Yemen

Se están desesperando: cada vez se unen más yemeníes al ya enorme
movimiento de protesta

Yemen en el limbo

Por Abubakr al–Shamahi (*)
Uruknet.info, 19/04/11
Rebelión, 22/04/11
Traducido por Loles Oliván

Se están desesperando. Cada vez se unen más yemeníes al ya enorme movimiento de protesta a favor de la democracia. Ciudades de provincia como Ibb en el centro de Yemen han visto manifestaciones en la región de al menos cientos de miles de manifestantes. La ciudad de Taiz, en el centro del corazón industrial de Yemen, se encuentra fuera del control del gobierno. Adén, la antigua capital de Yemen del Sur, practica la desobediencia civil dos días por semana, con un 80% de los empleados públicos cumpliendo con las exigencias de los manifestantes.

El régimen de Ali Abdulá Saleh no está contento en absoluto y, para ser franco, no sabe muy bien qué hacer. Sexismo, entra: a la izquierda del escenario.

En un mitin el viernes Saleh condenó la aparente mezcla de hombres y mujeres en las protestas pro–democracia diciendo que era haram [pecado] en el Islam, y que iban en contra de las normas culturales de Yemen. Todo esto resulta un tanto cómico viniendo de Saleh, a quien Wilkileaks ha afamado por decir “no me importa que haya contrabando de whisky en Yemen siempre que sea buen whisky”.

Huelga decir que los yemeníes se han tomado la conversión de Saleh a la línea dura religiosa con sorna. Tawakkol Karman, en declaraciones a Al–Jazira dijo: “Saleh ha mostrado finalmente al mundo su verdadero rostro y su odio contra la mujer”.

Amal, estudiante universitaria, ha asistido a las protestas en la Plaza del Cambio casi a diario. “¿Cómo puede Ali [Saleh] deshonrarnos esta manera? Está bajo presión y no sabe qué hacer, así que trata de avergonzarnos para que no protestemos”.

Los comentarios de Saleh no han sido bien recibidos ni siquiera por el grupo demográfico al que probablemente intentaba dirigirse, las tribus. La coalición tribal de Marib y Jawf ha dado a Saleh una lección de Historia: “Las mujeres gobernaron Yemen en muchos momentos del pasado con éxito. Las mujeres yemeníes dirigieron la revolución yemení y los hombres las siguieron”.

En algunos sí calaron sus palabras. Najwa, maestra que se define como independiente, dijo que “las mujeres no deben salir hasta las 10 ó las 11 de la noche y permanecer en la manifestación; ello no forma parte de nuestras tradiciones”.

Las mujeres yemeníes han mostrado su enojo por los comentarios de Saleh de manera inmediata convocando manifestaciones para demostrar que no se dejarán intimidar para silenciarlas. El sábado y el domingo hubo importantes protestas con gran presencia femenina. La protesta del domingo fue atacada por fuerzas de seguridad y “baltajiya” —matones— a ​​favor del gobierno.

Lo que me lleva al segundo método del régimen, la utilización de fuerzas de seguridad y matones contratados para atacar a manifestantes pacíficos.

El domingo fue sólo un ejemplo del uso de esta táctica diseñada para hacer que la gente tenga miedo de unirse al movimiento de protesta.

Desde el comienzo de esta rebelión por lo menos 120 manifestantes no violentos han sido asesinados, siendo el 18 de marzo el día en que se perdieron más vidas. 52 personas murieron la jornada que los organizadores habían llamado 'Viernes de la dignidad. También se está dando una pauta preocupante: personas que han ido a las manifestaciones y que no han regresado sino que han desaparecido sin dejar rastro.

El gobierno ha tratado de dar explicaciones convincentes sobre las muertes sugiriendo alternativamente que se ha exagerado sobre el número de muertos o que los manifestantes atacaron a las fuerzas de seguridad y a la Guardia Republicana.

