Sombras
sobre los rebeldes
Un
proceso interno de divisiones cruentas
Por
Eduardo Febbro
Desde París
Página 12, 09/08/11
La oposición
a Khadafi genera cada vez más interrogantes: cuál es el
uso del dinero que recibe de Occidente, qué destino da a
las armas que le entregó Francia y cuáles fueron las
circunstancias en las que murió el general Abdel Fatah
Yunes.
La rebelión
libia da muestras de sembrar cada vez más dudas que
certezas y de atravesar un proceso interno de divisiones
cruentas ilustrado hasta el extremo por el asesinato del
general Abdel Fatah Yunes, el jefe de la estructura militar
de la rebelión, por miembros del mismo Consejo Nacional de
Transición, CNT. La dirigencia rebelde acusó a sicarios
del régimen de Muammar Khadafi de haber perpetrado el
crimen de Yunes y otros dos coroneles, pero esa versión
choca con las evidencias.
Yunes fue
ejecutado en Benghazi por sus propios partidarios apenas
unos días antes de que Francia desbloqueara 182 millones de
euros de ayuda “humanitaria” destinada a los rebeldes y
provenientes de los haberes congelados del clan Khadafi.
Washington fue mucho más circunspecto que París y exigió
a los rebeldes una investigación clara sobre el asesinato
de Yunes antes de desbloquear 13 millones de dólares.
Todo es
confuso en la galaxia insurgente: el uso final del dinero,
las circunstancias de la muerte del general y hasta el
destino de las armas que Francia entregó al gobierno
rebelde durante el mes de junio. Una sólida investigación
realizada por el New York Times a finales de julio reveló
que era altamente probable que las armas francesas hayan
sido revendidas a traficantes y que ninguna de ellas se asomó
por el campo de batalla.
El New York
Times escribió que “a lo largo de dos semanas de
entrevistas con combatientes (rebeldes) ninguno dijo que había
visto los fusiles y las ametralladoras que Francia suministró.
Cada hombre dijo que perdió el fusil en la batalla y muchos
se preguntan quién, entre los líderes, se quedó con esas
armas”.
El espejo de
la insurgencia libia está empañado. La historia de las
armas y la ejecución del general Yunes han multiplicado las
especulaciones sospechosas sobre el uso que el gobierno
rebelde hará del dinero recibido. La Cancillería francesa
aclaró que los 180 millones de euros tenían fines
humanitarios, es decir, la adquisición de “medicamentos y
productos de primera necesidad”.
La entrega de
fondos a la rebelión no es ilegal. Los países miembros del
grupo de contacto los prometieron a finales de junio. El
dinero pertenece a los fondos soberanos de Libia y éstos
pueden ser legalmente transferidos al CNT por cuanto esta
entidad, que agrupa a la insurgencia y cuya sede está en
Benghazi, fue reconocida como legítima por casi todos los
países que integran la coalición que intervino
militarmente en Libia. Pero entre la legalidad del
suministro de fondos y su destino posterior hay un terreno
minado de dudas que la muerte abrupta del general Abdel
Fatah Yunes no ha hecho más que amplificar.
El apoyo y la
confianza de Occidente hacia los rebeldes no ha cesado,
incluso después de la trampa en la que cayó Yunes. Sin
embargo, el crimen puso en tela de juicio la credibilidad de
los rebeldes. El cuerpo del general, acribillado y
carbonizado, fue encontrado en un barrio de Benghazi en la
mañana del 29 de julio. Las versiones oficiales han sido
una sinfonía de contradicciones, un poco a imagen y
semejanza de la misma identidad de la rebelión. Abdel Fatah
Yunes no era cualquiera. Hasta febrero de este año, o sea,
cuando estalló la revuelta en Libia, el general estaba en
el otro bando, a cargo del Ministerio de Interior. Yunes tomó
partido por los rebeldes cuando Khadafi empezó a aplastar
la revuelta con sangre y fuego. Yunes y los miles de hombres
que se sumaron a él desempeñaron un papel central en la
defensa de Benghazi. Pero el idilio se acabó. Hasta hoy,
ningún responsable político o militar pudo explicar quién
lo asesinó. Se prometió una comisión investigadora, pero
todo sigue envuelto en el misterio.
