Los manifestantes comienzan a
tomar el centro de El Cairo.–El presidente encarga un
“aumento de la democracia” al nuevo primer ministro.
–El 'rais' apela a las Fuerzas Armadas para permanecer en
el cargo.
La oposición egipcia, que reclama
desde el inicio de las revueltas el fin de la presidencia de
Hosni Mubarak, ha elevado este lunes varios grados su acoso
al régimen con la convocatoria de una huelga general a
partir de hoy mismo en todo el país. Además, los líderes
opositores han anunciado una gran protesta, a la que han
llamado "la marcha del millón de personas", para
demostrar su fuerza y que tendrá lugar mañana en las
calles de El Cairo.
Grupos de manifestantes han empezado a
llenar esta mañana la emblemática plaza de Tahrir,
epicentro de la revuelta en El Cairo, para mantener el pulso
de la protesta y dar el relevo a aquellos que han pasado allí
acampados la última noche en claro desafío al toque de
queda impuesto por el Gobierno de Mubarak. Según Reuters,
los soldados desplegados en esa zona se limitan a pedir la
documentación a los manifestantes, que gritán cánticos de
"Abajo Mubarak". La situación por el momento es
tranquila y la confraternización entre manifestantes y
soldados continúa. De hecho, el papel del Ejército sigue
siendo la clave para desatascar el conflicto y la institución
todavía mantiene su papel de garante de la seguridad y
también del actual régimen. "El Ejército tiene que
elegir entre Egipto y Mubarak", advierte una de las
pancartas desplegadas hoy en la plaza.
Mientras, Mubarak, acuciado por los
manifestantes que no abandonan las calles, por la oposición
que reclama un vuelco en la política egipcia, y por sus
aliados internacionales –especialmente EE UU– que ya
casi no quieren que les vean devolviéndole el saludo, dio
la pasada noche un paso más para defender su permanencia en
el poder. En una intervención televisada ha pedido a su
nuevo primer ministro, Ahmad Shafiq, que active reformas
para promover la democracia y restablezca la confianza en la
economía.
Después de seis días de protestas
–y 30 años de inmovilismo– las reformas que Mubarak ha
llegado a la conclusión de que hay que impulsar
urgentemente deben partir de un diálogo profundo con la
oposición, explicó la noche del domingo en el canal
estatal Nile TV. La prioridad que ha fijado para Shafiq es
la reducción del paro y la contención de la inflación
para satisfacer las demandas de los ciudadanos.
Pero la gran conclusión que se puede
extraer del discurso de anoche es que Mubarak no está
dispuesto a abandonar el poder fácilmente pese a los 125
muertos y los miles de heridos que ha dejado ya la revuelta.
Durante el domingo el acorralado presidente ya se ocupó de
dar una muestra de fuerza al reunirse con los mandos
militares más importantes, entre ellos su nuevo
vicepresidente, el poderoso jefe de inteligencia, Omar
Suleimán, el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, y
el jefe del Estado Mayor Dami al Anan. La exhibición de músculo
se acompañó del sobrevuelo muy bajo de dos aviones caza
sobre la plaza Tahrir, en donde se concentraban los
manifestantes de la capital egipcia por sexta jornada
consecutiva. El paso de los cazas se produjo poco antes de
que entrara en vigor el toque de queda, a las 16.00 hora
local, pero a pesar del nerviosismo que causó, los miles de
personas que se concentraban allí siguieron coreando lemas
contra Mubarak y su nuevo Gabinete: "Hosni Mubarak,
Omar Suleimán, los dos sois agentes de los
estadounidenses". "Mubarak, Mubarak, el avión te
espera", era otro de los lemas.
Responsabilidad para el
Gobierno
En respuesta al empuje popular, antes
de comparecer en televisión Mubarak ya envió una carta a
Shafiq instándole a que el recientemente formado Gobierno
aplique políticas sociales. Entre ellas destaca la
preservación de los subsidios, el control de la inflación
o la ampliación de ofertas de empleo. "Te pido que
devuelvas la confianza en nuestra economía", pedía
solícitamente el presidente a su nuevo primer ministro:
"Confío en tu habilidad para implementar políticas
económicas que estén de acuerdo con las altas
preocupaciones del pueblo".
