Nadie
sabe quién es la verdadera autoridad entre los insurgentes:
dudas y contradicciones sobre la propuesta a Gadafi
El
liderazgo rebelde, con fuertes divisiones
Por
Témoris Grecko
Corresponsal en Libia
La Nación, 09/03/11
Benghazi.– "Si él [el
dictador Muammar Gadafi] abandona Libia en las próximas 72 horas y detiene
los bombardeos, nosotros como libios nos abstendremos de perseguirlo por sus
crímenes." Esto fue lo que dijo a la cadena de televisión Al–Jazeera,
ayer por la mañana, el presidente del rebelde Consejo Nacional Interino de
Transición, Mustafa Abdel Khalil, en la ciudad de Baida, en la Libia
liberada.
Por la tarde, el mismo consejo
llamó a una conferencia de prensa en la que su vocero y segundo al mando,
Abdel Hafiz Ghogan, rechazó tajantemente cualquier amnistía para Gadafi:
"Nadie en Libia tiene el derecho de impedirle al pueblo libio buscar
castigo para los crímenes que le han infligido".
A pesar del intento de zanjar el
asunto, sólo quedaron más dudas sobre cuál es la relación entre los
revolucionarios con el grupo de políticos que hasta hace 20 días eran
ministros de Gadafi y que ahora están tratando de ponerse al frente de la
revolución. Abdel Khalil fue nombrado presidente del consejo, pero su segundo
al mando, Ghogan, lo contradice, exponiéndolo además al tratar de salvarle
la cara de una forma que –accidental o intencionalmente– es muy poco creíble.
El incidente se produjo después
de que Al–Jazeera anunciara que un enviado de Gadafi había contactado al
consejo para negociar su salida. Los medios que buscaron reacciones de
distintos dirigentes obtuvieron posturas contradictorias, ya que unos
rechazaron la idea y otros la aceptaron. El canciller del dictador desmintió
después categóricamente que su gobierno le hubiese encomendado la misión a
alguien, e incluso se mostró desdeñoso: "Lo que dicen [de que Gadafi se
marche] no merece ni siquiera un comentario".
En la conferencia de prensa de
Ghogan, convocada para aclarar el asunto, los periodistas señalaron la
contradicción. El vocero respondía que "no hay discrepancias"
entre el presidente y su consejo. El cronista de La Nacion insistió: "Abdel
Khalil anuncia que se le pueden perdonar los crímenes y usted dice que nadie
puede ofrecer eso, la discrepancia es obvia".
"Todos los libios estamos
de acuerdo –repuso Ghogan– en que ese gobierno tiene que irse y si se hace
pacíficamente, mejor. Estoy seguro de que el señor Abdel Khalil quiere
escuchar que Gadafi se va y que no habrá más derramamiento de sangre."
El presidente del consejo
nacional de los revolucionarios, que afirma que no hay más culpable de los crímenes
de la dictadura que Muammar Gadafi, fue ministro de Justicia desde enero de
2007 hasta febrero de 2011 y tiene lazos estrechos con el ex ministro del
Interior Mohammed Fatah Younis, que fundó las fuerzas especiales de Gadafi y
ahora controla sin cargo oficial los asuntos de seguridad en la zona liberada.
Para muchos revolucionarios es
difícil aceptar esta alianza con personajes que tienen responsabilidad en la
brutal represión del régimen contra los opositores antes de la revolución.
Y estas contradicciones acentúan las diferencias: Abdel Khalil sólo vino una
vez a Benghazi, sede provisional del consejo, mientras declara desde su casa
en Baida sin tomar en cuenta a los miembros del órgano rebelde.
Todo esto ocurre en un contexto
de estancamiento del conflicto, en el que el fracaso de la ofensiva sobre
Sirte, la ciudad que controla la ruta hacia Trípoli, permitió que la
iniciativa pasara a manos de Gadafi, que ha recuperado y fortalecido
posiciones en esa zona y, además, en el Oeste mantiene una sangrienta presión
contra las ciudades rebeldes de Zawiya y Misurata.
La seguridad en Benghazi, por
otro lado, sufre un deterioro. Hasta el lunes, los periodistas todavía
especulaban sobre por qué Gadafi no había recurrido a atentados terroristas,
como secuestros y asesinatos, contra los opositores. Esto puede haber empezado
a cambiar, y el objetivo son precisamente quienes se hacían las preguntas.
