Mientras
la economía de Libia se ahoga en petrodólares y su
"gran líder", Muamar Gadafi compra apoyo en el
extranjero, casi la mitad de sus jóvenes están
desempleados. El sector no petrolero es muy reducido.
Libia
es el país más rico del norte de África. Si se tiene en
cuenta su PIB per cápita, Libia se encuentra económicamente,
de hecho, a nivel de Europa del Este.
Pero
eso no refleja la economía real del habitante medio en
Libia, donde alrededor de la mitad de la población se queda
fuera de la economía impulsada por el petróleo. La tasa de
desempleo se encuentra en un sorprendente 30 por ciento,
mientras que se estima que el desempleo juvenil ronda entre
el 40 y el 50 por ciento. Es la tasa de desempleo juvenil más
alta en el norte de África.
También
otros indicadores de desarrollo revelan que muy poco de los
petrodólares se ha invertido en el bienestar de los 6,5
millones de habitantes de Libia. Los niveles de educación
son más bajos que en la vecina Túnez, que tiene poco petróleo,
y un sorprendente 20 por ciento de los libios son
analfabetos.
Además,
una vivienda digna no está al alcance de la mayoría de la
mitad de la población desfavorecida. También el nivel de
precios, generalmente altos en Libia, ejerce una presión aún
más fuerte en estos hogares.
Pero
la clave del descontento popular es la falta de
oportunidades de trabajo, que contrasta fuertemente con la
imagen de Libia como una nación rica, tal y como difunde
constantemente el régimen y sus medios de comunicación, al
más puro estilo soviético.
Las
pocas opciones laborales que hay para los jóvenes libios es
alistarse a la policía o las fuerzas armadas, trabajar en
obras de construcción o dedicarse al pequeño comercio.
Pero incluso en este caso, son necesarios contactos y
corrupción para tener una verdadera oportunidad.
Pero,
¿cómo puede ocurrir esto en un país tan rico? La
respuesta es que la economía de Libia está totalmente
impulsada por el sector petrolero, y la evolución de los
sectores fuera del petróleo se ha centrado en los proyectos
megalómanos de Gadafi. Ambos están dominados por
trabajadores extranjeros.
El
Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó ayer sus más
recientes indicadores de la economía libia. Según estos últimos
datos del FMI, las exportaciones de Libia en 2010
ascendieron a la impresionante cantidad de 47.800 millones
de dólares. Y lo más interesante es que se generaron
46.300 millones de dólares en exportaciones de productos
derivados del petróleo y el gas.
El
gran sector de los hidrocarburos en Libia crea una riqueza
inmensa y se calcula que el gobierno tiene ahora en el
exterior unos activos de 105 billones de dólares, lo que es
lo mismo, 16.000 dólares por ciudadano libio. Pero no crea
muchos puestos de trabajo. Unos pocos empresarios de Libia,
próximos al régimen de Gadafi, y algunos ingenieros libios
y trabajadores del sector petrolero viven de la producción
de petróleo y gas. Pero son los empresarios, ingenieros y
trabajadores extranjeros quienes realmente están mucho más
implicados en el sector.
El
líder libio Gadafi, durante años, ha tratado de
diversificar la economía, poniendo en marcha repentinas
inversiones millonarias en proyectos gigantescos. Un
"Gran Río Artificial" iba a crear terrenos agrícolas
en el desierto. Las mejores carreteras y los trenes de alta
velocidad iban a recorrer el país a lo largo de todo su
desierto y en todas direcciones para impulsar el comercio. Y
grandes extensiones de la costa mediterránea de Libia se
han reservado para numerosos complejos turísticos.
Estos
intentos para impulsar el sector no petrolero han dado
algunos resultados sobre el papel. En la mayor parte de los
últimos cinco años, según muestran las nuevas cifras del
FMI, el sector no petrolero ha estado creciendo mucho más rápido
– con unas tasas de crecimiento del 6 al 10 por ciento –
que el sector de los hidrocarburos. Podría parecer que ya
se está creando una diversificación de la economía de
Libia, con posibilidades para la necesaria creación de
empleo.
Pero
no es así. La mayoría de los proyectos megalómanos del líder
libio han sido erróneamente evaluados, al no estar basados
en las necesidades de desarrollo del país o de su población.
Francamente, la mayoría son sólo una pérdida de miles de
millones de dólares.
Y
lo más importante es que no crean trabajo para los libios.
Los gigantescos proyectos se someten a licitación
internacional, con empresas extranjeras que emplean a sus
propios ingenieros e incluso llevan a su propia mano de obra
para hacer las construcciones. Incluso la comida de los
trabajadores extranjeros es, en su mayoría, importada.
El
gran plan de infraestructuras ferroviarias que ya está en
marcha incluye conectar al país – escasamente poblado –
de este a oeste, desde la frontera con Egipto a la frontera
con Túnez, con un tren de alta velocidad. Además, se va a
construir una línea a través del desierto del Sahara, casi
despoblado. Los proyectos han ido a parar a empresas de
China y Rusia, que llevarán a Libia todas las
infraestructuras y mano de obra desde sus respectivos países.
El
informe emitido ayer por el FMI, teniendo en cuenta la alta
tasa de desempleo, dice en un lenguaje muy claro que los
disturbios en el norte de África no han llegado a Libia
"todavía". Según el FMI, el gobierno iba a
responder a estos retos mediante la supresión de "los
impuestos y derechos de aduana sobre los productos
alimenticios producidos localmente e importados".
Además,
"anunció la creación de un fondo de varios billones
de dólares para la inversión y el desarrollo local, que se
centrará en la creación de viviendas para la creciente
población", según el FMI. Y nuevas políticas tienen
el objetivo de "adaptar la mano de obra para la
transformación económica".
Sin
embargo, entre grandes sectores de la población libia, el
plan de modestas reformas presentado por Gadafi – en el
poder desde 1969 – llega demasiado tarde y suena a
palabras vacías de contenido. Hace sólo un año, el régimen
anunciaba que se reduciría el desempleo en un 50 por ciento
durante el año 2010 gracias a los grandes proyectos de
infraestructuras que se llevan a cabo en el país. Pero no
ha sucedido nada.
Mientras
tanto, los grandes problemas sociales se suman a las
frustraciones políticas y una oposición a la dictadura,
sobre todo en la segunda ciudad de Libia, Bengasi.
Inspirados por las revoluciones en Túnez y Egipto, también
un número cada vez mayor de libios sólo ve una solución
en el colapso total del régimen de Gadafi.
De
este modo, hoy ha tenido lugar en Bengasi la primera gran
protesta contra el régimen de Gadafi. Varios miles de
manifestantes exigieron la dimisión de Gadafi, pero la
policía dispersó a la multitud.