Prólogo sobre los nuevos sucesos de Libia
Por Otto Van der Velde Q.
Enviado por el autor, 26/09/11
Se trata de un prólogo y no del
final de los sucesos árabes, porque realmente las luchas
del pueblo Libio y en general en el Norte de África, no
concluyen, apenas comienzan. La invasión y matanza
imperialista perpetrada por la OTAN y los mercenarios del
CNT, no sólo componen un nuevo reparto del mercado
petrolero en los países del “Medio Oriente”, sino también
una nueva fase y agudización de la lucha de clases en toda
la zona norafricana, particularmente en los países de mayor
desarrollo capitalista del área, por tanto de mayor
presencia organizada de la clase obrera como Egipto y Túnez.
La nueva colonización del área por las
transnacionales petroleras intensificará la lucha social.
Tales revueltas de masas terminarán alcanzando los viejos
enclaves petroleros anglo- norteamericanos de Abu Dabi,
Qatar etc. debilitando además las huellas feudales del
tribalismo libio. La lucha democrática de las masas hará más
que evidente el “despotismo asiático” de la familia
Saud en Arabia Saudita, de los jeques en los emiratos y de
otros gobiernos coloniales del Medio Oriente envilecidos por
los petrodólares.
Las nuevas contradicciones políticas incrementaran las
presiones hacia la unidad nacional desarrollando una mayor
conciencia social antiimperialistas y contra la burguesía
local. Para usar un lugar común diremos que a partir de
ahora el “Medio Oriente” jamás será igual que antes.
En nuestros análisis anteriores sobre los sucesos del
Norte de África, advertíamos de los propósitos petroleros
de esta nueva santa alianza europeo-norteamericana,
que ahora cuenta con socios de lujos en el Consejo de
Seguridad de la ONU como el señor Ban Ki Mon y las
disparatadas posiciones oportunistas del reformismo
ruso-chino.
Las novedades libias de largo alcance tocaron las
consignas “antiestalinistas” de algunos
trotskistas, develaron los rodeos desvergonzados de la Liga
Árabe y la actitud manumisa de la Unión Africana, que
luego de votar “inocentemente” por una “exclusión
aérea para salvar civiles del tirano Gadafi” y de dar
carta aval a los destrozos imperialistas, se niega a
reconocer con falso pudor al comité títere de transición,
impuesto por la OTAN.
Inocencia
que a la fecha de éste escrito acusa una estadística
-declarada con jactancia por los propios mercenarios del
Comité Nacional de Transición- de más de 20.000
bombardeos, 50 mil asesinados, demolición de Trípoli y
otras ciudades libias, destrucción del novedoso sistema de
acueducto nacional, además de la expropiación de las
divisas internacionales libias y de las cuantiosas
inversiones hechas por Gadafi “para fomentar el
desarrollo en más de 25 países de África, la mayoría en
África subsahariana…”(*) .
Invocando a Marx y Engels en el Manifiesto Comunista
podemos decir que “las fuerzas de la vieja Europa se
han unido en santa cruzada”, esta vez no contra el
fantasma del comunismo sino para repartirse una vez más los
recursos y la fuerza de trabajo africana.
No es la historia del joven capitalismo de 1848
asesinando al movimiento obrero europeo, sino la etapa senil
del imperialismo del siglo 21 contra los pueblos oprimidos
de África. Agonía del capital que lloran reformistas y
colaboradores a lo largo del todo el planeta, incluyendo los
santurrones del “subimperialismo” brasileño, que se dan
golpes de pecho al mismo tiempo que hacen guiños oficiales
al “gobierno de transición. Con el mayor descaro la
Procuraduría General de Brasil anuncia además el
bloqueo de las divisas libias depositadas en el Banco
Central de Brasil (**)
Comedia del capitalismo o “caída de caretas democráticas”
en la burguesía franco-italiana, basada en los
pucheros “democráticos” del reformismo internacional y
en el lagrimeo de una camada de cocodrilos digiriendo a su víctima,
atentos para no quedar atrás en el reparto del petróleo y
las finanzas libias.
Vale la pena recordar el juramento del lobby
republicano-judío en la era de Reagan, para expropiar y
desaparecer del mapa a Palestina, anexar territorio árabe y
repartirse los recursos de Irak, Afganistán, Libia, Siria e
Irán. Plan imperialista en marcha aunque con
serios e inesperados tropiezos, según los desenlaces
de Irak, Afganistán e incluso libios, que sin terminar
felizmente ya apuntan a Siria. ¿Habrán aprendido Estados
Unidos y Europa la lección de que anexar territorio y petróleo
hoy día no es asunto de coser y cantar?
