Medio Oriente

Teheran realizo una conferencia sobre desarme nuclear: una contracumbre a
la de Washington

Irán busca amigos contra las sanciones

Por Katherine Butler
Desde Teherán
The Independent, 18/04/10
Página 12, 19/04/10

El régimen de los ayatolas juntó a varios países en un evento durante el fin de semana, que culminó anoche con un llamado a la completa revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear. Rusia y China estuvieron presentes.

La nube de ceniza que invade a todo Europa contrastaba ayer con el cielo azul de Teherán. Grandes posters con imágenes del horror radioactivo que cayó en Hiroshima en 1945 recibieron a los delegados de diferentes países, representantes de organizaciones internacionales y voluntarios de ONG en la Conferencia internacional sobre desarme nuclear que culminó ayer por la noche en la capital iraní.

Las fotografías de niños japoneses muriendo reforzaron el mensaje dado durante todo el fin de semana por el anfitrión de la ceremonia, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad. En compañía del líder espiritual supremo, el ayatola Alí Khamanei, el mandatario aseguró que Estados Unidos es el “único criminal atómico” en el mundo y que Irán aborrece el uso inmoral de este tipo de armamento.

La conferencia de dos días que tuvo como lema “Energía nuclear para todos, armas nucleares para nadie”, fue desestimada ayer por las dirigencias de Washington y Londres. Adujeron que se trató de una maniobra de relaciones públicas por parte del gobierno de la república islámica, destinada a crear una mera distracción sobre las verdaderas ambiciones nucleares de Irán. Asimismo fue catalogada como un infantil intento de crear una cumbre opositora a la llevada a cabo por Barack Obama la semana pasada, donde Irán y Corea del Norte no figuraron dentro de la lista de 47 naciones invitadas.

El evento en Teherán no estaba destinado a ganar un premio por su sutileza, su retórica o la presencia de grandes figuras entre los que asistieron. Países como Turkmenistán, Guinea Conakry y el Reino de Swazilandia figuraron en la lista de invitados. Obviamente, Estados Unidos –que aboga por imponer las sanciones punitivas más fuertes de la ONU sobre el país de los ayatolas– no estuvo entre los presentes. Los 27 miembros de la Unión Europea también desairaron la conferencia.

En Irán, con el apoyo de algunos países en desarrollo cansados de la doble moral que reina en la temática nuclear, reclamaron (con cierta justificación) que Occidente está jugando un largo y habilidoso juego diplomático. Rusia y China, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, estuvieron representados en la cumbre, aunque en el caso de Beijing el enviado fue un diplomático prácticamente anónimo. También asistieron otros miembros del Consejo de la ONU como Uganda, Turquía y Líbano, todos abiertamente opositores al régimen de sanciones a la república islámica. Y desde Irán se insistió –aunque sin demasiado ahínco– que tanto China como Rusia podrían eventualmente no acompañar las sanciones abogadas por Estados Unidos.

La cumbre de Teherán dio esperanzas a los líderes del país islámico. Ahora, Irán cuenta con una nueva estrategia para enfrentar a Occidente y probablemente logre consolidar un número de países que lo acompañen con su solidaridad y con su voto. La conferencia culminó ayer por la noche con un llamado a la completa revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) vigente desde hace 4 décadas, así como también el pedido de que el arsenal de armas nucleares en Israel entre bajo el régimen de inspección de la ONU.

Lo acordado es potencialmente significativo: el mes que viene, 200 naciones se juntarán en Nueva York para revisar el TNP. La estrategia iraní será forzar una reforma del tratado en donde se eliminen los derechos de empresas consignatarias encargadas de brindar programas civiles nucleares, al tiempo que se cuestionará el fracaso en lograr un desarme completo en países como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.

Posicionar los términos del debate previo a la revisión del TNP tiene un claro valor estratégico. Si Irán logra por lo menos limitar su aislamiento internacional, en última instancia podría evitar la amenaza de la imposición de sanciones por Obama, aunque sin hacer demasiado para calmar los temores de aquellos que denuncian su objetivo de lograr armamento atómico. Así las cosas, no resultan sorprendentes las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores iraní, Manouchehr Mottaki, de anoche: “Esto es una fuente de esperanza”, expresó.

Mientras tanto, nuevos informes dados a conocer ayer por el diario The New York Times revelaron que la dirigencia de los Estados Unidos carece de plan B si fallan las sanciones a Irán. En un memorando secreto firmado por el mismísimo secretario de Defensa de la gestión Obama, Robert Gates, éste admitió que su gobierno carece de una política eficaz para afrontar el progreso de los planes nucleares iraníes (ver recuadro).

Aparentemente, tanto Washington como las cancillerías de Europa tendrán que empezar a contemplar una estrategia de contención antes que continuar confrontando con un Irán fortalecido y con capacidad nuclear.


El “desarme” nuclear de Obama

Por Guillermo Almeyra (*)
La Jornada, 18/04/10

Con gran bambolla y campaña mediática, Barack Obama quiere hacer creer que está trabajando por la paz y contra la posibilidad de una guerra nuclear. El reciente premio Nobel de la Guerra, quien ha enviado más soldados a Afganistán que Bush, ha incluido a Pakistán en el blanco de sus ataques, asiste mudo a la barbarie de Israel en Gaza y a su expansionismo colonialista en Cisjordania, resucitó la Cuarta Flota, estuvo detrás del golpe en Honduras y puso en Colombia sus bases agresivas, quiere hoy revestirse con una piel de cordero.

