El éxito de revoluciones que no tienen
éxito
El error de cálculo libio
Por Vijay Prashad (*)
CounterPunch, 09–10/04/11
Rebelión, 11/04/11
Traducido por Germán Leyens
1.
Particiones
La OTAN calcula mal y dispara tres
veces contra los rebeldes de Bengasi. Los comandantes de la
OTAN culpan a una línea de fuego confusa. Es difícil
distinguir, dicen, entre rebeldes libios y soldados libios.
Libia está efectivamente dividida entre oeste y este.
Gadafi sigue al mando del oeste. Su
hijo, Saif–al–Islam dijo a la BBC que su familia no
tiene interés en irse a Arabia Saudí, Zimbabue o
Venezuela. Saif y su hermano Saadi han presentado una oferta
de que su padre podría considerar la renuncia a una posición
que afirma que no ocupa, mientras sus hijos puedan
permanecer con algún tipo de autoridad. (Gadafi padre
realizó la notable proeza de centralizar el poder en nombre
de la descentralización). Al parecer el ex congresista de
EE.UU. Curt Weldon dijo a Gadafi que le podría nombrar
presidente honorario de la Unión Africana y se podría
permitir que sus hijos fueran candidatos en una futura
elección libia. Los rebeldes de Bengasi están
horrorizados. No es lo que esperaban.
El propósito de la intervención
humanitaria era más grandioso. Imaginad si Richard
Holbrooke hubiera ido donde Milosevic y permitido que
Mirjana Markovic (la esposa de Slobodan) se presentara a las
elecciones (resulta que Mirjana ahora es líder de la
Izquierda Yugoslava, que se presenta a las elecciones
serbias). Gadafi utilizó dinero del petróleo libio para
financiar a la Unión Africana (ese dinero pagado para la
construcción de casas para los dirigentes africanos que
asistieron a la cumbre de Lusaka de 2001). Podrían
tolerarlo en su capacidad honoraria, aunque sería un
desastre para cualquier potencial que siga subsistiendo en
la Unión Africana.
Dentro de la familia Gadafi las
tensiones hierven. Mutassim, Hannibal y Khamis prefieren las
armas, y sus historias cargadas de testosterona no calzan
con el tono más conciliador de Saif y Saadi (la conciliación
de Saif es hacia Europa y EE.UU., no hacia su propio pueblo,
como demostró en su discurso del 20 de febrero).
El lento avance de la rebelión es
causa de discordia en la dirigencia rebelde. Los tres
principales comandantes militares rebeldes no se llevan
bien: Khalifa Hefter, quien abandonó Vienna, Virginia, para
ir a Bengasi, no está de acuerdo con el ex ministro del
interior, el general Abdul Fattah Younis, ni con Omar
el–Hariri. Dos de los dirigentes políticos rebeldes,
Mahmoud Jibril (quien trabajó estrechamente con
Said–al–Islam en la privatización de Libia) y Ali
Essawi (ex embajador en India) permanecen en Europa,
buscando apoyo para su Consejo. Pero los desacuerdos se
generalizan, y la estrategia inicial para la negociación en
Trípoli no le gusta a nadie. Jibril y Hefter tenían
grandiosos objetivos, pero no tan grandiosos como los de la
comunidad de los derechos humanos.
La rebelión estalló el 15 de febrero,
cuando el gobierno libio arrestó al abogado de 39 años
Fateh Terbil. Terbil fue liberado, pero no está en la
primera línea de los responsables de las decisiones. La
gente como Terbil está marginada. Lo más cercano un
representante de esa línea es Ahmed Sadik El Gehani, ex
consultor legal del gobierno de Gadafi, que ahora está
ocupado redactando una Constitución para la nueva Libia.
Las negociaciones con el régimen de Gadafi, y su familia,
tampoco les gustan. Pero ante el punto muerto militar la
alternativa razonable es iniciar negociaciones con Trípoli
para un acuerdo a través de mediadores o declarar la
formación de Libia Oriental, un nuevo país. En ese caso,
Egipto tendría que reconocerlo inmediatamente. Lo mismo
vale para Turquía. Son la clave.
Las tierras petrolíferas se encuentran
en la frontera entre las dos partes del país, cerca de las
arenas movedizas de la línea de fuego, entre Ras Lanuf y
Brega. Si hay una partición o un acuerdo a través de
intermediarios, será necesario llegar a un entendimiento
sobre la estabilidad de oleoductos y gasoductos y sobre la
repartición de los beneficios entre este y oeste. Son temas
problemáticos, y no se ven en el horizonte de ninguno de
los lados del país.
