La
Habana, 3 de septiembre.–Vestido de uniforme y gorra verde olivo, pero sin
insignias, Fidel Castro pronunció este viernes su primer discurso en un acto
público en cuatro años, ante miles de estudiantes, catedráticos y
trabajadores que lo escucharon durante 45 minutos frente a la escalinata de la
Universidad de La Habana, un legendario sitio donde hace 60 años comenzó su
movimiento revolucionario contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Castro escogió este lugar
–de “imborrables recuerdos de los años en que comencé a tener conciencia
de nuestra época y de nuestro deber”– para advertir que las potencias atómicas
occidentales que tratan de detener el programa de desarrollo nucleoeléctrico
de Irán, “no tienen ninguna prueba, ni la pueden tener”, del supuesto
proyecto iraní de fabricación de armas nucleares, pero esos países, Estados
Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, pueden utilizar como pretexto para
agredir que la república islámica posee una central nuclear en funciones
para lanzar un ataque contra ella y desatar una guerra.
La temática abordada por el
líder revolucionario cubano le llevó a referirse a la entrevista que le hizo
recientemente la directora general de este diario, Carmen Lira Saade, cuya
primera parte se publicó el 30 de agosto pasado. Comentó que en su
entrevista con “el prestigiado medio mexicano” habló de cómo al
recuperarse de la enfermedad intestinal que lo aquejó, se encontró de pronto
en un “mundo de locos”, en un planeta que vive “la fase más interesante
y peligrosa de su existencia”.
“No me agrada decir la
dolorosa verdad, que constituye una vergüenza para todo lo que se identifica
como política y gobierno. Al mundo se le ocultó deliberadamente esta
realidad y le ha correspondido a Cuba la dura tarea de advertir a la humanidad
del peligro real que está confrontando. En esta actividad no debemos
desmayar. He utilizado argumentos que no deseo repetir ahora. Frente a los escépticos,
nuestro inconfundible deber es seguir librando la batalla. Me consta que un número
creciente de personas en el mundo ha tomado conciencia de la realidad”, dijo
Castro en referencia a los comentarios que ha suscitado la entrevista
difundida por este diario y reproducida en el sitio de Internet Cubadebate.
Flanqueado por una enorme
manta de Ernesto Che Guevara y acompañado por su esposa Dalia Soto del Valle,
Castro, que conserva el título de comandante en jefe, fue presentado ante los
universitarios como primer secretario del Partido Comunista. En su alocución
no habló de asuntos internos de su país, como ha sucedido desde que
reapareció hace unas semanas en sitios públicos.
El ex mandatario cubano alertó
respecto del “increíblemente limitado” tiempo que tiene “la
humanidad” para poder detener la conflagración en ciernes en la región del
golfo Pérsico.
De esta forma aludió al
plazo de 90 días fijado por el Consejo de Seguridad de la Organización de
Naciones Unidas (ONU) en su resolución 1929 del 9 de junio pasado, para que
el gobierno de Irán detenga el enriquecimiento de uranio con el cual busca
ser autosuficiente en la producción de combustible atómico para su planta
nucleoeléctrica de Bushehr, energético con el que también se podrían
fabricar misiles.
La fecha en que se cumple el
plazo dado por la ONU termina alrededor del 9 de septiembre, pero a partir de
ese día “hay que ponerse a esperar a ver qué hacen dentro de esta situación,
cómo valoran la opinión mundial, qué efecto tendrá, si envían otro plazo
o no, si declararan que no lo van a hacer, o si ratifican que lo van a hacer;
podrá tardar más o menos, no puede ser mucho tiempo”.
El máximo dirigente de la
revolución cubana explicó que antes de que la ONU estableciera su cuarta
ronda de sanciones contra Irán y marcara el plazo de 90 días, las potencias
enfrentadas a Irán difundieron noticias sobre preparativos de un ataque, que
tuvieron como objetivo de ejercer presión sicológica sobre Teherán.
Fidel Castro recordó que en
1981 y en 2007 las potencias atómicas occidentales, con Israel como aliado,
atacaron centros de investigación nuclear de Irak y de Siria, lo que
constituye un antecedente para Irán. “Tener una planta que produzca energía
eléctrica, partiendo de uranio, es algo que no constituye un delito, y para
ellos es una prueba de la fabricación de armas”, afirmó.
En su discurso, Castro
reflexionó sobre los cambios tecnológicos ocurridos en las guerras para
subrayar el peligro de un enfrentamiento en el golfo Pérsico.
“Es sabido, y no me queda
otra alternativa que recordar el hecho de que no estamos viviendo la época de
la caballería y el acero de las espadas acompañados por arcabuces de un
disparo, que fueron precedidos durante siglos por las máquinas que demolían
murallas o trataban de hacerlo, o los carros de combate tirados por caballos
que portaban cuchillos en las ruedas; armas, en fin, siempre crueles, pero de
limitado poder destructivo que los seres humanos utilizaron para guerrear
entre sí, desde que inventaron las mazas, hasta la Primera y Segunda Guerra
Mundial, en las que utilizaron armas automáticas, tanques, aviones de combate
y fortalezas volantes, submarinos, torpedos, acorazados y portaviones que
elevaron las pérdidas humanas a decenas de millones de muertos, y a cientos
de millones las víctimas de la destrucción, las heridas, las enfermedades y
el hambre, secuelas inevitables de las guerras”, puntualizó el ex
mandatario cubano.