Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie,
25/08/11
La caída de Gadafi
Un
hecho progresivo, que es parte de las rebeliones populares
del
mundo árabe, pero que amenaza transformarse en su
opuesto
al quedar completamente distorsionado por la suba
del gobierno
pro-imperialista del CNT (Consejo Nacional de
Transición)
Aunque todavía Gadafi no aparece y sus
fuerzas mantienen el dominio en algunas ciudades y
territorios de Libia, pareciera que la guerra civil en la
que derivó la rebelión iniciada en febrero, está llegando
a su fin con la irrupción de las fuerzas rebeldes en Trípoli.
Este hecho configura una situación extremadamente
contradictoria. Por un lado, esto es un producto de
la ola de rebeliones democráticas de los pueblos árabes
contra las dictaduras. Pero, a la vez, es un logro de la
intervención política y militar del imperialismo, cuyo
principal éxito es imponer un gobierno de lacayos a sus
órdenes: el CNT (Consejo Nacional de Transición).
Así el imperialismo ha logrado copar
esa legítima rebelión democrática y “robar” a las
masas el triunfo sobre un dictador que hasta hace pocos
meses era uno de los socios más fieles del imperialismo,
especialmente de Francia e Italia.
A esta contradicción se le agregan
otros factores no menos candentes: que amplios sectores de
la población están armados, que hay toda clase
de facciones regionales, tribales e ideológicas, que el
control del CNT (Consejo Nacional de Transición) por abajo
aparece como más precario, y, finalmente, que los intereses
de las masas populares, sus anhelos de democracia y
justicia social, son objetiva y diametralmente opuestos
al plan colonial-petrolero que el imperialismo exige a
sus títeres del CNT que apliquen.
Son, precisamente, estas aspiraciones
de las masas populares, que a estas horas están viviendo
seguramente como un triunfo la caída del dictador, las que
no dejaran de chocar casi inmediatamente contra este
carácter reaccionario, pro-imperialista y antipopular del
nuevo gobierno de la CNT.
Este cuadro de tensiones
extremadamente contradictorias, nos hace concluir que la
caída de Gadafi no es el principio del fin
del proceso político-social que se inicia con el estallido
de la rebelión de febrero. Por el contrario, lo más
probable es que sea sólo el fin del principio. Es
decir, ha finalizado el primer acto del drama libio,
con el resultado de que el imperialismo ha logrado por
arriba constituir un gobierno a su servicio, mientras
que por abajo la caldera social y política no se ha
enfriado.
Ahora se levantará el telón sobre el segundo
acto, donde se jugará no la caída o permanencia de
Gadafi, sino quiénes impondrán sus intereses tan
contradictorios: el imperialismo y sus socios libios, o
las masas explotadas juveniles, populares y trabajadoras que
desencadenaron la revuelta contra la dictadura.
Una rebelión popular que
se transformó en guerra civil
El punto de partida para evaluar el
curso de Libia es ubicarlo como parte del colosal e histórico
proceso de la llamada “Primavera Árabe”. Esta
denominación periodística “descafeinada” trata de
empequeñecer el fenómeno potencialmente revolucionario
más grandioso del mundo árabe desde la “descolonización”,
luego de la Segunda Guerra Mundial: el de las protestas y
revueltas masivas contra los gobiernos y regímenes
dictatoriales.
Como siempre sucede, estos procesos
históricos –que abarcan regiones con países de muy
diferente formación económico-social– son extremadamente
desiguales. En anteriores declaraciones, para el caso de
Libia, ya hemos analizado sus disparidades, por ejemplo con
Egipto.[1]
Sin embargo esas inmensas diferencias y
desigualdades no ubican a esos países en otro planeta.
Ellas se desarrollan dentro de un marco común regional,
de rebeliones que ya han producido cambios políticos
revolucionarios –como la caída de Mubarak en
Egipto– aunque no lleguen a ser aún revoluciones
sociales.
