Afganistán

Entrevista a Tariq Alí (*)

"Una ocupación estilo neoliberal"

Por Theodore Hamm y Christian Parenti
The Brooklyn Rail, 19/04/10

Sin Permiso, 25/04/10
Traducción de Daniel Raventós

¿Qué opina de las recientes declaraciones del general Stanley McChrystal acerca del “sorprendente” número de civiles afganos inocentes asesinados por las fuerzas de EEUU? El hecho no es sorprendente, pero ¿no debería un reconocimiento tal por parte de un alto mando motivar una oposición real a la guerra?

Debería, pero no lo hace porque los ciudadanos norteamericanos y europeos (estos últimos en gran mayoría) que se oponen a la guerra se sienten impotentes. En EEUU, por supuesto, Obama se comprometió a intensificar la guerra, una promesa electoral que ha llevado a cabo a rabiar y si no se es uno de los directamente afectados –como en los días del servicio militar obligatorio [de la Guerra de Vietnam]− a los estadounidenses liberales no les importa demasiado si los extranjeros son asesinados. Las observaciones de McChrystal fueron diseñadas principalmente para el consumo en Afganistán: estaba simultáneamente dirigiéndose a los afganos y alertando a los escuadrones asesinos para que fueran cautos.

¿Opina que la popularidad personal de Obama es la principal razón de que no exista un movimiento antiguerra visible?

Parcialmente. Obama habla de la Guerra en términos del bien y del mal, y obtiene el beneficio de la duda desde el momento en que sus seguidores están seguros de que él es el bien e incluso sus oponentes piensan que la resistencia afgana es el mal. Como he mencionado antes, la principal razón de la ausencia de un movimiento antiguerra efectivo es que la mayoría de estadounidenses apenas cae en la cuenta de que están en guerra puesto que no deben luchar. El uso de mercenarios representa un gran cambio en comparación con las guerras de EEUU del siglo pasado.

¿Por qué cree que Obama intensificó la guerra en Afganistán? ¿Hay intereses materiales en ello o se trata meramente de una cuestión de política y de “credibilidad” estadounidense?

Creo que él cree en ello, al igual que cuando era candidato al Senado dijo que apoyaría a Bush si decidía bombardear Irán. El hecho de que Obama es indudablemente inteligente no lo convierte automáticamente en un liberal ilustrado, como nosotros hemos podido ver tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

En el pasado usted ha presentado a Hamid Karzai como un títere de EEUU. ¿Qué piensa que está pasando con él ahora?

Todavía es un títere en el sentido de que si la OTAN se retirase se vería obligado a acompañarla. Obviamente incluso los títeres se enfadan cuando son maltratados. Los intentos groseros de Peter Galbraith y Holbrooke para deshacerse de Karzai fracasaron.

En los viejos tiempos en Vietnam del Sur, los líderes títeres recalcitrantes eran liquidados por la CIA. El problema ahora es que los EEUU no tienen a nadie para reemplazar a Karzai. Él es el títere más creíble y se ha convertido en muy rico gracias a las “habilidades” comerciales de su hermano (el contrabando de heroína y de armas es lucrativo) cosa que le permite comprar apoyo local.

El hecho de que EEUU tratara de echarlo y de que fallara en el empeño ha mejorado su posición un poco, pero toda esta atención se le ha subido a la cabeza y cuando los títeres empiezan a fantasear que no son lo que son las cosas a veces se descontrolan. McChrystal y Eikenberry son muy conscientes de ello y por ello han estado tratando de limar asperezas.

¿Cómo es la relación entre los talibanes afganos y paquistaníes?

Los talibanes afganos ahora tienen muchas facciones. La facción del ulema Omar ha denunciado recientemente que los talibanes paquistaníes tienen por objetivo militar a las fuerzas de seguridad del Paquistán más que a las de la OTAN. Por lo demás es difícil de saber.