La primera
acusación apuntó hacia Khadafi, pero es falsa. Yunes debía
presentarse el 29 de julio ante una comisión de los
rebeldes encargada de investigar asuntos judiciales. El CNT
lo mandó a buscar al frente de batalla de Brega (200 kilómetros
de Benghazi). El general nunca compareció ante la comisión.
Su cuerpo fue hallado en un barrio de Benghazi junto al de
otros dos altos manos. Los tres habían caído en una
emboscada.
Primero
se acusó a la Brigada 17 de Febrero, una de las milicias
que componen la insurgencia, luego se señaló a un grupo
armado islamista, la Obaida Ibn Jarraf. Según se dijo, los
islamistas se cobraron la persecución que sufrieron cuando
Yunes ocupó la cartera de Interior del régimen.
Estas
acusaciones son resultado de la guerra interna entre los
cuerpos armados que conforman el movimiento rebelde. Casi
todos están en total desacuerdo armado. Finalmente, entre
desmentidos y contradicciones, la oposición Libia empezó a
admitir que el general había sido objeto de una traición
local. Los combates internos son tan frecuentes como las
posiciones políticas antagónicas.
El futuro
libio tiene claros contornos afganos. Los grupos armados
que, unidos, forzaron el retiro de la Unión Soviética de
Afganistán terminaron enfrentándose sin piedad cuando
llegaron al poder. La guerra interna afgana causó más
muertos y destrucciones que la invasión del ejército rojo.
Si la rebelión gana, el futuro sin Khadafi será un mapa
lleno de sangre. Uno de los hijos de Yunes, Mutasem, explicó
a las agencias de prensa que si el CNT no hace justicia con
los culpables entonces será su tribu, la Obeidi y sus
400.000 miembros, quienes se encargarán de hacerlo.
¿Partida
final para los elementos pro-OTAN de Bengasi
al entrar en acción las tribus libias?
Por
Franklin Lamb (*)
La Haine, 04/08/11
El Consejo
Tribal de Libia esperó a ver qué caballo va a ganar la
carrera, y ahora dice que apoya al gobierno de Gaddafi y
ayudará a expulsar a los “cruzados de la OTAN”.
Crónica desde
Trípoli.- El 30 de julio, el día antes de que el 97,5% de
la población musulmana de este país iniciara el mes santo
del Ramadán, el portavoz de la OTAN Roland Lavoie estuvo
intentando, con escasa capacidad de convicción, explicar a
la prensa internacional en el Hotel Rexis por qué la OTAN
se vio forzada a bombardear las tres torres de la televisión
en Trípoli de la Autoridad de las Transmisiones Libia,
matando a tres periodistas/técnicos e hiriendo a otros
quince.
Como a la
mayoría de la gente que actualmente se encuentra en el
centro de Trípoli, a este observador le despertó a las
01,50 horas de la madrugada la primera de una serie de nueve
explosiones, tres de las cuales observé desde mi balcón en
el momento mismo en que se producían en un lugar que parecía
estar a unos 900 metros de distancia, mientras veía como
una de las torres de televisión se derrumbaba tras la
explosión. En los cuatro carriles de la autopista que pasa
junto a mi hotel por debajo de mi balcón y que corre a lo
largo de la primera línea del mar, pude ver cómo dos
coches se desviaban frenéticamente a la izquierda y a la
derecha mientras trataban de acelerar, intentando al parecer
evitar algún cohete de la OTAN, temiendo ser alcanzados.
Según el
portavoz de la OTAN Lavoie, había que acabar de inmediato
con la posibilidad de que la población libia viera la
televisión gubernamental y, por ende, pudiera escuchar los
terroristas anuncios del servicio público acerca de temas
tales como la disponibilidad de gasolina, la distribución
de alimentos para el Ramadán, la información actualizada
de las zonas a evitar por los recientes bombardeos de la
OTAN, las oraciones y conferencias de los Sheijs sobre
asuntos morales y religiosos durante el Ramadán o ver la
carta con los tiempos de oración expuesta en la TV del
gobierno durante este mes de ayuno, aparte de los programas
infantiles y la programación normal.