La revuelta de febrero en Libia es
parte integral de ese proceso regional. Por eso es ridícula
la pretensión de los amigos de “izquierda” de Gadafi,
que explican ese inmenso estallido de las masas juveniles y
populares como obra de “células dormidas de Al-Qaeda”.
La rebelión se inició en la misma Trípoli
y se extendió aunque desigualmente a todo el país. Pero en
la capital, donde estaba el corazón del aparato militar,
burocrático y clientelista del régimen, la represión logró
luego silenciar las protestas. El país quedó dividido y se
presentó una situación de guerra civil.
Al aparato militar profesional de
Gadafi, a priori centralizado y provisto del más moderno
armamento europeo, no le fue difícil comenzar a masacrar a
las milicias civiles, con armamento precario, sin
entrenamiento militar ni mando único.
Esto abrió la oportunidad al
imperialismo para intervenir y, simultáneamente, reorientar
el conjunto de su política frente a las rebeliones árabes,
presentándose como defensor de las derechos humanos y la
democracia.
La intervención imperialista: después
de los fracasos de Egipto y Túnez,
EEUU y la UE dan en
Libia un giro político exitoso
Los gobiernos imperialistas de EEUU y
la Unión Europea fueron los primeros sorprendidos de los
estallidos de Túnez y Egipto. Los encontró muy
descolocados, en “offside”, como se diría en el
football. Durante los procesos de caída de Ben Alí y
Mubarak, sus respectivos patrocinantes imperialistas,
Sarkozy y Obama, sólo atinaron a tartamudear, cometiendo el
error de defenderlos casi hasta el final.
Pero con Libia el imperialismo se
reacomodó. Después de semanas de confusión y
discusiones –donde incluso amigos de Gadafi, como el
gobierno italiano, intentaron sostenerlo–, se decidió una
política de intervención militar que ha tenido el éxito
que ya señalamos.
Por abajo, en Libia, el terror al
avance de las tropas de Gadafi y las sanguinarias
represalias, acalló las iniciales expresiones de oposición
a la intervención imperialista.
Por arriba, las presiones del
imperialismo conformaron un “gobierno” –el Consejo
Nacional de Transición– constituido dos tipos de
personajes: por un lado, los que hasta febrero eran altos
funcionarios y jefes militares de Gadafi; por el otro,
algunos exiliados que vivían desde hace años en EEUU a
sueldo de la CIA. ¡Ni unos ni otros tuvieron algo que
ver con el estallido de la rebelión!
Pero la intervención imperialista
tiene objetivos más amplios que imponer el futuro de Libia.
Gadafi les sirve de chivo emisario para “lavarse las manos” como los
patrocinadores de dictaduras en el mundo árabe. Tratan de
aparecer ante las masas como los defensores de la
“democracia” y los “derechos humanos”.
Asimismo, EEUU y los imperialismos europeos intentan de establecer como
principio que las potencias imperialistas tienen derecho
a intervenir y quitar, poner o mantener al gobierno que
deseen. ¡Esto se presenta como fórmula aplicable a
todo el mundo árabe en rebelión! Las conferencias de las
potencias imperialistas decidirán cuál gobierno es
“legítimo” y cuál es “ilegítimo”.
En el caso de Libia, además, hacen operar a la Corte Internacional
de La Haya, un circo judicial que jamás ha juzgado los
crímenes de los gobiernos imperialistas ni de sus agentes.
Sólo se ocupa de los criminales que han caído en
desgracia, como antes Milosevic y ahora Gadafi.
Con ese fin, han desatado una cacería contra Gadafi, para entregarlo
los jueces a su servicio de La Haya. Debemos también
rechazar este aspecto de la operación colonial en Libia. ¡Sólo
el pueblo de Libia, por medio de un tribunal democráticamente
constituido, tienen derecho a juzgar a Gadafi!
El imperialismo ha “sostenido”
la rebelión en Libia como la soga sostiene al ahorcado
La intervención militar no sólo ha
sido el peso que inclinó la balanza hacia la derrota de
Gadafi. Ahora también decide quiénes van a gobernar
y qué medidas van a aplicar.
