Rebelión en Egipto
y el mundo árabe

La crisis egipcia y las alternativas de la política exterior de EEUU

La apuesta al gatopardismo

Por Atilio A. Boron (*)
Blog atilioboron.com, 30/01/10

En el día de ayer Hillary Clinton declaró ante la prensa que lo que había que evitar a toda costa en Egipto era un vacío de poder. Que el objetivo de la Casa Blanca era una transición ordenada hacia la democracia, la reforma social, la justicia económica, que Hosni Mubarak era el presidente de Egipto y que lo importante era el proceso, la transición. A diferencia de lo ocurrido en otra ocasión, el presidente Obama no exigiría la salida del líder caído en desgracia.

Como no podría ser de otro modo, las declaraciones de la secretaria de Estado reflejan la concepción geopolítica que Estados Unidos ha sostenido invariablemente desde la Guerra de los Seis Días, en 1967, y cuya gravitación se acrecentó después del asesinato de Anwar el–Sadat en 1981, y la asunción de su por entonces vicepresidente, Hosni Mubarak. Sadat se había convertido en una pieza clave para Estados Unidos e Israel –y de paso le confirió a Egipto la misma categoría– al ser el primer jefe de estado de un país árabe en reconocer al Estado de Israel y al firmar un tratado de paz entre Egipto y ese país el 26 de marzo de 1979. Las dudas y los rencores que aún abrigaban Sadat y el primer ministro israelí Menájem Begin como consecuencia de cinco guerras y que tornaban en interminables las negociaciones de paz fueron rápidamente dejados de lado cuando tanto ellos como el presidente James Carter se notificaron que el 16 de enero de ese año un estratégico aliado pro–norteamericano en la región, el sha de Irán, había sido derrocado por una revolución popular y buscado refugio en Egipto. La caída del sha fue seguida por el nacimiento de la república islámica bajo la conducción del ayatolá Ruhollah Jomeini, para quien Estados Unidos y la entera “civilización americana” no eran otra cosa que el “Gran Satán”, el enemigo jurado del Islam.

Si la violenta eyección del sha sacudía el tablero de Medio Oriente, no eran mejores las noticias que provenían del convulsionado traspatio centroamericano: el 19 de julio de 1979 el Frente Sandinista entraba a Managua y ponía fin a la dictadura de Anastasio Somoza, complicando aún más el cuadro geopolítico norteamericano. A partir de ese momento, el delicadísimo equilibrio de Medio Oriente tendría en Egipto el ancla estabilizadora que la política exterior norteamericana se encargó de reforzar a cualquier precio, aún a sabiendas de que bajo el reinado de Mubarak la corrupción, el narcotráfico y el lavado de dinero crecían a un ritmo que sólo era superado por el proceso de pauperización y exclusión social que afectaba a sectores crecientes de la población egipcia; y que la feroz represión ante los menores atisbos de disidencia y las torturas eran cosas de todos los días.

Por eso suenan insoportablemente hipócritas y oportunistas las exhortaciones del presidente Obama y su secretaria de Estado para que un régimen corrupto y represivo como pocos en el mundo –y al cual Estados Unidos mantuvo y financió por décadas– se encamine por el sendero de las reformas económicas, sociales y políticas. Un régimen, además, donde Washington podía enviar prisioneros para torturar sin tener que enfrentar molestas restricciones legales y la estación de la CIA en El Cairo podía operar sin ninguna clase de obstáculos para llevar adelante su “guerra contra el terrorismo”. Un régimen, además, que pudo bloquear Internet y la telefonía celular y que apenas si despertó una mesurada protesta por parte de Washington. ¿Habría sido igual de tibia la reacción si quien hubiera cometido tales tropelías hubiese sido Hugo Chávez?

Dado que Mubarak parecería haber cruzado el punto de no retorno, el problema que se le presenta a Obama es el de construir un “mubarakismo” sin Mubarak; es decir, garantizar mediante un oportuno recambio del autócrata la continuidad de la autocracia pro–norteamericana. Como decía el Gatopardo, “algo hay que cambiar para que todo siga como está”. Esa fue la fórmula que sin éxito alguno Washington intentó imponer en los meses anteriores al derrumbe del somocismo en Nicaragua, apelando a la figura de un personaje del régimen, Francisco Urcuyo, presidente del Congreso Nacional, cuya primera y prácticamente última iniciativa como fugaz presidente fue la de solicitar al Frente Sandinista, que venía aplastando a la guardia nacional somocista por los cuatro rincones del país, que depusiera las armas. Lo depusieron a él al cabo de pocos días, y en el habla popular nicaragüense el ex presidente pasó a ser recordado como “Urcuyo, el efímero”.

