Egipto, caída de la dictadura e irrupción de la clase obrera

La revuelta de la Plaza de la Liberación espolea las demandas laborales
de decenas de miles de trabajadores

Las huelgas sacuden la economía

Los ferroviarios ocuparon las vías en El Cairo

Por Georgina Higueras
Enviada especial
El País, 14/02/2011

Trabajadores de telecomunicaciones en huelga

El Cairo – Eran las 8.30 de ayer cuando un grupo de empleados temporales del ferrocarril ocupó las vías de largo recorrido de la estación central de El Cairo. Exigían contratos indefinidos y mejora del sueldo. Como ellos, decenas de miles de obreros por todo Egipto, envalentonados por la protesta que en 18 días acabó con 30 años de dictadura de Hosni Mubarak, decidieron iniciar en huelga la semana, que en el mundo musulmán comienza el domingo.

"Ni se habían quejado antes, ni habían dicho a nadie que iban a hacer huelga, ni es posible, como piden, que sin negociar la empresa atienda sus reivindicaciones y luego ellos despejen la vía", comenta un revisor a un pasajero que se queja al abandonar el tren después de tres horas de espera y de perderse una reunión en Alejandría (norte de Egipto).

Castigados por una inflación que en 2010 rondó el 13%, sobre todo por el aumento del precio de los productos básicos, y después de años de aguantar el deterioro del nivel de vida, los trabajadores egipcios se echaron a la calle a reivindicar sus derechos y exigir una reducción de las graves desigualdades existentes en este país de 80 millones de habitantes. La situación es tan difícil que una fuente militar dijo a Reuters que hoy "se prohibirán todas las huelgas y reuniones sindicales", lo que no se ha podido confirmar por otros canales. Según esa agencia de noticias, el gobernante Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas emitirá un comunicado contra el "caos y el desorden" que restringirá esas libertades.

Manifestación de conductores de buses de El Cairo en huelga

Aunque el régimen trató de impedir hace una semana que los funcionarios apoyaran la revuelta popular decretando una subida de sus sueldos y pensiones del 15%, cientos de miles de ellos en la sanidad, la educación y en las grandes empresas públicas, e incluso ayer en la policía, siguen exigiendo salarios que les permitan una vida digna. La mayoría no alcanza los 100 euros mensuales.

El ministro de Finanzas, Samir Raduan, reconoció que la inestabilidad de estos días costará a la economía alrededor de dos puntos del PIB y limitará el crecimiento a un máximo del 4%, aunque es pronto para valorar el impacto en el turismo, que supone el 8% de la economía del país del Nilo. Sin embargo, Ahmed Shafik, al que el depuesto Mubarak nombró primer ministro en un intento de acallar las protestas, declaró que la economía es "sólida y cohesionada". Shafik, que parece no haber asimilado el triunfo de la revuelta, añadió: "no hay cambio en la forma, método o proceso de trabajo. Todo está completamente estable".

Mientras, a las puertas del Banco Nacional egipcio, 2.000 empleados pedían un aumento salarial y el fin de todos los privilegios del Consejo de Administración. En la manzana siguiente, unos 300 trabajadores de la aseguradora Misr solicitaban la dimisión por prácticas nepotistas del director.

En el Banco del Canal de Suez los empleados solicitaban aumentos salariales y delante de las oficinas de la empresa de ingeniería Hani, un centenar de trabajadores exigía la destitución del gerente por su estrecha relación con el faraón destronado el viernes. La información divulgada sobre que Mubarak tiene una fortuna de unos 30.000 millones de euros en propiedades y cuentas bancarias en EE UU, Europa y el golfo Pérsico multiplicó la ira de la mayoría egipcia que tiene serias dificultades para llegar a fin de mes. Horas después de que el rais abandonara el poder, Suiza anunció la congelación de sus fondos, aunque no indicó su cuantía.

