Reprimen
en Argelia una marcha contra el régimen
El
temor a un efecto dominó
Agence
France–Presse (AFP), 13/02/11
Argel.- La policía argelina
dispersó ayer por la fuerza las manifestaciones convocadas por la oposición
al régimen en Argel y otras ciudades del país, un día después de que un
levantamiento popular en Egipto obligara al presidente Hosni Mubarak a
abandonar el cargo después de 30 años en el poder.
Las fuerzas de seguridad
arremetieron con bastones contra los miles de participantes en la protesta de
Argel, no autorizada, en el punto de partida en el centro de la ciudad. Hubo
400 detenidos, entre ellos políticos de la oposición, según los datos
aportados por opositores al régimen.
Los manifestantes exigen un
cambio democrático y la dimisión del autoritario presidente Abdelaziz
Bouteflika, de 73 años. También piden que se levante el estado de
emergencia, en vigor en el país desde 1992, que prohíbe las manifestaciones.
Unos 30.000 efectivos de las
fuerzas de seguridad fueron desplegados para bloquear el acceso a numerosos
lugares de la capital poco antes de las manifestaciones masivas convocadas por
la oposición en Argel y en la segunda ciudad del país, Orán.
Las autoridades anularon el
transporte ferroviario y cerraron numerosas calles y rutas al tránsito,
informó el diario El Watan en su edición de Internet.
Tanques acorazados y vehículos
todoterreno de las fuerzas de seguridad estaban apostados desde la mañana de
ayer en muchas partes de la ciudad. Y también en la plaza 1° de Mayo, punto
de partida de la marcha de protesta no autorizada, patrullaban decenas de
policías.
Un grupo de unos 200
manifestantes fue cercado en torno del Ministerio de la Juventud y el Deporte,
y las fuerzas de seguridad les impidieron el acceso a la plaza.
Sin embargo, otros lograron
pasar a la plaza, desde donde pidieron a Bouteflika que siga el ejemplo del ex
presidente egipcio, que anteayer dejó su cargo, y del ex autócrata tunecino
Zine El Abidine Ben Alí, que partió al exilio el 14 de enero.
Esperanzas
El éxito de los movimientos de
protesta en Egipto y Túnez alimenta las esperanzas de quienes buscan cambios
en Argelia, aunque muchos en esta nación temen toda perspectiva de violencia
después de haber sobrevivido a una brutal insurgencia de extremistas islámicos
en los años 90, que dejó unos 200.000 muertos.
Una revuelta generalizada en
Argelia podría tener profundas consecuencias en la economía mundial porque
es un importante exportador de gas y petróleo.
Sin embargo, muchos analistas
dicen que es poco probable que se produzca, puesto que el gobierno puede
utilizar su riqueza energética para resolver la mayoría de las quejas.
De todos modos, los
manifestantes entonaron lemas como "No al estado policial" y
"Afuera Bouteflika", en referencia al presidente argelino, que ha
estado en el poder en esta nación del norte del Africa desde 1999.
La policía permitió sin
embargo el paso libre a manifestantes pro gubernamentales, que provocaron a
los opositores con consignas a favor del presidente.
"Siempre se planteó como
una marcha pacífica. No queremos enfrentamientos con las fuerzas de
seguridad", aseguró el líder de la Liga Argelina por los Derechos
Humanos Khelifi Abdelmouman.
Este grupo forma parte de la
Coordinadora por el Cambio y la Democracia (CNCD), la agrupación de
sindicatos, partidos de izquierda y asociaciones de derechos humanos que
convocó las manifestaciones.
El principal partido de la
oposición, el Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) no participó en la
convocatoria.
También se intentaron realizar
manifestaciones en las ciudades de Orán, Ouargla y El Bayadh, aunque en todos
los casos fueron dispersadas por la policía.
A la sombra de los
acontecimientos en Túnez y Egipto, en Argelia aumenta también la indignación
contra el régimen autoritario de Bouteflika, motivada, entre otras razones,
por el deseo de una vida mejor y mayores oportunidades en igualdad y
democracia.
Anteanoche, la policía argelina
ya había arremetido contra una manifestación espontánea convocada por la
oposición para celebrar la caída de Hosni Mubarak en Egipto.