No pareciera por los alardes de la Clinton y del
mequetrefe francés respecto a Irán y Siria. Pero
ciertamente no ha resultado fácil para los imperialistas
cumplir sus metas políticas y militares en el Medio
Oriente. Han sido los árabes un hueso duro de roer.
Claudio Testa analista de la corriente internacional
Socialismo o Barbarie (portal del 1.9.2011) además advierte
que los sucesos de Libia han creado diferencias en la
izquierda internacional. Tiene razón por más que
Testa (ni el Comunicado del SOB) llegan al fondo del
problema nacional libio, que obviamente no es el apoyo o la
crítica a un Gadafi más que domado por el mismo imperialismo
que hoy lo agrede, sino el debate sobre el problema nacional
y la “situación extremadamente contradictoria”
del punto, para decirlo con las mismas palabras del
Comunicado Central del SOB.
Testa roza en su estudio casi todos los ángulos del
asunto libio, pero cuando llega a la conclusión sobre las
consideraciones pragmáticas y ligeras, que el Presidente Chávez
hizo sobre Gadafi y la cuestión libia en el 2009, se
equivoca, y justamente porque no aprecia la “situación
extremadamente contradictoria” del problema nacional
en Venezuela, señalando que “Chávez convierte la
correcta oposición a la intervención del imperialismo en
libia en algo muy distinto…y nefasto: en un apoyo absoluto
a Gadafi y su régimen”, lo cual no es cierto.
Basta revisar los múltiples discursos, convocatorias
en contra “la invasión imperialista de Libia”, lanzada
a la calle por el presidente Chávez y su gobierno antes y
después de la toma de Trípoli, incluso la importante
declaración común de los países del ALBA contra la
intervención imperialista en África; las condenas y las
movilizaciones antiimperialistas del movimiento
revolucionario, para entender que la condena oficial apunta
más contra la acción imperialista y sus aliados del Medio
Oriente, que en “apoyo absoluto a Gadafi y su régimen”.
Posición bolivariana derivada de una situación nacional
“extremadamente contradictoria” e incoherente,
justo como aparecen las corrientes del nacionalismo burgués
y del nacionalismo popular en los sucesos del siglo 21 que
van de Méjico a la Argentina.
El error puntual de Claudio Testa es pues, no tocar
fondo en el asunto nacional, obviando situaciones “extremadamente
contradictorias” producto del “problema nacional”
en Libia y Venezuela, como naciones capitalistas oprimidas y
dependientes, al mismo tiempo que oprimidas y explotadas por
el gran capital, cooptadas por sectores nacionalistas
históricamente bloqueados, distorsionados e impedidos
de llegar hasta él final de sus propias reivindicaciones
nacionales, gracias a las deformaciones de clase dejadas por
el colonialismo del siglo 19 y el imperialismo del siglo 21
en el proceso de formación de las clases nacional
burguesas. Cuestión nacional que existiendo con sus
propias características, no puede ser dejada de lado por
las nuevas generaciones marxistas, sabiendo que el
proletariado y los partidos de clase históricamente son
determinantes en el desenlace de éste asunto.
Lenin, criticando al comunismo de izquierda advertía
en los documentos de la III Internacional que el asunto
nacional era una particularidad de la lucha contra el
colonialismo, el semi colonialismo y la dependencia, que el
proletariado y los comunistas debían considerar. Un tema de
la liberación nacional, que según Lenin, atañe al
partido. Veamos lo que decía en 1914 al respecto:
“…la política del proletariado en la cuestión
nacional (como en las demás cuestiones) sólo apoya a la
burguesía en una dirección determinada, pero nunca
coincide con su política”, directriz que V. Lenin dirige en interés de la lucha
de clase, tomando en consideración la estrategia y la
autonomía proletaria dentro del problema nacional.
“…si la burguesía de una nación oprimida –continúa
Lenin– lucha contra la opresora, nosotros estamos
siempre, en todos los casos y con más decisión que nadie,
a favor, ya que somos los enemigos más audaces y
consecuente de la opresión. Pero –he aquí el
“pero” de Lenin– si la burguesía de la nación
oprimida esta por su nacionalismo burgués nosotros estamos
en contra” (V. Lenin “Sobre el derecho de las
naciones a la autodeterminación”, Febrero-Marzo de 1914,
s p n).
