Acuerdo entre EEUU y Arabia Saudí para
intervenir en Libia e invadir Bahréin
Por Pepe Escobar (*)
Asia
Times, 02/04/11
Rebelión,
02/04/11
Traducido por Germán Leyens
“Según la propia doble moral
oficial del gobierno de Obama, los dictadores que son
elegibles para el ‘acercamiento estadounidense’ –como
los de Bahréin y Yemen– pueden estar tranquilos, y no se
les castigará hagan lo que hagan. Y más vale que tengan
cuidado los que son elegibles para ‘alteración de régimen,
desde África a Medio Oriente y Asia. La policía global
OTAN los va a liquidar. Con tratos sucios o sin ellos.”
Vosotros invadís Bahréin. Nosotros
eliminamos a Muamar Gadafi en Libia. Es, en breve, la
esencia de un trato cerrado entre el gobierno de Barack
Obama y la Casa de Saud. Dos fuentes diplomáticas de las
Naciones Unidos lo confirmaron independientemente de que
Washington, a través de la secretaria de Estado Hillary
Clinton, dio el visto bueno para la invasión de Bahréin
por Arabia Saudí y la represión del movimiento pro
democracia en su vecino a cambio de un “sí” de la Liga
Árabe a la zona de exclusión aérea sobre Libia, la
principal justificación que llevó a la resolución 1973
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La revelación provino de dos diplomáticos
diferentes, un europeo y un miembro del BRIC y la hicieron
por separado a un experto estadounidense y a Asia Times
Online. Debido al protocolo diplomático, sus nombres no se
pueden mencionar. Uno de los diplomáticos dijo: “Es el
motivo por el que no pudimos apoyar la resolución 1973. Y
argumentamos que Libia, Bahréin y Yemen eran casos
similares, y pedimos una comisión investigadora. Mantenemos
nuestra posición oficial de que la resolución no es clara,
y podría interpretarse de una manera beligerante.”
Como informó Asia Times Online, el
apoyo total de la Liga Árabe a la zona de exclusión aérea
es un mito. De los 22 miembros plenos, sólo 11 estuvieron
presentes en la votación. Seis de ellos eran miembros del
Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), el club apoyado por
EE.UU. de reinos/dominios de jeques del Golfo, con su mandamás,
Arabia Saudí. Siria y Argelia estuvieron en contra. Arabia
Saudí solo tuvo que “seducir” a otros tres miembros
para obtener los votos.
Traducción: solo nueve de los 22
miembros de la Liga Árabe votaron por la zona de exclusión
aérea. La votación fue esencialmente una operación
dirigida por la Casa de Saud y Amr Moussa, secretario
general de la Liga Árabe, ansioso de pulir su currículo
ante Washington con la meta de llegar a ser el próximo
presidente egipcio.
Por lo tanto, al principio, hubo la
gran revuelta árabe de 2011. Luego, inexorablemente, vino
la contrarrevolución estadounidense–saudí.
Alegría de los logreros
Los imperialistas humanitarios lo
presentarán en masa como una “conspiración”, tal como
han afirmado que el bombardeo de Libia impidió una hipotética
masacre en Bengasi. Defenderán a la Casa de Saud diciendo
que actuó para aplastar una subversión iraní en el Golfo;
obviamente la ‘R2P’, –“responsabilidad de
proteger”– no se aplica a la gente de Bahréin. Promoverán
activamente la Libia post Gadafi como una nueva y petrolera
Meca de los derechos humanos, completada con agentes de los
servicios de inteligencia de EE.UU., operaciones
clandestinas, fuerzas especiales y contratistas marrulleros.
Digan lo que digan, no cambiarán los
hechos en el terreno –los resultados gráficos del baile
sucio de EE.UU. y los saudíes–. Asia Times Online [Rebelión]
ya ha informado de quién se beneficia de la intervención
extranjera en Libia (Vea “No hay negocio como el de la
guerra”, del 31 de marzo). Los protagonistas incluyen al
Pentágono (a través de AFRICOM), a la OTAN, Arabia Saudí,
Moussa de la Liga Árabe y Qatar. Agreguemos a la lista la
dinastía al–Khalifa en Bahréin, diversos contratistas de
armamentos y a los sospechosos neoliberales de siempre,
ansiosos de privatizar todo en la nueva Libia, incluso el
agua. Y ni siquiera hablamos de los buitres occidentales que
revolotean sobre la industria del petróleo y del gas de
Libia.
