Abdulá Abdulá, quien esta semana se retiró de la segunda vuelta de la
elección presidencial en Afganistán, entregando así la
victoria al actual presidente, Hamid Karzai, lo hizo bajo
presión de EE.UU., según informaciones obtenidas por Asia
Times.
A cambio de la retirada del no pastún Abdulá, los militares paquistaníes
han aceptado mediar activamente entre Washington y los
talibanes con respecto a un plan de reconciliación que
permitirá la salida de EE.UU. de Afganistán, como está
haciendo en Iraq, con una apariencia de éxito.
Un alto diplomático paquistaní involucrado en negociaciones por canales
extraoficiales sobre relaciones entre Pakistán, Afganistán
y EE.UU. dijo a Asia Times Online, bajo condición de
anonimato, que el trato sobre Abdulá, a quien Islamabad
considera como favorable a India, fue hecho durante la
visita de tres días en la semana pasada a Pakistán de la
secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton.
Además de otros altos funcionarios, Clinton se reunió con el jefe de
estado mayor del ejército, general Ashfaq Parvez Kiani, y
el director general de la Inteligencia Interservicios (ISI),
teniente general Ahmad Shuja Pasha. Se acordó que se
detendrían todas las negociaciones dirigidas por EE.UU. con
Abdulá, que incluían la oferta del puesto de responsable
jefe ejecutivo de Afganistán y que Karzai recibiría pleno
respaldo para un segundo período en el poder.
También se reconoció que la dirigencia política en Washington, como el
Pentágono, ahora acepta que la insurgencia dirigida por los
talibanes en Afganistán es mejor encarada mediante el
contacto entre las fuerzas armadas paquistaníes y los
talibanes, y no por los gobiernos políticos de la región.
La visita de Clinton tuvo lugar en un momento crucial, ya que Pakistán está
involucrado en una batalla contra los talibanes paquistaníes
y otros combatientes; si fracasa, habrá un efecto de
cascada en toda la región y una derrota segura de los
intereses estadounidenses en Afganistán.
En este contexto, Clinton apoyó la visión paquistaní de Afganistán, de
que la participación de Abdulá como protagonista
importante en el gobierno sería perjudicial para la causa
del diálogo con los talibanes. Clinton también tuvo un
papel importante en la decisión de India de retirar sus
fuerzas de la frontera entre Pakistán e India, cerca de
Cachemira. Eso permite que el ejército paquistaní se
concentre en su lucha contra al Qaeda en las áreas tribales
paquistaníes. El ejército aseguró a Clinton que ampliará
esa lucha en los próximos meses.
Estos eventos se desarrollaron dramáticamente en una coyuntura en la cual
existía hostilidad evidente entre las fuerzas armadas
paquistaníes y Washington por el tema de las condiciones
adosadas al paquete de ayuda Kerry–Lugar para Pakistán
que fue aprobado en EE.UU. el pasado mes.
El paquete, preparado en conjunto por el senador John Kerry con el senador
Richard Lugar, triplica la ayuda no–militar a Pakistán a
un monto anual de 1.500 millones de dólares durante cinco años.
El ejército paquistaní ha expresado “serias
preocupaciones” respecto a “cláusulas que impactan la
seguridad.” El gobierno civil ha saludado el paquete.
El ejército está preocupado por condiciones relacionadas con la no
intervención de las fuerzas armadas de Pakistán en asuntos
políticos y garantías claras sobre la no proliferación
nuclear y la acción contra proliferadores.
En correspondencia confidencial entre la oficina del jefe del comité del
estado mayor conjunto de las fuerzas armadas y la oficina
del presidente, las fuerzas armadas calificaron la ley de
“conspiración contra la seguridad nacional de Pakistán.”
Antes de su visita, Clinton expresó categóricamente su apoyo al gobierno
democrático de Pakistán y apoyó enérgicamente las
condiciones adosadas a la ley y, arremetiendo contra los
militares, dijo que si a Pakistán no le gustaba, tenía la
opción de rehusar el paquete.
A diferencia del establishment militar estadounidense, que ha desarrollado
una estrecha relación con el de Pakistán, la dirigencia
política estadounidense ha tendido a considerar la
administración política de Pakistán como la verdadera
fuerza en el país en el período posterior al fin del régimen
militar de Pervez Musharraf en agosto del año pasado.
Los militares decidieron, según fuentes diplomáticas que hablaron con Asia
Times Online, que la visita de Clinton ofrecía una buena
oportunidad para recalcar la importancia de los hombres en
uniforme, y que sin el apoyo del ejército, cualquier
administración política es impotente.
La “lección” comenzó cuando Clinton llegó a la capital, Islamabad. La
oficina del presidente aconsejó a la oficina del primer
ministro que la recibiera en el aeropuerto, junto con
miembros del gabinete. Pero el primer ministro Syed Yousuf
Raza Gillani, quien está claramente asociado con el
establishment militar, se negó, diciendo que un protocolo
semejante está reservado a un jefe de Estado.
