Los grandes momentos en la sincronización diplomática son difíciles de
distinguir cuando los participantes son entidades
inescrutables. Las visitas del presidente afgano Hamid
Karzai a China e Irán durante la semana hicieron sonar las
alarmas en Washington, que se escucharon en el Despacho Oval
de la Casa Blanca.
Los dos días de conversaciones de Karzai en Pekín en la semana pasada
fueron programados exactamente al mismo tiempo que el diálogo
estratégico de alto perfil que tuvo lugar entre EE.UU. y
Pakistán en Washington.
Karzai desafió fríamente la campaña diplomática de hazlo o muere del
presidente Barack Obama para “aislar” a Irán en la región
–no una sino dos veces durante la quincena pasada. Karzai
recibió anteriormente en Kabul a su homólogo iraní,
Mahmud Ahmadineyad, con manifiesto calor mientras el
secretario de defensa de EE.UU., Robert Gates, estaba de
visita en Afganistán.
Washington no tardó en mostrar su molestia. Obama voló a Kabul el domingo
sin anuncio previo para una “puesta al día en el
terreno” con Karzai.
El consejero nacional de seguridad de EE.UU., James Jones, dijo a los
periodistas en la Casa Blanca que Obama esperaba ayudar a
Karzai a comprender que “en este segundo período hay
cosas que tiene que hacer como presidente de su país para
enfrentar las cosas a las que no se ha prestado atención
casi desde el primer día.”
El comentario desacostumbradamente incisivo de Jones corrobora el informe
del New York Times desde Kabul de que Obama “presentó
personalmente una crítica mordaz” al presidente afgano
que “reflejó su creciente irritación” con su persona.
El periódico comentó: “La visita del señor Obama a Afganistán tuvo
lugar ante un trasfondo de tensión entre el señor Karzai y
los estadounidenses. Citó a un diplomático europeo en
Kabul quien dijo: ‘Él [Karzai] se está apartando de
Occidente’ y continuó para señalar que el presidente
afgano ‘recibió calurosamente a uno de los adversarios más
elocuentes de EE.UU.’ en Kabul y luego ‘volvió a
encontrarlo durante el fin de semana pasado en Teherán’,
fuera de visitar China, ‘un país que hace inversiones
económicas en Afganistán –aprovechando los duros y
costosos esfuerzos de seguridad de EE.UU. y otras naciones
occidentales’.”
Parece que Karzai apenas había vuelto a Kabul desde Teherán cuando el US
Air Force One [avión presidencial de EE.UU.] transportando
a Obama aterrizó en la base aérea Bagram al norte de la
capital afgana. Posteriormente Obama pidió a Karzai que
vaya a Washington el 12 de mayo.
La
primavera está en el aire
Es obvio que los estadounidenses están furiosos porque Karzai se desacopla
continuamente del control de EE.UU. y busca la amistad con
China e Irán. Las ficciones de cordialidad se desvanecen
incluso mientras Washington se da cuenta de que el terreno
bajo sus pies está cambiando.
Curiosamente, dos días después de su retorno a Kabul desde Pekín el
jueves, Karzai voló a Teherán a celebrar el festival de
Nowruz. Al celebrar la llegada de la primavera en un cónclave
extraordinario de países regionales de habla persa en Teherán,
Karzai llamó la atención a la múltiple identidad de
Afganistán como una sociedad plural de antigüedad pre–islámica.
Pero en términos políticos, hizo una muestra ostentosa de su libertad del
control estadounidense. Su itinerario en Teherán incluyó
una reunión con el Supremo Líder de Irán, Ayatolá Ali
Jamenei.
Si la diplomacia iraní de Karzai fue rica en simbolismo político, su
visita de Estado a China fue políticamente sustantiva.
Karzai fue acompañado por los ministros afganos de
Exteriores y de Eefensa. La agencia china de noticias Xinhua
informó desde Pekín de que la próxima visita de Karzai
“ha llamado ampliamente la atención en días en los que
las principales potencias especulan si China se involucrará
más profundamente en los esfuerzos por reconstruir –y
posiblemente ofrecerá ayuda militar a– el país
desgarrado por la guerra.”
Xinhua puso fin a la especulación respecto a algún papel para China en la
guerra: “Desde principios de 2008, responsables afganos,
así como tropas de la OTAN, han pedido repetidamente a
China que abra la frontera en el extremo este del corredor
de Vakhan para ayudar a combatir terroristas en el país.
China rechazó la solicitud, negándose a que la arrastrasen
a una guerra contra el terror… El ministro de exteriores
Yang Jiechi dijo antes durante este mes que los medios
militares no permiten una solución fundamental al problema
afgano.”