Mientras, en el otro espectro político,
los partidos opositores que hasta las últimas elecciones
tenían presencia parlamentaria, incluidos los Hermanos
Musulmanes, se han reunido en un Parlamento alternativo para
tratar de buscar una salida a la crisis y planificar la
transición. Como resultado de la reunión, ayer se creó un
comité de 10 personas –conformado por varios líderes de
partidos, incluso algunos ilegalizados– para analizar con
el Ejército el final del régimen de Mubarak y su salida
del país.
Mohamed El Baradei, premio Nobel de la
Paz y exjefe del Organismo Internacional de Energía Atómica,
se ha erigido como el líder de la oposición y exige la
salida inmediata de Mubarak del poder para "salvar a
Egipto", según una entrevista con CNN. "Nuestro
país se está desmoronando", aseguró. "Mubarak
necesita irse hoy... para que se produzca una transición
suave hacia un gobierno de unidad nacional, que fije todas
las medidas para unas elecciones libres y justas", dijo
ayer El Baradei. La oposición parece haber asumido el paper
de liderazgo del exdiplomático e incluso los Hermanos
Musulmanes le reconocieron sin tapujos ayer como su
interlocutor con el Gobierno en la etapa de transición que
consideran que se debe abrir a partir de ahora.
Sigue el caos
Ciudadanos armados de palos y cuchillos
continuaban esta noche patrullando las calles del país para
defender sus propiedades, sobre todo en las zonas de clase
media y alta, siguiendo el llamamiento del propio Ministerio
de Defensa.
Pese a los anuncios oficiales, la policía
continuaba anoche ausente de la mayor parte de El Cairo, y
el ejército solo protegía algunas zonas claves de la
ciudad, informaba Al Yazira. La cadena asegura que el Ejército
tiene órdenes de blindar las grandes atracciones turísticas
del país, especialmente Charm el Cheij, a orillas del mar
Rojo, mientras continúen los disturbios. En un contexto de
desastre económico, Egipto intenta evitar que se hunda su
principal fuente de ingresos.
La confraternización entre
manifestantes y soldados, a bordo de tanques cada vez más
numerosos en el centro de El Cairo, se mantuvo ayer, aunque
fue posible percibir ciertos signos de impaciencia: la gente
empezaba a estar harta de que su victoria en la calle no se
reflejara en la caída del régimen, y los soldados
empezaban a estar hartos de abrazos, besos y esperas. No se
resquebrajaba en absoluto, en cualquier caso, la convicción
popular de que el Ejército no dispararía contra la
multitud.
"El general Annan [jefe del Estado
Mayor] tiene que dar ya un puñetazo sobre la mesa y enviar
a Mubarak a Tel Aviv", dijo Tarik, un electricista de
28 años que no se cansaba de exigir que el presidente
abandone ya el país, reflejando una opinión absolutamente
mayoritaria entre los egipcios.
A las cuatro de la tarde, los soldados
en Tahrir y en otras zonas recordaron con altavoces que
empezaba el toque de queda –a partir de hoy lo hará una
hora antes– y que todo el mundo debía irse a casa. Lo
hicieron de forma rutinaria y sin interés de imponer la
orden: precisamente en ese momento la plaza se llenaba más
que nunca, porque se avecinaba la multitudinaria oración
del anochecer. Los soldados (y la mayoría de la gente)
tampoco mostraron reacción cuando, poco después, Mohamed
el Baradei, que se perfilaba como alternativa a Mubarak,
apareció y lanzó una breve exhortación. Tras la oración
y con la oscuridad sí empezó a vaciarse el epicentro
revolucionario de Tahrir porque la gente quería volver a su
casa y proteger sus bienes, aunque la policía volvió a las
calles para impedir los saqueos.
Para comprender la prisa bastaba dar un
paseo por Zamalek, un barrio céntrico y acomodado:
numerosos comercios habían sido saqueados la noche anterior
sin ningún tipo de discriminación (se habían llevado
todas las flores de una floristería, por ejemplo), había
un vigilante ante cada portal y solo algunas tiendas de
alimentación y dos gasolineras permanecían abiertas.