Algunas facciones han estado en contacto con EEUU desde hace años en negociaciones informales, pero no se ha conseguido ningún acuerdo. Así que cuando Karzai también habla de la incorporación de los talibanes el gobierno nadie debería sorprenderse. Washington también desea que los “buenos” talibanes hagan lo mismo. Los intentos de dividir a los insurgentes nunca se detienen, pero hasta el momento han tenido solamente un limitado éxito.

¿En qué medida están la India y Paquistán luchando en una guerra subsidiaria, o al menos compitiendo y luchando entre sí en Afganistán?

Hasta hace poco, la India había respaldado a Karzai y tiene una fuerte presencia diplomática y extradiplomática en el sur de Afganistán. Lo ven como el tiempo de revancha por el envío que realizó Paquistán de yihadistas a Cachemira en los 90. Así que los intereses de los dos Estados del sur de Asia están enfrentados. La India hará lo que pueda para detener la reafirmación de la influencia de Paquistán después de la retirada de la OTAN. Pero hablar de una guerra subsidiaria es exagerado. Hay una ocupación del país por parte de EEUU–OTAN que tiene el apoyo tanto de la India como del Paquistán.  

En los Estados Unidos poco se dice acerca de la ocupación rusa o de la historia del comunismo afgano. Cuéntenos algo acerca de la revolución Saur de los 70. ¿Tiene un legado potencialmente positivo en el Afganistán actual?

La ocupación soviética fue un desastre a todos los niveles y creó los cimientos de lo que ha venido después: un país que ha sido devastado por guerras y ocupaciones desde 1979 hasta la actualidad, esto es, más tiempo que las dos guerras mundiales juntas, más tiempo que las guerras de EEUU en Corea y Vietnam juntas.

Todo esto quizás no hubiera sucedido si los rusos no hubieran enviado al ejército en diciembre de 1979. Lo dije ya entonces. La forma de la ocupación fue muy diferente. Los rusos respaldaban a un gobierno que estaba intentando crear un servicio sanitario, educación libre para todos (mujeres incluidas) y combatía al oscurantismo.

Lo hizo de una forma grosera y los tiroteos al estilo del salvaje Oeste entre facciones comunistas rivales en una de las cuales el Presidente Taraki fue asesinado, no han causado una imagen demasiado positiva. La ocupación de EEUU es de estilo neoliberal. Los ricos se hacen más ricos y los suburbios de Kabul van ensanchándose.

* Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Su último libro publicado es “The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power” [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008: "El duelo: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos"].


Trifulcas Obama–Karzai

El “yanqui feo” en Kabul

Por M. K. Bhadrakumar (*)
Asia Times, 24/04/10
Rebelión, 26/04/10
Traducido por Sinfo Fernández

Una guerra en la que el general no conoce a su enemigo es una guerra perdida. La forma en que la administración de Barack Obama está manejando sus ecuaciones con el Presidente afgano Hamid Karzai sugiere que es Karzai, y no los insurgentes, el enemigo número uno del presidente estadounidense en el Hindu Kush.

La cantidad de trifulcas a cara de perro entre el representante especial de EEUU Richard Holbrooke y el gobierno afgano son legión. En las capitales regionales se observan esas peleas con bastante jolgorio mientras Holbrooke le hace incansablemente la guerra al liderazgo de Karzai. Aunque no está claro si todo esto forma parte de la agenda personal de Holbrooke o de las instrucciones de Obama, lleva al menos la impronta de la administración de Obama.

El último ataque de Holbrooke fue su anuncio suo moto (por propia iniciativa) en Washington, poco después de volver de una visita a Kabul, de que la yirga, consejo de la paz, que Karzai planeaba celebrar del 2 al 4 de mayo se había aplazado hasta después de la visita a Washington, entre el 10 y el 14 de mayo, del dirigente afgano. Holbrooke fue y anunció que la yirga se celebraría el 20 de mayo.