Zhang Xiaodong, jefe adjunto de la Asociación China de Estudios de Oriente
Próximo, fue citado diciendo: “Definitivamente, China no
participará en los asuntos internos del país en el marco
de la OTAN.”
Zhang desafió el llamado del pasado mes del secretario general de la OTAN
Anders Fogh Rasmussen a reforzar los lazos de la alianza con
países asiáticos como China, India y Pakistán, así como
con Rusia, que tendrían interés en la estabilidad de
Afganistán. Zhang dijo “una participación desequilibrada
de esas partes interesadas [asiáticas]” sólo podría
llevar a más problemas.
Zhang agregó: “Afganistán debería cortar su dependencia de EE.UU. Por
el momento, Washington está profundamente involucrado, y
ello pone nerviosos a otros vecinos. Karzai espera ahora
buscar más apoyo de otros grandes países y hallar un
equilibrio diplomático.”
Sin embargo, en una reunión con su homólogo afgano Abdul Rahim Wardak, el
ministro de Eefensa chino Liang Guanglie prometió una
cooperación militar bilateral. “Los militares chinos
continuarán la ayuda al Ejército Nacional Afgano a fin de
mejorar su capacidad para salvaguardar la soberanía
nacional, la integridad territorial y la estabilidad
interior,” dijo Liang. Señaló que la cooperación
militar se desarrolla sin complicaciones en la dirección
del suministro militar y del entrenamiento de personal y que
la ayuda china es “incondicional.”
China Daily arremete contra la
guerra de Af–Pak
El miércoles, antes de la reunión de Karzai con el presidente chino Hu
Jintao, China Daily, de propiedad gubernamental, publicó
una devastadora crítica de la política AfPak de EE.UU. en
un artículo titulado “Afganistán refleja la obsesión
consigo mismo de EE.UU.”
El comentario decía: “Es evidente que a EE.UU. le gustaría mantener su
influencia sobre Afganistán incluso después de retirar sus
tropas, no importa cuándo eso suceda. Lo que significa que
no permitiría que potencias regionales como China tengan un
papel mayor en los asuntos afganos. En cambio, lo que EE.UU.
está dispuesto a compartir con países como China es el
peso de la reconstrucción económica.”
El comentario insistió en las diferencias en las “posiciones básicas”
de China y EE.UU. Primero, EE.UU. ha adoptado una actitud
diferenciada hacia el terrorismo en la medida en que se
concentra en impedir que los talibanes o al–Qaida amenacen
su seguridad interior o instalaciones y personal de EE.UU.
Al contrario, “China, como vecina de Afganistán, también
necesita encarar amenazas no tradicionales a la seguridad,
como el narcotráfico, el contrabando de armas y otros crímenes
a través de las fronteras,” dijo China Daily.
Segundo, la “consolidación” por EE.UU. de su presencia militar en Asia
Central y del Sur con el pretexto de la guerra afgana
“pone presión adicional sobre los intereses de defensa y
seguridad de China”.
Tercero, el choque de los intereses económicos de EE.UU. y China. “EE.UU.
obtiene prioridad en la selección de proyectos… Y su
contribución económica apunta a pagar por sus operaciones
militares,” mientras las empresas chinas enfrentan una
competencia injusta en la obtención de contratos y son
vulnerables a amenazas de seguridad.
Cuarto, EE.UU. es preceptivo y ha estado “tratando de imponer su modelo
político a ese país atrasado. Por otra parte, China cree
que los afganos (de todos los grupos étnicos y partidos políticos)
deberían decidir sobre la forma de gobierno que quieren
sobre la base de su cultura, tradición y condiciones
interiores”.
Quinto, China Daily dijo que EE.UU. y China tienen “objetivos geopolíticos”
contradictorios. EE.UU. tiene una “estrategia ofensiva de
contraterrorismo en la cual Afganistán se utiliza como un
peón para ayudar a mantener su dominación global y
contener a sus competidores. China, al contrario, tiene una
política defensiva de defensa nacional y quiere tener
buenas relaciones como vecina de Afganistán”.
Mirando hacia el futuro, el comentario dice:
“El caos causado por la guerra en Afganistán amenaza la seguridad en la
región noroccidental de China. Un gobierno débil en Kabul
podría significar una frontera mal dotada de personal, lo
que por su parte facilitaría el narcotráfico y el
contrabando de armas y permitiría que los separatistas de
‘Turkmenistán Oriental’ se refugiaran en Afganistán
después de causar problemas en la Región Autónoma Uigur
de Xinjiang.
“China debería lograr que más países se junten para resolver el
problema afgano. La OCS [Organización de Cooperación de
Shanghai] podría jugar un papel más activo porque cinco de
los seis vecinos de Afganistán son miembros u
observadores… Pero dada la actual situación en Afganistán,
un proceso de reconciliación y reconstrucción dirigido por
la OCS es una proposición poco realista. De ahí que
actualmente [China] sólo pueda suministrar ayuda a través
de canales multilaterales.”