Por lo menos diez manifestantes
resultaron heridos, entre ellos dos de gravedad, según fuentes de la oposición.
La división
de la oposición y el miedo a la violencia lastran la movilización contra
el régimen de Buteflika - Los grupos laicos convocarán nuevas protestas
Argelia, ¿la
tercera revolución?
Por
Ignacio Cembrero
Enviado especial
El País, 14/02/11
Argel.- ¿Fue el inicio de la
tercera revolución en el mundo árabe o mostró más bien el desinterés de
la población argelina por las reivindicaciones formuladas en Túnez y Egipto?
Al día siguiente de la primera manifestación callejera convocada en Argelia
para "cambiar el sistema", actores políticos y comentaristas de la
prensa, que goza de un amplio margen de libertad, polemizaban sobre su
alcance.
La manifestación del sábado 12
fue, en realidad, una concentración, en la plaza del 1 de Mayo , de algo más
de 2.000 personas a las que miles de antidisturbios impidieron efectuar el
recorrido anunciado. Varios cientos o quizá miles de aspirantes a protestar
ni siquiera pudieron hacerlo porque las fuerzas de seguridad les privaron de
medios de transporte y les impidieron físicamente llegar al lugar de la cita.
Ningún miembro del Ejecutivo
argelino que encabeza desde hace 12 años Abdelaziz Buteflika evaluó el
desarrollo de la protesta, pero su opinión quedó reflejada en la portada del
diario gubernamental El Moudjahid, que tituló: "Manifestación con
escaso eco". Aunque los manifestantes fueran 10.000, como sostienen los
convocantes, sigue siendo una cifra muy baja en una ciudad de cuatro millones
de habitantes en la que, a finales de los años ochenta del siglo pasado,
cientos de miles se echaron a la calle.
¿Por qué fueron tan pocos el sábado
si las características sociales de Argelia, segundo país más poblado de África
del Norte, son similares a las de sus vecinos en cuanto a niveles de paro,
peso demográfico de la juventud, desesperación de los jóvenes, etcétera?
Se diferencia de Túnez y Egipto por la riqueza -al igual que sucede en Libia-
de las arcas del Estado gracias a los hidrocarburos (155.000 millones de dólares
en reservas, lo que equivale a unos 115.000 millones de euros) y por un régimen
político bicéfalo con una cabeza civil, Buteflika, y otra militar, el
potente servicio DRS.
"La gente tenía miedo de
la violencia", responde Mustafá Buchache, portavoz de la Coordinadora
que agrupa a los partidos y asociaciones convocantes. "Aun así estamos
satisfechos", añade. "2011 será el año del cambio y de la
democracia", vaticina, al tiempo que proyecta nuevas convocatorias. La próxima
está prevista para el sábado. "Un primer paso hacia el cambio",
titulaba en portada El Watan, el más leído de los diarios francófonos.
Al miedo porque la manifestación
había sido prohibida y porque las protestas callejeras acaban en disturbios
con muertos, hay que añadir, quizá, la división de la oposición al régimen
en tres bloques: la Coordinadora compuesta por formaciones laicas; la Alianza,
en la que los islamistas moderados tienen peso, y los socialdemócratas del
Frente de Fuerzas Socialistas. Estos dos últimos no convocaron el sábado.
Esta segmentación de los
adversarios del régimen se debe, en parte, a viejas rencillas, pero también
a recelos ideológicos. Los laicos desconfían de los "barbudos".
Prueba de ello es que el único islamista que se apuntó a la manifestación
del sábado, Ali Belhadj, que pasó 12 de sus 54 años en la cárcel, fue
abucheado cuando apareció en la plaza del 1 de Mayo.
Este tímido arranque de la
protesta "no significa que los ciudadanos van a seguir mucho tiempo al
margen del debate sobre el cambio que la oposición tiene el mérito de haber
abierto", escribía el columnista Kharroubi Habib en Le Quotidien d'Oran.
"El poder se equivocaría si considerase la prevención ante estas
iniciativas como la expresión del apoyo del que goza". "Está claro
que la mayoría de los argelinos quieren el cambio del actual sistema".
Se pondrán en marcha para
promoverlo cuando la oposición se una y sea capaz de movilizarles o cuando se
produzca una chispa detonante como sucedió en Túnez, el 17 de diciembre, con
la inmolación de un vendedor ambulante humillado por la policía. En menos de
un mes en Argelia ya han fallecido cuatro personas que se prendieron fuego.
