El vehículo está marcado
cuartel de la policía provincial de Kunduz, pero sus ocupantes no son
necesariamente servidores del Estado.
Los talibanes en Kunduz
capturaron recientemente ocho camiones Ford Ranger de la policía en el
distrito Chahr Dara, y las utilizan para movilizarse.
No cuesta notar la
diferencia, sin embargo. Cuando los que están tras el volante son talibanes,
hacen tronar canciones islámicas y nacionales por los altavoces montados
sobre el techo del vehículo; se abrazan y ríen.
A veces, los talibanes usan
motocicletas, cuando los caminos son demasiado estrechos o difíciles para las
Ranger. Se cubren las cabezas y caras con pañuelos cuadriculados.
Una fila de talibanes en
motocicletas acaba de pasar en camino a Chahr Dara, y desaparece rápidamente
en una nube de polvo.
Los talibanes tienen el
control total del distrito. Han establecido su propia forma de ley islámica y
se mueven abiertamente por las aldeas y bazares, sin temor. Aquí no existe la
autoridad del gobierno.
“Sólo controlamos la
oficina del gobernador,” dijo el gobernador del distrito de Chahr Dara,
Abdul Wahid. “Fuera de estos muros no tenemos ninguna jurisdicción. La
gente no viene a la oficina del gobernador a resolver sus problemas, van donde
los talibanes.”
Otros cuatro distritos están
aproximadamente en la misma situación. La ciudad de Kunduz, capital de la
provincia, está rodeada de áreas en las cuales el control del gobierno prácticamente
ha desaparecido.
Archi, a 50 kilómetros al
norte de Kunduz, está, como Chahr Dara, totalmente bajo control talibán. Ali
Abad, 25 km al sur, está dominada en gran parte por los fundamentalistas. El
control gubernamental es casi inexistente en Imam Saheb, 70 km al norte, y en
Abad, a sólo 25 km al este, el gobierno sólo controla el centro del distrito
y unas pocas aldeas cercanas.
Hace sólo un año la
provincia Kunduz se consideraba estable, los negocios florecían y los
residentes se mostraban optimistas.
Los funcionarios afganos y
extranjeros se pelean por explicar el cambio. Las razones y explicaciones son
tan diversas como extravagantes. Cada cual tiene una teoría, pero parece que
nadie puede presentar pruebas.
El gobernador de Kunduz,
ingeniero Mohammad Omar, culpa a Pakistán por la emergencia de los
insurgentes.
Hasta hace muy poco, la mayoría
de los suministros para las fuerzas internacionales llegaba a Afganistán a
través del vecino al sur del país, lo que representaba vastas sumas de
dinero en impuestos y aranceles para Islamabad.
Pero con la creciente
inseguridad en las rutas de aprovisionamiento por Pakistán, algunos países
de la OTAN tratan de traer su combustible y otros suministros desde Tayikistán,
a través del puerto de Sher Khan, en el río entre los dos países y Kunduz.
“El suministro logístico
de la OTAN a través del puerto de Sher Khan a Afganistán traerá beneficios
económicos para la región y el país,” dijo el gobernador. “Esto no es
aceptable para Pakistán, porque no quiere perder los privilegios que recibe
de la OTAN. Por eso trata de desestabilizar la situación en esta región para
que la OTAN se vea obligada a pedir ayuda a Pakistán en cuanto a rutas de
abastecimiento.”
Funcionarios paquistaníes en
Kabul no respondieron a las solicitudes de comentario.
El teniente coronel Carsten
Spiering, portavoz del Equipo Provincial de Reconstrucción alemán en Kunduz,
no descartó la idea de que el cambio de rutas de abastecimiento podría tener
que ver con parte de los problemas en la provincia.
“Hay varios motivos detrás
del deterioro de la situación de la seguridad en Kunduz, uno de los cuales es
el cambio de los convoyes de suministro de las fuerzas de la coalición
dirigidas por la OTAN y [EE.UU.] a través del puerto de Sher Khan,” dijo,
sin entrar en detalles.
Los talibanes, dice el
gobernador Omar, también han sido alentados por la escasez de fuerzas
policiales en Kunduz.
“Cuando la policía llega a
un área, [los insurgentes] corren y se ocultan,” dijo. “No son
suficientemente fuertes para combatir cara a cara. Pero [los insurgentes] no
tienen una ubicación fija, la policía no puede establecer un frente en la
lucha. En su lugar, los insurgentes realizan ataques de guerrilla.”