Ayer, a las 4, desconocidos
arrojaron granadas desde un auto sin matrícula contra el hotel Ouzu, donde se
aloja la mayoría de los enviados de los medios extranjeros. Sólo hubo daños
materiales. Horas más tarde, hombres armados ingresaron en ese
establecimiento. Fueron a la habitación de un médico jordano, que apoyaba a
los revolucionarios como voluntario, y lo secuestraron.
En paralelo, en el hotel Tibesty,
el más lujoso de la ciudad y que también alberga a periodistas, fueron
detenidos dos hombres que llevaban granadas. Algo que puede no estar
relacionado pero que en el contexto cobra relevancia es que varios periodistas
sufrieron asaltos en los últimos días.
Reveses de la
insurgencia
Aunque Ghogan luce bien y de
buen humor, las malas noticias son tantas que los periodistas atribuyen a eso
que ayer diera una conferencia de prensa con tantos desatinos, en el mismo
hotel Tibesty. Sobre el ataque al Ouzu, sólo mencionó que no hay que
preocuparse porque lo del médico parecía ser un asunto personal. Respecto de
la caótica y desorganizada ofensiva contra Sirte, lanzada por voluntarios sin
mandos, estructura ni entrenamiento, trató de convencer de que lo rojo es
azul: "Ellos están en contacto con sus comandantes, los comandantes con
el responsable militar y él con el consejo nacional".
Fue como en el caso de las
discrepancias entre el consejo y su presidente sobre la salida de Gadafi al
exilio, que Ghogan quiso minimizar con un comentario simple: "En todo
caso, ¿por qué estamos aquí hablando de una propuesta que jamás fue
hecha?". Parece ser cierto que no la hizo Gadafi, sino Abdel Khalil, el
flamante ex khadafista que se ha colocado al frente de los revolucionarios.
Una contradicción que les crea apenas los primeros dolores de cabeza.
EEUU contacta
a sectores de la oposición
Washington
(ANSA).– Diplomáticos norteamericanos, entre ellos el embajador en Libia,
Gene Cretz, mantuvieron reuniones en El Cairo y en Roma con "figuras de
la oposición" al régimen de Muammar Gadafi. Así lo indicó ayer en
Washington el vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley. El objetivo
de esas reuniones fue "obtener un mayor entendimiento y perspectiva"
sobre la crisis en Libia, señaló el vocero. Crowley indicó que entre los
interlocutores de Cretz se destacaron los dirigentes del Consejo Nacional
Libio.
No tienen
mandos ni estructura militar: la euforia no logra ocultar
la falta total de entrenamiento
Los
rebeldes, un grupo de voluntarios
Por
Témoris Grecko
Corresponsal en Libia
La Nación, 08/03/11
Ras Lanuf, Libia.– Cientos de
personas empezaron a correr en total desorden cuando se oyó que el avión se
acercaba al check point en Ras Lanuf, un puerto petrolero al sur de Benghazi,
en manos rebeldes. Se movían en un caos perfecto: hacia cualquier lado de la
ruta, escabulléndose detrás de las dos pequeñas construcciones, tirándose
cuerpo a tierra entre las matas.
En esa zona era muy difícil
escoger un lugar donde protegerse, porque los hechos contradecían la lógica:
uno pensaría que la bomba iba a golpear exactamente ahí, donde se
concentraban los combatientes y se apilaban las municiones, pero en su mayoría
caen en sitios vacíos.
Una duna se hizo polvo con la
explosión, a 400 metros de donde estaba el cronista de La Nacion con un
grupo. Ni un solo herido. El choque masivo de adrenalina hizo que la multitud
regresara al punto de control entre gritos de ¡Allahu akbar! (Dios es
grande), entre risas y aullidos, como si hubiera propinado una gran derrota al
dictador Muammar Gadafi.
En Ras Lanuf, a medio camino
entre Benghazi y Sirte, la cuna de Gadafi, no hay indicio alguno de que los
revolucionarios puedan articular algo parecido a una ofensiva ordenada y con
posibilidades de tener éxito. Como en otras partes de la Libia liberada, la
aglomeración de voluntarios no se asemeja para nada a un ejército. En
cambio, recuerda al casting de un pésima comedia de verano: uno entiende
ahora por qué son tan bestiales los entrenamientos de los militares de
verdad, destinados en primer lugar a imponer la disciplina.
