El presidente de EE.UU.,
Barack Obama, ha prometido que comenzará a retirar tropas de Afganistán en
julio de 2011, y como parte de los esbozos iniciales de esa estrategia de
salida, los talibanes han iniciado por primera vez negociaciones serias con
EE.UU. Los militares paquistaníes y Arabia Saudí actúan como intermediarios
para facilitar las conversaciones, declaró a Asia Times un alto responsable
de seguridad paquistaní directamente involucrado en el proceso de negociación.
Según el funcionario, el ejército
paquistaní ya ha estado en contacto con altos comandantes talibanes, incluido
Sirajuddin Haqqani. La información luego se pasa a los saudíes, quienes por
su parte se ponen en contacto con los estadounidenses.
En esta etapa no se ha
establecido un contacto directo con el líder talibán Mullah Omar, aunque de
costumbre no se involucra personalmente en semejantes conversaciones; son
manejadas por estrechos asociados.
El funcionario de seguridad
indicó, sin embargo, que a diferencia de los últimos nueve años desde el
derrocamiento de los talibanes y las operaciones de contrainsurgencia
dirigidas por EE.UU. en Afganistán, Mullah Omar ha mostrado una actitud
positiva y flexible.
Los talibanes han insistido
previamente en que todas las tropas extranjeras –calculadas actualmente en
150.000 soldados– abandonen Afganistán antes de que se puedan iniciar
conversaciones de paz. Aparte, el presidente afgano Hamid Karzai estableció
un Alto Consejo de Paz para facilitar conversaciones con dirigentes talibanes.
Las conversaciones iniciales
han cubierto dos áreas principales, el tema de unos 60 paquistaníes en la
prisión estadounidense de Guantánamo y al–Qaida.
“Una delegación de
funcionarios paquistaníes visitará pronto la prisión de la Bahía de Guantánamo
para entrevistar personalmente a los prisioneros paquistaníes. [Su liberación]
sería un gesto de buena voluntad del lado estadounidense, y también prepararía
el terreno para negociaciones entre los talibanes y Washington”, dijo el
funcionario paquistaní a ATol.
Otro elemento mencionado en
las conversaciones es la demanda estadounidense de mantener una presencia
militar en el norte de Afganistán, mientras acepta otorgar el control del sur
a los talibanes. Los talibanes no están de acuerdo, quieren una retirada
total de EE.UU. Éste sigue siendo un punto de considerable desacuerdo.
El factor
al–Qaida
Al–Qaida sigue siendo un
problema clave, EE.UU. no está interesado en ningún trato con el grupo y
quiere separar específicamente a los talibanes de al–Qaida.
EE.UU. ha insistido siempre
en que cualquier futuro gobierno de los talibanes tendría que expulsar a
al–Qaida de Afganistán. Los talibanes están de acuerdo, pero quieren que
se trate a al–Qaida "honorablemente”. La presencia de Osama bin Laden
y de su al–Qaida en Afganistán condujo a EE.UU. a invadir el país a
finales de 2001 como represalia por los ataques del 11 de septiembre de 2001
contra EE.UU.
Por su parte, al–Qaida,
armado de nuevos aliados, tiene su propia agenda no importa si los talibanes
hacen la paz con Washington o continúan con su guerra.
El jefe del ejército de
Pakistán, el general Ashfaq Parvez Kiani, reconoce plenamente lo delicado del
problema. El ejército no quiere barrer nada bajo la alfombra, apunta a
encarar todos los temas para que, cuando comiencen negociaciones más
avanzadas con los talibanes, todos los estorbos se hayan resuelto.
Los militares paquistaníes
han establecido un sistema de comunicaciones ocultas en las que los temas se
discuten con los dirigentes talibanes. Luego comparten las notas con
Washington y Riad simultáneamente. En este proceso, Arabia Saudí tiene un
papel central.
