Gadafi
atónito ante la ingratitud de aquellos de quienes
se había convertido en obediente peón
Sangre,
sudor y lágrimas
Por
Atilio Boron (*)
Blog atilioboron.com, 24/08/11
La suerte del
régimen libio está echada. A estas horas la única cuestión
pendiente es el destino de Muammar Gadafi: ¿se rendirá o
luchará hasta el fin?, ¿será Allende o Noriega?, ¿vivo o
muerto? y, si vivo, ¿qué le espera? El exilio es altamente
improbable: no tiene quien lo reciba y, además, su inmensa
fortuna, depositada en bancos de Estados Unidos, Inglaterra,
Francia e Italia está bloqueada.
Lo más
probable será que siga la suerte de Slobodan Milosevic y
termine enfrentando las acusaciones del Tribunal Penal
Internacional, que lo acusará por genocida al haber
ordenado a sus tropas que disparen contra de su pueblo.
Haciendo gala
de una obscena doble moral, el TPI va a acoger una petición
de un país, Estados Unidos, que no sólo no ha firmado el
tratado y que no le reconoce jurisdicción sobre sus
nacionales sino que lanzó una pertinaz campaña en contra
del mismo obligando más de un centenar de países de la
periferia capitalista a renunciar a su derecho a denunciar
ante el TPI a ciudadanos norteamericanos responsables de
violaciones semejantes -o peores- que las perpetradas por
Gadafi.
Una infamia más
de un supuesto "orden mundial" que se está
cayendo en pedazos gracias a los continuos atropellos de las
grandes potencias. Y una lección para todos aquellos que
confían –como en su momento lo hizo la Argentina de los
noventas- en que consintiendo las "relaciones
carnales" con el imperialismo se gozaría para siempre
de su protección. Craso error, como se comprobó en el
derrumbe de la Convertibilidad y como hoy lo experimenta en
carne propia Gadafi, atónito ante la ingratitud de aquellos
de quienes se había convertido en obediente peón.
Siendo esto así,
¿por qué Obama, Cameron, Sarkozy y Berlusconi le soltaron
la mano? En primer lugar, por oportunismo. Esos gobiernos,
que se habían alineado incondicionalmente con Mubarak en
Egipto durante décadas, cometieron el error de subestimar
el fervor insurreccional que conmovía a Egipto. Cuando
cambiaron de bando, dejando en la estacada a su gendarme
regional, su desprestigio ante la revolución democrática
se hizo ostensible e irreparable. En Libia tuvieron la ocasión
de reparar ese mal paso, facilitado por la brutal represión
que Gadafi descargó en las primeras semanas de la revuelta.
Esto ofreció el pretexto que estaban buscando para
desencadenar la no menos brutal intervención militar de la
OTAN -con su funesta secuela de víctimas civiles producto de los
"daños colaterales" de sus “bombas
inteligentes”- y, por otro lado, dando pie al inicio de
las actuaciones del TPI a cuyo fiscal general ni por asomo
se le ocurriría citar al comandante de la OTAN para rendir
cuentas ante crímenes tanto o más monstruosos que los
perpetrados por el régimen libio.
En una
entrevista reciente Samir Amin manifestó que toda la
operación montada en contra de Gadafi no tiene que ver con
el petróleo porque las potencias imperialista ya lo tienen
en sus manos. Su objetivo es otro, y esta es la segunda razón
de la invasión: "establecer el Africom (el Comando
Militar de Estados Unidos para África) actualmente con sede
en Stuttgart, Alemania, dado que los países africanos, no
importa lo que se piense de ellos, se negaron a aceptar su
radicación en África." Lo que requiere el
imperialismo es establecer una cabeza de playa para lanzar
sus operaciones militares en África. Hacerlo desde Alemania
aparte de poco práctico es altamente irritativo, por no
decir ridículo. Ahora tratarán de que el régimen lacayo
que se instale en Trípoli acepte la amable “invitación”
que seguramente le cursará la OTAN.
De todos
modos, el operativo no será para nada sencillo, entre otras
cosas porque el Consejo Nacional de la Transición (CNT) es
un precipitado altamente inestable y heterogéneo de fuerzas
sociales y políticas débilmente unidos por la argamasa que
sólo le proporciona su visceral rechazo a Gadafi, pese a
que no son pocos quienes hasta hacía pocos meses se
contaban entre sus más obsecuentes y serviles
colaboradores. Hay fundadas sospechas para creer que el
asesinato aún no aclarado del ex jefe militar de los
rebeldes, Mohammed Fatah Younis, ex ministro del Interior de
Khadafy y ex comandante de las fuerzas especiales libias,
fue causado por un sector de los rebeldes en represalia por
su actuación en el aplastamiento de una revuelta islamista
en la década de los noventas. Otro ejemplo, no menos
esclarecedor que el anterior, lo ofrece el mismísimo
presidente del CNT.
Según Amin,
Mustafá Abdel Jalil es “un curioso demócrata: fue el
juez que condenó a las enfermeras búlgaras a la muerte
antes de ser promovido a Ministro de Justicia por Gaddafi,"
cargo en el que se desempeñó desde 2007 hasta 2011. El
CNT, en suma,
es un bloque reaccionario y oportunista, integrado por
islamistas radicales, socialistas " (estilo Zapatero o
Tony Blair"), nacionalistas (sin nación, porque Libia
no lo es) y, como señala el analista internacional Juan G.
Tokatlian, "bandidos, empresarios, guerrilleros y ex
militares" para ni hablar del faccionalismo tribal y étnico
que ha marcado desde siempre la historia de ese territorio
sin nación que es Libia.
Por eso no
existen demasiadas razones para suponer que el CNT inaugurará
un período democrático. Sus miembros no tienen mejores
credenciales que Gadaffi y pesa sobre ellos la irredimible
infamia de haber invitado a las potencias imperialistas a
bombardear sus ciudades y aldeas para viabilizar su
derrocamiento. Por eso, lo más probable es que una vez
derrotado el régimen las sangrientas luchas intestinas y la
ingobernabilidad resultante tornen inevitable para las
potencias imperialistas entrar en otro pantano, como Irak y
Afganistán, para establecer un mínimo de orden que permita
organizar su rapiña. Desgraciadamente, lo que le espera a
Libia no es la democracia sino un turbulento protectorado
europeo-norteamericano y, como dijera Winston Churchill de
su país en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, sangre,
sudor y lágrimas.
(*)
Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a
Distancia en Ciencias Sociales.
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