La firma de un acuerdo con Rusia para reducir supuestamente el número de ojivas nucleares y de vectores, esos vehículos (aviones, misiles, submarinos) que las transportarán hasta dejarlas caer en cualquier lugar del mundo, al igual que la reciente cumbre sobre la utilización pacífica de la energía nuclear, constituyen dos farsas que sólo pueden impresionar a los muy ignorantes y desinformados.

Por ejemplo, es delirante hablar de la reducción del arsenal “olvidando” los aumentos en los presupuestos de guerra y de los arsenales nucleares, así como el perfeccionamiento de los vectores, como el X51 de Boeing, que entrará en acción en 30 meses, el cual puede alcanzar cualquier país del mundo con sus cargas nucleares en menos de una hora. O la creación y futura producción en serie del supersubmarino ruso Yassen, con 24 misiles de crucero a bordo, cada uno de los cuales puede transportar seis bombas atómicas.

El tratado firmado se refiere sólo a las ojivas hoy operacionales, que están instaladas en su vector y que pueden ser disparadas al instante: 5 mil 200 de Estados Unidos y 4 mil 850 de Rusia. Pero en los almacenes militares hay otras 12 mil 350 no desmanteladas, o sea, una capacidad destructiva que puede hacer desaparecer el planeta.

El tratado START no limita el número de ojivas almacenadas, sólo abarca las actualmente desplegadas en vectores con un alcance de 5 mil 500 kilómetros. Cada vector, además, es considerado como si pudiese tener una sola ojiva nuclear pero, según el New York Times, un B52 estadunidense puede llevar 14 misiles y seis bombas nucleares.

Además, Estados Unidos declara tener mil 762 ojivas desplegadas en 798 vectores y Rusia mil 741 en 566. El nuevo tratado les permite conservar mil 550 ojivas desplegadas (apenas 10 por ciento menos de las declaradas) y tener 800 vectores. No hay, por lo tanto, desarme nuclear, sino una ligera reducción del arsenal, en particular del más obsoleto.

El tratado tampoco tiene en cuenta las bombas atómicas estadunidenses en países oficialmente no nucleares, que están instaladas como un collar alrededor de Rusia –en Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía–, ni considera el llamado “escudo” protectivo de Estados Unidos, colocado en las fronteras rusas, el cual tiene fines agresivos.

Es delirante, por consiguiente, que se hable de una reducción del armamento nuclear mientras se sigue multiplicándolo. Y es una burla a los asistentes a la llamada pomposamente Cumbre Antinuclear –burla en la que éstos participaron conscientes y de buen grado– la inasistencia de Israel a la misma, a pesar de que posee no decenas, sino centenas de bombas nucleares y amenaza utilizarlas en cualquier momento contra Irán, país que no tiene ni una sola.

Al mismo tiempo, Barack, quien mantiene la política exterior de Bush, sigue amenazando con la destrucción nuclear no sólo a Irán, sino también a Corea del Norte y hasta a Venezuela, ya que el tratado obliga a Moscú y a Washington, pero éste se reserva expresamente en el texto del mismo el derecho de aniquilar a otros pueblos cuyos gobiernos no le gusten al establishment estadunidense.

Existe pues el peligro de que Israel lance un ataque nuclear contra Teherán, iniciando una guerra atómica en Medio Oriente que ni China ni Rusia verían de brazos cruzados. Por consiguiente, la paz del mundo está en manos de los nazisionistas de Netanyahu, racistas al extremo de considerar que los palestinos, los árabes y los iraníes son inferiores, subhumanos y, por tanto, pueden ser masacrados impunemente. El cinismo de los gobiernos asistentes al show de la Cumbre Nuclear y el del propio Obama simula contentarse con simples murmullos de desaprobación por el genocidio en Gaza o la judaización de Jerusalén y Cisjordania, mientras claman al cielo por el supuesto (e inexistente) peligro que plantearía el desarrollo de la energía nuclear en Irán. Obama, para colmo, pretende hacer creer que el ex agente de la CIA y socio de Bush, el fantomático Osama Bin Laden, podría arrojar bombas atómicas en Estados Unidos. El gobierno de Pekin, por su parte, para no tener demasiados problemas con Washington, adopta una política de bajo perfil, aunque hace advertencias sibilinas para que los analistas y especialistas las descifren en las cortes de Neardenthales con corbata que dirigen las grandes potencias.

Esta crisis mundial del sistema capitalista hasta ahora ha encontrado escasas expresiones de resistencia masiva, las cuales han estado ligadas sobre todo a los despidos y al desastre ecológico provocado por la depredación capitalista. Ha llegado, sin embargo, la hora de intentar frenar también a los belicistas, empezando por Israel y su protector: Estados Unidos. Frente a la amenaza nuclear mundial, hay que crear conciencia y organizar un gran frente mundial por la paz que controle y desarme a los terroristas de Estado y desenmascare al coro que pretende presentarlos como blancas palomas.


(*) Guillermo Almeyra, historiador, nacido en Buenos Aires en 1928 y radicado en México, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de París, es columnista del diario mexicano La Jornada y ha sido profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Entre otras obras ha publicado Polonia: obreros, burócratas, socialismo (1981), Ética y Rebelión (1998), El Istmo de Tehuantepec en el Plan Puebla Panamá (2004), La protesta social en la Argentina (1990–2004) (Ediciones Continente, 2004) y Zapatistas–Un mundo en construcción (2006).