2. Democracia
Hace algunos años, un amigo mío
estaba sentado con E. P. Thompson, el historiador marxista.
Mi amigo, Dilip Simeon (que tiene una hermosa nueva novela
llamada Revolution Highway), lamentaba los límites de la
“democracia burguesa”. Edward Thompson, según Dilip, le
pidió que dejara de usar la palabra “burguesa” después
de “democracia”. Le causaba dolor de cabeza a Edward
Thompson. La frase ofendía a la democracia.
Es difícil predecir el impacto de
eventos revolucionarios.
La contrarrevolución aplastó las
revueltas de 1848, pero no pudo romper su espíritu ni su
dinámica. La cultura del feudalismo pereció como secuela,
rota por el ascenso de nuevas identidades sociales.
“Nuestra época, la época de la democracia, se abre”,
escribió Federico Engels en febrero de 1848. Un trabajador,
pistola en mano, entró a la Cámara de Diputados francesa y
dijo: “No más diputados, somos los amos”. La
contrarrevolución fue feroz. “La burguesía, plenamente
consciente de lo que está haciendo, libra una guerra de
exterminio contra ellos”, señaló Marx. A pesar de todo,
1848 abrió un nuevo horizonte social, contra esclavitud y
sometimiento, y un punto medio de lucha entre la promesa de
una revolución anterior (1789) y la posibilidad de una
ulterior (la Comuna de París de 1871). Europa no pudo
volver a su época del látigo y las pelucas empolvadas. Ese
tiempo había terminado.
Otras tantas revoluciones han tenido un
impacto similar, rompiendo la marcha de formas más antiguas
de claustrofobia social, sin inaugurar de inmediato nuevas
formas de libertad social. Las de 1905 y 1917 de Rusia
fortalecieron la voluntad de movimientos anticoloniales.
Gandhi, entonces abogado en Sudáfrica, escribió sobre la
Revolución Rusa de 1905: “La agitación actual en Rusia
contiene una gran lección para nosotros. Los trabajadores
rusos y todos los demás sirvientes declararon una huelga
general y detuvieron todo trabajo”, y “está fuera de
las posibilidades, incluso del Zar de Rusia, obligar a los
huelguistas a volver con las puntas de las bayonetas. Porque
incluso los poderosos no pueden gobernar sin la cooperación
de los gobernados.” Si los obreros y campesinos rusos podían
declararse en huelga contra sus autócratas, así podían
hacerlo los indios e indonesios, los sudafricanos y los
persas. La idea de no cooperación de Gandhi llegó a través
de San Petersburgo.
El proyecto de los movimientos de
liberación nacional del Tercer Mundo emergió con la cabeza
en alto en los años veinte y luego desapareció derrotado
de la escena de la historia en los años ochenta. Y sin
embargo, también en este caso, se destruyó un legado de
arbitrariedad colonial cuando los países comprometidos con
el proyecto trataron de corregir problemas que pensaban que
sólo ellos podían enfrentar (siguiendo estas líneas,
Fanon escribió en 1961: “El Tercer Mundo actual se
enfrenta a Europa como una masa colosal cuyo proyecto debe
ser el intento de resolver los problemas para los cuales
Europa no ha sido capaz de encontrar las respuestas”). Las
tasas de desigualdad en el Sur Global contradicen cualquier
éxito de este proyecto, y sin embargo es un formidable
ejemplo de la era del Tercer Mundo que ofrece sustento a
tantas luchas que germinan en el Sur.
Más cerca de nuestro tiempo, los
levantamientos globales de 1968 de Tokio a Ciudad de México,
de París a Karachi, puediera parecer que no tuvieron mucho
impacto. Los sueños revolucionarios de trabajadores y
estudiantes quedaron desbaratados al borde del camino
mientras los jóvenes entregaban sus consignas y su
inconformismo atraídos por su prosperidad personal. Y sin
embargo, el impacto social y político de 1968 es
formidable, y el nuevo horizonte establecido en las
relaciones de género y de raza no es el menos importante.
Muchos de la generación del 68 podrán haber emigrado al
mundo de las corporaciones, y ése fue el gran límite de
esa revuelta, pero a pesar de todo no han podido dar marcha
atrás en los nuevos compromisos de igualdad social.
Túnez y Egipto planean elecciones en
este año. Hay un cambio social importante en el mundo árabe.
De las numerosas lecciones que tenemos que sacar del
experimento de la URSS y de los intentos de los Estados de
liberación nacional es que juzgaron mal la importancia de
las ansias democráticas y de las instituciones democráticas.
