No
existe la menor duda de que Estados Unidos es cuando menos moralmente
responsable de la escandalosa farsa de elecciones que tuvieron lugar en Egipto
el 28 de noviembre. La descarada falsificación de la voluntad del pueblo
egipcio no habría ocurrido de no ser por el nada ético apoyo de Estados
Unidos al régimen de Mubarak.
Con una participación que no
excede el 10/15% de los votantes, se considerado que las elecciones han sido
“descaradamente fraudulentas” y “probablemente las más fraudulentas de
la historia de Egipto”.
Las elecciones no se vieron empañadas
por una pequeña cantidad de irregularidades, al contrario, el régimen ha
utilizado todos los métodos ilegales, incluso criminales, imaginables para
intimidar y ahuyentar a los votantes sospechosos de tener la intención de
votar a la oposición, especialmente a los Hermanos Musulmanes.
Según fuentes independientes,
el régimen recurrió al fraude generalizado prohibiendo observadores
independientes en los colegios electorales, metiendo papeletas en las urnas y
comprando votos para asegurar la victoria de los candidatos favorables al régimen.
En algunas zonas se vio a los
candidatos del gobierno entregando dinero y comida a los votantes cerca de los
colegios electorales.
Además, las elecciones del
domingo fueron testigo de una violencia más que esporádica. Se vio a baltagiya
o bandas de intimidantes jóvenes proclives al régimen merodeando por los
colegios electorales para asustar a los partidarios de los Hermanos
Musulmanes. Associated Press citó a una mujer que afirmaba que “la gente
tiene miedo de salir de casa. Todo el mundo tiene miedo de los matones”.
Otro hombre de El Cairo afirmó:
“Sería un insulto al lenguaje llamar elecciones a lo que está
ocurriendo”.
Según una coalición de
observadores de derechos humanos locales e internacionales, las elecciones
“carecieron de transparencia y se vieron empañadas por un fraude
generalizado”.
Además de la atmósfera de
miedo y terror fomentada por las fuerzas de seguridad del régimen y por los
matones civiles de éste, se prohibió la entrada [a los colegios electorales]
a observadores independientes de grupos de derechos humanos, e incluso algunos
fueron detenidos.
Se citaron las palabras de un
observador de derechos humanos, que había sido acreditado por la comisión
electoral, en las que decía que “la seguridad está dirigiendo el show”.
De hecho, podríamos seguir
describiendo el sucio juego de violar la voluntad de ochenta millones de
egipcios que trataron, aunque fracasaron, de restaurar su dignidad y libertad
usurpadas por un régimen autocrático y corrupto.
En su histórico discurso
pronunciado en El Cairo el 4 de junio de 2009 el presidente Obama se
comprometió a mejorar las difíciles relaciones entre Estados Unidos y el
mundo musulmán. Afirmó: “Hemos venido aquí a buscar un nuevo comienzo
entre Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo, uno basado en el interés
mutuo y en el respeto mutuo”.
El presidente estadounidense
hizo muchas otras observaciones que prometían buena voluntad hacia los
musulmanes en general. También invocó el espíritu de la democracia
afirmando que las personas de todo el mundo deberían poder expresar su opinión
acerca de cómo son gobernadas.
“Pero tengo la firme creencia
de que todas las personas anhelan ciertas cosas: la posibilidad de expresar lo
que piensan y opinar acerca de cómo se es gobernado; confianza en el imperio
de la ley y en una administración equitativa de la justicia, en un gobierno
que es transparente y no roba al pueblo: la libertad de vivir como elija cada
persona. No son simplemente ideas estadounidenses, son derechos humanos y por
eso los apoyaremos en cualquier parte”.
A decir verdad, el régimen
egipcio no habría llegado a este nivel de depravación, corrupción, tiranía
y represión si no fuera por el apoyo, la aquiescencia y el silencio
estadounidenses.
Altos cargos estadounidenses
afirman con frecuencia que está animando a gobiernos despóticos del mundo árabe
a iniciar reformas democráticas y a que respeten tanto los derechos humanos
como las libertades civiles. Sin embargo, todo el mundo sabe muy bien,
incluidos los propios regímenes represivos, que Estados Unidos realmente no
quiere decir eso y que todas las reacias y poco entusiastas declaraciones públicas
acerca de la democracia y los derechos humanos en países como Egipto, Arabia
Saudí, Jordania y los demás regímenes títeres de Estados Unidos en la región
musulmano–árabe se pronuncian sólo para engañar a las masas.
En realidad, uno no se permitiría
hacer pronósticos exagerados si no supusiera que el propio Estados Unidos
pide en privado a estos regímenes represivos que no tome demasiado en serio
sus críticas en relación a los derechos humanos ya que estas críticas se
hacen sólo por motivos propagandísticos.
En última instancia, Estados
Unidos nunca ha demostrado un compromiso real, absoluto y consecuente con la
democracia y los derechos humanos en ninguna parte del mundo. Las relaciones
desde hace muchos años entre este gran imperio y una larga lista de tiranías,
incluyendo a indecentes tiranos, de todo el mundo ilustra este horrible
retrato de la duplicidad moral de Estados Unidos. La lista es demasiado larga
para confinarla a unas pocas líneas.
La tiranía en Egipto fundada y
respaldada por Estados Unidos recuerda mucho al respaldo dado por Estados
Unidos al régimen del Sha en Irán antes de la Revolución Islámica en 1978.