La razón para
bombardear la televisión del gobierno libio, según la
OTAN, es que el líder libio Gaddafi ha estado ofreciendo
entrevistas y discursos tras los repetidos bombardeos de la
OTAN que recientemente han afectado a hospitales, a
almacenes de alimentos para el Ramadán, a las principales
infraestructuras de distribución de agua de la nación, a
casas privadas y a más de 1.600 diferentes lugares civiles.
La OTAN cree que impedir que Gaddafi utilice las ondas públicas
de Libia bombardeando las torres de transmisión estaba
incluido en las Resoluciones 1970 y 1973 de las Naciones
Unidas, cuyo alcance está ampliándose más allá de
cualquier posible reconocimiento desde su formato original.
El portavoz de la OTAN, Lavoie, afirma que el liderazgo de
Libia está utilizando las instalaciones de transmisión de
TV para desbaratar la “misión humanitaria” de la OTAN y
que están, de nuevo, “arriesgando las vidas de los
civiles”.
Las
autoridades gubernamentales admiten que están utilizando
los medios para comunicarse con la población, en especial
para instar a la unidad tribal, a dialogar con los que
tienen su sede en Bengasi, a los que aquí se refieren como
los “rebeldes de la OTAN”, a abogar por un alto el fuego
inmediato y sí, incluso para llamar a todos los libios a
que resistan ante quienes muchos aquí, incluido el coronel
Gaddafi, llaman “los agresores-cruzados de la OTAN”.
En la zona
occidental de Libia, e incluso entre muchas gentes del este,
según recientes desertores de los rebeldes que llegan
diariamente a la parte occidental, la OTAN ha perdido el
respeto de este país, de África, del Oriente Medio y, cada
vez más, de la comunidad internacional. Las razones son aquí
bien conocidas e incluyen las falsas premisas y
descripciones en serie de lo que ocurrió en febrero en las
áreas de Bengasi y Misrata.
Además, los
bombardeos diarios de la OTAN se han incrementado
aproximadamente en un 20% desde el 25 de julio y así seguirán,
según el ministro de defensa francés Gerard Longuet,
quien, junto con el ministro de defensa británico Liam Fox,
mientras decía públicamente que la OTAN debía seguir
bombardeando, en privado expresaba su preocupación por el
asesinato del comandante militar rebelde Abdul Fatah Yunis.
Este asesinato, según oficiales libios, fue muy
probablemente perpetrado por líderes rebeldes de Yunis o
por Al Qaida. Se dice que ambos sienten que el liderazgo
rebelde en Bengasi se está viniendo abajo. Lo mismo piensan
muchos dirigentes de la OTAN y la administración Obama.
Un antiguo e
importante miembro del Partido Demócrata-Liberal británico,
Sir Menzies Campbel, acaba de instar al gobierno del Reino
Unido para que se replantee su implicación en la guerra en
Libia. Campbell dijo que el Reino Unido debía emprender una
“revisión y re-examen total” de su implicación en el
conflicto de la OTAN en Libia tras el asesinato del
dirigente de la oposición y que “debía pensar en la
jugada final del conflicto en Libia”
Un partidario
del gobierno libio, que acaba de llegar a Trípoli y afirma
que ha pasado los dos últimos meses sobre el terreno en una
misión clandestina haciendo de enlace entre los rebeldes y
la OTAN, contó esta semana a su embelesada audiencia en un
hotel de Trípoli muchos detalles de lo que afirma es
frustración de la OTAN ante el deterioro, corrupción e
incompetencia de su “equipo” en el este, así como el
punto de vista de la CIA de que “Al Qaida se comerá a
Mahmud Yibril y a todos los líderes rebeldes para el Iftar
durante una de las fiestas del Ramadán en agosto. Están
solo esperando la oportunidad adecuada para hacer un
movimiento espectacular”.
Sólo los fanáticos
de la “intervención humanitaria” podrían haber
contemplado en serio el tipo de sangrienta y prolongada
guerra terrestre que sería necesaria para poder ganar. Así
pues, la apuesta por una alianza con la OTAN parece ahora
haber estado condenada desde el principio, incluso en sus
propios términos.
