Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie
No
derramamos ninguna lágrima por bin Laden, pero...
¡Repudiamos el terrorismo de Estado
del imperialismo
yanqui!
El domingo 1º de mayo, en una
inesperada conferencia de prensa, Obama anunció la muerte
–o, más apropiadamente, el asesinato– de Osama bin
Laden.
Los informes y relatos confusos y
contradictorios del gobierno yanqui, el hecho que se niegue
a mostrar una sola fotografía del occiso y que, además,
diga que no puede presentar el cuerpo de bin Laden porque lo
ha arrojado al mar, ha alimentado toda clase de dudas y
especulaciones. Es que no hay ningún observador ni testigo
independiente que pueda corroborar alguna de esas
afirmaciones de Obama y sus funcionarios.
Sin embargo, lo más probable es que,
efectivamente, el comando de sicarios enviado por la Casa
Blanca a Abbottabad, Pakistán, diese muerte a Osama bin
Laden. Sus mismos partidarios en la región parecen dar eso
por cierto.
Detenerlo para someterlo a un juicio
–aunque éste fuese una parodia– podía convertirse en
un boomerang para un imperialismo responsable
directo o indirecto de la muerte de millones de seres
humanos en el “gran Medio Oriente”, desde que en
1991 Bush (padre) lanzara la primera guerra de Iraq y en la
década siguiente su hijo iniciara las ocupaciones
coloniales de Afganistán e Iraq.
Para peor, Osama bin Laden era un
“hijo descarriado” de la CIA. Su carrera de sangre
no comenzó en septiembre de 2001 con el atentado a las
Torres Gemelas en Nueva York, sino como coordinador
–designado por la CIA y Arabia saudita– de los
jihadistas islamistas que venían de muchos países a
“combatir el comunismo” en Afganistán durante los años
’80. En ese entonces, para EEUU, bin Laden y su gente no
eran “terroristas” sino “freedom fighters”,
“luchadores por la libertad” alabados en las películas
de Hollywood.
¡Hubiese sido, entonces, muy
interesante oír a bin Laden en un juicio! Eso debe
haber motivado que los mafiosos de la Casa Blanca,
prudentemente, recordaran que “los muertos no hablan”.
El
terrorismo de Estado del gendarme mundial
Sean como sean los porcentajes de
realidad y de fábula en las informaciones sobre la operación
de Abbottabad, hay un punto central, infinitamente más
importante.
Este punto es que el imperialismo
yanqui se arroga el derecho de asesinar a quien se
le dé la gana en cualquier lugar del planeta. Estados
Unidos tiene carta blanca para enviar un grupo de sicarios a
otro país para matar a quien su gobierno quiera.
Hasta desde el punto de vista del
derecho internacional burgués, lo que ha cometido Obama es
pura y simplemente un crimen, es un asesinato por
motivos políticos, cometido además mediante el
aparato militar del Estado norteamericano. Dicho de otra
manera: es puro y simple terrorismo de Estado.
Por ese motivo, los farsantes de la ONU
quedaron en los primeros instantes mudos y confundidos...
antes de deshacerse en felicitaciones a Obama y besar la
amno que los alimenta. Es que toda la cháchara sobre el
“derecho internacional” y la “comunidad
internacional” se vino abajo frente a este hecho brutal.
Con esta acción, EEUU trata de
revalidar su título de gendarme mundial... pero con
un agravante. En los estados burgueses “democráticos” y
“normales”, no es legal para gendarmes y policías
asesinar a quien quieran. EEUU, por el contrario, no sólo
se autoproclama gendarme mundial, sino también juez
y verdugo que no tiene que rendir cuentas a nadie!!
Por eso, no “se hizo justicia” como
proclamó Obama. ¡No “se hizo justicia”, ni siquiera en
términos de legalidad democrático–burguesa!