En el proceso revolucionario venezolano, esa
contradicción del nacionalismo a que se refiere Lenin no se
ha saldado, por el contrario, los socialistas
revolucionarios y las masas avanzadas, sobre todo después
de los sucesos del 2002-2003, la tratan de llevar hacia el
antiimperialismo proletario y el socialismo, luchando contra
la ultraderecha de la MUD y el nacional reformismo
incrustado en el propio gobierno bolivariano. “Del mismo
modo” a otro plano llevaran las masas libias y
norafricanas la invasión colonialista de la OTAN y sus
aliados.
Pero no sólo Lenin trata el asunto nacional desde este
ángulo, también lo hace Trotsky. En la entrevista
concedida al dirigente trotskista Mateo Fossa durante su
exilio mejicano del año 38, Trotsky analiza la situación
dando una respuesta muy útil para aquellos trotskistas
que no leen a Trotsky. Transcribamos un fragmento de ella.
Fossa. ¿Qué puede usted decir sobre la lucha de
liberación de los pueblos latinoamericano y los problemas
del futuro?
Trotsky “….
Tomaré el ejemplo más simple y
demostrativo. En Brasil existe hoy un régimen semi fascista
que ningún revolucionario puede ver sino con odio.
Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entre en un
conflicto militar con Brasil. Yo le pregunto ¿de qué lado
del conflicto estaría la clase obrera? Le diré que
contestaría yo: en éste caso yo estaré de parte de Brasil
“fascista” contra la Inglaterra “democrática”.
¿Por qué? Porque el conflicto entre dos países no
será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra
triunfara pondría otro fascista en Rio de Janeiro y
duplicaría las cadenas de Brasil. Si por el contrario
triunfara Brasil eso daría un poderoso impulso a la
conciencia nacional y democrática del país y llevaría al
derrocamiento de la dictadura de Vargas…”
Vemos pues aquí una lectura de Trotsky bastante
diferente a la mayoría de las posiciones trotskistas en
torno al problema nacional, una lección perfectamente
aplicable al caso libio. Se trata de una situación que a
causa del fracaso de los neoliberales y los avances
sostenidos del proletariado, se potencia generando una
cantidad de circunstancias y hechos, que permiten explicar,
por un lado la sicología de las figuras nacionalistas del
siglo 21 y por el otro, la forma como se interrelaciona el
nacionalismo con la lucha de clases en los sectores y clases
oprimidas.
Ese problema nacional devela el móvil oportunista de
las potencias opresoras y sus aliados. Para el caso, el de
la OTAN con las naciones oprimidas del “Medio Oriente”.
Al calor de esa contradictoria ideología nacional,
conducida en forma chata por el nacionalismo pequeño burgués,
podemos entender los giros y las inconsecuencias políticas
de sus figuras, caso patético de Gadafi.
La liberación nacional de vuelta en la lucha contra un
colonialismo anacrónico, que va por sus fueros y se topa
con una intensa lucha de clases, en la que el capital
desesperado por la crisis, rompe sus propias normas legales
y valores, mientras que el proletariado, débil todavía en
cuanto a su organización política, sin un eje de partido
clasista y programa, condición para alcanzar su papel histórico-
no puede encauzar las masivas protestas de masas.
Estas tienden entonces al anarquismo, a la falta de
objetivos concretos; giran tratando de “perfeccionar”
los mismos valores de los cuales quieren salir y terminan
facilitando la cooptación oportunista, “los
salvamentos” del mesianismo reformista, ideologías cuyo
medio ambiente es la confusión, el desorden ideológico y
finalmente el desgaste de las protestas populares. Podrían
tales limitaciones espontáneas estar presentes en muchas
movilizaciones del medio oriente, Latinoamérica o Europa.
Problema moderno ciertamente difícil de explicar (y más
aun de entender) desde el izquierdismo. Cuanto más
complicado se vuelve éste si no se escarban sus causas históricas
reales: el proceso de formación de las clases en las
regiones, el nivel político alcanzado por la lucha de clase
y el proletariado en medio del asunto nacional, su autonomía,
programa y partido de clase, nivel de la lucha
opresores-oprimidos etc., etc. Tal conjunto hace la
infraestructura de la personalidad y el discurso de los líderes.
