Se están desesperando. Cada vez
se unen más yemeníes al ya enorme movimiento de protesta a favor de la
democracia. Ciudades de provincia como Ibb en el centro de Yemen han visto
manifestaciones en la región de al menos cientos de miles de manifestantes.
La ciudad de Taiz, en el centro del corazón industrial de Yemen, se encuentra
fuera del control del gobierno. Adén, la antigua capital de Yemen del Sur,
practica la desobediencia civil dos días por semana, con un 80% de los
empleados públicos cumpliendo con las exigencias de los manifestantes.
El régimen de Ali Abdulá Saleh
no está contento en absoluto y, para ser franco, no sabe muy bien qué hacer.
Sexismo, entra: a la izquierda del escenario.
En un mitin el viernes Saleh
condenó la aparente mezcla de hombres y mujeres en las protestas
pro–democracia diciendo que era haram [pecado] en el Islam, y que iban en
contra de las normas culturales de Yemen. Todo esto resulta un tanto cómico
viniendo de Saleh, a quien Wilkileaks ha afamado por decir “no me importa
que haya contrabando de whisky en Yemen siempre que sea buen whisky”.
Huelga decir que los yemeníes
se han tomado la conversión de Saleh a la línea dura religiosa con sorna.
Tawakkol Karman, en declaraciones a Al–Jazira dijo: “Saleh ha mostrado
finalmente al mundo su verdadero rostro y su odio contra la mujer”.
Amal, estudiante universitaria,
ha asistido a las protestas en la Plaza del Cambio casi a diario. “¿Cómo
puede Ali [Saleh] deshonrarnos esta manera? Está bajo presión y no sabe qué
hacer, así que trata de avergonzarnos para que no protestemos”.
Los comentarios de Saleh no han
sido bien recibidos ni siquiera por el grupo demográfico al que probablemente
intentaba dirigirse, las tribus. La coalición tribal de Marib y Jawf ha dado
a Saleh una lección de Historia: “Las mujeres gobernaron Yemen en muchos
momentos del pasado con éxito. Las mujeres yemeníes dirigieron la revolución
yemení y los hombres las siguieron”.
En algunos sí calaron sus
palabras. Najwa, maestra que se define como independiente, dijo que “las
mujeres no deben salir hasta las 10 ó las 11 de la noche y permanecer en la
manifestación; ello no forma parte de nuestras tradiciones”.
Las mujeres yemeníes han
mostrado su enojo por los comentarios de Saleh de manera inmediata convocando
manifestaciones para demostrar que no se dejarán intimidar para silenciarlas.
El sábado y el domingo hubo importantes protestas con gran presencia
femenina. La protesta del domingo fue atacada por fuerzas de seguridad y
“baltajiya” —matones— a favor del gobierno.
Lo que me lleva al segundo método
del régimen, la utilización de fuerzas de seguridad y matones contratados
para atacar a manifestantes pacíficos.
El domingo fue sólo un ejemplo
del uso de esta táctica diseñada para hacer que la gente tenga miedo de
unirse al movimiento de protesta.
Desde el comienzo de esta rebelión
por lo menos 120 manifestantes no violentos han sido asesinados, siendo el 18
de marzo el día en que se perdieron más vidas. 52 personas murieron la
jornada que los organizadores habían llamado 'Viernes de la dignidad. También
se está dando una pauta preocupante: personas que han ido a las
manifestaciones y que no han regresado sino que han desaparecido sin dejar
rastro.
El gobierno ha tratado de dar
explicaciones convincentes sobre las muertes sugiriendo alternativamente que
se ha exagerado sobre el número de muertos o que los manifestantes atacaron a
las fuerzas de seguridad y a la Guardia Republicana.
Los medios estatales corroboran
después todo eso. Cuando se pone la TV nacional de Yemen uno se entera de
detalles de complots urdidos por la coalición de oposición, de armas
escondidas en el campamento de las protestas, de relaciones ilícitas entre jóvenes
manifestantes, de que Al–Yazira es el epicentro de una trama israelí para
apoderarse de Yemen, y de los 15 millones de acólitos que por todo el país
apoyan al presidente. Un momento especialmente memorable tuvo lugar cuando la
presentadora comenzó a llorar mientras decía a los espectadores que en Yemen
hay más democracia que en Estados Unidos. Hasta los partidarios más
ardientes de Saleh se sonrojaron.