Bin
Laden, Al Qaeda y el carácter del “fundamentalismo” islámico
La gravedad de lo implicado en
estos asesinatos (tanto del presunto “jefe de Al Qaeda”
como de los que estaban en su residencia), ha quedado
peligrosamente confusa por el carácter de un
personaje como bin Laden, política y humanamente
indefendible.
El “fundamentalismo” islámico en
general y bin Laden en particular no han sido corrientes
progresivas, aunque hayan tenido finalmente choques con
el imperialismo. La trayectoria de Bin Laden corporiza eso
en gran medida.
Su carrera se inicia en los ’80
militando al servicio del imperialismo yanqui y de uno de
los regímenes más retrógrados del mundo: el de Arabia
saudita. En esos momentos, la política de Washington era
apoyar a los “islamistas”, especialmente los dispuestos
marchar a Afganistán. Allí bin Laden “creó” Al Qaeda.
Inicialmente no fue una “organización”, sino la base de
datos hecha por bin Laden para la CIA de los islamistas que
iban a combatir allí.
Pero la ruptura con EEUU y luego el
atentado terrorista de septiembre de 2001 no hizo más
progresivos a bin Laden y su corriente. Por eso, en esa
oportunidad, quienes constituimos años después la
corriente Socialismo o Barbarie, nos manifestamos “totalmente en contra de estas acciones terroristas”:
“En
primer lugar, la gran mayoría de las víctimas son
empleados y obreros norteamericanos, a los que no se puede
simplemente identificar con su burguesía y su estado
imperialista. Nada humano nos es ajeno. Y, desde el punto de
vista humano, nos solidarizamos con ellos y sus familiares,
al tiempo que subrayamos la responsabilidad que el
imperialismo tiene en esta tragedia. Con estos métodos no
se va a acabar con el capitalismo ni la opresión
imperialista, ni menos aun por ese camino iremos hacia una
sociedad más justa, el socialismo.
“En
segundo lugar, estas acciones, por más ‘espectaculares’
que ellas sean, no debilitan verdaderamente el poder del
enemigo. Por el contrario, el momentáneo estrago que
pueden provocar en sus filas, no es nada comparado con la confusión
que producen en el campo de los trabajadores y los pueblos.
Así, un sector importante del pueblo norteamericano está
pidiendo una ‘respuesta militar’; es decir, volver a ser
carne de cañón de la burguesía yanqui como en Vietnam.
Antes del atentado había, en cambio, una fuerte oposición
a las aventuras militares en el extranjero.
“[...]Como
una de las consecuencias nefastas de los atentados, Bush,
junto con otros gobernantes imperialistas como Tony Blair,
los está aprovechando para estructurar un frente
contrarrevolucionario y represivo a escala nacional y
mundial.” (Declaración del MAS, septiembre
2001)
¡Y, lamentablemente, así fue! Sin los
muy convenientes atentados de septiembre de 2011, al
imperialismo le hubiese sido imposible desatar las guerras
coloniales de Afganistán e Iraq, e impulsar en EEUU (y
también en Europa) una ola de “islamofobia”, muy útil
para cegar a las masas obreras y populares de esos países
sobre quiénes son sus verdaderos enemigos.
Los atentados del 11 de septiembre fortalecieron
al imperialismo, especialmente al de EEUU. Durante
varios años sirvieron para legitimar a los ojos de las
masas, especialmente de los países imperialistas, las más
aberrantes guerras coloniales y el apoyo a los dictadores y
autócratas prooccidentales de esa región, así como también
el genocidio del pueblo palestino a manos de Israel.
La
rebelión del mundo árabe y la muerte política de bin
Laden
La desaparición física de bin Laden
se da en un momento de ocaso de las corrientes
fundamentalistas islámicas, como mínimo entre los
pueblos árabes. No es casual que estas corrientes, entre
ellas la de Al Qaeda, hoy sólo tengan peso en regiones no
árabes (como Afganistán y sectores de Pakistán). Bin
Laden ya había sido políticamente sepultado por la ola de
rebeliones del mundo árabe.
