Pakistán

Inundaciones de agua para Pakistán... y de dinero
para el presidente Zardari

Por Tariq Ali (*)
Counterpunch, 27/08/10
Sin Permiso, 05/09/10

Un desastre de dimensiones bíblicas: las inundaciones causadas por las profusas lluvias monzónicas de hace un mes han afectado a más de 17,2 millones de personas y matado a más de 1.500, de acuerdo con el organismo de gestión encargado del desastre de Pakistán. Agosto es la estación del monzón en Pakistán. Este año una abundante lluvia ha seguido cayendo, razón por la que las aguas no disminuyen. Cerca de 2.000 muertos y más de 20 millones de personas sin hogar. Los desastres por causas humanas (la guerra en Afganistán y su extensión dentro de Pakistán) son muy malos. Ahora el país debe afrontar su peor desastre natural nunca habido. La mayoría de gobiernos encontrarían dificultad para afrontar el desastre, pero el actual régimen está virtualmente paralizado.

Durante los últimos sesenta años, la élite gobernante del país nunca ha sido capaz de construir una infraestructura social para su pueblo. Este es un defecto estructural profundo y que afecta adversamente a la mayoría de la población. Hoy en día los gobernantes del país siguen con avidez los dictados neoliberales del FMI, para mantener el flujo de préstamos. No ayudan en el mejor de los casos y son inútiles cuando el país está sumido en su peor crisis humanitaria de las últimas décadas.

La respuesta de Occidente ha sido menos que generosa, lo que ha causado el pánico en Ismalabad con los periodistas pro EEUU del país suplicando que si la ayuda no viene los terroristas pueden apoderarse del país. Esto no tiene sentido. El ejército pakistaní tiene firmemente el control de las actividades de socorro de la inundación. Los grupos religiosos y otros también están recaudando dinero y ayudando a los que se han quedado sin hogar. Es normal.

Desde el 11-S una islamofobia rampante se ha apoderado de Europa y de zonas de América del Norte. Una reciente encuesta de opinión en el “multicultural Reino Unido” reveló que cuando se preguntó sobre el primer pensamiento que acudía ante la palabra “Islam” más del cincuenta por ciento replicó “terrorista”. Francia y Alemania, Holanda y Dinamarca, no son diferentes.

Esta forma de tratar el Islam como el “otro” permanente no está desligada de las guerras en Iraq y Afganistán, pero la actitud es tan errónea como el antisemitismo que encendió el prejuicio y el genocidio durante la primera mitad del siglo XX. Ha muerto un millón de iraquíes desde la ocupación: ¿a quién le importa? Civiles afganos mueren cada día: es culpa suya. Pakistán está bajo el agua. Indiferencia. Esta es indudablemente una razón de la falta de respuesta.

Zardari se une a Bush en el club de los zapatazos

Otra razón es de cosecha propia. Muchos ciudadanos de origen pakistaní con los que he hablado en las últimas semanas son reacios a enviar dinero porque temen que cabe en los enormes bolsillos de los líderes corruptos que gobiernan el país. A medida que las aguas empezaron a inundar Pakistán, el presidente del país partió para Europa. Tenía que inspeccionar sus propiedades; su hijo había de ser coronado como el líder futuro de Pakistán en un mitin en Birmingham, Inglaterra.

“1.000 muertos, el presidente está de vacaciones”: mientras las imágenes de un país ahogándose estaban siendo mostradas en la televisión europea, el presidente de Pakistán estaba de camino hacia su castillo del siglo XVI en la campiña francesa. La coronación en Birmingham fue pospuesta. Era demasiado grosero incluso para los leales. En su lugar, Zardari pronunció un atroz discurso y un anciano de Cachemira, cabreado por las tonterías que chorreaba, se puso en pie y lanzó uno de sus zapatos al presidente-hombre de negocios llamándolo “corrupto y ladrón”. Zardari abandonó la sala airado. “Zardari se une a Bush en el club de los zapatazos” fue el titular del periódico pakistaní de mayor difusión.

Algunos manifestantes ponían zapatos al lado de las fotografías de Zardari, mientras que otros sostenían pancartas con lemas del tipo “1.000 muertos, el presidente está de vacaciones”, “miles de muertos, millones sin casa” y “¿Están los Zardaris disfrutando de Inglaterra mientras Pakistán se ahoga?” Nada de eso ayudó a recaudar más dinero.

Mientras las imágenes de Pakistán para afrontar la crisis y la miseria del pueblo estaban mostrándose en la televisión europea, un helicóptero de la fuerza aérea francesa estaba transportando al hombre más rico de Pakistán hacia su propiedad europea más extravagante, el castillo del siglo XVI, Manoir de la Reine Blanche (mansión de la reina blanca), con sus cinco acres [un acre equivale a casi 4.047 metros cuadrados. NdT] de parques, lagos y bosques. Originalmente construida para la viuda del rey Felipe VI ahora es la propiedad del viudo paquistaní, el presidente Zardari. ¿Cómo puede permitírselo? Todo el mundo lo sabe. Con pagos bajo mano de las empresas que invierten en el país.

De vuelta a casa, el grupo Jang, el mayor imperio de medios de comunicación del país, fue advertido por el gobierno a actuar con cuidado y a no mostrar imágenes del incidente del zapatazo en el canal Geo de televisión. Hicieron caso omiso del aviso y en su lugar entrevistaron al lanzador del zapato.

Incapaces de frenar a YouTube, los hombres de Zardari apagaron Geo y otra red, ARY, en Karachi y partes de Sind. Y cientos de jiyalas de Zardari, esto es descerebrados leales del partido, se congregaron fuera de las oficinas de Geo en Karachi, arrojando piedras y zapatos. Todo ello como reacción a la decisión de Geo de informar del incidente del zapatazo.

Periódicos del grupo Jang se quemaron en todo Karachi. Ninguna aparición policial. Como reacción, Geo empezó a reproducir clips de Benazir Bhutto en defensa de la libertad de prensa. Siguen las inundaciones…


(*) Tariq Ali, nacido en Lahore (Pakistán) en 1943, es escritor, director de cine, historiador y activista político. Escribe habitualmente para The Guardian, Counterpunch, London Review of Books, Monthly Review, Z Magazine y New Left Review. Su libro más reciente es “The Protocols of the Elders of Sodom and other Essays”, publicado por Verso.