Ahmed Kamel, supervisor de la construcción de un aparcamiento en la plaza de la Liberación –que ayer se reiniciaron después de tres semanas de parón forzado–, dice que la mayoría de las huelgas las realizan los funcionarios porque tienen sueldos de miseria. Kamel, de 24 años, gana 250 euros al mes y asegura que en su empresa, privada, no hay paros previstos.


Los paros en las empresas del canal de Suez desatan la alarma internacional

Una oleada de huelgas paraliza la nación

La protesta por un 15% de aumento se extiende al sector textil

Por Georgina Higueras
Enviada especial
El País, 11/02/2011

El Cairo.– Los manifestantes que desde hace 17 días gritan contra Hosni Mubarak han despertado a millones de trabajadores egipcios, cuyos salarios irrisorios les hunden cada año más en la miseria. La declaración de huelga de los 600 obreros de una empresa de mantenimiento del canal de Suez desató todas las alarmas el martes. El mundo no puede permitirse el cierre de esta importante vía marítima y el régimen egipcio lo sabe, de ahí que de inmediato anunció que el tránsito del canal no había sufrido alteración alguna. Pero tras esa huelga se han declarado muchas más ahogando una economía que ya ha perdido uno de sus mayores recursos: el turismo.

Manifestación de obreros del Canal de Suez en huelga

"Esto es un problema puramente económico. Queremos un aumento de sueldo igual que el 15% aplicado a los funcionarios", declaraba un trabajador a las puertas de una empresa, protegidas por tanques. Los carros de combate también cortan la avenida principal de acceso al canal y tanto los camiones, como los coches o las bicicletas tienen que dar un rodeo. El temor a un sabotaje de esta vía por la que a diario cruzan del Mediterráneo al mar Rojo, y viceversa, entre 45 y 50 barcos, es evidente. El canal aportó a las exhaustas arcas egipcias 4.700 millones de dólares en 2009, lo que equivale al 2,5% del PIB egipcio. Además, desde el punto de vista internacional tiene un gran valor estratégico, no solo porque facilita la comunicación entre Europa y Asia –el 8% del comercio mundial usa esta vía–, sino también porque por el canal transcurre un oleoducto que transporta a diario 1,1 millones de barriles de petróleo, lo que equivale al 1,3% de la producción mundial.

El Gobierno, acosado por los manifestantes, trató de ganarse a los millones de funcionarios con una subida de salarios y pensiones. La medida no ha servido más que para enconar la revuelta. En Suez, cientos de personas se agolpaban ante el Ayuntamiento de la ciudad, que, para tratar de calmar los encendidos ánimos de la población, anunció el miércoles que se admitían nuevas solicitudes de empleo. El pasado 28 de enero, los manifestantes quemaron la comisaria, varios comercios, un concesionario de coches y dos restaurantes del barrio de El Arbain, en el centro de Suez.

"Se acabó la casa de la represión. Ahora es del pueblo, antes estaba llena de asesinos", comentaba Alá, un lechero de 32 años, una de las muchas personas que recorría y hacía fotos de los restos quemados de la comisaría. A su lado, Ibrahim Ramadan gritaba: "Yo quiero trabajo. Quiero un país que emplee a sus gentes y no las detenga para sacarle dinero como hasta ahora hacía la policía".

La llama de la protesta social prendió también en el sector textil, uno de los pilares de la exportación egipcia y uno de los que más explota a sus operarios. El personal de la mayor empresa pública textil del país, Misr (24.000 empleados), en Mahalá al Kubra, en el delta del Nilo, inició ayer una huelga indefinida.

El aumento del precio de los productos básicos ha castigado enormemente a la mayoría de los 80 millones de egipcios, de los que el 40% vive con menos de un euro al día. Pese a que la economía ha crecido a una media del 5% anual en la última década, solo una minoría se ha beneficiado, el resto ha visto cómo se deterioraba su nivel de vida. "Es indignante que tengamos que correr de un trabajo a otro para poder vivir", señala la enfermera Nesma, que tiene tres empleos: uno público y dos privados.