Según todos los indicios, el gobierno afgano está furioso por el anuncio de Washington. ¿Por qué Holbrooke usurpa la prerrogativa del gobierno de Kabul para publicar esos detalles? Puede haber dos razones: Una, Holbrooke se está haciendo viejo, la memoria le falla y lo que le ocurrió fue que tuvo un fallo, algo que puede suceder cuando la gente física y mentalmente está hecha polvo. Dos, que intentara, astutamente, desgastar a Karzai haciéndole pasar por tonto en el bazar afgano.

No hay ni una prueba de que Holbrooke (que celebra este sábado su 69 cumpleaños) esté volviéndose senil. La conclusión lógica que se puede extraer es que Holbrooke puso deliberadamente a Karzai a la altura del betún y decidió ponerse un tanto grandilocuente afirmando que es Washington quien lleva la batuta en el Hindu Kush en materia de guerra y paz.

¿Realmente necesita Obama de esa exasperante y vanidosa exhibición? Posiblemente, la prioridad de Obama en estos momentos debería ser ganar la guerra con cierta credibilidad para que la imagen de EEUU como superpotencia no se vea empañada.

Mientras tanto, Obama podría hacer como que cumple sus propias promesas de las elecciones presidenciales de 2008 e impedir que EEUU se enzarce en el futuro en ese tipo de inútiles y costosas aventuras militares.

El criterio que Obama tiene que aclarar es si la diplomacia de Holbrooke en AfPak va actualmente en sincronía con su agenda política.

A este respecto, Holbrooke ha personalizado claramente su lucha con Karzai hasta niveles innecesarios. Todo empezó tras un desastroso banquete en el palacio presidencial el año pasado en que Karzai le señaló la puerta de salida cuando el enviado estadounidense trató de convencer al líder afgano de que se retirara y desapareciera por el horizonte.

Desde esa humillación, a Holbrooke se le ha metido entre ceja y ceja que si el dirigente afgano tiene un plan de reconciliación nacional, hay que desprestigiar y sabotear ese plan.

De esa forma, EEUU asumió una actitud contraria al plan de la yirga mientras que las potencias europeas, a quienes les urge la “afganización” de la guerra –política y militarmente–, se inclinan mucho más favorablemente ante ese plan.

El plan de Karzai persigue “reintegrar” a cuantos elementos moderados y reconciliables sea posible en una corriente política nacional. Sobre esa base, intenta formar una coalición amplia que dirija al país hacia las elecciones de septiembre con perspectivas razonables de crear un parlamento elegido. El nuevo gobierno podría incluso conseguir credibilidad ante la percepción popular afgana, impulsando así el proceso de paz.

Como mínimo, EEUU debería dar a Karzai una justa oportunidad para que siga adelante con el plan de celebrar el consejo de la paz. Ningún daño puede venir de ahí, aunque en última instancia los esfuerzos de Karzai no resulten ser precisamente muy perfectos. Después de todo, aunque sólo sea a un nivel mínimo, la ampliación de la corriente política nacional sólo puede ayudar a aislar a los elementos irreconciliables.

Echando la vista atrás, hace exactamente veinte años, en 1990, en la guerra civil afgana apareció una prometedora y similar coyuntura cuando el presidente afgano Mohammad Nayibulá reunió una loya jirga, el gran consejo de líderes tribales, en Kabul. La idea que entonces se perseguía era una estrategia de reconciliación nacional que implicara que el partido comunista compartiera el poder con los muyahaidines afganos. De hecho, la loya jirga, adoptó una nueva constitución que puso eficazmente fin al monopolio del partido comunista sobre el poder ejecutivo.

Pero EEUU, en su deseo obsesivo de poner fin a la debacle comunista en Kabul, en connivencia con Pakistán, decidió que no se hiciera nada que pudiera ayudar a que Nayibulá, protegido de los soviéticos, preparara el camino para lograr una reconciliación nacional en Afganistán. Fue un error garrafal histórico que provocó la intensificación de la guerra civil, mucho derramamiento de sangre y gran inestabilidad en la región, que finalmente rebotó como un bumerán en EEUU con la tragedia del 11 de septiembre de 2001 que ha marcado época.