Estados Unidos regaló al Sha todo tipo de armas último modelo con la
esperanza de mantenerlo y perpetuarlo aferrado al poder. Se dio carta blanca
al infame SAVAK [*] para asesinar, torturar y violar a los iraníes mientras
que el régimen se aseguraba de suprimir cualquier gesto de disidencia pública.
Incluso cuando el régimen del
Sha mostraba signos de debilidad y fatiga, el presidente Carter siguió
describiendo al Irán del Sha como “una isla de estabilidad en una de las
zonas más turbulentas del mundo”.
Conocemos el resto de la
historia.
Sin lugar a dudas, el Egipto de
Mubarak no es exactamente una copia del Irán de la era del Sha, pero existen
unas similitudes sorprendentes. En el Egipto de hoy, como en el Irán de
entonces, reina la represión, la corrupción es galopante, la pobreza
impactante y está extendida la represión política.
Existe demasiada furia congelada
y demasiado estado policial. Rutinariamente se detiene a la gente, se la
maltrata e incluso tortura simplemente por expresar lo que piensa. El propio régimen
es cada vez más inseguro y a menudo trata de compensar esta inseguridad
redoblando la represión del activismo político o de cualquiera persona a la
que se considere una amenaza para el régimen.
Y en medio de esta lúgubre atmósfera,
el presidente Mubarak está preparando a su hijo Gamal para sucederle mientras
que Egipto, fundamentalmente gracias a la autocracia absoluta de Mubarak, se
ha transformado en la práctica en una república nominal que es en realidad
un reino, ¡un reino republicano!
Que Dios proteja a Egipto de sus
enemigos internos y externos. Amen.
N.
de la T.:
(*) SAVAK
(en persa, Organización de Seguridad e Inteligencia Nacional) era el servicio
de inteligencia y seguridad interior de Irán desde 1957 a 1979. Se ha
descrito como la "más odiada y temida institución" del Irán
anterior a la revolución de 1979 ya que estaba asociada con la CIA y su
tortura y ejecución de opositores al régimen. Llegó a tener hasta 60.000
agentes en sus filas. Se ha calculado que para la época en que fue
desmantelada definitivamente en 1979 por la Revolución Iraní, hasta un
tercio de los hombres iraníes tenían algún tipo de conexión con el SAVAK
como informantes o agentes.
Aumentan las
denuncias de fraude y víctimas
El Cairo.– Urnas repletas,
votos comprados, muertos en protestas. Aumentan las críticas a la primera
vuelta de las elecciones en Egipto, en las que la prensa ya anticipa un
triunfo arrollador del partido en el poder y un descenso de escaños de los
islamistas.
Los Hermanos Musulmanes,
principal fuerza de oposición, denuncian un fraude masivo y ponen como
ejemplo que el régimen seguía sin hacer públicos casualmente los resultados
de las circunscripciones donde candidatos islamistas son favoritos o tendrían
posibilidades de sacar escaño. Denunciaron, asimismo, la detención de un
centenar de sus seguidores durante la jornada electoral del pasado domingo.
El diario «Chourouq» citaba en
su edición de ayer el testimonio de un juez contra los fraudes.
Periódicos y observadores
informaban de la muerte de entre dos y cuatro personas en acciones que se
atribuyen a elementos paramilitares del partido en el Gobierno. «Estas
elecciones tienen un regusto de sangre y huelen a podrido», señaló la
Coalición Independiente para la observación de las elecciones, que ha
censado 83 casos de irregularidades en trece de las 30 gobernaciones de
Egipto.
Human Rights Watch ha denunciado
la prohibición a la oposición de estar presente en los colegios, así como
las informaciones que alertan del fraude y las presiones violentas. El régimen
se felicitó por «el alto grado de transparencia» electoral.
El recuento
oficial da como vencedor total
al partido de Mubarak
El Cairo.– Sin dar ningún
margen a la sorpresa y haciendo caso omiso a las denuncias de fraude, Egipto
proclamó ayer el resultado oficial de las elecciones del domingo: el partido
del presidente Hosni Mubarak se impuso y la oposición islamista desaparece
del Parlamento.
Los resultados oficiales de la
primera vuelta de las elecciones legislativas muestran una clara victoria del
Partido Nacional Demócrata (PND, en el poder) y una derrota de la oposición
islamista tras un escrutinio marcado por las acusaciones de fraude.
Los observadores y la prensa
citaron numerosos casos de violencia e irregularidades. EEUU se ha declarado
«decepcionado y consternado» por estas informaciones y considera que «ponen
en duda la justicia y la transparencia del proceso electoral».
Según el diario gubernamental
«Al–Ahram», el PND ha logrado 170 de los 508 escaños en liza en la
primera vuelta que se celebró el domingo, es decir, un tercio del Parlamento,
mientras que los Hermanos Musulmanes, que controlaban un quinto de la Asamblea
saliente, no logran ni un solo escaño.
«Los Hermanos... cero»,
escribió el diario independiente «Al–Masri al–Yom», que habla de «dominio»
del PND.
«Al–Ahram» y «Al–Masri
al–Yom» informan asimismo de que la oposición laica únicamente ha logrado
seis escaños, de los que tres son para el partido liberal Wafd.
«Una asamblea sin oposición»,
titulaba en portada el diario independiente «Al–Shuruq», añadiendo que en
la segunda vuelta, que se celebrará el 5 de diciembre, «el PND se enfrentará
a sí mismo».
En un comunicado, Wafd pidió a
la comisión electoral que suspenda el anuncio de los resultados hasta que se
investiguen todas las quejas, al considerar que el Gobierno «no ha respetado
la promesa presidencial de garantizar la transparencia de las elecciones».