Desvelada está, sobre todo, la
sorprendente hipocresía del gobierno de Obama, que presenta
un burdo golpe geopolítico que involucra África y el Golfo
Pérsico como una operación humanitaria. En cuanto al hecho
de que se trata de otra guerra de EE.UU. contra una nación
musulmana, se trata sólo de una “acción militar cinética”.
Hay amplia especulación, tanto en
EE.UU. como en todo Medio Oriente, de que considerando el
impasse militar, y corto, de que la “coalición de los
dispuestos” relegue a la familia Gadafi al olvido con sus
bombas, Washington, Londres y París se den por satisfechos
con el control de Libia oriental; una versión norteafricana
de un Emirato del Golfo rico en petróleo. A Gadafi le
quedaría una Tripolitania hambrienta al estilo de Corea del
Norte.
Pero considerando las últimas
deserciones importantes del régimen, más la fase final
deseada (“Gadafi debe irse”, en las propias palabras del
presidente Obama), Washington, Londres, París y Riad no se
darán por satisfechos con otra cosa que con todo el kebab.
Incluida una base estratégica para AFRICOM y la OTAN.
Acorralen a los
sospechosos de siempre
Uno de los efectos secundarios del
trato sucio EE.UU.–Arabia Saudí es que la Casa Blanca
hace todo lo que puede para asegurar que el drama de Bahréin
sea enterrado por los medios estadounidenses. La
presentadora de noticias de BBC America, Katty Kay, por lo
menos tuvo la decencia de subrayar: “Les gustaría que
esto [Bahréin] desapareciera porque no hay ninguna ventaja
real para ellos en el apoyo a la rebelión de los chiíes”.
Por su parte el emir de Qatar, Jeque
Hamad bin Khalifa al Thani, se presentó en al–Jazeera y
dijo que la acción fue necesaria porque el pueblo libio fue
atacado por Gadafi. Los periodistas, generalmente decentes,
de al–Jazeera podrían haber preguntado cortésmente al
emir si enviaría sus Mirage a proteger al pueblo de
Palestina contra Israel, o a sus vecinos en Bahréin contra
Arabia Saudí.
La dinastía al–Khalifa en Bahréin
es esencialmente un montón de colonos suníes que se
apoderaron del país hace 230 años. Durante gran parte del
Siglo XX, fueron complacientes esclavos del imperio británico.
El Bahréin moderno no viene bajo el espectro de un empujón
de Irán: no es más que un mito de al–Khalifa (y de la
Casa de Saud).
Los bahreiníes, históricamente,
siempre han rechazado que formen parte de una especie de
nación chií dirigida por Irán. Las protestas son
antiguas, y forman parte de un verdadero movimiento
nacional, mucho más allá de sectarismo. No es sorprendente
que la consigna en la icónica rotonda Perla, aplastada por
el temible Estado policial al–Khalifa, haya sido: “ni
suní, ni chií: bahreiní”.
Lo que querían los manifestantes era
esencialmente una monarquía constitucional; un parlamento
legítimo; elecciones libres y justas; y no más corrupción.
Lo que obtuvieron en su lugar fue “Bahréin amigo de las
balas” en lugar de “Bahréin amigo de los negocios”, y
una invasión auspiciada por la Casa de Saud.
Y la represión continúa, invisible
para los medios corporativos de EE.UU. Los twitters gritan
que todo el mundo y su vecino están siendo arrestados. Según
Nabeel Rajab, presidente del Centro Bahréin por los
Derechos Humanos, más de 400 personas han desaparecido o
están detenidas, algunas “arrestadas en puestos de
control comandados por matones traídos de otros países árabes
y asiáticos, llevan máscaras negras en las calles”.
Incluso el bloguero Mahmood Al Yousif fue arrestado a las 3
de la mañana, provocando sospechas de que lo mismo ocurrirá
a todo bahreiní que haya blogueado, twitteado, o colgado
mensajes en Facebook a favor de la reforma.
El policía global
progresa
Amanecer de la Odisea ha terminado.
Ahora viene Protector Unificado –dirigido por el
canadiense Charles Bouchard–. Traducción: el Pentágono
(como en AFRICOM) transfiere la “acción militar cinética”
a sí mismo (como a la OTAN, que no es otra cosa que el Pentágono
gobernando Europa). AFRICOM y la OTAN son ahora uno solo.