La mayoría de los yemeníes
hace caso omiso de estas mentiras y falsedades; la televisión estatal se ve
como una broma. Sin embargo, es importante recordar que muchos yemeníes no
tienen televisión por satélite, y por lo tanto el Estado es su principal
fuente de noticias. Por lo tanto, la idea de un complot sionista–cruzado
para desestabilizar Yemen y la región árabe en general se considera como un
hecho.
Los medios de comunicación
internacionales están teniendo dificultades para informar desde Yemen. El
azote de los dictadores árabes, Al–Yazira en árabe, está oficialmente
prohibida y la puerta de sus oficinas “sellada con cera”. El número de
periodistas occidentales se puede contar con los dedos de una mano, y
alrededor de la mitad fueron deportados antes de la masacre en el 'Viernes de
la dignidad’. Hasta Gadafi ha autorizado más reporteros extranjeros que
Saleh.
Una cosa que el régimen de
Saleh no quiere que los periodistas vean es la manifestación de apoyo al
presidente de los viernes. Los participantes en esta farsa semanal han sido
muy numerosos, sin embargo hay videos y documentos que muestran que a muchos
de los asistentes se les paga. Las fuentes dicen que el país está al borde
de la quiebra debido a los millones que el régimen gasta para demostrar que
tiene apoyo.
A pesar de los pagos, los
asistentes a las manifestaciones en apoyo al presidente parecen disminuir
semanalmente sobre todo con la deserción constante de los jeques tribales,
una importante fuente de apoyo multitudinario prestado.
Las grandes manifestaciones
pro–Saleh sólo parecen tener lugar los viernes. Lo que no es el caso de las
protestas pro–democracia. El número de marchas se ha incrementado
recientemente dejando a menudo un rastro de pintadas de denuncia contra el régimen.
Al borrar las pintadas, el régimen ha demostrado una eficacia de la que
tristemente ha carecido prácticamente en cualquier otro proyecto que haya
intentado durante las últimas décadas. La pintura negra cubre los grafitis
ocultando apenas el hecho de que la gente no es feliz con Saleh. En todo caso,
da una sensación pavorosa de Estado policial, algo que, para ser justos, no
es el caso de Yemen.
Los yemeníes están teniendo
que hacer frente a cortes de energía intermitentes; según mis cálculos,
hasta cuatro durante el lunes. La escasez de gas ha llevado a los enojados
lugareños a bloquear las calles de sus barrios con bombonas de gas vacías.
Un miembro de la familia fue a la gasolinera y descubrió que 10.000 barriles
de gas estaban vacíos.
La escasez de electricidad y gas
se atribuye en ambos casos a las protestas; la propaganda del Estado dice a
los yemeníes que las opositoras tribus de Marib están destruyendo las líneas
de energía y que los partidos de oposición están impidiendo la entrada de
camiones de gas a Sana. La tribu acusada de Marib ha negado airadamente las
acusaciones, diciendo que ellos, cuando cometen actos de destrucción, lo
anuncian públicamente, como lo han hecho en el pasado.
Las pruebas de que la escasez de
gas se está llevando a cabo deliberadamente por el gobierno aumentan; el único
gas disponible se distribuye a ciertos individuos “respetables” de cada
barrio que luego lo distribuyen a los seguidores del partido gobernante.
Se acaba de anunciar en la
televisión nacional que el gas milagrosamente volverá a estar disponible
gracias a que los estadounidenses han convencido a la coalición de la oposición
de que permita que [el suministro] vuelva a la capital. Parece que la táctica
no ha funcionado al igual que las otras tácticas que el régimen ha empleado.
Muchas de estas tácticas tienen similitudes con las tácticas de Ben Ali y
Mubarak. El resultado final también parece que va a ser muy similar.
(*)
Abubakr Al–Shamahi es estudiante de Ciencias Políticas en SOAS, Universidad
de Londres y es editor de Comment Middle East. Actualmente se encuentra en Saná.