La unión entre la incapacidad de llegar a fin de mes y la impunidad con que actuaba la policía, en especial la secreta, cuyos sueldos también paupérrimos se nutrían con la rampante corrupción, formó el cóctel explosivo que le estalló a Mubarak bajo los pies. Su predecesor, Anuar el Sadat, tuvo que hacer frente a un levantamiento semejante, denominado la revuelta del pan, en 1977, pero no contó ni con el agotamiento de los 30 años de la dictadura de Mubarak ni con la concienciación de las redes sociales.

En Alejandría, donde la policía mató en junio pasado al bloguero Jaled Said –lo que desató todo un movimiento de solidaridad, germen de la actual protesta–, decenas de miles de funcionarios de la enseñanza y de la sanidad se declararon también en huelga. La protesta social ha prendido en un país cuyo 70% de la población tiene menos de 30 años y accede a un mercado de trabajo colapsado.


Los obreros de Egipto prosiguieron sus huelgas

Por Fatma Ramadan (*)
La Breche, 14/02/11
Enviado por Correspondencia de Prensa
Traducción de Ernesto Herrera

Desde El Cairo, Primer día de la Libertad, 12/02/11.– En el día siguiente de la caída de Hosni Moubarak, primera de las demandas de la revolución egipcia, los obreros de Egipto prosiguieron con sus huelgas y ocupaciones para reivindicar sus derechos robados bajo la presidencia de Moubarak y sus gobiernos sucesivos.

Médicos, trabajadores de la salud y estudiantes de medicina en huelga

– Así pues, este sábado 12 de febrero, 4.000 obreros de los almacenes del este del Delta (Ismailiya, Mansoura, Suez, Port Said) se declararon en huelga por un aumento del 70% de sus salarios, “humanizar” sus medios de transportes, reducir las sanciones, ajustar todos los salarios a los del CDI (Contrato de Duración Indeterminada), y la salida del director financiero.

– Los 1.200 empleados de la azucarera de EL Fayoum empiezan su segundo día de huelga para elevar sus salarios, reintegrar a los despedidos, incluida la sindicalista Ashraf Abd EL Yunis que defendió sus derechos, y juzgar a los cuadros directivos que desviaron el dinero de la empresa, cuyo presidente (80 años) acumuló más de 30 millones, burlándose de su nivel de vida en comparación al de sus empleados.

– Después de haber rechazado un aumento de 11%, los 10.000 empleados de Correos prosiguen su huelga para aumentar sus salarios al nivel de sus compañeros de las telecomunicaciones y elevar los salarios de los títulos en formación permanente al nivel de los contratos del CDI, y despedir a los consultores venidos del ejército con salarios exorbitantes.

– Los millares de asalariados de la petroquímica y el Ministerio de la Agricultura, continúan las huelgas y las ocupaciones para obtener el reembolso de las diferencias salariales con los CDD (Contrato de Duración Determinada) a partir del primer contrato de trabajo.

– 9.000 empleados de la fábrica de aluminio de Naga Hamadi amenazan con la huelga si el gerente ejecutivo no es suspendido y juzgado por haber desviado fondos de la empresa hacia su fortuna personal.

– 1.500 empleados del hospital público de Kafr EL Zayat han levantado la ocupación (11 de febrero), después de haber obtenido la dimisión de dos directores que los humillaban, el pago de sus atrasos salariales, y la contratación del CDI.

Cientos de millares de trabajadores de Egipto se habían lanzado a la huelga y ocuparon sus empresas durante los días anteriores, en solidaridad con la revolución y para reclamar sus derechos robados bajo el régimen de Moubarak.

¡Viva la lucha de los trabajadores de Egipto!

Sigamos juntos para hacer efectivas las consignas de la revolución egipcia: “Cambio, libertad, justicia social”.