Después de la explosión, el
chofer del grupo de periodistas, un ex soldado que sirvió durante 22 años,
oscilaba entre una sonrisa de tranquilidad profesional y hondos suspiros de
alivio. "Mi mujer está asustadísima; voy a llamar para
tranquilizarla", anunció. "Amor, ¡hubo un ataque aéreo!",
dijo al teléfono. "No te preocupes, cariño. La bomba estalló apenas a
diez metros de mí. Pero ¡estoy muy bien!"
A las cuatro de ayer, los
empleados del único hotel de Ras Lanuf habían despertado a varios enviados
de medios extranjeros que habían pernoctado allí. "Las fuerzas de
Gadafi vienen hacia acá. ¡Tenemos que marcharnos!", urgieron. Al salir,
los periodistas se sorprendieron: si la noche anterior había cientos de
combatientes en la ciudad, ahora apenas se veían unos cuantos. ¿A dónde se
fueron? ¿Cuándo?
Fue una falsa alarma. Pero el
pueblo de Bin Jawad, 40 kilómetros en dirección a Sirte, un bastión de
Gadafi en el oeste, había sido capturado por tropas del gobierno, que apenas
encontraron resistencia.
Algunos rebeldes afirman que
dispararon a las casas y tomaron como rehenes a las familias del lugar. Otros
dicen que el tiroteo fue terrible, pero corrigen en que sólo expulsaron a la
gente. Todos coinciden en que los khadafistas se atrincheraron ahí con
tanques, artillería y cientos de hombres: antes que permitir que la oposición
se aproxime a Sirte, el presidente parece haber ordenado que se establezca ahí
una línea que nadie pueda traspasar.
Ras Lanuf es el punto de
vanguardia y es un inmenso desorden. La última vez que se supo de un oficial
de carrera que supuestamente debía tomar el mando, el sábado pasado, éste
tuvo que huir en su camioneta con dos adolescente negros, pues de otra forma
ni sus razonamientos ni sus amenazas hubieran impedido que los chicos fueran
linchados bajo sospecha de ser mercenarios.
Desorganización
Los combatientes serios son una
minoría difícil de encontrar. Algunos son soldados y ex soldados. Casi todos
los demás son hombres jóvenes y mayores que se toman dos o tres días para
irse con los amigos a pelear. Alguien trae un vehículo y unas armas que
robaron de arsenales saqueados; juntan mantas y provisiones, y se van todos al
frente. No hay mandos, estructura ni clase de orden alguna. Cada uno hace lo
que le parece en el momento.
El check point de Ras Lanuf es
como un pequeño parque de atracciones, donde los juegos son mortales. Los más
populares son las baterías antiaéreas: en ellas, los rebeldes hacen cola
para poder subirse y disparar a la nada, por lo que rompen tímpanos e
incrementan la confusión que ya causa que decenas de improvisados se
entretengan con rifles de asalto.
Disfrazados con cualquier prenda
que de alguna forma parezca militar o guerrillera (el look Che Guevara y el
look Yasser Arafat son favoritos), los hombres derraman testosterona
disparando al aire fusiles AK–47 y M–16 que no saben manejar. Como vieron
en las películas que Rambo los sostiene con una sola mano, intentan hacer lo
mismo, pero a veces pierden el control y el arma baja la mira peligrosamente,
con riesgo de herir a los demás. Un joven reaccionó airado cuando alguien le
dijo que dejara de molestar y trató de quitarle el "juguete": en el
forcejeo, los tiros salieron hacia todos lados. De milagro, no mató a nadie.
Uno podría apostar que hay más
heridos por imprudencias y accidentes que por la acción del enemigo. Porque
uno de los mayores misterios de este conflicto, al menos en esta parte
oriental del país, es por qué hay tan pocos muertos. Hasta el momento, parecía
razonable atribuir los avances rebeldes a la mística de sus combatientes,
pero el desorden es abrumador. ¿Por qué retroceden los tanques y las
camionetas artilladas de las entrenadas tropas khadafistas ante los ataques de
novatos torpes e hiperexcitados? ¿Cómo es que las bombas de los aviones casi
nunca caen donde podrían hacer daño?