Lo que ahora está intentando la Casa Blanca es algo similar: presionó a Mubarak para que designara a un vicepresidente en la esperanza de que no reeditase el fiasco de Urcuyo. La designación no pudo haber sido más inapropiada pues recayó en el jefe de los servicios de inteligencia del ejército, Omar Suleimán, un hombre aún más refractario a la apertura democrática que el propio Mubarak y cuyas credenciales no son precisamente los que anhelan las masas que exigen democracia. Cuando éstas ganaron las calles y atacaron numerosos cuarteles de la odiada policía y de los no menos odiados espías, soplones y organismos de la inteligencia estatal, Mubarak designa al jefe de estos servicios nada menos que para liderar las reformas democráticas. Es una broma de mal gusto y así fue recibida por los egipcios, que siguieron tomando las calles convencidos de que el ciclo de Mubarak se había terminado y que había que exigir su renuncia sin más trámite.

En la tradición del socialismo marxista se dice que una situación revolucionaria se constituye cuando los de arriba no pueden dominar como antes y los de abajo ya no quieren ser dominados como antes. Los de arriba no pueden porque la policía fue derrotada en las luchas callejeras, y los oficiales y soldados del ejército confraternizan con los manifestantes en lugar de reprimirlos. No sería de extrañar que alguna otra filtración tipo Wikileaks devele las intensas presiones de la Casa Blanca para que el anciano déspota abandone Egipto cuanto antes para evitar una reedición de la tragedia de Teherán. Las alternativas que se abren para los Estados Unidos son pocas y malas: a) sostener el régimen actual, pagando un fenomenal costo político no sólo en el mundo árabe para defender sus posiciones y privilegios en esa crucial región del planeta; b) una toma del poder por una alianza cívico–militar en donde los opositores de Mubarak estarán destinados a ejercer una gravitación cada vez mayor o, c) la peor de las pesadillas, si se produce el temido vacío del poder que sean los islamistas de la Hermandad Musulmana quienes tomen el gobierno por asalto.

Bajo cualquiera de estas hipótesis las cosas ya no serán como antes, pues aún en la variante más moderada la probabilidad de que un nuevo régimen en Egipto continúe siendo un fiel e incondicional peón de Wa–shington es sumamente baja y, en el mejor de los casos, altamente inestable. Y si el desenlace es el radicalismo islamista la situación de Estados Unidos e Israel en la región se tornará en extremo vulnerable, habida cuenta de que el efecto dominó de la crisis que comenzó en Túnez y siguió en Egipto ya se está dejando sentir en otros importantes aliados de Estados Unidos, como Jordania y Yemen, todo lo cual puede profundizar la derrota militar norteamericana en Irak y precipitar una debacle en Afganistán. De cumplirse estos pronósticos, el conflicto palestino–israelí adquiriría inéditas resonancias cuyos ecos llegarían hasta los suntuosos palacios de los emiratos del Golfo y la propia Arabia Saudita, cambiando dramáticamente y para siempre el tablero de la política y la economía mundiales.


(*) Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales.


Revelaciones de WikiLeaks

El apoyo secreto de Estados Unidos a activistas rebeldes

Curándose en salud

Por Tim Ross, Matthew Moore y Steven Swinford
The Telegraph, Londres, 28/01/11
Traducción de Gus Canadian

[Comentario de SoB: Este interesante documento de WikiLeaks refleja cómo, curándose en salud, igual que en otras ocasiones, el Departamento de Estado tendió lazos preventivos hacia la oposición. Hoy esto le facilita intentar la “operación recambio” de Mubarak mediante una “transición democrática” que incluye necesariamente la cooptación de dirigentes y activistas opositores... Pero la profundidad y la fuerza de esta colosal rebelión y de los reclamos populares no van a hacer esto fácil.]

La Embajada Americana en El Cairo ayudó a un joven disidente a asistir a una cumbre para activistas patrocinada por Estados Unidos en Nueva York, mientras trabajaba para mantener en secreto su identidad ante la policía estatal egipcia.

A su regreso a El Cairo en diciembre de 2008, el activista dijo a diplomáticos estadounidenses que una alianza de grupos de la oposición había elaborado un plan para derrocar al presidente Hosni Mubarak e instalar un gobierno democrático en 2011.

>>> Aquí, el documento secreto en su totalidad <<<

El activista ya ha sido detenido por las fuerzas de seguridad de Egipto en relación con las manifestaciones y su identidad está protegida por el Daily Telegraph.

La crisis en Egipto sigue a la caída del presidente Zine al-Abedine Ben Ali en Túnez, quien huyó del país tras las protestas generalizadas que le hicieron renunciar a su cargo.

Las revelaciones, contenidas en los despachos diplomáticos secretos estadounidenses publicados anteriormente por WikiLeaks, muestran como los funcionarios estadounidenses presionaron al gobierno de Egipto para que libere a otros disidentes que habían sido detenidos por la policía.