Gadafi ciertamente suministró pagos de transferencia de la
riqueza del petróleo a la población libia, de modo que la
gente en el país goza de altos indicadores de desarrollo
humano (durante los últimos diez años, sin embargo, esos
pagos han disminuido). Pero semejantes pagos no representan
un sustituto de la dignidad social y política, como
descubren los emires del Golfo en sus poblaciones inquietas.
Las elecciones no son una panacea, pero establecen un nuevo
fundamento. Las demandas aumentarán. Nuevas formas de
participación popular, nuevos espacios públicos, nuevos
sueños democráticos que exceden de lejos las limitaciones
rancias del neoliberalismo.
El resultado en Libia no está claro.
El general del AFRICOM, Carter Ham, dice ahora que incluso a
pesar de que las tropas terrestres de EE.UU. no serían una
situación ideal en Libia, podrían ser la única manera de
ayudar a los rebeldes. Un conflicto militar prolongado de
este tipo beneficiaría a la contrarrevolución, ya que
debilitaría la mano de los que buscan un camino político
hacia adelante, basado en los nuevos horizontes sociales
creados por los levantamientos. Ante el impasse, los que
solo conocen la guerra quieren más guerra. Otros buscan un
alto el fuego, negociaciones y un camino basándose en lo
que se ha logrado, que es considerable.
Los países árabes no volverán a ser
los mismos.
(*) Vijay Prashad es catedrático
de Historia del sur de Asia y director de Estudios
Internacionales del Trinity College de Hartford, EE.UU. Su
libro más reciente, titulado “The Darker Nations: A
People’s History of the Third World”, ganó el premio
Muzafar Ahmad de 2009. Las ediciones sueca y francesa acaban
de aparecer. Para contactos: vijay.prashad@trincoll.edu
Los
rebeldes libios estudiarán la propuesta
de diálogo
aceptada por Gadafi
Por
Álvaro de Cózar
El
País, 11/04/11
Una delegación internacional
arranca a Gadafi el primer compromiso con una hoja de ruta
encaminada a resolver el conflicto.
Trípoli
/ Bengasi (Agencias).– Los rebeldes libios estudiarán el
plan para detener la guerra planteado por la Unión Africana
(UA) y aceptado anoche por Muamar el Gadafi, pero siguen
condicionando cualquier alto el fuego a la salida del
dictador y al repliegue de sus tropas de las ciudades. Así
lo ha hecho saber un portavoz del Consejo Nacional de
Transición (CNT) antes del inicio de la reunión, que tiene
lugar en estos momentos, entre la delegación de la UA
desplazada a Bengasi y los dirigentes rebeldes. Las
expectativas, por tanto, de alcanzar una solución diplomática
al conflicto son bajas, mientras los combates siguen sobre
el terreno y castigan sobre todo la población de Misrata.
Jacob
Zuma, el presidente de Sudáfrica anunció anoche ante los
periodistas reunidos en el palacio de Bab Azizia, en Trípoli,
que Gadafi había aceptado la hoja de ruta planteada por la
UA para detener el conflicto que vive el país desde hace
dos meses, cuando comenzó un levantamiento popular contra
el dictador. No han trascendido demasiados detalles sobre el
contenido del documento, sobre todo respecto a las dos
principales exigencias rebeldes.
"El
pueblo libio ha dejado muy claro que Gadafi debe irse, pero
consideraremos la propuesta una vez que tengamos más
detalles, y responderemos", ha dicho esta mañana el
portavoz rebelde Mustafa Gheriani.
La
posibilidad de que Gadafi abandone el poder fue discutida en
la reunión de anoche, según reveló el comisionado de Paz
y Seguridad del organismo regional, Ramtane Lammara.
"Ha habido alguna discusión sobre esto, pero no puedo
contar nada, debe continuar siendo confidencial", ha
dicho Ramtane, quien señaló que "debe ser el pueblo
libio el que elija democráticamente a sus líderes".
Tampoco se conoce si la propuesta incluye la salida de las
tropas de Gadafi de las ciudades, como exigen los rebeldes.
Ramtane sí indicó que la propuesta de la UA contempla un
alto el fuego inmediato, la promoción del diálogo
nacional, la protección de los extranjeros residentes en
Libia y una extensión de la asistencia humanitaria.
Mientras
los representantes de la UA se reúnen con los dirigentes
rebeldes para explicarles la propuesta, cientos de personas
se concentran ante el hotel de Bengasi donde se desarrolla
el encuentro. Los manifestantes insisten también en que el
líder libio debe dejar el poder y retirar sus tropas del
terreno.