Del mismo modo, en una recepción en la residencia presidencial en
Islamabad, el presidente Asif Ali Zardari quería que el
gabinete se alineara para saludar a Clinton, lo que hicieron
sus miembros, con la excepción de Gillani, quien dijo que
iba “contra su decoro.”
Y una vez que Clinton se sentó con los jefes militares, quedó en claro que
estaba hablando con los verdaderos protagonistas; terminó
hablando durante horas con Kiani, y la reunión apoyó el
papel del ejército paquistaní de Islamabad a Kabul en los
próximos meses.
Revés
para Zardari
Después de lo que pareció ser un comienzo pleno de esperanza una vez que
llegó a ser presidente en septiembre pasado, la estrella de
Zardari se ha puesto en la ciudad guarnición de Rawalpindi,
así como en Washington.
En 2007, como resultado de un acuerdo negociado por Washington entre la
fallecida Primera Ministra Benazir Bhutto y el presidente de
entonces Musharraf bajo el cual él perdonaba todos los
casos de corrupción contra Zardari y Bhutto (esposa de
Zardari), Musharraf firmó una Ordenanza de Reconciliación
Nacional (NRO). Esto allanó el camino para que Zardari y
Bhutto volvieran a la política. La NRO que debía ser
presentada al parlamento este mes para ser aprobada o
rechazada como acto constitucional, ha sido fuertemente
atacada por todos los sectores.
El mayor revés para el gobernante Partido del Pueblo de Pakistán provino
de su principal aliado, el Movimiento Muttehida Quami, el único
partido político del país que es genuinamente anti–talibán
y pro–estadounidense. De manera muy humillante, aconsejó
a Zardari que renunciara como presidente y se enfrentara a
los tribunales.
Como resultado, Zardari decidió no presentar la NRO al parlamento y dejar
que los tribunales, ya hostiles a su persona, decidieran la
suerte de la ordenanza.
Los eventos que tienen lugar ahora entre Zardari y el ejército son
similares a aquellos entre Musharraf y el ejército en sus
últimos días antes de su renuncia en agosto pasado.
Musharraf, que había renunciado a jefe de estado mayor en noviembre de
2007, escogió a Kiani para reemplazarlo. Pero después de
que los resultados de la elección en febrero de 2008 fueran
negativos para los aliados de Musharraf, Kiani se distanció
de este último. Musharraf, al ser comandante supremo de las
fuerzas armadas por ser presidente, trató dos veces de
cambiar al jefe del estado mayor del ejército.
En mayo de 2008 y luego en abril, instó al jefe del comité del estado
mayor conjunto, general Tariq Majeed, para que ocupara ambas
posiciones, pero Tariq se negó diciendo que sería
perjudicial para los intereses del ejército. Kiani entonces
reemplazó al personal de seguridad de Musharraf por el
suyo. Musharraf se dio cuenta de que había perdido su apoyo
en el ejército, y renunció en agosto.
Después de que Zardari llegó a presidente, trató de hacerse amigo
personal de Kiani. Según se informa, hizo favores
empresariales a dos de sus hermanos y homenajeó a Kiani con
almuerzos y cenas. Esto tuvo un efecto negativo sobre los
comandantes del ejército, quienes criticaron al jefe
militar por su cercanía al presidente.
Sin embargo, una verdadera ruptura tuvo lugar después que los militares
sintieron que Zardari estaba trabajando como un operador por
su propia cuenta en temas de políticas nacionales. En ese
momento, decidieron cortarle las alas.
El ejército impidió una alianza entre Quaid–i–Azam, una facción
disidente de la Liga Musulmana de Pakistán, y el Partido
Popular de Pakistán para derribar el gobierno dirigido por
Nawaz Sharif en la provincia Punjab. Sharif, ex primer
ministro, es un destacado opositor a Zardari.
En marzo, cuando una manifestación de la oposición partió de Lahore para
sitiar Islamabad y exigir la restauración del presidente de
la corte suprema, Ifikhar Mohammad Chaudhary, quien había
sido despedido por Musharraf, Zardari instó a Kiani a que
controlara la situación con el ejército. Éste se negó y
se impuso al primer ministro para que ordenara la restauración
de Chaudhary cuando la manifestación recién iba a mitad de
camino hacia Islamabad.
Ahora, considerando la reciente cooperación entre Washington y el Cuartel
General en Rawalpindi, el próximo paso es erosionar aún más
el poder de Zardari transfiriendo una parte al parlamento, o
incluso imponiendo su alejamiento del poder.
De un modo muy similar a cuando se quedó contemplando mientras Musharraf
perdía el poder, Washington está listo para ver cómo se
margina a Zardari. Es así porque ha comprendido que el ejército
constituye la última esperanza de que Pakistán cumpla con
sus objetivos en el conflicto afgano.
