El
presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, prometió ayer
que estaba listo para luchar contra sus oponentes aun cuando
se enfrentaba a repetidos pedidos de renuncia.
Un día
después de que la Corte Suprema del país anulara una
controvertida amnistía de 2007, que lo había protegido a
él y a muchos de sus aliados de los cargos de corrupción,
el principal partido de la oposición renovó su demanda de
que renunciara. Pero hablando con una delegación de
periodistas que lo visitaron en el palacio presidencial, un
estridente Zardari dijo que estaba preparado para luchar,
tanto como lo habían hecho su difunta mujer Benazir Bhutto
y su padre, Zulfiqar Ali Bhutto.
Zardari
es un hombre famoso por su terquedad, convencido de su
propio talento y del rol esencial y central que debe jugar
en el futuro de Pakistán. Sin embargo, no hay que
subestimar los desafíos que enfrenta este impopular
presidente. La anulación de la amnistía abrió la puerta a
la posibilidad de una serie de acciones legales, contra él
y sus principales aliados, aunque los expertos dicen que
tiene inmunidad como presidente.
“Zardari
está asediado. Está en una situación muy difícil y creo
que las aguas están muy revueltas para que se mantenga a
flote”, dijo el analista político Rasul Bakhsh Rais.
“Este veredicto le abre desafíos en muchos frentes
–constitucional, legal, moral y político–.”
Zardari,
quien era conocido como el “Señor 10 por ciento”
durante el primer período de su mujer como primera ministra
y “Señor 20 por ciento” durante el segundo, fue
repetidamente acusado de corrupción. Esta semana, en
Islamabad se afirmó que se había quedado con 1500 millones
de dólares.
La
Corte Suprema también reabrió una investigación sobre
acusaciones de lavado de dinero que se había iniciado hace
tres años y luego fue suspendida por la autoridades de
Ginebra.