Pese
a que la influencia de la UA no es enorme, ni por su poderío
diplomático ni por su escasa capacidad para imponer
sanciones económicas o militares, el anuncio abre un primer
camino a las negociaciones. Mientras se suceden los ataques
de la OTAN, la llegada de la delegación africana causó
expectación en Trípoli. La solución africana se ve como
algo natural en Libia, dado el panafricanismo del que
presume el dictador.
Zuma
se mostró cariñoso con Gadafi en su alocución ante la
prensa, refiriéndose en todo momento a él como "el
hermano líder", y pidió a la OTAN que cese los
bombardeos. "Debemos darle una oportunidad al alto el
fuego", dijo el mandatario. Sin embargo, la Alianza,
pese a que oficilamente "toma nota" de la
propuesta africana y "da la bienvenida a todas las
contribuciones internacionales", continuará atacando a
las fuerzas de Gadafi si amenazan a los civiles, según
asegura un oficial aliado bajo condición de anonimao.
El
mandatario sudafricano llegó a Trípoli al frente de una
delegación de la Unión Africana (UA) integrada por los
presidentes de Mali, Amadu Tumani Turé; República del
Congo, Denis Sassu Nguesso, y Mauritania, Mohamed Uld
Abdelaziz, así como por el ministro ugandés de Asuntos
Exteriores, Sam Kutesa. Los presidentes aterrizaron por
separado y en avión con el permiso de la OTAN para
sobrevolar la zona de exclusión. A su llegada a la capital
libia, los delegados fueron recibidos por el general Mustafa
Mohamed Al Karrubi, miembro del Consejo de la Revolución.
Poco después se desplazaron a la residencia de Gadafi, para
pedirle una tregua en los combates, que han dejado al menos
23 muertes desde el sábado Ajdabiya (este) y Misrata
(oeste), dos ciudades que, según la OTAN están en situación
"desesperada".
Bombardeos
de la OTAN
Este
avance diplomático llegó en el mismo día en el que los
bombardeos de la OTAN lograron detener la ofensiva de las
tropas leales a Gadafi contra la ciudad oriental de
Ajdabiya, e impidieran in extremis que la crucial plaza de
Ajdabiya, última gran población que precede a Bengasi,
fuera conquistada por segunda vez por los soldados del
dictador, informa Juan Miguel Muñoz. Tras 15 días en los
que la Alianza ha sido criticada por los rebeldes por su
escasa acción, a los cazas les bastó con abrasar una
columna de 11 carros de combate y 6 vehículos de transporte
en los que perecieron una veintena de uniformados.
La
aviación aliada machacó los blindados del Ejército y los
insurgentes se adueñaron de esta ciudad de 100.000
habitantes que solo acoge ahora a los hombres que luchan.
Dos días de intensos bombardeos, que han dejado decenas de
cadáveres de ambos bandos, llegaban a su fin.
Sin
embargo, la situación sigue siendo crítica en la tercera
ciudad del país, Misrata, el único bastión rebelde en el
oeste del país y sometida a un intenso asedio desde
semanas. Tras los bombardeos aliados de ayer en los
alrededores de la localidad, las tropas de Gadafi han vuelto
a atacar, con misiles Grad, de fabricación rusa, según ha
informado un portavoz rebelde a Reuters. Cinco personas han
muerto más de 20 han resultado heridas esta madrugada tras
un bombardeo de las fuerzas del dictador, según ha contado
un rebelde a la cadena Al Yazira.
La
intervención de la OTAN de ayer logró destruir 14 tanques
de las tropas de Gadafi en las afueras de la ciudad, en la
que francotiradores de ambos bandos se enfrentan desde hace
semanas y se habla de miles de muertos, aunque son cifras
imposibles de confirmar. Unos 6.000 trabajadores
extranjeros, la mayoría egipcios y africanos, han quedado
atrapados a la espera de ser recogidos en los barcos
fletados por la organización para salir del país, según
Cruz Roja.
Unicef
ha pedido el fin de los bombardeos sobre la ciudad, donde
"muchos niños han resultado muertos, heridos y
privados de sus necesidades más básicas por los
combates". La responsable para Oriente Próximo y el
norte de África, Shahida Azfar, ha pedido "esfuerzos
extraordinarios" para proteger a los menores, en un
comunicado en el que se denuncia la muerte de al menos 20 niños,
entre ellos uno de nueve meses, después de un mes y medio
de combates.
|