La fuerza que
está entrando rápidamente en este conflicto es el
liderazgo de Libia sobre más de 2.000 tribus. En una serie
de reuniones en Libia, Túnez y más lugares, el Consejo
Tribal está hablando muy claro y con energía de forjar un
bloque político que exija que se ponga fin a las matanzas
entre libios.
Algunos líderes
y miembros tribales de la generalmente considerada como la
tribu más grande de Libia, los Obeidis, a los cuales
pertenece la familia Yunis, han jurado vengarse de los líderes
rebeldes, y mientras llevaban los ataúdes de Abdul Fatah y
dos de sus compañeros gritaban, bajo la mirada de las
fuerzas de seguridad: “La sangre de los mártires no se
habrá derramado en vano”.
El Consejo
Tribal de Libia ha emitido un manifesto que deja claro que
intenta poner fin a este conflicto, ayudar a expulsar a los
“cruzados de la OTAN” y conseguir reformas apoyando al
gobierno de Gaddafi con sede en Trípoli. Antes de que el
Ramadán acabe, intentan poner fin a la crisis libia aunque
sea necesario que cientos de miles de sus activos miembros
marchen sobre Bengasi.
La OTAN, según
diversos académicos de las Universidades Al Naser y Al
Fatah, y el liderazgo tribal libio, parece mostrarse
sorprendentemente ignorante e incluso despectiva respecto a
las tribus de este país y su papel histórico durante
tiempos de crisis, agresiones y ocupaciones extranjeras. Un
líder tribal bien conocido en Italia fue Omar Muktar.
Mientras la
OTAN y sus aliados contemplan su Jugada Final puede que
quieran considerar algunos extractos del manifesto del
Consejo Tribal Libio emitido el 26 de julio. Hablando en
nombre de las 2.000 tribus de Libia, el Consejo emitió una
Proclamación firmada por decenas de líderes tribales del
este de Libia:
“Mediante
esta carta dirigida a la Cumbre extraordinaria Africana
reunida en Addis Abeba, los notables de las tribus
orientales de la Gran Yamahiriya confirman su total rechazo
al denominado Consejo Transitorio en Bengasi, que no ha sido
nombrado ni elegido por ningún representante tribal sino
impuesto por la OTAN.”
“Lo que se
denomina Consejo Transitorio en Bengasi nos fue impuesto por
la OTAN y lo rechazamos completamente. ¿Es democracia
imponer a una serie de gentes mediante el poder armado sobre
el pueblo de Bengasi, cuando además muchos de ellos ni
siquiera son libios ni pertenecen a las tribus libias sino
que vienen de Túnez y otros países?”
“El Consejo
Tribal asegura su cooperación continua con la Unión
Africana en sus sugerencias que intentan ayudar a impedir la
agresión contra el pueblo libio…”
“El Consejo
Tribal condena la agresión-cruzada contra la Gran
Yamahiriya perpetrada por la OTAN y fuerzas regresivas árabes
que son una grave amenaza para los civiles libios mientras
continúan matándoles y la OTAN prosigue bombardeando
objetivos civiles…”
“No
aceptamos y no aceptaremos más autoridad que la que
elijamos por nuestra libre voluntad a través del Congreso
del Pueblo, de los Comités Populares y del liderazgo social
popular, y nos opondremos por todos los medios posibles a
los rebeldes de la OTAN y a su violencia, a sus matanzas y
mutilación de cadáveres. Intentamos oponernos con todos
los medios posibles a los agresores cruzados de la OTAN y a
sus nombrados lacayos.”
Según un
representante del Consejo Tribal Supremo Libio: “Las
tribus de Libia no se habían unido hasta ahora para repeler
a los agresores de la OTAN. Pero ahora sí estamos unidos y
avisamos a la OTAN que no desistiremos hasta que se hayan
marchado de nuestro país y nos aseguremos que no van a
regresar nunca.”
*
Columnista sobre temas de Medio Oriente en Veterans Today y
Global Reasech.
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