Podría explicar, para el caso que nos atañe, las
inconsecuencias o traiciones bastante estúpidas de
Muammar Gadafi y la tal “revolución verde” de la
burguesía nacional libia, proceso que adquiere sentido
visto a la luz de las teorías marxistas sobre la “cuestión
nacional”.
Desde ese ángulo no es riguroso anunciar que Gadafi
traicionó al débil proletariado libio, puesto que su
programa y sus figuras poco o nada tuvieron que ver con los
objetivos proletarios. Probablemente habrá traicionado al
antiimperialismo burgués de los años sesenta, luego que su
nasserismo quemara las fases heroicas del
nacionalismo militar árabe, entonces de moda, más no al
socialismo científico.
En tal caso sería una traición a las
importantes reivindicaciones nacional burguesas libias
planteadas para la época, que seguían al curso del
nasserismo egipcio, pisando tardíamente las expectativas de
los movimientos nacionalistas latinoamericanos, en cuyas
filas la contradicción capital-trabajo determina el curso
de estos.
El ascenso de las luchas políticas y la toma de
posiciones proletarias en el marco del proceso nacionalista
venezolano, toma forma: tosca en sus comienzos, haciendo un
gran esfuerzo por despegarse del economismo y zafarse de una
“aristocracia obrera” que actúa como verdadera mafia
sindical, desbloqueando no sin torpeza, los
planes de la Mesa de la Unidad (MUD) y del sindicalismo
patronal sostenido por Acción Democrática y Causa R., etc.
El proletariado hace alguna presencia lo que no deja de
preocupar a la derecha y a la burocracia chavista.
El nuevo despertar político del proletariado
venezolano comienza a develar ante la “opinión pública”
la conducta demagógica de la burocracia dentro del estado
bolivariano, que como bien decía Lenin basta rascarle un
poco la piel para que aparezca el viejo Estado; pero también
las movilizaciones obreras sacan a flote el “nacionalismo
reaccionario” camuflado dentro del movimiento obrero
bolivariano, obligándolo a fijar posición pública.
Con todo y ello el volumen político del proletariado
crece, establece diferencias y atrae a su centro los
sectores más combativos del nacionalismo popular así como
de otras ideologías no proletarias. Se trata de un
escenario confuso y desordenado a primera vista, dada la
mezcla de reivindicaciones económicas con consignas
nacionalistas, radicales, anarquistas, apolíticas, no
partidistas, socialistas etc. que entran en los actuales
conflictos de clase.
El escenario podría aparecer aún más extraño al
observador extranjero. Pero esta confusión se ordena al
estudiar las posiciones políticas principales, los
intereses y prejuicios de las clases opresoras-oprimidas de
acuerdo a la contradicción burguesía-proletariado; de cómo
ellos enmascarados (e incidiendo) en el problema nacional,
son sacados por la lucha de clases del curso simplemente
nacionalista, patriótico y lanzados al conflicto social y
eventualmente a la conciencia de clase.
En torno a esto hay otros pronósticos. En esa dirección,
más bien en dirección a los sucesos libios, las
previsiones de nuestros trotskistas locales equivocan el análisis
sobre los acontecimientos árabes. Sus prejuicios les
impiden asimilar los enfoques de Lenin y Trotsky acerca del
asunto nacional.
Es evidente, por ejemplo, la sobreestimación que hacen
del movimiento de masas árabes, nivel de conciencia
alcanzado por las protestas espontáneas de masas. Olvidan
la cuestión táctica perdiendo la visión de conjunto en el
problema (incluso sus efectos internacionales). Ese
localismo reduce al blanco y negro las
contradicciones, conformación y desarrollo de las clases y
sectores que intervienen en la situación norafricana. Para
nada toman en cuenta las formas nacionales que ésta asume.
Para ejecutar ese salto deben necesariamente apelar a
la excitación y al romanticismo revolucionario. Recurrir a
la fantasía exagerando comités de resistencia a punto de
tomar el poder e ignorar la cooptación de las
protestas democráticas por la reacción y los grupos
colonialistas.
Nuestros trotskistas pretenden que 25 mil incursiones
mortíferas de la OTAN, que el armamento sofisticado de los
mercenarios y que la política de las mayores potencias
imperialistas del mundo agobiadas por la bancarrota, están
ahí haciendo una guerra colonial por simple formalidad,
impotentes para derrotar a verdaderos ejércitos proletarios
secretos, a las organizaciones especializadas de rebeldes y
a hasta una versión musulmana de las famosas tesis de
abril.