Sarkozy encabeza este operativo
colonial. Citó en París a Mustafa Abdul Jalil (jefe del
CNT y ex ministro de Justicia de Gadafi) y le informó cómo
será su plan de gobierno. Sarkozy convocó para los próximos
días a una reunión de los países que apoyaron al
CNT y la intervención militar. Allí, van a “diseñar
una hoja de ruta” para el Consejo Nacional de Transición
en Bengazi “para impedir que el poder se desintegre por
diferencias tribales, políticas y religiosas”.
¡Es imposible un gesto más descarado
de colonialismo! El plan y la composición del nuevo
gobierno sucesor de Gadafi serán decididos por una
conferencia de los países imperialistas, encabezados por
los que llevaron adelante la intervención militar! ¡Ahora
el pueblo de Libia deberá pagar la cuenta!
Y esta cuenta es abultada, política y
económicamente. Una corresponsal en París, la capital
desde donde se manejó la intervención junto Londres y
Washington, pinta así la situación:
“Voraces y aterradas ante la
idea de dejar pasar la gallina de los huevos de oro,
las grandes potencias comenzaron a abalanzarse sobre
Libia para repartirse el botín de guerra que dejará la
caída del régimen de Gadafi. Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, Alemania, España, Rusia y China iniciaron una
guerra de posiciones para colocarse en las mejores
condiciones posibles para ganar los contratos millonarios,
la redistribución de las concesiones petroleras y la
apertura de nuevos negocios.”[2]
Comenzó el segundo acto
Probablemente, el éxito que tuvo la
intervención imperialista al decidir el curso de la guerra
y cooptar un “gobierno” de tránsfugas como el Consejo
Nacional de Transición, ha mareado a más de un gobernante
y/o empresario. Pero otros, más lúcidos, ven que las
perspectivas pueden ser menos risueñas.
Como señalamos al principio, eliminado
Gadafi del centro de la escena, todo el cuadro se
reconfigura. Con Gadafi no sólo desaparece un
personaje. ¡Cambia el escenario en su conjunto!
Por supuesto, las “voraces grandes
potencias” y sus corporaciones van a lanzarse sobre la
“gallina de los huevos de oro”... Pero la juventud y el
pueblo de Libia no tienen menos reclamos que ellos... Y se
trata de intereses y necesidades, de aspiraciones democráticas
y de justicia social, evidentemente contradictorias con las
de estos piratas imperialistas.
¿La “gallina de los huevos de oro”
de Libia se va a dejar desplumar tranquilamente?
Las masas juveniles y populares tienen
la desventaja del retraso en el desarrollo de expresiones
políticas independientes. En esto han influido las
características de la formación económico-social de Libia
(menos moderna que la de Egipto o Túnez) y, por sobre todo,
que el régimen de Gadafi exterminó durante décadas
cualquier elemento en ese sentido, especialmente si se oponía
desde la izquierda.
Pero, el mismo tiempo, buena parte de
esas masas juveniles y populares han salido armadas
de esta guerra civil, armas que no se van a dejar quitar tan
fácilmente. La “gallina de los huevos de oro” está
armada... aunque desorganizada y políticamente
confundida por la inesperada “ayuda” de las
potencias imperialistas...
En este cuadro, el CNT está lejos de
ser la cabeza de un aparato de estado que funcione de arriba
hacia abajo y con relativo orden. Al mismo tiempo, parece
haber sectores que no se disciplinan totalmente al CNT.
El mismo CNT ha venido reflejando
peleas más o menos violentas de facciones e intereses. A
fines del mes pasado, el general
Abdel Fattah Younis, máximo comandante de las
fuerzas rebeldes... y ex ministro del Interior de Gadafi,
fue asesinado en una reunión de gabinete... Y se dice que
hasta ahora, para evitar la repetición de “incidentes”
como esos, el gabinete no ha vuelto reunirse.
¿Qué va a pasar ahora, que el gran
factor de cohesión –el enfrentamiento a Gadafi– va
a desaparecer? ¿Cómo el CNT va a aplicar la “hoja de
ruta” que le dicten desde París, Londres o Washington?