Un
show de apoyo para Karzai
En la víspera de la partida de Karzai a Pekín, recibió a una delegación
del grupo opositor
Hizb–i–Islami dirigido por Gulbuddin Hekmatyar. Washington es
ambivalente respecto a Hekmatyar, pero en la declaración
conjunta después de la visita de Karzai, Pekín expresó su
apoyo para el proceso de reconciliación y reintegración en
Afganistán y afirmó su “respeto por la elección del
pueblo afgano de un camino de desarrollo adecuado a sus
condiciones nacionales.”
Las consultas de Ahmadineyad en Kabul, seguidas por la rápida visita de
Karzai a Islamabad, y ahora sus visitas a Pekín y Teherán
–la repentina sucesión de intercambios de alto nivel
sugieren un modelo.
Lo que debiera alarmar más a Washington es que la posición china sobre la
reconciliación nacional afgana concuerda con los planes políticos
de Karzai y está de acuerdo con las preocupaciones e
intereses coincidentes de Irán.
La declaración conjunta china–afgana reafirma la buena disposición de
Pekín para expandir la cooperación económica, el comercio
y la inversión mientras propugna el principio del
“respeto a la elección del pueblo afgano del camino al
desarrollo adecuado a sus condiciones nacionales.”
Washington tomará en cuenta que China tiene perfectamente la capacidad
financiera de reducir la dependencia de Karzai de la
generosidad occidental, y de alentar por su parte al
dirigente afgano para que se libre de los intentos de
dominarlo de Occidente.
Los medios financiados por el gobierno de EE.UU. especularon que durante su
estadía en Pekín, Karzai podría buscar inversiones chinas
en las vastas reservas de minerales de Afganistán así como
en los ricos yacimientos de gas en la región noroccidental
en la frontera con Turkmenistán, que ya están conectados
por un gasoducto a Xinjiang.
Washington no puede dejar de ver que Pekín y Teherán comparten
preocupaciones similares en casi todas las áreas esenciales
de la situación afgana.
Estas incluyen las perspectivas respecto a la “agenda oculta” de EE.UU.
en la guerra afgana y por lo tanto la urgencia de
estabilizar la situación en ese país, los dobles raseros
de Washington en la lucha contra el terrorismo, el enfoque
hegemónico de Occidente hacia Afganistán, la necesidad
imperativa de “afganización” incluyendo una
reconciliación nacional dirigida por afganos, y lo más
importante, la conveniencia de cooperación entre países de
la misma opinión en la región en la búsqueda de un
arreglo afgano.
Es concebible que Pekín se preocupe de la situación crítica de la
seguridad en Afganistán y sus intereses comunes con Teherán
podrían actuar perfectamente como un factor adicional,
endureciendo la posición de Beijing respecto al tema
nuclear iraní.
De la misma manera, ¿preocupa a China la perspectiva de vínculos estratégicos
a largo plazo entre EE.UU. y Pakistán?
Un importante asesor del ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif escribió
recientemente: “Relaciones estratégicas con EE.UU. podrían
afectar otros vínculos vitales. Dos son críticos. Con la
determinación de EE.UU. de impulsar un ‘cambio de régimen’
en Irán, ¿cuáles serían sus expectativas desde Pakistán?
Finalmente, ¿podemos [Islamabad] contemplar la cooperación
con EE.UU. en alguna iniciativa que pueda molestar nuestras
relaciones con China?”
Por el momento, los comentarios chinos parecen adoptar una posición
indiferente. Tienden a ver el proyecto de cooperación
estratégica entre EE.UU. y Pakistán como una acción pragmática
de ambas partes –surgida de la necesidad de Washington de
solicitar la ayuda paquistaní para estabilizar Afganistán
por una parte y de la otra la necesidad de Islamabad de
ayuda de EE.UU. para resucitar su economía y mantener un
equilibrio estratégico frente a India.
Pero Pekín no puede ignorar la estrategia regional subyacente de EE.UU. de
frustrar los esfuerzos de China por lograr rutas de acceso a
la región del Golfo Pérsico a través de Asia Central
soslayando el Estrecho de Malaca, que está efectivamente
bajo control estadounidense. La estrategia de EE.UU. no
puede funcionar a menos que Pakistán participe.
La muestra de apoyo de Pekín (y de Teherán) a Karzai ocurre cuando sus
relaciones con EE.UU. y Pakistán son algo tambaleantes, por
no decir más.
(*) El
embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del
Servicio Exterior de la India. Ejerció funciones en la
extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka,
Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y
Turquía.