
enviar más soldados occidentales.
Esto
"demostraría nuestro compromiso con el éxito de la
misión, que es nuestro interés de seguridad nacional,
mientras evitamos los riesgos asociados" a una mayor
presencia militar, dijo Levin, quien realizó una visita a
Afganistán la semana pasada.
"Estos
pasos deben ser urgentemente implementados antes de que
consideremos un incremento de las tropas estadounidenses en
el terreno, más allá de las que ya están previsto sean
desplegadas a fines de este año", dijo.
Poco
después de asumir, Obama, quien había señalado durante su
campaña presidencial que la administración de su
predecesor, George W. Bush (2001–2009), había cometido un
grave error estratégico al desviar recursos de Afganistán
a Iraq después del desalojo del Talibán a fines de 2001,
autorizó el despliegue de 17.000 soldados adicionales y
4.000 entrenadores en territorio afgano.
Se
espera que ese despliegue sea completado a fines de este
mes, llevando el número total de uniformados
estadounidenses en Afganistán a unos 68.000, que se suman
en las tareas a los 39.000 efectivos de la OTAN.
Sin
embargo, el aumento de tropas este año no se ha traducido
en más seguridad. De hecho, los ataques contra las fuerzas
de Estados Unidos y de la OTAN, así como contra objetivos
civiles afganos, se han incrementado desde la pasada
primavera boreal. Más de 300 uniformados han sido
asesinados en lo que va de este año, el número más alto
anual desde que comenzó la guerra en 2001.
Además
de las crecientes bajas y la fatiga de la guerra, la notoria
corrupción en el gobierno afgano de Hamid Karzai y la
propaganda idea de que hubo fraude en las elecciones que
permitieron su reelección contribuyeron a un cambio en la
opinión pública estadounidense en los últimos meses, y la
tendencia parece haberse acelerado en las semanas recientes.
Una
encuesta realizada por la cadena de noticias estadounidense
CNN concluyó que 57 por ciento del público estadounidense
se opone a la guerra, contra 46 por ciento en abril. En otro
estudio presentado el martes por el diario The Washington
Post y la cadena ABC News, solamente uno de cada cuatro
consultados, y menos de uno en cada cinco autodefinidos como
demócratas, están a favor del pedido de más tropas hecho
por Mullen.
Por
otra parte, por primera vez, la proporción de consultados
que dijeron creer que ganar en Afganistán era esencial para
el éxito de la "guerra contra el terrorismo" cayó
por debajo de 50 por ciento.
Destacados
legisladores demócratas, que hasta ahora habían evitado
cualquier crítica a la guerra, pues Obama la definió como
prioridad en su administración, parecen estar siguiendo la
opinión del público.
"Creo
que no hay mucho apoyo a enviar más soldados a Afganistán
ni en el país ni en el Congreso", reconoció la semana
pasada la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy
Pelosi.
La
legisladora hizo estas declaraciones tras conocer una
encuesta revelando que sólo 13 por ciento de sus colegas
demócratas estaban a favor de aumentar la presencia militar
en Afganistán.
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