Los medios estatales corroboran después todo eso. Cuando se pone la TV nacional de Yemen uno se entera de detalles de complots urdidos por la coalición de oposición, de armas escondidas en el campamento de las protestas, de relaciones ilícitas entre jóvenes manifestantes, de que Al–Yazira es el epicentro de una trama israelí para apoderarse de Yemen, y de los 15 millones de acólitos que por todo el país apoyan al presidente. Un momento especialmente memorable tuvo lugar cuando la presentadora comenzó a llorar mientras decía a los espectadores que en Yemen hay más democracia que en Estados Unidos. Hasta los partidarios más ardientes de Saleh se sonrojaron.

La mayoría de los yemeníes hace caso omiso de estas mentiras y falsedades; la televisión estatal se ve como una broma. Sin embargo, es importante recordar que muchos yemeníes no tienen televisión por satélite, y por lo tanto el Estado es su principal fuente de noticias. Por lo tanto, la idea de un complot sionista–cruzado para desestabilizar Yemen y la región árabe en general se considera como un hecho.

Los medios de comunicación internacionales están teniendo dificultades para informar desde Yemen. El azote de los dictadores árabes, Al–Yazira en árabe, está oficialmente prohibida y la puerta de sus oficinas “sellada con cera”. El número de periodistas occidentales se puede contar con los dedos de una mano, y alrededor de la mitad fueron deportados antes de la masacre en el 'Viernes de la dignidad’. Hasta Gadafi ha autorizado más reporteros extranjeros que Saleh.

Una cosa que el régimen de Saleh no quiere que los periodistas vean es la manifestación de apoyo al presidente de los viernes. Los participantes en esta farsa semanal han sido muy numerosos, sin embargo hay videos y documentos que muestran que a muchos de los asistentes se les paga. Las fuentes dicen que el país está al borde de la quiebra debido a los millones que el régimen gasta para demostrar que tiene apoyo.

A pesar de los pagos, los asistentes a las manifestaciones en apoyo al presidente parecen disminuir semanalmente sobre todo con la deserción constante de los jeques tribales, una importante fuente de apoyo multitudinario prestado.

Las grandes manifestaciones pro–Saleh sólo parecen tener lugar los viernes. Lo que no es el caso de las protestas pro–democracia. El número de marchas se ha incrementado recientemente dejando a menudo un rastro de pintadas de denuncia contra el régimen. Al borrar las pintadas, el régimen ha demostrado una eficacia de la que tristemente ha carecido prácticamente en cualquier otro proyecto que haya intentado durante las últimas décadas. La pintura negra cubre los grafitis ocultando apenas el hecho de que la gente no es feliz con Saleh. En todo caso, da una sensación pavorosa de Estado policial, algo que, para ser justos, no es el caso de Yemen.

Los yemeníes están teniendo que hacer frente a cortes de energía intermitentes; según mis cálculos, hasta cuatro durante el lunes. La escasez de gas ha llevado a los enojados lugareños a bloquear las calles de sus barrios con bombonas de gas vacías. Un miembro de la familia fue a la gasolinera y descubrió que 10.000 barriles de gas estaban vacíos.

La escasez de electricidad y gas se atribuye en ambos casos a las protestas; la propaganda del Estado dice a los yemeníes que las opositoras tribus de Marib están destruyendo las líneas de energía y que los partidos de oposición están impidiendo la entrada de camiones de gas a Sana. La tribu acusada de Marib ha negado airadamente las acusaciones, diciendo que ellos, cuando cometen actos de destrucción, lo anuncian públicamente, como lo han hecho en el pasado.

Las pruebas de que la escasez de gas se está llevando a cabo deliberadamente por el gobierno aumentan; el único gas disponible se distribuye a ciertos individuos “respetables” de cada barrio que luego lo distribuyen a los seguidores del partido gobernante.

Se acaba de anunciar en la televisión nacional que el gas milagrosamente volverá a estar disponible gracias a que los estadounidenses han convencido a la coalición de la oposición de que permita que [el suministro] vuelva a la capital. Parece que la táctica no ha funcionado al igual que las otras tácticas que el régimen ha empleado. Muchas de estas tácticas tienen similitudes con las tácticas de Ben Ali y Mubarak. El resultado final también parece que va a ser muy similar.


(*) Abubakr Al–Shamahi es estudiante de Ciencias Políticas en SOAS, Universidad de Londres y es editor de Comment Middle East. Actualmente se encuentra en Saná.