Mubarak, que enfrenta el mayor desafío a su autoridad en sus 31 años en el poder, ordenó al ejército que salga ayer a las calles de El Cairo mientras los disturbios estallaron a lo largo y a lo ancho de Egipto.

Decenas de miles de manifestantes antigubernamentales tomaron las calles en abierto desafío al toque de queda. Una explosión sacudió el centro de El Cairo, mientras miles desafiaron las órdenes de regresar a sus hogares. A medida que la violencia escalaba, se veían llamas cerca de la sede del gobernante Partido Nacional Democrático.

La policía disparó balas de goma y utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua en un intento por dispersar a la multitud.

Al menos cinco personas murieron ayer en El Cairo solamente y se reportaron 870 heridos, algunos con varias heridas de bala. Mohamed ElBaradei, el líder pro-reforma y Premio Nobel de la Paz, fue puesto bajo arresto domiciliario después de regresar a Egipto para unirse a los disidentes. Los disturbios también se llevaron a cabo en Suez, Alejandría y otras ciudades importantes en todo el país.

William Hague, Secretario de Relaciones Exteriores, instó al gobierno egipcio a prestar atención a las "legítimas demandas de los manifestantes". Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de EE.UU., dijo que estaba "profundamente preocupada por el uso de la fuerza" para reprimir las protestas.

En una entrevista para el canal de noticias estadounidense CNN, que será transmitido mañana, David Cameron, dijo: "Creo que lo que necesitamos es una reforma en Egipto. Quiero decir, apoyar la reforma y el progreso para el fortalecimiento mayor de la democracia y los derechos civiles y el imperio de la ley. "

El gobierno de EE.UU. ya ha sido anteriormente un partidario del régimen del señor Mubarak. Pero los documentos filtrados muestran la medida en que Estados Unidos estaba ofreciendo apoyo a los activistas pro-democracia en Egipto, mientras que alaba públicamente a Mubarak como un importante aliado en el Oriente Medio.

En un despacho diplomático secreto, enviado el 30 de diciembre de 2008, Margaret Scobey, la embajadora de EE.UU. en El Cairo, constataba que grupos de la oposición habían llamado a supuestos planes secretos para un "cambio de régimen" que tendrían lugar antes de las elecciones, previstas para septiembre de este año.

El memorando, que la Embajadora Scobey envió a la Secretaria de Estado de EE.UU. en Washington DC, fue marcada como "confidencial" y decía: "6 de abril, activistas en su visita a EE.UU. y el cambio de régimen en Egipto"

Se dijo que el activista afirmó que "varias fuerzas de la oposición" habían "acordado antes de la programada elecciones presidenciales de 2011 apoyar un plan escrito para la transición a una democracia parlamentaria, con la participación de una presidencia menos ejecutiva y un primer ministro y un parlamento con más poder." La fuente de la embajada dijo que el plan era "tan sensible que no podía ser escrito".

La Embajadora Scobey se preguntó si ese "poco realista" complot podía trabajar, o alguna vez existió siquiera. Sin embargo, los documentos muestran que el activista había sido abordado por los diplomáticos de EE.UU. y había recibido de los funcionarios en Washington un amplio apoyo para su campaña a favor de la democracia. La embajada ayudó al activista a asistir a una "cumbre" para los activistas de la juventud en Nueva York, que fue organizado por el Departamento de Estado.

Funcionarios de la embajada en El Cairo advirtieron a Washington que la identidad del activista debía ser mantenida en secreto debido a que podría enfrentarse a "represalias" a su regreso a Egipto. Unos años antes, el activista ya había sido torturado durante tres días por la seguridad del Estado egipcio después de ser arrestado por participar en una protesta.

Las protestas en Egipto están siendo impulsados por el movimiento juvenil 6 de abril, un grupo en Facebook que ha atraído a los miembros, en su mayoría jóvenes y educados, que se oponen a Mubarak. El grupo cuenta con unos 70.000 miembros y utiliza las redes sociales para organizar protestas e informar sobre sus actividades.

Los documentos entregados por WikiLeaks revelan que funcionarios de la embajada de EE.UU. estuvieron en contacto regular con el activista a lo largo de 2008 y 2009, considerándolo como una de sus fuentes más confiables para obtener información sobre violaciones de los derechos humanos.


Israel presiona a EEUU y a la UE para que
apoyen incondicionalmente a Mubarak

Agence France–Press (AFP), 31/01/11

"Es necesario frenar las críticas públicas contra el régimen", afirma el Gobierno de Netanyahu en un mensaje confidencial, revelado por diario 'Haaretz'.

Israel vive con preocupación la situación en Egipto, su mejor aliado en la región, dada la incertidumbre que existe sobre qué cambio político surgirá de la revuelta popular. Según publica este lunes el rotativo israelí Haaretz, el Gobierno de Tel–Aviv está presionando a Estados Unidos y a la Unión Europea, que se han manifestado a favor de una transición ordenada y de un cambio democrático, para que den apoyo al régimen del presidente Hosni Mubarak.