* Fatma Ramadan, sindicalista y militante de la corriente Renovación Socialista, trabaja como inspectora laboral en Egipto, fue una de las sindicalistas que participaron en las actividades del Otro Davos, Basilea, Suiza, 21/01/11.


Amenazas de la Junta Militar

Una ola de huelgas paraliza a Egipto

Por Marcelo Cantelmi
Enviado especial
Clarín, 15/02/11

Involucra a los servicios públicos, bancarios, médicos, enfermeros, trabajadores del Canal de Suez y hasta policías. Reclaman aumentos de sueldo y mejoras en las condiciones laborales. El gobierno dijo que no tolerará más protestas.

Manifestación de trabajadores en huelga

El Cairo.– Egipto, liberado de la dictadura, se encendió ahora con un aluvión de huelgas y marchas sindicales alimentadas en unas condiciones laborales y de ingresos históricamente postergadas, que amenaza con una nueva etapa de grave agitación en este país. Las protestas involucran todo el arco laboral, desde servicios públicos, sanidad, bancarios, del Canal de Suez y hasta policías. Ayer la junta militar que gobierna Egipto sin Constitución ni Parlamento desde el golpe que derrocó el viernes al dictador Hosni Mubarak, advirtió que no se tolerarán las nuevas protestas y demandó a la gente regresar a sus trabajos.

“Los nobles egipcios ven que estas huelgas, en este momento tan delicado, llevan a resultados negativos”, dijo en tono cauto el vocero de la Junta. Nadie aquí apostaba ayer a que el mensaje vaya a ser acatado. Ahmed tiene 32 años, es bancario y está en huelga desde el domingo que es día laborable en esta parte del mundo.

“Tenemos derecho a pedir aumento, ganamos la revolución”, le dice a este enviado en la plaza Tharir. Cuando se le consulta sobre el pedido de la Junta, dice con tono de delegado: “Están equivocados, no son así las cosas. Va a estallar una huelga general si no atienden los pedidos ”.

Ayer había insistentes versiones en El Cairo respecto de que los militares consideran prohibir el derecho de huelga y de reunión hasta que se celebren las prometidas elecciones en seis meses. Pero ambos son partes de los derechos que recuperó la población con esta rebelión y sólo podrían volver a conculcarse con una fuerte represión. Es una situación compleja. La dictadura sostuvo un régimen laboral con grandes niveles de explotación y sin derecho a las protestas. Esas demandas reprimidas están surgiendo como una catarata.

Los militares quieren evitar reprimir a los trabajadores para no perder autoridad ni la imagen de neutralidad que construyeron en esta crisis y que los vincula especialmente con los sectores más empobrecidos del país. Será difícil. El derrocamiento de Mubarak se produjo cuando fue claro que además de la protesta civil en las calles, habían surgido huelgas en todo el país que acompañaban la rebelión y ponían en riesgo a la economía. Ese escalamiento convenció a los aliados del hombre fuerte, en especial al establishment local, a retirarle su apoyo y sobrevino el golpe.

La crisis de Egipto y la que se produjo previamente en Túnez, o las que están esparciéndose por todo el mundo árabe y en Irán, tienen como impulso central la falta de libertad y las críticas desigualdades sociales que estos despotismos mantuvieron o mantienen como norma.

El triunfo sobre la dictadura aquí abrió así todas las compuertas. Ayer, en la plaza de la Liberación, el centro neurálgico de esta revolución –ahora completamente ordenada y sin carpas– Clarín pudo ver por lo menos dos marchas muy nutridas de trabajadores que reclamaban aumentos salariales. Parte de ellos, pertenecientes al transporte público de pasajeros, hicieron una concentración en el cercano canal de televisión estatal, donde también centenares de ambulancias fueron estacionadas en protesta por los conductores que piden mejores ingresos.

A pocas cuadras de la plaza, otras pequeñas columnas de trabajadores eran de empleados de bazares, o de empresas textiles con iguales reclamos. El domingo un grupo de trabajadores se plantó en las vías de los trenes de larga distancia aquí, en la estación central de El Cairo, reclamando que se los convierta en empleados fijos de la empresa y, por cierto, con aumentos en el ingreso.

