Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie,
07/03/11
¡No
a la intervención militar
del imperialismo!
¡Fuera
Gadafi!
¡Por la autodeterminación del pueblo libio,
sin intervención de la OTAN ni tutela de la ONU!
Libia
se encuentra hoy en una situación de guerra de civil.
En nuestra primera declaración del 25 de febrero, señalábamos
que “la represión desatada por Gadafi no ha hecho
retroceder la protesta. Por el contrario, la ha ido
profundizando. En varias ciudades, el ejército se dividió,
las movilizaciones populares tomaron cuarteles y arsenales,
y se formaron comités populares y milicias. Este estallido
de rebelión popular ha llevado entonces a una situación de
virtual guerra civil, en el sentido de que el régimen ha
perdido el control territorial de una parte importante de
Libia...”
Hoy
está situación de guerra civil ha dejado ser
“virtual” o potencial. Ahora es el rasgo que
determina el conjunto de la situación de ese país.
Mientras Gadafi asienta su poder militar en Trípoli
–donde ha podido masacrar los movimientos de protesta que
también surgieron allí inicialmente–, los rebeldes
dominan distintas ciudades al oeste y, sobre todo, al este
de la capital. A partir de allí se han sucedido los
combates, con avances y retrocesos de ambos contendientes, y
sin que asome todavía una clara definición.
Por
el lado de los insurgentes, se refleja el impulso de una
rebelión que, más allá de sus desigualdades regionales,
abarca visiblemente a la mayoría de la juventud y las masas
populares de Libia.
Por
el lado de Gadafi, se refleja que conserva un sector del
aparato del estado y de su clientela política especialmente
en la capital, y sobre todo sigue disponiendo de fuerzas
armadas regulares o irregulares, con una superioridad de
armamentos (por ejemplo, aviación) y unidad de mando, que
las hace capaces de asestar duros golpes.
Al
mismo tiempo que lograba pasar a la ofensiva militar, Gadafi
daba un giro político de cierta importancia. En los
primeros días, trató de volver a presentarse como
“antiimperialista”, como lo fue a su modo hace más de
dos décadas. Pero ahora ha cambiado significativamente este
discurso político. Hoy, en primer lugar, dice que está
luchando contra Al Qaeda, a la vanguardia de la
“guerra contra el terrorismo islámico” que habría sido
inexplicablemente abandonada por EEUU y Europa. Asimismo,
Gadafi proclama ser la imprescindible barrera para
que Europa no sea invadida por una desagradable ola de
inmigrantes del África negra:
"Libia
juega un papel vital para la paz en la región y en el mundo
entero", declaró Gadafi el canal de TV France 4
(07/03/11). "Somos un importante socio en la lucha
contra Al Qaeda", y añadió: "Hay millones de
negros que podrían llegar al Mediterráneo y luego saltar a
Francia e Italia, si Libia deja de garantizar la
seguridad".
Y,
efectivamente, junto con la administración del enclave
petrolero libio, Gadafí fue uno de los primeros en adherir
activamente a la “guerra contra terrorismo islámico”
declarada por Bush. Asimismo, Berlusconi y otros gobiernos
del sur de Europa recurrieron a sus servicios como gendarme
para reprimir a los hambrientos inmigrantes subsaharianos
antes de que logren cruzar el Mediterráneo.
En
síntesis: junto con la ofensiva militar para aplastar la
rebelión, el dictador de Libia ruega al imperialismo volver
a ser un "importante socio". El
"antiimperialismo" de Gadafi volvió otra vez al
baúl de los recuerdos.
El
imperialismo trata de aprovechar este impasse
La
potencias imperialistas tratan de aprovechar este impasse
de guerra civil, para lograr una salida favorable,
tanto para sus intereses petroleros como para contener
los procesos de rebelión popular que se están
desarrollan en Medio Oriente y el Norte de África.
Volver
a emplear a Gadafi como un “socio importante” –como
reclama el dictador– parece hasta ahora descartado por
todos los imperialismos, incluso por los que fueron sus
grandes socios, Italia y Francia. Aunque en lo inmediato
Gadafi ganase la guerra civil, sería apostar a una carta a
la larga perdedora. Podría tener, además, consecuencias
políticas gravísimas en todo el mundo árabe en rebelión.
Se trata, entonces, de encontrarle un reemplazante que
sea conveniente a los intereses imperialistas.
Pero,
dentro de esos trazos comunes, hay diferencias de intereses
y también de políticas. Mientras los socios europeos de
Gadafi –en primer lugar, Berlusconi– demoraron varios días
en “soltarle la mano” al dictador, Estados Unidos (y,
como siempre, Gran Bretaña), salieron decididamente al
ruedo desde el primer momento para imponer su propia
sucesión al régimen libio.