Israel pide “frenar las críticas públicas contra Mubarak”

Según Haaretz, Israel ha enviado mensajes confidenciales a EEUU y a los países europeos en los que les pide ayuda para garantizar la estabilidad del régimen. En dichos mensajes, el Gobierno hebreo subraya que es "de interés para Occidente" y para "la unidad de Oriente Próximo mantener la estabilidad del régimen en Egipto". "Es necesario frenar las críticas públicas contra Mubarak", subraya el mensaje, que ha sido enviado este pasado fin de semana, según el rotativo.

Un portavoz del primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha rechazado comentar esta información. Hasta el momento el Gobierno de Israel había optado por el silencio ante las masivas manifestaciones populares contra Mubarak. Netanyahu había ordenado incluso a sus ministros que se abstuvieran de hacer declaraciones sobre este asunto. El primer ministro hizo sus primeras manifestaciones al respecto el domingo y en ellas se limitó a decir que Israel quiere preservar la paz con Egipto así como "la estabilidad y la seguridad regional". "La paz con Egipto dura ya más de 30 años. Nuesto objetivo es que continúe", apuntó Netanyahu.

Egipto e Israel firmaron en 1979 un acuero de paz que incluía la retirada de los israelís de los territorios egipcios conquistados por el Ejército hebreo durante la guerra de junio de 1967. Aunque esta paz ha sido considerada siempre como "fría, limitada a las relaciones diplomáticas, lo cierto es que ha resistido dos guerras en El Líbano (1982 y 2006), dos intifadas palestinas (1987 y 2000) y el bloqueo del proceso de paz entre israelís y palestinos.


Tel Aviv presiona a sus aliados para que no critiquen al régimen egipcio

El presidente de Israel expresa su
apoyo incondicional a Mubarak

El País, 31/01/11

El presidente de Israel, Simón Peres, ha manifestado hoy su apoyo explícito a Hosni Mubarak, al expresar su posición sobre la revuelta egipcia. "Siempre hemos tenido y tenemos gran respeto por el presidente Mubarak. No decimos que todo lo que haga sea correcto, pero hizo una cosa por la que le estamos agradecido: mantener la paz en Oriente Próximo", ha dicho Peres, insistiendo en que "un régimen fanático y religioso en Egipto no será mejor que la falta de democracia".

Esta explicita declaración llega poco después de que Israel pidiera a EEUU, China, Rusia y varios países europeos que bajen el tono de sus críticas al régimen de Mubarak. Según informa el diario Haaretz, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí remitió el sábado un cable a sus embajadas en Estados Unidos, Canadá, China, Rusia y varios países europeos. En el mensaje las autoridades israelíespidieron a sus diplomáticos que transmitieran "lo antes posible" a los gobiernos occidentales la importancia de preservar "la estabilidad en Egipto". En los últimos días, Tel Aviv ha tratado de convencer a sus aliados de que es necesario mantener en el poder a Mubarak, que ha garantizado el cumplimiento del acuerdo de paz firmado entre Egipto e Israel con los Acuerdos de Camp David en 1978.

En los últimos días Israel había mantenido un perfil bajo ante los acontecimientos que transcurren en el país vecino, que amenazan no sólo con derrocar al régimen, sino también con extenderse a otros países de la región. Netanyahu ha pedido a sus ministros que mantengan extrema cautela y que no hagan declaraciones a los medios de comunicación. Él mismo ha tardado cinco días en abordar en público el asunto y lo hizo sólo para señalar que su objetivo es mantener la paz con Egipto, "esté quien esté en el poder". Los dirigentes israelíes temen que la caída de Mubarak pueda dar paso, tras un periodo de transición, al ascenso de los islamistas Hermanos Musulmanes, que gozan de amplio apoyo popular pese a estar su partido ilegalizado.

Por otro lado,EE UU y varios países europeos han pedido a Mubarak que no utilice la violencia contra las manifestaciones populares y que ponga en marcha reformas democráticas. La secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, instó ayer al Gobierno egipcio a iniciar un proceso de diálogo con la oposición para garantizar una transición a "una democracia real". Desde Europa se ha pedido también a Mubarak contención con los manifestantes y la introducción de reformas.

"Los norteamericanos y los europeos se están dejando llevar por su opinión pública y no están tomando en cuenta sus intereses reales", dijo a Haaretz un alto cargo israelí. "Aunque critiquen a Mubarak, tienen que hacer que sus amigos sientan que no están solos. Jordania y Arabia Saudí están viendo las reacciones de Occidente, cómo todo el mundo está abandonando a Mubarak, y eso tendrá serias implicaciones", advirtió.