El problema es que los sueldos en este país son realmente muy magros. Hala Fawsi, de 34 años, madre de dos niños que protestaba en las puertas de una empresa estatal de seguros donde trabaja desde hace cinco años, dijo que gana el equivalente en libras egipcias a veinte dólares por mes . “Ahora tenemos el coraje de salir y reclamar”, comentó. Ese dinero es realmente poco. Un dólar está en torno de las cinco libras y los alimentos se han disparado desde el inicio de la crisis global mundial, pero también debido a esta coyuntura local.

La inflación sólo el año pasado fue de 13%

El ministro de Finanzas, Samir Raduan, dijo que el país perdió en estos 18 días de rebelión alrededor de dos puntos del Producto, pero aún falta evaluar lo que ha causado el fracaso de la temporada de turismo, actividad que aquí explica casi 9 por ciento de la economía del país.

Ayer también se malogró la operación bancaria. Una huelga paralizó al Banco Nacional, el mayor del país, y también a una enorme cantidad de otras entidades. El Banco Central decidió suspender las actividades, lo que se complica debido a que hoy es feriado aquí. De modo que recién volverán a abrir el miércoles.

La Bolsa de Comercio, que también iba a comenzar a operar ese día, decidió nuevamente postergar el reinicio para el domingo entrante, en un esfuerzo para moderar lo que se supone será una fuerte caída de los papeles debido a la incertidumbre reinante en el país. Ya en enero, en apenas dos días de operaciones antes de que estallara la crisis, los principales papeles se encogieron 17% .

En medio de estas convulsiones, se supo ayer que dos de los dirigentes de la plaza decidieron tomar contacto con los militares. Fue después que la junta anunciara el cierre del Congreso, como demandaban los manifestantes y la suspensión de la Constitución. Se aclaró luego que una reforma de la Carta Magna estará preparada en diez días y pasará a referéndum en dos meses.

El ex alto ejecutivo de marketing de Google, Wael Ghonim, y el blogger Amr Salama informaron en Internet que se reunieron el domingo con parte de la dirigencia militar de la Junta. No dieron nombres.

“Hablamos con el ejército para intentar entender sus puntos de vista y comunicarles nuestras visiones”, escribió Ghonim, quien estuvo detenido y desaparecido durante 12 días antes de la caída del régimen y que al salir se convirtió en un líder de la revuelta.


Llamó el ejército a terminar con las huelgas

Por Donald Macintyre
Desde El Cairo

The Independent, 14/02/11
Página 12, 15/02/11

Manifestación de trabajadores en huelga

Dos altos militares se reunieron con jóvenes activistas, incluido el ejecutivo de Google, Wael Ghonim. Las reformas constitucionales estarían listas en diez días y serían puestas a consulta vía referéndum dentro de dos meses.

Los militares egipcios intensificaron sus esfuerzos para intentar devolver la normalidad al país. Mientras se preocuparon por asegurarles rápidamente a los habitantes de Egipto la posibilidad de que se concrete una acelerada agenda de reformas políticas, les exigieron el cese de las huelgas, sobre todo a los manifestantes aún activos.

Tanto el ejército como el primer ministro, Ahmed Shafiq, emitieron mensajes al pueblo en los que aseguraron, por un lado, que las enmiendas a la Constitución serían diseñadas a tiempo como para ponerlas a disposición de un referéndum popular que se llevaría a cabo en dos meses. Mientras tanto darían comienzo a la reorganización del gabinete civil que integrará a la oposición política.

Sin embargo, el Consejo Supremo Militar en el poder advirtió públicamente, a través de la televisión estatal, que las manifestaciones y la ola de protestas por aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo estaban dañando la seguridad y la economía nacionales. En el mensaje añadieron: “Los egipcios nobles entenderán que esas medidas de fuerza, en este delicado momento de la historia del país, conllevan resultados negativos”.