El sistema es más complejo que
en Túnez, explicaba, el 18 de enero, tras la primera inmolación de un
argelino, Xavier Driencourt, embajador de Francia en Argel. Aun así, afirmó
ante la comisión parlamentaria de Asuntos Exteriores que si la experiencia
tunecina tenía éxito "tendrá consecuencias" en Argelia. Falta por
saber cuándo.
Consigna
de los valientes manifestantes del sábado en Argel
“Ayer
Egipto, hoy Argelia”
Por
Karima Bennoune
The Guardian, 12/02/11
Rebelión, 14/02/11
Traducido por Sinfo Fernández
Tras los históricos
acontecimientos del viernes en El Cairo, alrededor de 1.000 pacíficos
manifestantes desafiaron este sábado en la Plaza del Primero de Mayo la
prohibición de manifestarse en Argel. El objetivo del Comité de Coordinación
Nacional para el Cambio y la Democracia, los organizadores de lo que se suponía
iba a ser una marcha hasta la Plaza de los Mártires, era pedir el fin de los
diecinueve años del estado de emergencia, libertades democráticas y un
cambio del sistema político argelino. Fortalecidos por los inmensos sucesos
de El Cairo, este sábado en Argel se corearon consignas como “Djazair Horra
Dimocratia” (“Una Argelia libre y democrática”), “Système dégage”
(“Fuera el gobierno”) y, sobre todo, “Ayer Egipto, hoy Argelia”.
Hubo pequeños ecos de Egipto.
Miles de policías con el atuendo antidisturbios al completo teñían de azul
la plaza con sus uniformes, tratando de ocupar todo el espacio e impedir la
manifestación, pero los manifestantes permanecieron allí, arriesgándose
durante horas a que les golpearan y les arrestaran, gritando consignas y
cantando fervorosamente. Un grupo amplio de hombres jóvenes, con la cooperación
obvia de la policía, entró en escena violentamente gritando a favor del
Presidente Bouteflika (en el poder desde 1999) y tratando de provocar
enfrentamientos con los manifestantes. (Esta acción recordaba tanto a El
Cairo, que por un momento una casi se temió que apareciera un grupo de
hombres cargando desde sus camellos como ocurrió en la Plaza Tahrir). En un
determinado momento, esos jóvenes corrieron hacia el banco desde donde tomaba
fotografías junto a otros periodistas y nos tiraron a todos al suelo. Después,
los provocadores a favor al gobierno empezaron a arrojar piedras de buen tamaño.
La parte más emocionante del día
fue la manifestación de las mujeres. Un grupo de unas cincuenta mujeres, de
entre las muchas presentes –unas cuantas jóvenes con hijab, muchas otras en
vaqueros, mujeres mayores, veteranas activistas feministas con khaffiyeh y
vestidos-, tomaron posición junto a la estación de autobuses de la Plaza del
Primero de Mayo ondeando una gran bandera argelina. Una de esas mujeres, la
destacada psicóloga Cherifa Bouatta, me dijo el viernes mientras contemplábamos
las celebraciones de El Cairo:
“Llevo años esperando esto.
Este es el comienzo. Desde los años del terrorismo [la década de 1990] y lo
que vino después, todo parecía perdido. Se nos estaban muriendo las
esperanzas por una sociedad justa. Pero ahora las posibilidades son fantásticas.”
El sábado, en la Plaza del
Primero de Mayo, ella y las otras mujeres allí presentes exploraron esas
posibilidades. Ocuparon la calle; pidieron cambios políticos profundos;
ulularon (lo que los argelinos llaman “pousser les youyous”, un cántico
alto desde la glotis); cantaron “Kassaman”, el himno nacional, e
“Istiqlal” (independencia), una canción del movimiento anticolonial que
liberó el país del dominio francés en 1962 a costa de un millón de mártires.
Y lo más importante de todo, se resistieron a que la policía las echara. Los
jóvenes a favor de Bouteflika se enfrentaron repetidamente con ellas e
incluso en un determinado momento empezaron a gritar a favor de un estado islámico
en confusa respuesta a las mujeres.
