Redadas
nocturnas, matanzas indiscriminadas y el uso generalizado de
la tortura contra los detenidos conforman el panorama de las
operaciones de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán,
según un nuevo informe periodístico independiente.
Washington.–
El artículo publicado por Anand Gopal en el sitio
TomDispatch.com, que se incluirá también en la revista
estadounidense The Nation, denuncia graves violaciones a los
derechos humanos en Afganistán en momentos en que
funcionarios de 70 países y organizaciones están reunidos
en Londres en una conferencia para tratar de poner fin a la
guerra en ese país islámico.
TomDispatch
se presenta como "un antídoto contra los medios de
difusión convencionales" y es un proyecto de The
Nation Institute, un instituto dedicado a fortalecer la
prensa libre e independiente en Estados Unidos.
El
nuevo informe sostiene que las violaciones continuaron después
que Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos,
hace un año, pese a la intención declarada de este país y
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
de ganarse "la mente y el corazón" de los afganos
con las operaciones de contrainsurgencia.
El
principal comandante militar estadounidense en Afganistán,
general Stanley McChrystal, prometió pelear una guerra más
limpia en la que hubiera menos redadas en viviendas y menos
víctimas civiles.
"Si
hablas con habitantes rurales pashtun (la etnia mayoritaria
en Afganistán), dicen que quieren ser protegidos, tanto de
los militares estadounidenses como de (el grupo extremista
islámico) Talibán", dijo Gopal a IPS.
El
periodista se refirió a varios casos, denunciados en su artículo,
en que soldados estadounidenses dispararon
indiscriminadamente contra civiles en sus viviendas durante
redadas nocturnas, lo que generó ira e indignación en los
aterrorizados habitantes locales.
Las
redadas en aldeas responden a emboscadas de combatientes
talibanes en la zona o a la supuesta presencia de
sospechosos basada en información de inteligencia que con
frecuencia resulta falsa.
Por
ejemplo, en noviembre de 2009, varios soldados
estadounidenses atacaron la casa de Majidullah Qarar,
portavoz del ministro de Agricultura, en busca de su primo,
Habib–ur–Rahman, programador de computadoras y empleado
del gobierno.
En
ese operativo mataron a otros dos primos de Qarar, que
estaban desarmados. Uno recibió un disparo mientras corría
hacia la puerta, y el otro mientras trataba de ayudar a su
primo que se desangraba. Finalmente, los soldados hallaron a
Rahman en la casa.
Rehmatullah
Muhammad, residente en la aldea de Zaiwalat, de la central
provincia de Wardak, relató que él y otros nueve aldeanos
fueron detenidos el año pasado en una redada nocturna y
llevados a un establecimiento de detención en la base
militar de Rish Khor.
El
centro de detención estaba en manos de estadounidenses
vestidos de civil, y no está claro si se trataba de
miembros del ejército, de agentes de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) o de contratistas privados.
Desde
Rish Khor, Muhammad y los otros detenidos fueron llevados a
una prisión que Estados Unidos tiene en su base aérea de
Bagram, donde no tuvieron acceso a un abogado y fueron
obligados a declarar ante una comisión.
"Sólo
se me permitía contestar sí o no; no pude explicar nada en
mi audiencia", contó Muhammad a Gopal.
Ahora,
en la pequeña aldea de Zaiwalat, los habitantes tienen
"miedo a la oscuridad" por lo que han sufrido
durante las redadas nocturnas. En los últimos dos años, 16
personas fueron asesinadas en 10 de esos operativos, sólo
en esa aldea.
Según
fuentes de Gopal, existe otra prisión secreta en la base aérea
de Bagram que tiene "una infame reputación por los
abusos que en ella se cometen".
El
periodista afirmó que de las 24 personas que entrevistó
para su artículo, 17 afirmaron haber sufrido maltratos en
prisiones administradas por militares estadounidenses o en
camino a ellas. Médicos, miembros de la Comisión Afgana
Independiente de Derechos Humanos y funcionarios de gobierno
corroboraron 12 de esas afirmaciones.
IPS
pidió información al Departamento de Defensa de Estados
Unidos acerca de las redadas nocturnas y las prisiones
secretas, pero oficiales militares se negaron a hacer
comentarios y remitieron a IPS al Departamento de Estado,
que no devolvió las llamadas telefónicas.
El
ejército estadounidense llegó a Afganistán en octubre de
2001, casi un mes después del atentado del 11 de septiembre
contra el World Trade Centre de Nueva York, y derrocó al régimen
Talibán, al que Washington acusaba de albergar a Osama Bin
Laden, principal sospechoso de ese atentado.
Hasta
ahora, Bin Laden no ha sido hallado y los insurgentes
talibanes parecen ganar cada vez más fuerza.
Ante
el deterioro de la situación de seguridad, Estados Unidos y
la OTAN anunciaron que enviarán 37.000 militares
adicionales para apoyar a los 110.000 soldados ya
desplegados en Afganistán.