"Por la noche circulan bandas, tenemos silbatos y los
vigilantes nos ayudamos unos a otros; yo tengo una porra,
pero otros llevan armas de fuego", comentó uno de los
vigilantes, un joven que se cubría la cabeza con un casco
de motorista y prefirió no decir su nombre. Un ciudadano
estadounidense residente en el barrio aseguró que algunos
de los vigilantes eran policías contratados por los
vecinos.
En barrios más pobres, como Shubra y
Mataria, hubo también saqueos. Los vecinos acusaban a
"grupos de policías con ropas civiles, empeñados en
crear el caos". La falta de información oficial
estimulaba la incertidumbre y el vendaval de rumores. Se sabía,
por ejemplo, que en varias prisiones como la de Abu Zabal,
de máxima seguridad, se habían registrado fugas masivas,
pero se desconocía con exactitud cuántas y cómo se habían
producido. En una de ellas, según testigos citados por la
prensa local, un grupo de personas con un bulldozer había
derribado un muro por el que salieron los reclusos. Egipto
cerró ayer la frontera con Gaza para impedir que los presos
palestinos huidos de Abu Zabal regresen a la Franja, informa
Reuters.
Los tiroteos fueron abundantes la noche
anterior, pero ayer empezaron a escucharse de día en
barrios periféricos y en las cercanías del Ministerio del
Interior; francotiradores de la policía abrían fuego cada
vez que temían que la multitud fuera a asaltar el edificio.
Por toda la ciudad se veían comisarías incendiadas.
La situación de inseguridad
generalizada se agravaba por el riesgo de desabastecimiento.
La Federación de Cámaras de Comercio rogó a los
comerciantes de alimentación que abrieran durante al menos
unas horas y no acapararan para forzar subidas de precios:
"Consideren el interés de la nación en estos momentos
cruciales", pidió a productores, distribuidores y
vendedores.
EE UU: entre la transición
y la evacuación
Soltando las últimas amarras con Hosni
Mubarak, Estados Unidos pidió ayer el inicio en Egipto de
"una transición pacífica y ordenada" hacia
"una verdadera democracia". La era pos–Mubarak
ha comenzado en Washington. Tanto si el presidente egipcio
ha pasado ya a la historia mientras este periódico se
imprime como si se aferra desesperadamente al poder, la
Administración norteamericana ha comenzado a diseñar una
nueva estrategia en Oriente Próximo.
La creciente tensión en el ambiente se
ha traducido en el llamamiento de la Embajada de EE UU a sus
ciudadanos para que abandonen el país, aunque asegura que
la evacuación es voluntaria. "El Departamento de
Estado está haciendo gestiones para proporcionar transporte
a lugares seguros en Europa", según un comunicado.
"Los vuelos a puntos de evacuación comenzarán a salir
de Egipto el lunes 31 de enero". También Turquía ha
enviado dos aviones de Turkish Airlines a Egipto para
evacuar a sus ciudadanos, según la agencia Anatolian.
La secretaria de Estado, Hillary
Clinton, insistió ayer en la necesidad de que se produzca
una "transición calmada" hacia un diálogo
nacional que culmine en una "democracia real "que
dé "una oportunidad" al pueblo egipcio para
expresar su voz. Washington sigue sin pronunciarse
abiertamente contra Mubarak, un aliado importante en Oriente
Próximo. La secretaria de Estado, en una entrevista, ha
expresado su deseo de que Egipto tenga un plan bien pensado
que culmine en un Gobierno de participación democrática".
Los turoperadores occidentales ya
cancelaron sus viajes al país desde el inicio de las
protestas. Ahora, las empresas extranjeras también han
comenzado a evacuar a su personal. En el aeropuerto
internacional de El Cairo se viven escenas de caos, ante la
escasez de vuelos de salida del país.
La oposición
constituye un comité
encabezado por el–Baradei
Islamistas y laicos cierran filas
en
torno al premio Nóbel
|
Mohamed el Baradei, un reemplazante “democrático”
de Mubarak
para frenar la rebelión popular |
"No podemos retroceder", señaló
ayer en el centro de la protesta el diplomático Mohamed el
Baradei. La oposición política egipcia ha constituido un
comité de 10 líderes –entre los que se encuentran El
Baradei, ex director del Organismo Internacional para la
Energía Atómica, y los Hermanos Musulmanes–, que serían
los responsables de dar los pasos necesarios para una
transición pacífica. En una sesión parlamentaria de ex
miembros de la Cámara legislativa egipcia, los dirigentes
votaron a un grupo multipartidista que deberá estudiar con
el Ejército el abandono del poder de Hosni Mubarak. Además,
instan a la disolución del Parlamento, la formación de un
Gobierno interino y que tanto el presidente como el ministro
del Interior rindan cuentas ante los tribunales.