El espectáculo de la OTAN incluirá
ahora ataques aéreos y de misiles crucero; un bloqueo naval
de Libia; y tenebrosas operaciones en tierra no
especificadas para ayudar a los “rebeldes”. Hay que
esperar incursiones duras de helicópteros artillados al
estilo AfPak –con el correspondiente “daño
colateral”.
Una curiosa situación ya se hace
visible. La OTAN permite deliberadamente que las fuerzas de
Gadafi avancen a lo largo de la costa del Mediterráneo para
repeler a los “rebeldes”. Hace rato que no hay ataques aéreos
selectivos.
El objetivo posiblemente es extraer
concesiones políticas y económicas del Consejo Nacional
Interino (INC) infestado de desertores y exiliados libios,
un reparto sospechoso de personajes que incluye al ex
ministro de justicia Mustafa Abdel Jalil, al ex secretario
de planificación educado en EE.UU. Mahmoud Jibril y al ex
residente en Virginia, el nuevo “comandante militar” y
agente de la CIA Khalifa Hifter. El laudable movimiento indígena
Juventud del 17 de Febrero –que estuvo a la vanguardia del
levantamiento de Bengasi– ha sido totalmente marginado.
Es la primera guerra africana de la
OTAN, tal como Afganistán es la primera guerra de la OTAN
en Asia central y del sur. Configurada ahora firmemente como
brazo armado de la ONU, la policía global OTAN progresa,
implementando su “concepto estratégico” aprobado en la
cumbre de Lisboa en noviembre pasado (vea “Bienvenido a
OTANstán”, Rebelión, 21 de noviembre de 2010).
Hay que eliminar la Libia de Gadafi
para que el Mediterráneo –el mare nostrum de la antigua
Roma– se convierta en un lago de la OTAN. Libia es la única
nación del norte de África que no está subordinada a
AFRICOM, a CENTCOM o a alguna otra de la miríada de
“cooperaciones” de la OTAN. Las otras naciones no
relacionadas con la OTAN son Eritrea, la República Árabe
Saharaui Democrática, Sudán y Zimbabue.
Además, dos miembros de la
“Iniciativa de Cooperación de Estambul” de la OTAN
–Qatar y los Emiratos Árabes Unidos– combaten ahora por
primera vez junto a AFRICOM/OTAN. Traducción: la OTAN y los
socios del Golfo Pérsico libran una guerra en África. ¿Europa?
Es demasiado provincial. El camino es el policía global.
Según la propia doble moral oficial
del gobierno de Obama, los dictadores que son elegibles para
el “acercamiento estadounidense” –como los de Bahréin
y Yemen– pueden estar tranquilos, y no se les castigará
hagan lo que hagan. Y más vale que tengan cuidado los que
son elegibles para “alteración de régimen”, desde África
a Medio Oriente y Asia. La policía global OTAN los va a
liquidar. Con tratos sucios o sin ellos.
(*)
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized
World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007)
y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the
surge”. Su último libro es “Obama does
Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con
él en: pepeasia@yahoo.com.
No hay negocio como el de la guerra
Por Pepe Escobar (*)
Asia
Times, 30/03/11
Rebelión,
31/03/11
Traducido por Germán Leyens
Mentira, hipocresía y programas
secretos. De eso no habló el presidente de EE.UU., Barack
Obama, cuando explicó su doctrina libia a EE.UU. y al
mundo. La mente se aturde con tantos agujeros negros que
engullen esta espléndida guerrita que no es una guerra (una
“acción militar, limitada en el tiempo, limitada en su
alcance”, según la Casa Blanca), combinada con la
incapacidad del pensamiento progresista de condenar, al
mismo tiempo, la inclemencia del régimen de Gadafi y los
bombardeos “humanitarios”
anglo–franceses–estadounidenses.
La Resolución 1973 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas ha funcionado como un
caballo de Troya, al permitir que el consorcio anglo–francés–estadounidense
–y la OTAN– se convirtieran en la fuerza aérea de la
ONU en apoyo a un levantamiento armado. Aparte de no tener
nada que ver con la protección de civiles, esta acción es
absolutamente ilegal según el derecho internacional. La
fase final incorporada, como ya lo saben incluso niños
africanos desnutridos, pero que nunca ha sido reconocida, es
el cambio de régimen.