En vista del problema de
al–Qaida –que tiene el potencial de descarrillar cualquier esfuerzo por la
paz– Kiani fue recientemente a Riad y pasó cinco días en discusiones con
el rey Abdullah, el jefe de inteligencia príncipe Muqrin bin Abdul Aziz y
otros funcionarios. El tema central fue cómo rehabilitar a bin Laden y otros
ciudadanos saudíes, aparte de organizar un estatus de refugiados para otros
miembros de al–Qaida. Bin Laden fue despojado de su ciudadanía saudí en
los años noventa.
El director de la
Inteligencia Inter–Servicios de Pakistán, teniente general Ahmad Shuja
Pasha, fue enviado a Washington en relación con una propuesta para que al–Qaida
se vaya de Afganistán a Arabia Saudí.
La lucha de al–Qaida entra
a una fase decisiva, en la cual no necesita necesariamente la protección y
apoyo de los talibanes, a diferencia del año 2002, cuando al–Qaida había
sido fuertemente golpeado como resultado de los ataques de EE.UU. y reducido a
unos pocos miles de miembros en una milicia muy variopinta. También había
perdido una serie de dirigentes en la “guerra contra el terror”, muertos o
arrestados por Pakistán a partir del año 2002.
Desde entonces la organización
ha reanimado su situación, desde el Cáucaso a las áreas tribales paquistaníes,
desde India a Iraq y Somalia.
En Afganistán, el sudoeste
lo controla el clan Kandahari de Mullah Omar, mientras el sudeste está
totalmente bajo el comando de comandantes pro al–Qaida como Qari Ziaur
Rahman y Sirajuddin Haqqani. Sus fuerzas incluyen miles de no pastunes
vinculados a la Jundalá anti iraní y la poderosa Brigada 313 de Ilyas
Kashmiri. También cuentan con el apoyo de Laskhar–e–Jhangvi y por último,
pero no menos importante, de los pastunes de Tehrik–e–Taliban Pakistan (talibanes
paquistaníes).
Al–Qaida envió
recientemente a chechenos y uzbekos de las áreas tribales paquistaníes de
vuelta a las repúblicas centroasiáticas y Rusia. En el último ataque, el
jueves, 18 personas resultaron muertas y más de cien heridas en un atentado
suicida en la capital del norte de Ossetia, Vladikavkaz.
Bajo la estructura de comando
de Laskhar al–Zil, un ejército misterioso que incluye a varios grupos
vinculados a al–Qaida, este último se está restableciendo en Iraq, Yemen y
Somalia, y al mismo tiempo planifica la apertura de un nuevo y constante
frente en India.
Según contactos de AToL en
el campo combatiente, al–Qaida no objeta a que se llegue a un acuerdo de los
talibanes con Washington si allana el camino para una retirada estadounidense
de Afganistán. Al–Qaida simplemente abandonaría Afganistán y aumentaría
sus operaciones en Pakistán e India. Al–Qaida ya ha aumentado sus ataques
en Pakistán para crear espacio para sus operaciones.
En las últimas semanas,
grupos vinculados a al–Qaida como Tariq Afridi han llegado a acuerdos con el
señor de la guerra local Mangal Bagh para atacar ciudades importantes en la
intranquila provincia Khyber Pakhtoonkhwa, incluyendo Kohat y la capital
Peshawar.
El comandante Badr Mansur ha
sido encargado de aumentar las actividades en ciudades cercanas a las áreas
tribales, incluidas Dera Ismail Khan, Bannu y Lucky Marwat. Se ha pedido a
Sabir Mehsud de Lashkar–e–Jhangvi que aumente los ataques en los
principales centros urbanos de Islamabad, Lahore, Karachi y Quetta, mientras
se ha ordenado al comandante Bin Yameen que movilice a sus cuadros en el Valle
Swat.
Aunque el proceso de diálogo
entre los talibanes y Washington está en sus comienzos, al–Qaida está
encaminado a establecer una infraestructura para demostrar que es el verdadero
protagonista del próximo partido y no algún Estado, el ejército o los
talibanes.
(*)
Syed Saleem Shahzad es jefe de la Sección Pakistán de Asia Times.