La posibilidad de un referéndum salió a la luz a cuenta de una reunión que el domingo compartieron dos líderes militares con referentes de la juventud activista que formó parte del tronco central de las protestas, sucedidas durante más de dos semanas, entre fines de enero y principios de febrero, y que causaron la caída del ex presidente Hosni Mubarak, el viernes pasado.

Al cabo de ese encuentro, los activistas –incluido Wael Ghonim, el ejecutivo de Google que estuvo secuestrado por brigadas pro–Mubarak durante doce días por ser considerado uno de los agitadores de las revueltas– explicaron que las autoridades militares les indicaron que las reformas constitucionales estarían listas en diez días, mientras que serían puestas a prueba en una consulta popular dentro de dos meses.

Ghonim y otro organizador de las manifestaciones, Amr Salama, fueron dos de los siete activistas que formaron parte de la reunión con los generales. Previo a aclarar que las declaraciones sobre el encuentro corrían por su propia cuenta, opinaron en sus cuentas de Facebook: “Todos sentimos el sincero deseo de preservar las victorias de la revolución y el respeto sin precedentes por el derecho de la juventud a expresar sus puntos de vista”.

Cabe recordar que, el domingo, la cúpula gubernamental de transición disolvió las dos cámaras del Parlamento y suspendió la Constitución, con vistas a su posterior modificación. El partido adepto a Mubarak tenía mayoría en el cuerpo legislativo, control que obtuvo en las elecciones parlamentarias de noviembre y diciembre de 2010, ampliamente denunciadas como fraudulentas por la oposición.

No obstante, la regencia militar imprimió un tono significativamente más autoritario en el comunicado que emitió ayer, el quinto desde que adoptaron el monitoreo permanente del gobierno de Mubarak, en su último día al mando del país.

La intención es acallar rápidamente las huelgas y las manifestaciones de obreros que se expandieron por el país desde el 25 de enero pasado. Las medidas involucraron a fábricas e industrias nacionales y de capitales extranjeros, conductores de ambulancias, periodistas, trabajadores del transporte y la policía. Varias centenas de egipcios y egipcias reclamaron ayer en el centro de El Cairo por mejores condiciones laborales y mayor atención desde el espacio público.

Entretanto, la prensa local empezó a difundir informes sobre una ruidosa confrontación entre los dos hijos de Mubarak mientras el ahora ex presidente grababa su último discurso, la noche anterior a que abandonara su despacho. Aunque aún la información no fue confirmada, los medios sugirieron que fue Gamal Mubarak, quien había sido visto antes de la revuelta como el sucesor del ex mandatario, el que persuadió al anciano gobernante de que ignorara la presión del ejército para que abandonara el poder el jueves.

Según el diario oficialista Al Akhbar, Gamal integraba el círculo de asesores de su padre que lo presionaron para que ignore las demandas militares a las que, en su discurso del jueves, anunció que respondería. Un artículo en ese diario indica que Gamal y su hermano, Alaa Mubarak, protagonizaron una pelea a gritos que casi termina a golpes. En la discusión, Alaak acusó a su hermano de haber enterrado al país en la corrupción. “En vez de ayudar a que tu padre sea honrado al final de su vida, sólo contribuiste a dañar su imagen”, acusó a Gamal.

La importancia del documento periodístico, si es cierto, recae en que sugiere que Estados Unidos sabía del contenido original del discurso presidencial con el que los militares insistían, pero no tenían conocimiento de que Gamal Mubarak disuadió a su padre de leerlo públicamente.

Ese eje en los hechos ayudaría a comprender los optimistas elogios del presidente del país norteamericano, Barack Obama, a los manifestantes, inmediatamente después de que Mubarak destrozara, por un pequeño período de tiempo, las esperanzas de Washington de que había emprendido su camino hacia la salida.