El embajador israelí abandona Egipto
tras
un ataque multitudinario a la legación en El Cairo
El País, 10/09/11
Una multitud derriba parcialmente el
muro de hormigón de 2,5 metros de altura que protege la
embajada y entra en el edificio que la alberga.- La tensión
entre ambos países no deja de crecer.- El ataque causa
cerca de 1.000 heridos
El Cairo.- El embajador israelí en
Egipto, Yitzhak Levanon, ha abandonado el país junto con su
familia y parte del personal de la misión diplomática
después de que anoche cientos de egipcios asaltaran la
embajada israelí en El Cairo, la atacaran, derribaran el
muro que la protege y entraran en el edificio que la
alberga. Tras una manifestación en protesta por la lentitud
de los cambios democráticos de la Junta que se hizo cargo
del país después del derrocamiento en febrero de la
dictadura de Hosni Mubarak, cientos de manifestantes se
dirigieron hacia la legación israelí, derribaron el muro
que la rodea, pese a la presencia policial, y entraron en el
edificio. Los choques posteriores con la policía y el ejército
han dejado tres muertos, uno por un ataque al corazón, casi
un millar de heridos y al menos 28 detenidos.
Ante los incidentes, un gabinete de
crisis egipcio se ha reunido y fruto de ello el ministro del
Interior del país ha declarado el estado de alerta y ha
cancelado las vacaciones de la policía en todo el país. La
crisis diplomática entre Israel y Egipto ha empujado al
presidente de EE UU, Barack Obama, a expresar su
"preocupación" y a pedir al Gobierno de Egipto
que garantice la seguridad de la Embajada israelí. El
primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha calificado
el asalto como "incidente serio que podría haber sido
peor si los agitadores hubieran logrado atravesar la última
puerta y herir a nuestra gente".
El asalto y los disturbios posteriores
se desencadenaron cuando cientos de manifestantes egipcios
atacaron la embajada israelí, situada en las últimas
plantas de un edificio residencial de 21. Primero, armados
con martillos y barras de metal, lograron derrumbar parte
del muro que protege el edificio, de 2,5 metros de alto,
construido esta misma semana ante algunas demostraciones
anti-israelíes. Después invadieron el edificio y una
treintena de ellos lanzó por las ventanas del edificio
miles de documentos. En un principio se dijo que eran
oficiales, pero Israel sostiene que eran folletos tomados de
la entrada. Los manifestantes procedían de una gran
protesta en la plaza Tahrir, donde reclamaban a las nuevas
autoridades más celeridad en la acometida de reformas
democráticas y una mayor depuración de ex altos cargos de
la época de Mubarak.
Durante las primeras horas del asalto,
la policía se limitó a tratar de contener a los
manifestantes, pero no impidió que se derribara parte del
muro. Ante ello el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak,
anunció en un comunicado que había pedido a Estados Unidos
ayuda para proteger la Embajada. Después, la actuación
policial ha sido más contundente. Los manifestantes, unos
2.000, prendieron fuego a varios vehículos alrededor del
edificio y los disturbios han causado cerca de un millar de
heridos. Los asaltantes también trataron de atacar una
comisaría cercana, pero fueron rechazados con gas lacrimógeno,
aunque sí lograron quemar cuatro coches de la policía. El
Ejército desplegó tanques alrededor de la Embajada y la
policía tuvo que terminar usando gases y cañones de agua
para despejar la zona. No obstante, al amanecer unas 500
personas aún estaban presentes en los alrededores, aunque
los agentes habían logrado acordonar la zona aledaña al
edificio diplomático.
El primer ministro egipcio, Essam
Sharaf, ha convocado un gabinete de crisis para hacer frente
a los incidentes y a la crisis diplomática con Israel.
Desconfianza hacia los
militares
Las protestas comenzaron ayer, viernes,
día de oración y de protesta desde que estalló la
revuelta que derribó a Mubarak, en la plaza de Tahrir,
donde miles de personas participaban en una marcha para
pedir que se aceleren las reformas políticas y el fin de
los juicios a civiles en tribunales militares. El
descontento y la progresiva desconfianza hacia la junta
militar que dirige la transición democrática alimentan las
marchas de protesta que se repiten desde la caída de Hosni
Mubarak en febrero. Una de las consignas más repetidas en
la manifestación ante la Embajada era "el pueblo
quiere la caída del mariscal", en alusión al jefe del
consejo militar Hussein Tantawi, la máxima autoridad en el
país desde la caída de Mubarak.
Al asalto a la embajada agrava una
crisis diplomática que se anunciaba desde la caída de
Mubarak en febrero. Con el rais, Israel tenía un aliado al
otro lado de la frontera desde que se firmó un acuerdo de
paz en 1979, pero su caída y la llegada de nuevas
autoridades dejaban los pactos en el aire. Los nuevos
gobernantes militares aseguraron que los respetarían, entre
otras cosas porque esos acuerdos garantizan a Egipto una
importante ayuda militar estadounidense. No obstante, tienen
que lidiar también con el descontento del pueblo egipcio,
que no simpatiza con Israel por sus abusos sobre los
palestinos. El difícil equilibrio se rompió abruptamente
el pasado mes de agosto, cuando soldados israelíes mataron
a cinco guardias fronterizos egipcios en una operación para
capturar a milicianos palestinos, incidente que provocó que
El Cairo llamara a consultas a su embajador en Israel y
exigiera unas disculpas oficiales que no se han producido.