El teniente general Charles Bouchard de
Canadá, comandante de la OTAN para Libia, podrá insistir
todo lo que quiera en que la misión sólo se propone
proteger civiles. Pero esos “civiles inocentes” que
operan tanques y disparan Kalashnikovs como parte de un montón
variopinto son en realidad soldados en una guerra civil, y
el enfoque debe ser si la OTAN seguirá siendo desde ahora
su fuerza aérea, siguiendo los pasos del consorcio
anglo–francés–estadounidense. A propósito, la
“coalición de los dispuestos” que combate contra Libia
consiste únicamente en 12 de los 28 miembros de la OTAN más
Qatar. No tiene absolutamente nada que ver con una
“comunidad internacional”.
El veredicto final sobre la zona de
exclusión aérea acordada por la ONU tendrá que esperar a
la emergencia de un gobierno “rebelde” y al final de la
guerra civil (si termina pronto). Entonces será posible
analizar cómo se llegó a justificar el disparo de
Tomahawks y los bombardeos; por qué se "protegió"
a los civiles de Cirenaica mientras se atacaba a los de Trípoli
con Tomahawks; qué tipo de grupo abigarrado de
“rebeldes” era “salvado”; si todo el asunto fue
legal para comenzar; cómo la resolución fue una cobertura
para cambio de régimen; cómo el amorío entre los
“revolucionarios” libios y Occidente podría terminar en
un sangriento divorcio (recordad Afganistán); y qué
protagonistas occidentales se pueden beneficiar inmensamente
de la riqueza de una nueva Libia unificada (o balcanizada).
Por el momento por lo menos, es fácil
identificar a los logreros:
El Pentágono
El jerarca del Pentágono Robert Gates
dijo este fin de semana, manteniendo una cara seria, que sólo
hay tres regímenes opresivos en todo Medio Oriente: Irán,
Siria y Libia. El Pentágono está eliminando al eslabón débil,
Libia. Los otros fueron siempre partes cruciales de la lista
de eliminación de los malvados de los neoconservadores.
Arabia Saudí, Yemen, Bahréin, etc., son modelos de
democracia.
En cuando a esta guerra “ahora la
ves, ahora no la ves”, el Pentágono se las arregla para
librarla no una vez, sino dos. Comenzó con Africom
establecido bajo el gobierno de George W Bush, reforzado con
Obama y rechazado por numerosos gobiernos africanos,
eruditos y organizaciones de derechos humanos. Ahora la
guerra pasa a la OTAN, que es esencialmente la dirección
del Pentágono sobre sus acólitos europeos.
Es la primera guerra africana de
Africom, realizada hasta ahora por el general Carter Ham
desde su cuartel en el no tan africano Stuttgart. Africom,
como lo describe Horace Campbell, profesor de estudios
estadounidenses africanos y de ciencias políticas en la
Universidad Syracuse, es un engaño: “fundamentalmente es
una fachada para contratistas militares de EE.UU. como
Dyncorp, MPRI y KBR que operan en África. Los
planificadores militares estadounidenses que se benefician
con la puerta giratoria de la privatización de la guerra
están deleitados por la oportunidad de otorgar credibilidad
a Africom bajo la fachada de la intervención en Libia.”
Los Tomahawks de Africom también
alcanzan –metafóricamente– a la Unión Africana (UA)
que, a diferencia de la Liga Árabe, no puede ser comprada fácilmente
por Occidente. Las petromonarquías del Golfo Árabe
aclamaron todas el bombardeo, pero no Egipto y Túnez. Sólo
cinco países africanos no están subordinados a Africom;
Libia es uno de ellos, junto con Sudán, Costa de Marfil,
Eritrea y Zimbabue.
La OTAN
El plan general de la OTAN es controlar
el Mediterráneo como un lago de la OTAN. Desde esta “óptica”
(jerga del Pentágono) el Mediterráneo es infinitamente más
importante actualmente como teatro de operaciones bélicas
que AfPak.
Solo tres de las 20 naciones del
Mediterráneo no son miembros plenos de la OTAN o aliados de
sus programas de “cooperación”: Libia, el Líbano y
Siria. Que no quepa la menor duda: ahora le toca a Siria. El
Líbano ya está sometido a un bloqueo de la OTAN desde
2006. Ahora también se aplica un bloqueo a Libia. EE.UU.
–a través de la OTAN– está a punto de lograr la
cuadratura del círculo.