Es lo opuesto de lo que sucedió
en las últimas décadas del siglo pasado, cuando se
desarrollaron con fuerza las corrientes islámicas
fundamentalistas. La gran rebelión de los pueblos árabes
ha mostrado, por el contrario, la irrupción de amplios
sectores laicos, “seculares”. ¡En ninguno de los países
donde han estallado luchas y hasta rebeliones, la religión
y/o las disputas sectarias han sido una línea de demarcación!
Simultáneamente, las corrientes del
“Islam político” han estado por atrás de esos
acontecimientos. Esto ha sido así tanto para las
corrientes moderadas –como la Hermandad Musulmana de
Egipto– como para las fundamentalistas ya muy debilitadas.
No han jugado un papel relevante ni de vanguardia en ninguna
de las revueltas y protestas.
Asimismo, el proceso que se ha
desatado, amenaza directamente a los estados más
religiosos y antilaicos de la región: Arabia Saudita e
Irán. Aunque este último no es un país árabe, las
“ondas de choque” del terremoto también lo afectan.
Obama
se alza con un triunfo coyuntural pero que no cambia la
tendencia profunda de crisis y decadencia del imperialismo
yanqui
Organizado como un show de campaña
electoral, Obama está haciendo sobre el escenario el papel
de gran vencedor, con el ojo puesto en la reelección. Más
ampliamente, esto se trata de presentar como un gran
triunfo estratégico del imperialismo yanqui en la
imprecisa e inacabable “guerra contra el terrorismo”.
Sin embargo, después de que se apagan
los reflectores y termina el show, el balance resulta mucho
menos grandioso. Obama y el imperialismo yanqui han
obtenido un triunfo pero coyuntural y de
limitados alcances. Éste se basa, una vez más, en el
casi único factor en que EEUU sigue llevando una ventaja
decisiva: su poder militar.
Pero nada de esto revierte las
tendencias profundas de crisis y decadencia económica,
social y geopolítica del imperialismo yanqui. Incluso en el
plano estrictamente militar, puede surgir un serio problema.
Que muchos estadounidenses se cuestionen: “¿si ya ganamos
la guerra contra el terrorismo, que estamos haciendo en
Afganistán e Iraq?”
Mientras tanto, en EEUU, la borrachera
“patriótica” tiene como contrapartida que el desempleo
no cede, y que toda una generación está condenada a la
“austeridad”, a los recortes presupuestarios, a los
bajos salarios y la precariedad laboral... mientras el 1% de
billonarios vuelve a tener superganancias... y paga cada vez
menos impuestos...
A escala mundial, esto no va a revertir
las tendencias a “indisciplinarse” respecto al
imperialismo yanqui, lo que va configurando un mundo cada
vez más caótico. Tampoco las masas en rebelión del
“gran Medio Oriente”, aunque no prime en ellas el
fundamentalismo islámico, van a volverse devotas de
Washington.
Todo esto, por supuesto, no implica
subestimar el poderío que aún conserva este imperialismo.
Está en franca decadencia pero no al borde del
derrumbe.
“El capitalismo estadounidense quiere
establecer una autocracia imperialista sobre todo nuestro
planeta”, alertaba Trotsky en 1924, cuando EEUU apenas
iniciaba su ascenso. ¡Hoy, a pesar de su declive, esa
pretensión sigue en pie!
Es esa pretensión de sostener “una
autocracia imperialista sobre todo nuestro planeta” lo que
está detrás de la incursión criminal a Abbottabad, Pakistán,
y no la preocupación por las víctimas del 11 de
septiembre. Y es desde esa perspectiva que debemos
definirnos, repudiándola.
¡Repudiemos
el terrorismo de Estado del imperialismo yanqui!
¡Fuera
el gendarme mundial!
Corriente
internacional Socialismo o Barbarie
7 de mayo de 2011
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