Al igual que los Borbones, EEUU parece haberlo olvidado todo y no recordar nada. Propiciarle la debacle a Karzai parece ser una irresistible tentación, pero en ese proceso EEUU es incapaz de ver que se pierde, una vez más, otra oportunidad de oro para polarizar la opinión afgana a favor de la paz y de la reconciliación.

Hay europeos que parecen apoyar el plan de Karzai, pero que se sienten impotentes. “Para la Unión Europea, quizá sea uno de los mejores ejemplos de reconciliación del siglo XXI, damos un gran significado e importancia a este proceso”, dijo recientemente Vygaudas Usackas, jefe de la delegación de la UE en Kabul.

“No será sólo un evento sino que lanzará un proceso que puede llevar a conseguir la paz en el país”, dijo. “Cualquier proceso de reconciliación necesita tiempo antes de que las semillas den fruto”.

La posición de la yirga contrasta con la forma en que la embajada de EEUU en Kabul está manipulando a los diputados afganos para convertir el parlamento en un foco de oposición a Karzai. El teatro del absurdo está llegando demasiado lejos.

En efecto, un puñado de dólares puede llevar muy lejos actualmente al Tío Sam en el Hindu Kush. Pero la cuestión que se plantea es ¿a qué fin están sirviendo los intereses estratégicos estadounidenses al incitar a los parlamentarios afganos a que teman la disolución del actual parlamento (que ha sobrevivido al período del mandato constitucional) y la elección de un nuevo cuerpo legislativo?

Está claro que el grueso de los parlamentarios afganos puede tener que hacer frente a serias dificultades para conseguir ser reelegidos. El portavoz del Congreso Yunus Qanuni puede estar experimentando como incierto su propio futuro político. Por tanto, la embajada estadounidense en Kabul tiene una buena oportunidad para persuadir al actual parlamento de que ponga obstáculos en el camino de Karzai ante cualquier cuestión imaginable. Pero, ¿necesita acaso Afganistán esa crisis constitucional en estos momentos?

Karzai ha manifestado su acuerdo a una petición de las Naciones Unidas para que dos extranjeros, con poderes de veto, intervengan en la comisión electoral en las próximas elecciones parlamentarias. Karzai ha nombrado también a una personalidad creíble para que presida la comisión. Estas actuaciones subrayan la voluntad de Karzai de ser razonable y hacer un esfuerzo extra para que conseguir legitimidad internacional para el proceso democrático afgano.

Estos son pasos notables hacia la transparencia en el reparto del poder y en el juego constitucional por el líder asediado que resiste en las barricadas.

Para ser justos con Karzai, Obama debería tenderle la mano para mejorar su imagen entre sus compatriotas como líder afgano y no como adlátere de Holbrooke. Los próximos encuentros en la Oficina Oval ofrecen una oportunidad final de abordar el proceso político afgano como una aventura de colaboración entre EEUU y el gobierno afgano, aunque dándole la apariencia de estar genuinamente dirigido por los afganos.

La actuación ante los medios de Holbrooke en Kabul la pasada semana fue atroz y cualquier dirigente afgano que se respete a sí mismo debería sentirse molesto de que un extranjero se comporte así. Unilateralmente, Holbrooke le leyó a Karzai en voz alta el itinerario de su visita. Como diplomático profesional, debería saber que Afganistán tiene un Ministerio de Asuntos Exteriores completamente hecho y derecho al que le habría gustado que le vieran perfilando el itinerario para la visita de su jefe de Estado a la capital estadounidense.

Los novelistas estadounidenses William J Lederer y Eugene Burdick tenían una expresión famosa para definir cómo los virreyes de EEUU aparecían a los ojos de los extranjeros: el americano [estadounidense] feo. Eso fue hace ya bastante tiempo, en los años de la década de 1950 en el Sureste Asiático. Pero la imagen persiste.

La parte triste es que la imagen del estadounidense feo es diametralmente opuesta a la extraordinaria percepción que una parte de la opinión mundial tiene del mismo Obama como hombre de estado y humanista.

* M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanza, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.