La
política del imperialismo yanqui y sus socios (frente a la
cual Italia, Francia & Cía. no han podido contraponer
otra línea global, sino a lo sumo objeciones puntuales)
combina varios objetivos, tanto a nivel de la región como
de Libia específicamente.
Estados
Unidos, después del papel miserable que jugó en Egipto
defendiendo a descaradamente a Mubarak hasta último
momento, intenta ahora reacomodarse, situarse en una
posición más favorable y “simpática” frente a las
masas árabes en rebelión. A costa de Gadafi, a quien
considera ya insostenible, Washington trata de reaparecer
como el adalid de la democracia en la región.
Un
objetivo fundamental de este reacomodamiento es salvar a los
regímenes a los que EEUU ha apostado siempre todas sus
fichas: Arabia saudita, Yemen y los miniestados del Golfo,
hoy también convulsionados en mayor o menor medida. ¡La
derrota de Gadafi en una guerra civil sin intervención del
imperialismo, sería para esos pueblos un ejemplo de
consecuencias catastróficas para esos regímenes despóticos!
Por
el contrario, si a Gadafi lo sucede un régimen y un
gobierno vasallo, sería un factor de contención en toda la
región.
Asimismo,
los ardores “democráticos” de EEUU y Gran Bretaña en
relación a Libia son estimulados por otro doble objetivo
político y económico. Si logran imponer un sucesor que sea
su agente directo, se abriría la posibilidad de un nuevo
reparto del petróleo y el gas de Libia. Con Gadafi, estaba
principalmente en manos de las petroleras de Europa
continental. Esto podría cambiar, según quién se haga
finalmente con el poder; o si Libia se “balcaniza” y
surgen distintos “gobiernos” regionales.
Mientras
EEUU envía sus portaaviones, desde Europa continental se
hacen otros operativos, aunque con el habitual camuflaje
“humanitario”. Así, el fiscal del Tribunal de La Haya,
Luis Moreno Ocampo, anunció que va a “investigar” las
violaciones a los derechos humanos cometidas por Gadafi...
de las que hasta ahora no tenía noticias!
Cuando
hace años Gadafi era recibido en triunfo por Berlusconi y
Sarkozy, y la Casa Blanca anunciaba su “perdón”, parece
que Moreno Ocampo no estaba al tanto de esas violaciones.
Tampoco este eminente tribunal se ha percatado hasta hoy de
los millones de muertos en Afganistán e Iraq,
responsabilidad directa de los criminales de guerra George
W. Bush, Tony Blair, Aznar & Cía.
En
el caso de Libia, esta burla de los “derechos humanos”
–especialidad de la cocina política de la Unión
Europea– llega al colmo con el tema de los refugiados. El
inicio de guerra civil ya ha producido decenas de miles. La
primer medida “humanitaria” de la Unión Europea ha sido
cerrarles la puerta en la narices.
De
todos modos, como ya señalamos en nuestra primera declaración,
el objetivo común de todas las potencias
imperialistas, cualquiera sean sus diferencias, es el de “pacificar”
el país para retornar a su explotación “normal”. O
sea, seguir imponiendo, ahora bajo otras formas y con
otros personajes, el orden semicolonial y el flujo de
hidrocarburos que antes garantizaban Gadafi y su clan
familiar, y que ahora son incapaces de mantener. Y, simultáneamente,
que Libia vuelva a ser un factor de "orden" en el
convulsionado mundo árabe.
Para
eso, el imperialismo trata de utilizar a su favor el carácter
relativamente atrasado de la formación económico–social
de Libia. Allí, a diferencia de otros países árabes, como
Egipto, ha sido menor el desarrollo de clases sociales
modernas –trabajadores, clases medias, burguesía– y se
han conservado más las estructuras tribales.
Como
hizo infinidad de veces en sus operaciones colonizadoras en
Asia y África –y también en los últimos años en
Afganistán e Iraq–, los imperialismos tienen una larga
experiencia en utilizar las situaciones de
enfrentamientos tribales, y también étnicos,
nacionales y sectario–religiosos. Las aprovechan para
intervenir como “protectores” de sectores muchas veces
realmente oprimidos, y así también pueden reclutar como
intermediarios y agentes a algunos de sus jefes.