Ibrahim al–Khodeiri, el
conductor y ex soldado, coincidió con Ahmed Fathi, un militar que se pasó
individualmente al bando rebelde, y que estaba apostado ayer en Brega, a 120
kilómetros de Ras Lanuf: en el Este, el ejército de Gadafi no está
golpeando con la fuerza de la que es capaz. "No quieren matar a sus
hermanos libios", aventuró Al–Khodeiri. "Nos quieren sorprender
– especuló Fathi– y cuando vengan por nosotros, nos van a arrasar."
Esta
amenaza apunta hacia el otro gran misterio: ¿por qué no están actuando los
pelotones militares que se sumaron a la revolución? Si alguien no provee músculo
militar, impone orden y disciplina en las filas rebeldes, y entrena a sus
integrantes, la fuerza de este movimiento popular y, en buena medida, espontáneo
se evaporará cuando se apague el entusiasmo. Acaso sea a eso a lo que apuesta
Gadafi.
Gadafi ordenó ataques aéreos
en Ras Lanuf, Zenten y Zawiya,
ciudades dominadas por los opositores
Bombardearon tres ciudades
rebeldes
Deutsche
Presse Agentur (DPA), 08/03/11
Ras Lanuf.– Un intenso
bombardeo por parte de aviones del ejército de Libia que responden al régimen
de Muammar Gadafi se registró en tres ciudades dominadas por los rebeldes
desde hace más de tres semanas
La aviación leal a Gadafi
intentó hoy arrebatar el terreno conquistado por los rebeldes. En tres
ocasiones bombardeó la zona del puerto petrolero de Ras Lanuf (ubicado a 300
km al suroeste de Bengasi), la posición más avanzada de los insurgentes. Allí,
una bomba arrancó la fachada de la planta baja de un edificio de dos pisos,
sin que se diera parte de víctimas hasta el momento.
Las tropas de Gadafi rodeaban
también la ciudad de Zenten, unos 120 km al suroeste de Trípoli, controlada
por la oposición. También lanzaron un nuevo asalto a la ciudad de Zauiya, a
60 km al oeste de Trípoli, afirmó un desertor, quien pidió a la comunidad
internacional que haga algo.
"En cada esquina, hay gente
que dispara", exclamó Murad Hemayma por teléfono desde El Cairo, donde
se ha convertido en el portavoz de los rebeldes. "Gadafi quiere tomar
Zawiya antes del miércoles", agregó.
Desde una posición ubicada a
unos siete kilómetros al oeste de Ras Lanuf, se vieron decenas de
combatientes de la insurrección circulando por el desierto en camiones,
camionetas o a pie. Los rebeldes dijeron que las tropas de Gadafi dispararon
con gran intensidad y poder de fuego.
Éxodo
Numerosos habitantes de Ras
Lanuf, iniciaron hoy un éxodo en dirección a la zona bajo control de los
revolucionarios al este del país, sumándose a los vecinos que este fin de
semana abandonaron Ben Yauad, escenario de los combates. Muchos vehículos
cargados con las pertenencias familiares y todos los enseres que podían
acarrear en su huida abarrotaban la carretera que conduce a Ajdabiya, a 200
kilómetros del puerto petrolero que hoy ha sido el frente de guerra en la
costa libia, informó Al Jazeera.
La ciudad fue bombardeada tres
veces y la situación humanitaria en la localidad además de precaria se volvió
desesperada dada la proximidad de los combates, indicó el canal qatarí, que
situó a 20 kilómetros al oeste de la ciudad portuaria los combates más
encarnizados. El suministro de agua quedó interrumpido y los milicianos
tratan de contener la ofensiva gadafista, que cuenta con superioridad en
armamento –carros de combate, blindados y artillería– además del apoyo aéreo.
Los
rebeldes refuerzan sus tropas en el frente costero hoy en torno a Ras Lanuf a
donde tuvieron que replegarse al ser rechazados el domingo en Ben Yauad. No
obstante, los rebeldes han enviado más milicianos y armas pesadas reunidas en
las última horas para contener a los gadafistas.
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