La masacre fue la última en una
serie de ataques sobre funcionarios y tropas occidentales
que involucran a la policía afgana. Hace cuatro semanas, un
policía abrió fuego sobre soldados estadounidenses y mató
a dos antes de huir.
Kabul.–
La muertes fueron rápidas y brutales. No había forma de
escapar a las ráfagas de las ametralladoras para los
soldados atrapados por los muros del puesto de control de la
policía. Las tropas británicas en Blue 25 no tuvieron
oportunidad de defenderse y se pagó un precio terrible.
Cuatro hombres muertos, otros seis heridos, uno de los
cuales murió después. Su atacante, un policía afgano,
también resultó herido, pero logró escapar en una
motocicleta cubriéndose con el fuego disparado por sus cómplices.
Uno
de los hombres que murió ayer, el sargento Matthew Telford,
de los Grenadier Guards, era el padre de dos hijos de cuatro
y nueve años. Había estado en Afganistán dos semanas.
Otro era James Major de 18 años. Con éstas, el número
bajas de las fuerzas británicas este año se eleva a 95, de
las que 92 sucedieron en Afganistán. Las muertes de tres
hombres de la guardia y dos miembros de la Royal Military
Police en Nad–e–Ali en Helmand fueron la segunda mayor pérdida
sufrida por las fuerzas del Reino Unido en Afganistán en un
solo ataque. Aun en esta guerra salvaje, el ataque sacudió
a las tropas británicas. Ahora tienen que trabajar con el
espectro de una quinta columna –infiltrados entre sus
supuestos aliados contra el talibán–.
El
ataque ocurre en medio de un intenso debate sobre la guerra.
Aun mientras Barack Obama considera enviar 40.000 soldados más
al país, hay una creciente oposición a involucrarse más.
La victoria otorgada a Hamid Karzai después de una elección
manchada con el fraude, lleva a preguntas de por qué los
británicos, estadounidenses y otras tropas de la OTAN deben
luchar y morir para sostener a un gobierno afgano etiquetado
internacionalmente como corrupto.
El
hecho de que la matanza de Nad–e–Ali fuera llevada a
cabo por un policía afgano provocó preguntas fundamentales
sobre la estrategia de retiro de Occidente –que es
entrenar las fuerzas afganas para hacerse cargo de la
seguridad en su propio país–. La masacre fue la última
en una serie de ataques sobre funcionarios y tropas
occidentales que involucran a la policía afgana. Hace
cuatro semanas, un policía en la provincia de War abrió
fuego sobre soldados estadounidenses que estaban
patrullando, matando a dos de ellos antes de huir. El año
pasado, en un período de menos de un mes, la policía
afgana atacó dos veces a las fuerzas de Estados Unidos,
matando a dos soldados e hiriendo a otros tres. La semana
pasada hombres con uniformes de policía forzaron su entrada
a una casa de huéspedes en Kabul y asesinaron a cinco
trabajadores de la ONU para la elección. No eran miembros
de la fuerza, pero tenían transmisores de radio emitidos
por la policía e información sobre los blancos de sus
ataques, que, dijeron los investigadores, sólo pudo
provenir de fuentes oficiales.
En
el último incidente, el asesino, llamado Gulbuddin, había
sido un policía durante dos años y medio. No se sabía
anoche qué tipo de examen había pasado cuando se unió a
la fuerza en Musa Qala, que ha cambiado de mano muchas veces
entre el talibán y las fuerzas británicas.
Gulbuddin
estuvo asentado en un destacamento de la Policía Nacional
Afgana (ANA) en el pueblo de Shin Kalay, al oeste de Nad–e–Ali,
que estaba siendo entrenado por los Granaderos de la Guardia
y la Royal Military Police de la Brigada 11ª que
recientemente se había hecho cargo de Helmand. El teniente
coronel David Wakefield, el vocero militar británico en
Helmand, señaló que el equipo británico, de alrededor de
16 hombres, había estado trabajando y viviendo con los
policías afganos en la base durante más de dos semanas sin
problemas. Las fuentes de defensa en el Reino Unido y en
Afganistán insistieron en que no había evidencia de que la
unidad de policía en Shin Kalay hubiera sido infiltrada por
insurgentes. Ayer se informó que Gulbuddin habría estado
involucrado en una pelea con un comandante de la policía
local llamado Ali Issaqzai y otro alto oficial afgano,
Manan, había actuado como intermediario.
Pero
un número de fuentes afganas sostenían que Gulbuddin tenía
contactos con el talibán en Musa Qala y un miembro de su
extensa familia había estado con insurgentes. Alrededor de
las 2.15 PM del martes, un equipo de británicos y afganos
llegaron al punto de control, Blue 25, después de un
patrullaje sin incidentes. Dentro de la seguridad del
complejo los hombres dejaron sus armas y comenzaron a
quitarse su ropa antibalas, algunos de ellos bebiendo de las
botellas de agua después de una dura marcha.
Fue
en ese momento que se dice que Gulbuddin abrió fuego con
una ametralladora PK, un arma de la época rusa usada por
las fuerzas de seguridad afganas. Sin mediar palabra, el
ataque parecía ser premeditado. Los desprevenidos soldados
británicos fueron baleados por el policía que continuó
disparando hasta que se quedó sin municiones.
Hubo
escenas de confusión con balas disparadas por las fuerzas
británicas y afganas y se dice que Gulbuddin fue herido en
el muslo. Sin embargo, a pesar de sus heridas logró salir
del complejo y huir en una moto que había dejado
estacionada afuera. Sus perseguidores, británicos y
afganos, fueron detenidos por el fuego de las áreas de
alrededor que protegía al atacante.