(*) Syed
Saleem Shahzad es jefe del Buró Pakistán de Asia Times
Online. Para contactos escriba a saleem_shahzad2002@yahoo.com
Los talibanes rechazan la oferta de EE.UU. de
6 provincias por 8 bases
El envalentonado movimiento talibán en Afganistán rechazó una oferta
estadounidense de compartir el poder a cambio de la aceptación
de tropas extranjeras, confirmaron fuentes del gobierno
afgano.
“Negociadores de EE.UU. habían ofrecido a la dirigencia talibán a través
de Mullah Wakil Ahmed Mutawakkil (ex ministro de exteriores
talibán) que si aceptan la presencia de tropas de la OTAN
en Afganistán recibirán los gobiernos de seis provincias
en el sur y el noreste", declaró un alto funcionario
del ministerio de exteriores afgano a IslamOnline.net bajo
condición de anonimato, ya que no está autorizado para
discutir el delicado tema con los medios.
Dijo que las conversaciones, negociadas por Arabia Saudí y Turquía,
continuaron durante semanas en diferentes lugares, incluida
la capital afgana, Kabul.
Arabia Saudí, junto con Pakistán y los Emiratos Árabes Unidos, fueron los
únicos Estados que reconocieron al régimen talibán que
gobernó Afganistán desde 1996 hasta 2001.
Según se informa, el primer ministro turco Recep Erodgan ha estado activo
en las conversaciones de negociación entre las dos partes.
Sus emisarios también están en contacto con Hizb–e–Islami (del ex
Primer Ministro Gulbadin Hikmatyar) porque es un importante
factor en el noreste de Afganistán.
Un portavoz talibán admitió conversaciones indirectas con EE.UU. “Sí,
hubo algunas conversaciones indirectas, pero no dieron
resultado,” dijo a IOL Yousaf Ahmedi, portavoz talibán en
el sur de Afganistán, desde un sitio desconocido vía teléfono
satelital.
“Hay alguna gente que transmite los mensajes (de los talibanes y de
EE.UU.) pero no hubo conversaciones directas entre nosotros
y EE.UU.,” explicó.
Fuentes afganas y talibanes dijeron que Mutawakkil y Mullah Mohammad Zaeef,
ex enviado a Pakistán que había participado en
conversaciones anteriores, representaron al lado talibán en
las recientes conversaciones.
La embajada de EE.UU. en Kabul desmintió la existencia de semejantes
conversaciones.
“No, no tuvimos ninguna conversación con los talibanes,” dijo a IOL
desde Kabul la portavoz de la embajada Cathaline Haydan.
Al preguntarle si EE.UU. había ofrecido alguna fórmula para compartir el
poder a los talibanes, dijo que no sabía nada sobre una
oferta semejante.
“No sé nada sobre alguna conversación específica y el caso del que
usted habla no es verdad.”
Provincias
por bases
Las fuentes afirman que por primera vez los negociadores estadounidenses no
insistieron en la fórmula “menos Mullah Omar”, que había
constituido el principal obstáculo en conversaciones
anteriores entre las dos partes.
Según se informa, los estadounidenses ofrecieron a los talibanes una
posibilidad de compartir el poder a cambio de la aceptación
de la presencia de tropas extranjeras.
“EE.UU. quiere 8 bases del ejército y de la fuerza aérea en diferentes
partes de Afganistán a fin de encarar la posible reagrupación
de la red al Qaeda,” dijo el alto funcionario.
Mencionó los posibles sitios de las bases como Mazar–e–Sharif y
Badakshan en el norte, Kandahar en el sur, Kabul, Herat en
el oeste, Jalalabad en el noreste y Ghazni y Faryab en
Afganistán central.
A cambio, EE.UU. ofreció a los talibanes los gobiernos de las provincias
sureñas de Kandahar, Zabul, Helmand y Orazgan así como de
las provincias nororientales de Nuristán y Kunar.
Esas provincias forman el epicentro de la resistencia contra las fuerzas
extranjeras dirigidas por EE.UU. y se consideran bastiones
de los talibanes.
Orazgan y Helmand son las provincias de origen del supremo comandante de los
talibanes, Mullah Omar, y del presidente afgano Hamid Karzai.
“Pero los talibanes no estuvieron de acuerdo,” dijo el alto oficial.
“Su exigencia era que EE.UU. tenía que presentar una fecha para su
retirada si quiere que las negociaciones continúen.”
Ahmedi, el portavoz talibán sobre Afganistán meridional, confirmó su
posición esencial.
“Nuestro punto de vista está muy claro, a menos que las fuerzas
extranjeras se vayan de Afganistán, ninguna conversación
tendrá éxito.”
Los talibanes gobernantes fueron derrocados por EE.UU., que invadió
Afganistán poco después de los ataques del 11–S en 2001.
Desde entonces, los talibanes se han involucrado en una prolongada guerra de
guerrillas contra las tropas extranjeras dirigidas por
EE.UU. y el gobierno de Karzai.
(*)
Aamir Latif es corresponsal de IslamOnline.net.