Siria

¿Quién salva a Al Assad?

Por Nazanín Amirian (*)
Público.es, 10/04/11

Las rebeliones populares están desmontando las viejas alianzas en Oriente Medio.  Ahora quienes rezan por Bashar Al Assad, además de Irán y Turquía, son Israel y EEUU.

Siria es el centro de la encrucijada de las batallas en la zona, y su actual convulsión puede incidir en los conflictos de Irak, Irán, y de los pueblos palestino y kurdo.

Para Teherán, el país árabe es el lugar donde conecta con el Hezbolá libanés y el Hamas palestino, ambos retenes disuasorios ante la tentativa israelí de un ataque militar. Un Assad débil aumenta la inseguridad de Irán. Y en caso de que sea agredido militarmente, le pone a los ayatolás en un grave aprieto por el pacto de defensa mutua que han firmado.

Turquía, que comparte con Siria la frontera y la lucha contra los kurdos, le ha convertido en la pieza clave en su intento de recuperar la influencia entre los árabes del antiguo Imperio Otomano.  Los turcos, preocupados, piden a su aliado que ponga en marcha las reformas anunciadas.

En cuanto a Tel Aviv, si por un lado le quita el sueño el avance de los Hermanos Musulmanes (próximos a Hamas) en este país y en Egipto, por otro no le interesa una democracia que, por legitimidad, reclamaría la desocupación de los Altos de Golan. El presidente baasista ahora se presenta como el mal menor, un enemigo fiable.

Washington a pesar de aplicar a la república árabe la política de “palo y zanahoria”, no desea la caída de su presidente, calificado por Hilary Clinton de “reformista”. Puso fin a seis años sin embajador en Damasco. Pues, mejorando las relaciones bilaterales, Barak Obama pretende reducir la dependencia geopolítica de EEUU en esta zona a los intereses de Israel, dar estabilidad a Irak, tentarle a que firmara la paz con los hebreos, y alejarle de Irán. Mientras, los “neocan” piden que la OTAN ponga fin al triángulo Teherán–Damasco–Hezbolá, obstáculo a la hegemonía israelí– estadounidense en la región.

Assad resiste a la presión del ala derechista de su régimen para aplastar las protestas. También teme hacer concesiones. Sus estrategias, si las tuvo, han fallado.

La amenaza al poder de este malabarista político amateur brota desde dentro.


(*) Nazanin Amirian es una escritora iraní que actualmente vive en Barcelona. Graduada en Ciencias Políticas, entre sus publicaciones en castellano podemos mencionar "Cuentos Persas" (1997), "El cuentacuentos persa" (2000), "Al gusto persa" (2003), "Los kurdos. Kurdistán, un país inexistente" (2005). Es también traductora de Omar Khayam y otros grandes poetas persas.


La lealtad del ejército, sostén del régimen sirio

Por Khaled Yacoub Oweis
Agencia Reuters, 09/04/11

Amman.– A diferencia de lo que ocurrió con los ejércitos de Túnez y Egipto, cuyas negativas a enfrentarse con los manifestantes implicó la caída de sus gobernantes autócratas, el destino de muchos altos oficiales sirios está estrechamente ligado al régimen de Bashar Al–Assad.

Por este motivo, los expertos militares sostienen que es mínima la perspectiva de que el mandatario sirio sufra presión militar para abandonar su cargo si continúan agravándose las protestas.

Aunque algunos oficiales sunnitas fueron ascendidos a los rangos más altos, la influencia de esta rama del islam se ha debilitado, y Maher, el hermano de Al–Assad, controla las unidades militares clave en las que proliferan los soldados alauitas, minoría a la que pertenece la familia gobernante.

"Se requerirá una extraordinaria presión popular para derrotar a un régimen tan profundamente arraigado. Esto no es Túnez", dijo W. Andrew Terrill, profesor e investigador de asuntos de seguridad nacional en el Colegio de Guerra del ejército norteamericano.

"El régimen procuró colocar a leales alauitas en todos los cargos clave del ejército para poder aplastar cualquier intento de derrocamiento. Algunos oficiales sunnitas ascendieron hasta rangos elevados, pero tienen muy poco poder para comandar las tropas", añadió Terrill.

La familia Al–Assad, que gobierna Siria desde hace 41 años, proviene de las montañas alauitas que dominan el Mediterráneo, un bastión de esta hermética secta, vinculada con el islamismo chiita.

Al–Assad, que enfrenta la mayor amenaza contra su gobierno tras más de dos semanas de protestas que exigen el fin de las leyes de emergencia y del gobierno de un partido único, respondió con una mezcla de fuerza y vagas promesas de reforma.

Los residentes de Deraa, cuna de las protestas sirias, dicen que las fuerzas alauitas comandadas por Maher, el hermano menor de Al–Assad, tomaron posición alrededor de la parte sur de la ciudad.

Maher controla la Guardia Presidencial, la Guardia Republicana, y la Cuarta División blindada? unidades clave que constituyen la columna vertebral de la seguridad del Estado, junto con la policía secreta, también mayoritariamente alauita.

"Algunos observadores consideran que Maher al–Assad es excesivamente violento y emocionalmente volátil. Parece que el presidente considera que su hermano es totalmente confiable", dijo Terrill, un especialista en asuntos militares de Siria.

La masacre de Hama

De todos modos, Al–Assad no puede forzar a la tropa a repetir la represión ejercida en 1982 en Hama, cuando su padre, Hafez al–Assad, envió comandos, paracaidistas y milicianos del partido Baath para sofocar una insurrección armada de la Hermandad Musulmana. El hermano de Hafez al–Assad, Rifaat, manejó personalmente la operación de Hama, en la que decenas de miles de personas murieron.

"La Siria de 2011 no es la Siria de 1982. Hay cientos de miles de soldados, conscriptos y profesionales que sólo vieron la corrupción y los abusos de poder de sus comandantes alauitas", dijo un ex miembro del ejército sirio. Y agregó: "El ejército no le pedirá a Bashar que renuncie, pero él tampoco puede pedirle al ejército que cometa una masacre".

Otro experto militar, que trabaja para un gobierno occidental, dijo que el ejército sirio se fracturaría si la jerarquía alauita gobernante intentara repetir la masacre de Hama, pero el presidente podría salirse con la suya si ordena matanzas en menor escala.

Aunque los residentes de Deraa dicen que las unidades militares de Maher al–Assad están apostadas alrededor de la ciudad, también se desplegaron unidades alauitas de la policía secreta y otras unidades especiales para enfrentar a los manifestantes. Más de 40 manifestantes murieron en los enfrentamientos, según declararon algunos testigos presenciales.

Terrill explicó que las unidades alauitas no tienen reparos en eliminar a los disidentes, porque fueron adoctrinadas para creer que su comunidad perdería mucho si la mayoría sunnita asumiera el poder.

Cuando se le preguntó si los soldados sunnitas podrían rebelarse si ven que siguen matando a sus correligionarios, Terrill concluyó: "Los organismos de seguridad de Siria actuarán de manera rápida y despiadada para eliminar incluso los gérmenes de cualquier revuelta entre los militares".