El momento más surrealista llegó
cuando observé cómo un grupo de jóvenes mujeres policía vestidas con
pantalones y botas se pusieron a atacar a las inquebrantables activistas,
pretendiendo ignorar que sus propias carreras sólo son imaginables gracias al
duro trabajo de algunas de las mismas activistas a las que golpeaban y
empujaban. Una joven policía, de la edad de una de mis estudiantes, me
abofeteó por tomar una foto mientras esto ocurría. El único “crimen” de
las manifestantes era el de permanecer pacíficamente en la acera de su propia
ciudad cantando el himno nacional y pidiendo democracia.
Según se ha informado, durante
el día se produjeron unos 350 arrestos. Muchas de las personas detenidas
fueron maltratadas, incluido el anciano abogado de 90 años Alia Yahia
Abdennour, que es el presidente honorario de la Liga Argelina para la Defensa
de los Derechos Humanos (LADDH). Cherifa Khaddar, la formidable activista por
los derechos humanos y presidenta de Djazairouna, una asociación de víctimas
del terrorismo fundamentalista de la década de 1990, cuyo hermano y hermana
fueron brutalmente asesinados en 1996 por el Grupo Islámico Armado (GIA), fue
arrestada dos veces. Contemplé estupefacta cómo la policía la golpeaba; por
desgracia, no fue a la única que maltrataron.
Justo antes de que la detuvieran
la primera vez, Khaddar fue atacada por un grupo de jóvenes
“manifestantes” a favor del gobierno, algunos de los cuales intentaron
arrancarle las ropas mientras otros simulaban que mantenían relaciones
sexuales con ella. Una policía la sacó del tumulto sólo para ponerse después
a ayudar a un grupo de sus compañeros que la tiraron al suelo y la arrestaron
a ella en vez de a sus atacantes. Más tarde, en la comisaría, la metieron en
una celda en la que había otras veinte mujeres. Juntas, continuaron con la
protesta, gritando y cantando. “Nuestros hermanos no olvidan a nuestros mártires.
Ellos te llaman desde sus tumbas. Escuchad sus voces, vosotros, los seres
libres”. La policía se enfureció y atacaron a las mujeres en la celda, sacándolas
de allí a rastras por los cabellos”. Khaddar fue liberada más tarde.
La situación es fluida. Cuando
la protesta se desvaneció, un grupo grande de manifestantes, en su mayoría jóvenes
de las barriadas de los alrededores, tomó la plaza. Algunos de ellos habían
cantado anteriormente lemas a favor del gobierno y habían insultado a las
manifestantes, pero ahora adoptaron consignas contra el gobierno, apoyando a
Khaddar y desafiando a la policía. Cientos de policías antidisturbios
sacaron en ese momento sus armas, marcharon en formación y cerraron por
completo la plaza. Parecía una escena de la película “Z” de Costa Gavras.
Confío en que se observe
cuidadosamente todo lo que pueda ocurrir en Argelia en los próximos meses, a
pesar de la comprensible preocupación por los sucesos al este, en Egipto. Los
contextos son diferentes, pero las luchas son las mismas.
Además, los valientes
activistas de la Plaza Primero de Mayo –mujeres y hombres, jóvenes y
viejos- también se merecen solidaridad y apoyo en el camino que tienen por
delante. El escritor y periodista argelino Mustapha Benfodil dijo que el
objetivo de las manifestaciones del sábado era convertir la Plaza del Primero
de Mayo en la Plaza Tahrir argelina, y que lo que allí ocurrió representaba
un paso muy importante en esa dirección. No obstante, señaló que había
mucho trabajo que hacer para alcanzar ese fin.
Está muy claro que hay que
echar abajo ya el muro del miedo, quizá una tarea más dura que en otras
partes, dada la espantosa violencia sufrida durante la década de los años
noventa en la que se asesinó a 200.000 personas y se aterrorizó a una
sociedad entera. La oposición necesita unirse y organizarse. Además, los
activistas tienen que construir lazos importantes con segmentos más amplios
de la sociedad para conseguir el cambio político tan urgentemente necesitado
en el país, que la exagerada reacción de la policía sirvió para subrayar,
un cambio que Túnez y Egipto han demostrado que es absolutamente posible.
Por ahora tal vez sea más
exacto decir: “Ayer Egipto, mañana Argelia…”
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