El jefe de policía de Kunduz,
Mohammad Razaq Yaqubi, sin embargo, vincula los problemas de seguridad con
contrabandistas de narcóticos en Kunduz.
“Los talibanes tratan de
aumentar el cultivo y la producción de opio en esta región,” dijo. “Esta
guerra en Kunduz pertenece a la mafia de los narcóticos, que opera en nombre
del Islam.”
Yaqubi llamó a las fuerzas
internacionales a combatir a los contrabandistas.
“Tienen que luchar contra
ellos,” insistió. “Al Qaeda obtiene una gran parte de sus ingresos de la
droga y compra equipos militares con ellos”
Kunduz ha sido declarada
libre de amapolas durante los últimos tres años, pero los expertos en narcóticos
estiman que es un centro importante para el contrabando de opio y heroína a
Tayikistán o Uzbekistán, y de ahí a Rusia y Europa.
El analista político Ghulam
Haidar Haidar cree que los extranjeros son responsables de la inseguridad en
Kunduz.
Según Haidar, las fuerzas de
la coalición están entrenando y equipando a los insurgentes con el fin de
extender la inseguridad a Asia Central.
“EE.UU. quiere una base
desde la cual amenazar a Rusia,” dijo. “Los intereses políticos de EE.UU.
en Asia Central no son ningún secreto. EE.UU. puede lograr sus objetivos sólo
si los talibanes pasan al otro lado del Oxus (el río Amu Darya, que forma la
frontera entre Afganistán y Tayikistán y Uzbekistán). Entonces las fuerzas
estadounidenses podrán entrar en Asia Central en nombre de la guerra contra
el terror.”
La versión de Haidar parece
estar de acuerdo con la de los residentes del distrito de Chahr Dara.
Un residente local, que no
quiso dar su nombre, insistió en que los talibanes están apoyados por EE.UU.
“Lo vi con mis propios
ojos,” dijo. “Yo llevaba mi ganado a casa por la tarde y vi a talibanes
que bajaban de helicópteros estadounidenses. También estaban descargando
motocicletas de esas naves. Más tarde, un mulá local al que conozco muy bien
fue a hablar con los estadounidenses y luego los helicópteros partieron.”
La capitana Elizabeth Mathias,
hablando por las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, rechazó la acusación.
“EE.UU. no apoya a
militantes talibanes, ni estamos expandiendo el conflicto a Asia Central… la
región Afganistán–Pakistán, y específicamente la inestabilidad dentro de
esos dos países, mantienen suficientemente ocupadas a las fuerzas de EE.UU. y
la OTAN,” dijo.
“En cuanto a los rumores,
creo honradamente que es una reacción natural de gente que trata de
comprender las situaciones difíciles que enfrenta… [El gobierno y las
fuerzas de la coalición] siguen combatiendo contra fuerzas desestabilizadoras
en el área y comunican esos esfuerzos a los residentes de Kunduz.”
Otro tema que puede haber
aumentado la influencia de los talibanes es la percepción entre los pastunes
de que la OTAN y las fuerzas de la coalición libran la guerra sólo contra un
grupo étnico: el suyo.
Los talibanes son pastunes en
su abrumadora mayoría, y la guerra se ha concentrado en áreas pastunes. Esto
ha llevado a un sentimento de agravio entre los pastunes, según Haidar, y a
una disposición a apoyar a los insurgentes por venganza o para obtener
protección.
“Dondequiera que viven
pastunes, hay enfrentamientos, y matan a civiles,” dijo. “Esta guerra ha
sido impuesta a los pastunes, pero ya no quieren más guerra.”
Incidentes como el bombardeo
en Chahr Dara del 4 de septiembre, cuando los militares alemanes pidieron un
ataque aéreo contra dos camiones cisterna que habían sido secuestrados por
los talibanes, sólo profundizan el enojo local.
Varias docenas de civiles
resultaron muertos cuando las bombas dieron en un grupo de personas reunidas
alrededor de los vehículos. Aunque los alemanes dicen que pensaron que todos
eran insurgentes, muchos eran aldeanos que trataban de conseguir combustible
gratuito de los camiones.
El gobernador del distrito
Chahr Dara, Abdul Wahid, culpa al gobierno por no hacer más.
“Al principio había muy
pocos talibanes y el gobierno podría haberlos derrotado,” dijo. “Pero
ignoraron el problema. Ahora [la insurgencia] está creciendo a diario.”
(*)
Gul Rahim Niazmand es un aprendiz del IWPR basado en Kunduz.