Ante lo ocurrido, el presidente Obama
telefoneó al primer ministro israelí, Bejamin Netanyahu,
para expresarle su apoyo y su "preocupación",
llamando también a Egipto a "cumplir sus obligaciones
internacionales" y proteger la misión diplomática
israelí.
La
alianza de Israel y Egipto entra en
crisis
El Cairo afirma que el Gobierno
de Netanyahu ha vulnerado
los acuerdos de paz y amenaza con
retirar por tiempo indefinido
a su embajador en Tel Aviv
Por Enric González
Desde Jerusalén
El País, 20/08/11
Todas las opciones de paz en Oriente Próximo
se basan en la alianza entre Israel y Egipto. Pero la
alianza -forjada en los acuerdos de paz de Camp David
firmados por Menahem Begin y Anuar el Sadat en 1978- se
resquebrajó con la caída de Hosni Mubarak y ahora, tras
los atentados del jueves, ha entrado en crisis. El Gobierno
de El Cairo convocó ayer al embajador israelí y amenazó
con retirar a su propio embajador en Tel Aviv, como protesta
por la muerte de cinco policías egipcios en un tiroteo
fronterizo y por las acusaciones de que no es capaz de
controlar el movimiento de terroristas en el desierto del
Sinaí. Pese a la tensión, ambos gobiernos intentaban
evitar que la crisis desembocara en ruptura. Israel, en un
gesto inhabitual, expresó su "pesar" por la
situación.
El detonante de la crisis fue un
incidente, aún confuso, durante los combates entre soldados
israelíes y milicianos palestinos que penetraron el jueves
en Israel para cometer una serie de atentados. Los israelíes
entraron en territorio de Egipto para perseguir a los
palestinos y en la batalla fueron alcanzados y muertos tres
policías egipcios (otros dos, heridos muy graves,
fallecieron ayer).
En un primer momento, el Gobierno de
Benjamín Netanyahu acusó de esas muertes a un terrorista
suicida palestino. Pero esa versión no pudo sostenerse.
Tampoco en la parte egipcia tenían las cosas claras: unos
decían que los policías habían sido tiroteados por
soldados desde el lado israelí de la frontera, otros decían
que habían sufrido un ametrallamiento desde un helicóptero
y una tercera versión culpaba a los palestinos que trataban
de escabullirse hacia el interior del Sinaí.
El jefe del Ejército egipcio, general
Sami Enan, se desplazó a la frontera para recabar información
sobre el incidente. El viernes, el primer ministro Essam
Sharaf convocó a su Gabinete para hablar de la situación
en el Sinaí, un desierto por el que circulan con creciente
libertad guerrilleros y terroristas, y más en concreto de
la muerte de los policías. "Egipto ha presentado una
protesta formal ante Israel por los incidentes fronterizos y
exige una investigación urgente sobre las razones y las
circunstancias que rodearon la muerte de miembros de las
fuerzas egipcias", anunció un portavoz militar.
El Gobierno egipcio, que cooperó con
los israelíes durante los ataques del jueves, solo aspiraba
a que Netanyahu o su ministro de Defensa, Ehud Barak,
presentaran excusas y ofrecieran alguna explicación pública.
La población egipcia nunca se ha mostrado entusiasta ante
la existencia de Israel y tiende a pensar que Mubarak fue
demasiado servil con su poderoso vecino, por lo que la Junta
Militar y el Gobierno que asumieron el poder tras la caída
del dictador, en febrero, necesitaban mostrar una imagen de
firmeza. La situación no era muy distinta a la de Turquía
tras el cruento asalto a la nave Mavi Marmara. Bastaba una
declaración más o menos compungida de Israel para salvar
la cara y la alianza. Pero Israel, como con Turquía, ignoró
olímpicamente las quejas.
Miles de manifestantes furiosos se
congregaron ante la Embajada israelí en El Cairo. En
Alejandría, un manifestante arrancó la bandera con la
estrella de David del consulado y la sustituyó por banderas
egipcias y palestinas.
Vista la situación, el Gobierno de
Egipto elevó el tono. La televisión oficial anunció que
el embajador egipcio en Tel Aviv sería retirado por tiempo
indefinido. El embajador israelí fue convocado con urgencia
(en realidad, el embajador vive en Israel por razones de
seguridad y la legación es dirigida por el encargado de
negocios) para ser informado de que Egipto consideraba los
hechos "una vulneración de los acuerdos de paz de
1979". Las relaciones parecían al borde de la ruptura.
La amenaza surtió efecto. Netanyahu se
reunió con sus principales ministros para buscar remedio a
la crisis y optó por hacer lo que podía haber hecho la víspera.
Ehud Barak realizó una declaración conciliadora:
"Israel expresa su pesar por las muertes de tres
agentes egipcios durante el ataque en la frontera",
dijo. Añadió que la paz entre Israel y Egipto era "de
gran importancia y valor estratégico para la paz en Oriente
Próximo", y elogió la "discreción y
responsabilidad" de las autoridades de El Cairo. También
intentó satisfacer una de las exigencias egipcias y anunció
que el incidente sería investigado. "Haremos lo
necesario para evitar que el embajador egipcio se
vaya", explicó un portavoz del Ministerio de Asuntos
Exteriores en Jerusalén.
El gesto de Barak, sin embargo, fue
insuficiente para El Cairo. Un portavoz diplomático egipcio
manifestó a la BBC que la declaración no bastaba y que
eran necesarias "excusas formales", así como el
compromiso oficial de que cualquier investigación sobre el
incidente sería compartida por militares de Egipto e
Israel.
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