Al
parecer, en el campo de la rebelión contra Gadafi, todavía
no se ha decantado claramente una conducción política y
militar unificada y políticamente homogénea. Junto a
nuevas figuras surgidas en la rebelión, aparecen también
ex ministros y funcionarios, y ex jefes militares del
antiguo régimen. En estos procesos de rebeliones populares,
donde confluyen los sectores más heterogéneos, lo usual es
que salgan a la superficie todo tipo de corrientes y
dirigentes, algunos de ellos interesados sólo en continuar
la sumisión al imperialismo, aunque ahora bajo formas más
“democráticas”. Esto es lo que hemos visto también en
Egipto y Túnez. Además, la salvaje represión durante décadas
a cualquier expresión de izquierda, que sostuvieron Gafadi
y esos regímenes, es otra dificultad para el desarrollo de
corrientes independientes.
Pero
la inevitable aparición de “personajes” o figuras
“democráticas” que se adapten a la política del
imperialismo, tanto en Libia, como en los demás países
donde están en curso estas rebeliones, no debe
confundirse con el contenido progresivo y legítimo de esos
movimientos de masas; también en el caso de la pelea
contra Kadafi.
Diversos
líderes de la rebelión libia habrían hecho declaraciones
contradictorias: desde las que rechazan cualquier intervención
militar imperialista hasta las que piden a la OTAN que
establezca una “zona de exclusión” en los cielos de
Libia, para impedir las operaciones de la aviación de
Gadafi.
Un
incidente que sería significativo, ha sido la captura y
expulsión de una “misión diplomática–militar”
enviada unilateralmente por Gran Bretaña, evidentemente
como un tubo de ensayo para una intervención militar más
amplia. El 5 de marzo, la prensa inglesa anunciaba con
bombos y platillos que había desembarcado en Libia una
fuerza “diplomático–militar” (sic), que sería
seguida inmediatamente por más tropas. Al otro día,
Londres informaba que su “fuerza de tareas” había sido
detenida y expulsada de Libia por los rebeldes.
El
imperialismo, entonces, parece estar haciendo todo tipo de
tanteos, desde operativos políticos para ganar sectores
dirigentes de la oposición a Gadafi hasta los test de
intervención militar directa, como el ensayado por Londres.
El
repudiable apoyo de Chávez y Castro a Gafadi
En
esta situación, el escandaloso apoyo de Chávez y Castro al
criminal Gadafi, sólo ha servido para que el imperialismo y
los medios a su servicio se hagan una fiesta como no tenían
desde hace tiempo.
Si
algo venía bien al imperialismo para lavarse las manos de
su apoyo a los déspotas de Medio Oriente a su servicio
(entre los que se contaba Gadafi desde hace 20 años), era
que Chávez y Castro saliesen a sostener al dictador de
Libia. ¡Y que, además, lo hiciesen en nombre del
socialismo y la independencia del imperialismo!
Por
eso, es imposible imaginar un regalo mejor, para facilitar
las operaciones políticas del imperialismo con el propósito
de hacer pie en la rebelión del pueblo de Libia. ¡Es que
no se puede defender la independencia y autodeterminación
del pueblo de Libia, sobre la base de sostener a un criminal
como Gadafi!
El
detalle más surrealista de este asunto, es que el mismo
Gadafi, después de presentarse algunos días como
“antiimperialista”, ha vuelto a la normalidad, y sólo
reclamar volver a ser un “socio importante”.
Todo
esto ha sido un boomerang político para Chávez y Castro.
No han logrado generar el menor apoyo a su amigo Gadafi. En
cambio, han puesto en crisis a muchos en sus propias filas.
¡Fuera
de Libia las manos del imperialismo!
¡Por la autodeterminación del pueblo libio, sin intervención
militar de
la OTAN ni tutela “humanitaria” de la ONU y el Tribunal
de La Haya!
En
el actual contexto, pasa a tener una importancia fundamental
la movilización solidaria de los trabajadores y los
pueblos del Medio Oriente, Europa y el resto del mundo,
en apoyo a la lucha del pueblo de Libia con un programa independiente
y contra la intervención imperialista.
La
movilización internacional solidaria, especialmente
en los países vecinos y Europa, asume un alcance
trascendental, para poder poner sobre la balanza un factor
que se contraponga a las presiones del imperialismo, y que
pueda influir en el sentido de la independencia política de
rebelión contra la dictadura.
En
ese sentido, creemos que se imponen las siguientes
consignas:
•
¡Fuera
de Libia las manos del imperialismo! Rechacemos cualquier
intervención, tanto de tropas sobre el terreno, como de
“zonas de exclusión” aéreas!
•
¡Fuera el Tribunal de La Haya! ¡Sólo el pueblo de Libia
tiene el derecho a juzgar a Gadafi!
•
Por
la autodeterminación democrática de los organismos como
los comités populares, que sean representativos del pueblo
trabajador y totalmente independientes del imperialismo. Por
el desarrollo de corrientes políticas independientes.