Por eso, en el mismo momento en que cae
Gadafi, los funcionarios y medios del imperialismo están
manifestando una creciente preocupación: que a
Gadafi lo suceda el “caos”. Es una manera decir
que Libia se vuelva “ingobernable”. Es decir, que el CNT
trate de aplicar la “hoja de ruta”, pero de allí para
abajo sea desacatada y resistida.
Por eso, los gobiernos imperialistas
coinciden en no disolver la policía e incluso las
fuerzas armadas de Gadafi, para que impongan el orden
después de la guerra. Además, en Qatar, emirato del Golfo
Pérsico afín a EEUU, se está organizando y entrenando un
“ejército libio”, que ahora será trasladado para
operar al servicio del nuevo régimen. Demás está decir
que ambas medidas apuntan potencialmente contra la
“indisciplinadas” milicias que vinieron combatiendo a
Gadafi. Un choque de no pequeñas proporciones quizás se de
en este terreno, en el cual los socialistas revolucionarios
estaremos con el bando del rechazo al desarme del pueblo
pobre.
En esa perspectiva, David Cameron,
primer ministro inglés, ha lanzado la propuesta de enviar
“fuerzas de paz”: es decir, pasar de las acciones aéreas
a la ocupación militar directa, bajo la
cobertura de la ONU.[3]
Cuatro
conclusiones políticas
de la nueva etapa
Más allá de los múltiples problemas
que se abren, creemos que la nueva etapa plantea cuatro conclusiones y tareas políticas fundamentales:
• La lucha contra colonización
del país: ¡Fuera las “hojas de ruta” de las
grandes potencias, que vienen a disponer un nuevo reparto
del petróleo y las riquezas de Libia! ¡No al remate y
saqueo del país! ¡Retiro inmediato del imperialismo! ¡Rechazo
y combate a cualquier “fuerza de paz” que pretenda
ocupar Libia!
• La lucha contra el CNT: ¡El
Consejo Nacional de Transición es un títere del
imperialismo y es hoy el enemigo principal de la juventud y
el pueblo de Libia! ¡No al desarme de los sectores
juveniles y populares!
• Por una salida verdaderamente
democrática e independiente: ¡Por
una alternativa política independiente de todos los
gobiernos imperialistas y sus agentes de la burguesía libia!
¡Nada de elecciones fraudulentas organizadas desde el CNT!
¡Por una Constituyente revolucionaria que decida democráticamente
los destinos del pueblo de Libia! ¡Son los explotados y
oprimidos libios, en unidad con las masas árabes en rebelión,
los que deben gobernar!
• Por la
movilización internacionalista contra la intervención
imperialista: La
caída de Gadafi ha hecho caer también todos los pretextos
utilizados para la intervención de la OTAN. ¡Que la
juventud y los trabajadores, en primer lugar de Francia,
Gran Bretaña, Italia, EEUU y demás países de la OTAN, nos
movilicemos para exigir el cese total de la intervención.
¡Fuera de Libia todos los "asesores",
"instructores" y personal militar de la OTAN y de
todas las potencias imperialistas!
Notas:
1.– Ver declaraciones de Socialismo o
Barbarie: 1) ¡Apoyamos la legítima rebelión popular
contra la sanguinaria dictadura de Gadafi! – ¡Ni Gadafi
ni intervención imperialista! – ¡Por una salida libre e
independiente de los trabajadores y el pueblo libio!,
25/02/11 y 2) ¡No a la intervención militar del
imperialismo! – ¡Fuera Gadafi! – ¡Por la
autodeterminación del pueblo libio, sin intervención de la
OTAN ni tutela de la ONU!, 07/03/11
2.– “En Occidente empieza la guerra
por los negocios”, por Luisa Corradini, corresponsal en
París, La Nación, 25/08/11.
3.– “Con el cambio, ganadores y no tanto”, por
María Bonelli, Agencia ANSA, 25/08/11
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