Arabia Saudí
Perfecto. El rey Abdullah se libra de
su eterno enemigo Gadafi. La Casa de Saud –a su abyecta
menera característica– hace lo imposible por beneficiar a
Occidente. La atención de la opinión pública mundial es
desviada de la invasión de Bahréin por los saudíes para
aplastar un movimiento de protesta pacífico pro democracia.
La Casa de Saud vendió la ficción de
que “la Liga Árabe” en su conjunto votó por una zona
de exclusión aérea. Es mentira: de 22 miembros, sólo hubo
11 presentes en la votación; seis son miembros del Consejo
de Cooperación del Golfo (GCC), en el cual Arabia Saudí es
el mandamás. La Casa de Saud sólo necesitó presionar a
tres más. Siria y Argelia estaban en contra. Traducción: Sólo
nueve de los 22 países árabes votaron por la zona de
exclusión aérea.
Ahora Arabia Saudí incluso puede
ordenar al jefe del GCC, Abdulrahman al–Attiyah, que diga
con cara seria: “el sistema libio ha perdido su
legitimidad”. En cuando a la “legítima” Casa de Saud
y los al–Khalifa en Bahréin, alguien debiera
incorporarlos al Salón de la Fama Humanitaria.
Qatar
Los anfitriones de la Copa del Mundo de
Fútbol de 2022 son expertos en cerrar un negocio. Sus
Mirage ayudan a bombardear Libia mientras Doha se prepara
para vender el petróleo de Libia oriental. Qatar se
convirtió rápidamente en la primera nación árabe en
reconocer a los “rebeldes” libios como único gobierno
legítimo del país sólo un día después de asegurarse el
negocio de la venta del petróleo.
Los ‘rebeldes’
A pesar de todas las dignas
aspiraciones democráticas del movimiento juvenil libio,
sucede que el grupo de oposición más organizado es el
Frente Nacional por la Salvación de Libia –financiado
durante años por la Casa de Saud, la CIA y los servicios de
inteligencia franceses–. El “Consejo Nacional de
Transición Interino” rebelde es poco más que el buen
Frente Nacional más unos pocos desertores militares. Es la
elite de los “civiles inocentes” que la “coalición”
está “protegiendo”.
En el momento justo, el “Consejo
Nacional de Transición Interino” consiguió un nuevo
ministro de Finanzas, el economista educado en EE.UU. Ali
Tarhouni. Reveló que un grupo de países occidentales les
dio crédito respaldado por el fondo soberano de Libia y los
británicos les permitieron tener acceso a 1.100 millones de
dólares de los fondos de Gadafi. Esto significa que el
consorcio anglo–francés–estadounidense –y ahora la
OTAN– sólo tendrán que pagar las bombas. En cuanto a
timos bélicos éste es invaluable; Occidente utiliza el
propio dinero de Libia para financiar a un montón de
rebeldes oportunistas libios para combatir al gobierno
libio. Y para colmo los estadounidenses, británicos y
franceses sienten el amor por todos esos bombardeos. Los
neoconservadores deben estarse pateando: ¿por qué al ex
secretario adjunto de defensa de EE.UU., Paul Wolfowitz, no
se le ocurrió algo semejante para Iraq 2003?
Los franceses
Oh la la, esto podría ser material
para una novela de Proust. La principal pasarela de
primavera en París es el desfile de modas del presidente
Nicolas Sarkozy –un modelo de zona de exclusión aérea
con accesorios de ataques aéreos Mirage/Rafale–. Este
desfile de modas fue ideado por Nouri Mesmari, ex jefe de
protocolo de Gadafi, quien desertó a Francia en octubre de
2010. El servicio secreto italiano filtró a medios
noticiosos seleccionados cómo lo hizo. El papel de la DGSE,
el servicio secreto francés, lo ha explicado más o menos
en el sitio pagado en la web Maghreb Confidential.
Esencialmente el coq au vin de la
revuelta en Bengasi había estado hirviendo a fuego lento
desde noviembre de 2010. Los cocineros fueron Mesmari, el
coronel de la fuerza aérea Abdullah Gehani y el servicio
secreto francés. A Mesmari le llamaban “el WikiLeak
libio”, porque virtualmente reveló todos los secretos
militares de Gadafi. Sarkozy lo adoró –furioso porque
Gadafi había anulado jugosos contratos para comprar Rafales
(para reemplazar sus Mirage que ahora se bombardean) y
plantas francesas de energía nuclear.