Los manifestantes daban vueltas ayer
alrededor de la plaza de Tahrir sin un destino determinado.
Un gesto que simbolizaba el bucle en el que ha entrado la
situación en Egipto tras las protestas, que duran ya seis días.
Era el síntoma que demostraba que era necesario un paso más
en alguna dirección que reconduzca la demanda de los
ciudadanos y la transforme en una propuesta política que
pueda devenir en cambio. "Los jóvenes nos están
liberando y debemos devolverles el favor organizándonos
para llevarles hacia la transición. Solo podemos pagarles
lo que han conseguido alcanzando sus demandas", señalaba
el escritor y líder de la Asamblea Nacional para el Cambio
Hamdy Kandil. Para conseguirlo, según manifestó en
declaraciones a CNN El Baradei, "es necesario que
Mubarak se vaya".
Muy contundente se mostró el diplomático
durante la tarde en la plaza de Tahrir, adonde acudió simbólicamente
para inclinarse "ante el pueblo egipcio con
respeto". "Habéis recuperado vuestros derechos y
lo que hemos comenzado no podemos hacerlo retroceder.
Tenemos una sola exigencia: el fin del régimen y el
comienzo de una nueva era".
En el centro de El Cairo, en una sala
tapizada de rojo con escaños, los exparlamentarios habían
celebrado durante la mañana la primera sesión del
parlamento del pueblo. Un órgano que fundaron hace dos
semanas, un mes después de las fraudulentas elecciones
legislativas en las que Mubarak les dejó a todos sin escaño.
En ella discutieron y aprobaron un acuerdo en un ejercicio
de democracia que aplaudieron muchos de los jóvenes que se
habían acercado desde la plaza donde se desarrolla la
protesta.
Entre las bancadas se sentaban
intelectuales como Alaa Al Aswany. Y también aportaron su
grano de arena los Hermanos Musulmanes, cuyo líder, Mohamed
Badia, hizo una esporádica aparición en el hemiciclo y
pidió poder tomar también su "taza de té" a
pesar de no ser miembro del parlamento. Así lo hizo,
pidiendo "seguridad, comida y apoyo al Ejército para
estabilizar la situación". A su salida de la sala,
donde se negó a permanecer como oyente, declaró a EL PAÍS
que "esto no es ya el momento de hablar sino de
trabajar" y que los Hermanos seguirían "junto a
los manifestantes como uno más". Otro de sus
portavoces aseguró que no quieren "un Estado islámico,
sino uno civil del que formen parte, y que no ha habido
ninguna ideología política ni religiosa tras la
protesta". "No queremos un Gobierno nuevo, lo que
queremos es el fin de un régimen", explicó Hamdy
Kandil durante la sesión en referencia al nombramiento del
responsable de la inteligencia egipcia, Omar Suleimán, y
del general de aviación Ahmed Mohamed Shafiq, como
vicepresidente y primer ministro, respectivamente.
"Necesitamos unas elecciones limpias, supervisadas por
organismos internacionales y judiciales", añadía el líder
del Ghad, Ayman Nur, que se enfrentó al faraón en 2005, en
las únicas presidenciales con varios candidatos que ha
habido en Egipto en 30 años. "El pueblo no aceptará
menos que la dimisión de Mubarak. El Ejército debe
elegir", sentenciaba.
Pero el país egipcio no parece tener
intención de abandonar el poder a pesar de las exigencias
de su pueblo. Con las calles tomadas por los soldados, que
hoy han incrementado su presencia en el centro de la
capital, Mubarak se ha reunido con la cúpula de sus Fuerzas
Armadas sin que haya trascendido nada de ese encuentro. Aún
se desconoce si los rangos más bajos siguen siendo fieles
al faraón, y si este ha decidido reunirse con los
generales.