Viena.–
Los negociadores iraníes aceptaron ayer un principio de
acuerdo por el que Rusia enriquecerá la mayor parte de sus
reservas de uranio, lo que reduciría los temores de la
comunidad internacional sobre el programa nuclear iraní.
Después de tres días de arduas negociaciones entre las
delegaciones de Irán, Estados Unidos, Rusia y Francia en
Viena, el director del Organismo Internacional de la Energía
Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, anunció que los
representantes acreditados en la capital austriaca habían
dado su visto bueno al texto, pero advirtió que la decisión
final está en manos de Teherán y Washington, que tienen de
plazo hasta el viernes para ratificarlo.
De
ser aprobado el pacto, Irán se comprometería a que el 75%
del uranio de bajo enriquecimiento de que dispone –1.200
kilogramos– sea procesado en Rusia y luego reexportado a
Irán. Los negociadores aseguran que eso impediría a medio
plazo que Irán enriquezca el combustible en tal grado que
pueda emplearlo en la fabricación de armamento nuclear.
Las
sospechas occidentales de que el régimen iraní está
desarrollando en secreto la bomba atómica están en la base
de esta negociación, que representa la primera aproximación
diplomática seria entre Estados Unidos e Irán después de
30 años de distanciamiento. La reunión, en la que también
participan Francia y Rusia, supone también una prueba para
la apuesta del presidente Barack Obama por un diálogo con
los adversarios de Estados Unidos.
Pero
la clave del acuerdo, si éste llega a buen puerto, es el
modo de hacer el traslado del uranio. El documento establece
que Irán deberá enviar a Rusia los 1.200 kilogramos en una
sola remesa antes de fin de año, lo que dejaría a Irán
sin combustible suficiente para obtener la bomba durante un
año aproximadamente, según los expertos del OIEA. Si, por
el contrario, se efectúan diversos envíos, Irán tendría
la capacidad para reemplazar el combustible nuclear tan
pronto como éste abandonase el país.
También
preocupa la posibilidad de que Irán pueda estar mintiendo
sobre sus reservas declaradas de uranio de bajo
enriquecimiento. Como advierte un veterano diplomático
europeo en los pasillos de la sede del OIEA, "la
estimación de que Irán dispone de 1.600 kilogramos de
uranio de bajo enriquecimiento asume como cierto que la República
Islámica no tiene provisiones ocultas".
No
quedó claro por qué no pudo sellarse el acuerdo ayer
mismo, pero la delegación iraní alegó que no tenía
autoridad para adoptar una decisión tan crucial, sobre la
que los dirigentes iraníes se muestran divididos. El
embajador ante el OIEA, Ali Asghar Soltanieh, dijo que
aunque la delegación de su país estaba de acuerdo con el
borrador, tendría que ser aprobado por sus superiores en
Teherán. "Tenemos que estudiar el texto con
detenimiento", dijo a la prensa.
El
borrador desarrolla el principio de acuerdo al que llegaron
las potencias occidentales e Irán el 1 de octubre en
Ginebra y que suscitó las esperanzas de una salida a la
enquistada crisis nuclear iraní. Pero en las últimas
semanas los diplomáticos iraníes volvieron a elevar la
tensión al declarar que no tenían intenciones de suspender
el enriquecimiento de uranio, por el que ya han sido
sancionados por el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas en tres ocasiones desde 2006.
Pocas
horas después de que El Baradei anunciara que el tiempo
comenzaba a correr, la secretaria de Estado norteamericana,
Hillary Clinton, apremió desde Washington a Teherán para
que no dejara pasar la oportunidad y tomara una decisión
cuanto antes. "Irán tiene la puerta abierta para
acceder a un futuro mejor, pero el diálogo no puede durar
eternamente", dijo Clinton en la sede del Instituto de
la Paz de EE UU, informa Reuters.
El
tiempo juega en contra de la Administración de Obama,
presionada en diversos frentes para resolver la crisis iraní.
Por un lado debe contener a Israel, que ha insinuado que no
esperará más allá del año que viene para lanzar una acción
militar si Irán se acerca a la capacidad para producir una
bomba atómica. En el frente interno, Obama quiere ofrecer
resultados que respalden su decisión de entablar
conversaciones directas con Irán, algo a lo que se había
negado su antecesor, George Bush.
En
última instancia, Obama tendrá que conseguir que Irán
renuncie definitivamente al enriquecimiento de uranio; de
otro modo, el combustible que quedaría fuera de circulación,
de acuerdo con el pacto, sería rápidamente reemplazado.
Irán
pide revisar el preacuerdo sobre
su programa nuclear
El
gobierno de Irán quiere que se establezca un comité para
revisar el borrador del plan propuesto por el a Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA) para sacar del país
asiático gran parte de su uranio enriquecido y que serviría
para rebajar la tensión entre Teherán y la comunidad
internacional.
"Hace
dos días hicimos llegar nuestros puntos de vista y
observaciones a la OIEA por lo que es muy posible que se
establezca una comisión técnica para revisar y
reconsiderar todos estos asuntos", ha dicho el ministro
iraní de Asuntos Exteriores, Manouchehr Mottaki, en Kuala
Lumpur.
Los
expertos temen que se trate de una nueva táctica dilatoria
del régimen de los ayatolás, tras las diversas objeciones
que presentaron la semana pasada al acuerdo alcanzado tras
largos años de negociaciones.
Mottaki
se encuentra en la capital de Malasia para participar en la
reunión de ministros de Asuntos Exteriores del llamado D8,
el Grupo de Países Islámicos en Desarrollo.
El
plan opta por que Irán envíe a Rusia el uranio que ha
enriquecido a bajo nivel, a un 3,5% en su planta de Natanz,
para que ese país lo reenriquezca hasta el 19,75%, el nivel
que Teherán precisa para su reactor de investigación médica,
y para el que tiene reservas para un año más.
Según
contempla el citado plan, Francia se encargaría de
aglutinar y encapsular el uranio en barras de combustible,
antes de devolverlo a Teherán.
Mottaki
ha explicado que las opciones de su país para conseguir el
combustible destinado a su reactor, son comprarlo en otras
naciones, enriquecer el uranio en Irán, o bien, aceptar el
plan propuesto por la OIEA.
Las
potencias occidentales han impuesto graves sanciones a Teherán
por su negativa a suspender un programa nuclear que
oficialmente persigue la producción de electricidad pero
que se sospecha que sirva para dotarse de la bomba atómica.