Un
alto diplomático que fue despedido de la misión de la ONU
en Kabul se enfureció ayer ante afirmaciones de su ex jefe
de que había tramado un plan para sacar al desacreditado
presidente afgano Hamid Karzai y reemplazarlo con alguien más
aceptable para Occidente.
Peter
Galbraith –un estadounidense cuya abrupta partida de
Afganistán en septiembre echó una luz sobre las
acusaciones de fraude durante las elecciones presidenciales
en agosto– le dijo a The Independent que las acusaciones
en su contra eran falsas. “No sucedió, de ninguna
manera”, dijo.
También
insinuó que las afirmaciones pueden haber sido plantadas en
los medios de Estados Unidos por las Naciones Unidas,
advirtiendo que surgieron apenas seis días después de que
él iniciara una acción legal contra el organismo mundial.
Galbraith era el número dos en los cuarteles de la ONU en
Kabul hasta que fue despedido, después de muy promocionados
choques con el más alto representante ahí –Kai Eide de
Noruega– por el manejo de la secuela de las tramposas
elecciones.
El
último brote de hostilidades entre Galbraith y la ONU sirve
para poner de manifiesto las persistentes dudas y divisiones
sobre las decisiones de Washington, Londres y otras
capitales de seguir apoyando a Karzai, a pesar de la
evidencia del flagrante fraude en la elección. También
existe una difundida opinión que Karzai –un pashtun, que
se rodeó de un desagradable grupo de señores de la
guerra– tiene poca capacidad para combatir al talibán o
para poner fin a la corrupción dentro de su propia
administración.
Galbraith
no negó que hubo ciertas discusiones a comienzos de octubre
especialmente con Eide, para encontrar a alguien que
reemplazara a Karzai, pero en una entrevista telefónica
desde Oslo señaló que nunca se estuvo cerca de nada
parecido a “un plan”. Galbraith acusó a la ONU de
tratar de justificar su despido y de distraer la atención
de su torpeza en las elecciones, “el tema central, que es
su fracaso para confrontar y tratar con el fraude en las
elecciones afganas que tuvo un efecto devastador en el país”.
Las
acusaciones detalladas ayer en The New York Times hacían un
extenso uso de una carta escrita por el embajador Eide sobre
la disputa que estalló en Kabul después de que fue obvio
que la victoria en la primera vuelta de Karzai había estado
teñida de fraude. Posteriormente se le retiraron un tercio
de los votos después de una auditoría de la ONU, lo que
hizo que fuera necesaria una segunda vuelta. Esta fue luego
abandonada cuando su rival, Abdullá Abdullá se retiró,
diciendo que no sería justa.
En
su carta, Eide escribe que Galbraith estaba planeando una
“misión secreta a Washington” con el propósito de
lograr que la administración Obama se impusiera de su
supuesto plan. “Me dijo que primero se reuniría con el
vicepresidente Biden”, escribió Eide en el International
Crisis Group, un organismo con base en Bruselas. “Si el
vicepresidente aceptaba la propuesta de Galbraith se
presentarían ante el presidente Obama con el siguiente
plan: el presidente Karzai sería forzado a renunciar como
presidente.”
Los
posibles candidatos para reemplazarlo supuestamente incluían
a Ashraf Ghani, un ex ministro de Finanzas, y Ali Jalili, un
ex ministro de Interior. Pero Galbraith dijo que era por la
necesidad de una segunda vuelta y una advertencia de la
Comisión Independiente de Elecciones de Afganistán que la
segunda vuelta puede no suceder antes de mayo de 2010 que se
sintió obligado a explorar otros escenarios. Técnicamente,
el primer período de Karzai había expirado en mayo de 2009
y extender su gobierno durante un año entero hubiera
violado la propia Constitución de Afganistán. “Yo estaba
tratando de evitar una crisis constitucional, no de
causarla”, dijo.
En
su propia versión de los hechos, Galbraith simplemente
recurrió a Eide con una opción posible, por la que todos
los demás en la misión habían expresado su apoyo. “No
estaba sólo presentando mi postura. Y a Kai inicialmente le
gustó la idea, luego lo vio a Karzai y entonces no le gustó.”
Según Eide, en la versión dada por The New York Times, el
presidente Karzai se puso lívido cuando escuchó que nunca
se había discutido la opción de que se le pidiera que
renunciara.
Galbraith,
un ex embajador estadounidense en Croacia, fue enviado a
Kabul con el apoyo de Richard Holbrooke, el enviado especial
de Obama a Afganistán y a Pakistán. Los dos hombres son
aliados cercanos. Un vocero en la embajada de Estados Unidos
en Kabul fue citado por el diario confirmando que Galbraith
había venido para promocionar su plan de deponer al
presidente afgano. Pero el artículo también menciona un
comentario de Holbrooke diciendo que nunca había sabido tal
cosa. Esta discrepancia, dijo Galbraith, no tiene sentido.
“¿Están la embajada de Estados Unidos y la política de
Estados Unidos tan desorganizadas?”, preguntó.