Eso explica por qué Sarkozy se ha
mostrado tan agresivo para presentarse como el nuevo
libertador árabe, fue el primer dirigente de una potencia
europea que reconoció a los “rebeldes” (para molestia
de muchos en la Unión Europea) y fue el primero que
bombardeó a las fuerzas de Gadafi.
Esto deja al desnudo el papel del
desvergonzado filósofo y especialista del autobombo,
Bernard Henri–Levy, quien ahora se vanagloria frenéticamente
en los medios del mundo de que llamó a Sarkozy desde
Bengasi y despertó su vena humanitaria. O Levy es un
mentecato o es una conveniente guinda “intelectual”
agregada al pastel de bombas prefabricado.
El terminator Sarkozy es incontenible.
Acaba de advertir a todos y cada uno de los gobernantes árabes
que se enfrentarán a bombardeos al estilo de Libia si
reprimen a los manifestantes. Incluso dijo que “el próximo”
es el de la Costa de Marfil. Exceptuando, claro está, a
Bahréin y Yemen. En cuanto a EE.UU., de nuevo está
apoyando un golpe militar (no funcionó con Omar “Jeque
al–Tortura” Suleimán en Egipto, tal vez funcione en
Libia).
Al–Qaida
Y vuelve a aparecer el tan conveniente
espantajo. El consorcio anglo–francés–estadounidense
–y ahora la OTAN– están (de nuevo) combatiendo junto a
al–Qaida, representado por al–Qaida en el Magreb (AQM).
El dirigente rebelde libio
Abdel–Hakim al–Hasidi –quien combatió junto a los
talibanes en Afganistán– confirmó ampliamente a los
medios italianos que reclutó personalmente a “unos 25”
yihadistas del área de Derna en Libia oriental para
combatir contra EE.UU. en Iraq; “ahora están en las
primeras líneas en Adjabiya".
Esto después de que el presidente de
Chad, Idriss Deby, subrayara que AQM había atacado
arsenales militares en Cirenaica y que ahora posee bastantes
misiles tierra–aire. A principios de marzo, AQM apoyó públicamente
a los “rebeldes”. El fantasma de Osama bin Laden debe de
estar sonriendo de oreja a oreja; una vez más consigue que
el Pentágono haga su trabajo.
Los privatizadores del
agua
Es posible que poca gente en Occidente
sepa que Libia –junto con Egipto– se encuentra sobre el
Sistema Acuífero de Piedra Arenisca de Nubia; es decir, un
océano de agua fresca extremadamente valiosa. De modo que sí,
esta guerra “ahora la ves ahora no la ves” es una guerra
crucial por el agua. El control del acuífero es invaluable,
como el “rescate” de valiosos recursos naturales de los
“salvajes”.
Este Ductistán del Agua –enterrado
en lo profundo del desierto a lo largo de 4.000 kilómetros–
es el Gran Proyecto Fluvial Hecho por el Hombre (GMMRP) que
Gadafi construyó por 25.000 millones de dólares sin pedir
un solo centavo al FMI o al Banco Mundial (¡qué pésimo
ejemplo para el mundo en desarrollo!). El GMMRP provee a Trípoli,
Bengasi y a toda la costa libia. Los científicos calculan
que la cantidad de agua es el equivalente al agua que fluye
por el Nilo en 200 años.
Hay que comparar esto con las
denominadas tres hermanas –Veolia (antes Vivendi), Suez
Ondeo (antes Generale des Eaux) y Saur– las compañías
francesas que controlan más de un 40% del mercado mundial
del agua. Todos los ojos deben concentrarse imperativamente
en si se bombardean estos acueductos son bombardeados. Un
panorama extremadamente posible es que si lo son, los
jugosos contratos “de reconstrucción” beneficiarán a
Francia. Será el paso final para privatizar toda esa agua,
por el momento gratuita. De la doctrina del shock a la
doctrina del agua.
Bueno, ha sido sólo una breve lista de
logreros. Nadie sabe quién acabará obteniendo el petróleo,
y el gas natural. Mientras tanto el espectáculo (de los
bombardeos) tiene que continuar. No hay negocio como el de
la guerra.
(*)
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized
World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007)
y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the
surge”. Su último libro es “Obama does
Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con
él en: pepeasia@yahoo.com.
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