En su afán de lograr un “argumento histórico”,
esta gente arrastra por los pelos “las tesis de abril”
planteada por V. Lenin y las aplica al caso libio,
etiquetando como etapista cualquier evidencia que presente a
las “fuerzas rebeldes” del CNT (distintas al movimiento
de masas libio), como la infantería de la OTAN. Acusan al
frente antiimperialista de impedir “el derrocamiento
de Gadafi”; derrocamiento que según estos grupos
inevitablemente desencadenaría la insurrección general,
permitiendo al proletariado libio “enmascarado” en las
filas rebeldes, “asaltar el palacio de invierto”
y tomar el poder. Según las mismas fuentes, “la revolución”
saldaría cuentas simultáneas con la dictadura de Gadafi y
la poderosa entente europeo-norteamericana.
En fin, toda una novela de caballería. Pero la
realidad es que a más de un mes de la entrada a Trípoli
del ultra secreto “ejército bolchevique” de
nuestros “obreristas”- con frecuencia sin obreros en sus
filas- la guerra de resistencia nacional a la invasión
imperialista no cesa, el débil proletariado libio no ha
dado muestra de autonomía y quien por ahora tiene la
ofensiva no es precisamente la clase, sino las bombas
imperialistas de la OTAN sosteniendo el avance de las
fuerzas mercenarias de ocupación y a los títeres del Comité
Nacional Provisional, comandados por Mustafá Abdul Jalil,
Mahmud Jibril y demás socios de la Organización del Atlántico
Norte.
El lector habrá apreciado en dichos análisis un tenaz
infantilismo de izquierda, que en lugar de corregir sus
errores los extiende de una línea política a otra. En
algunos de estos grupos los equívocos son llevados a los
extremos, caso de la imaginación sesgada del señor Nicolás
Solís en Centroamérica, o en otro sentido por los social
revolucionarios venezolanos del Topo Obrero, quienes añaden
a sus propias “tesis de abril”, la idea de reclutar
milicianos para fortalecer la inminente “revolución”
Libia, desconociendo el papel de los “comité rebeldes”
y su control por el Comité Nacional de Transición.
La resultante de la ecuación es que mientras El Topo
no pudo mandar milicianos a Libia, la OTAN reclutó centenas
de mercenarios en Jordania, Qatar, de la tribu Bereberes e
incluso de la delincuencia común liberando las cárceles y
utilizándola como fuerza de choque en Trípoli.
Peor error encontramos en la publicación w.w.w La
clase. Info, del partido trotskista venezolano USI y en el
Comité Ejecutivo de la UIT-CI (IV Internacional). Sus
autores llevaron el asunto hasta el final, lanzando hurras
por el “triunfo de las milicias libias”,
asegurando que no se trata de una ofensiva imperialista de
la OTAN sino de milicias populares, deseo que llegó a lo
ridículo presentando por internet, como prueba
indestructible del tal ejército miliciano, la foto de un
solitario José Manuel Pieggesi alias Al-argentini,
reclutado en la provincia de Mendoza y presentado
modestamente como “el guerrillero mendocino que derrumbó
a Gadafi” (sic)
Aunque a la hora de salir éste escrito la invasión
imperialista de la OTAN y sus aliados no puede todavía cantar victoria, lo
cierto es que como ya se preveía, el tal Comité Nacional
de Transición, igual que su cursi “armada Brancaleoni”
como la llama el periodista Walter Martínez, no son más
que mamarrachos colonialista de la OTAN, recluta del
imperialismo a las órdenes del verdadero estado mayor de la
ocupación colonial, la alianza Sarkosy- Berlusconi- Netañaju-
Obama. Coalición que financia la guerra y aterroriza a
bombazos limpio a 8 millones de libios, que ahora apunta a
Siria siguiendo el plan de aislar, amedrentar y desviar la
revuelta de masas árabes, en función de sus propios
intereses petroleros y del control pleno de la OPEP.
Estamos frente a una gran planeación estratégica de
una burguesía mundial, que desesperada por su crisis
estructural en Europa, Estados Unidos y Japón, recurre al
viejo expediente del armamentismo y el bandidaje sobre los
hidrocarburos livianos de Libia, la OPEP y las reservas
internacionales del Medio Oriente. Por lo pronto ya están
en sus manos $200 mil millones en divisas extranjeras del
pueblo libio, entre ellos $77.000 millones de sus fondos
(***). Despojo al que se suma desvergonzadamente la
Procuraduría General de Brasil anunciando el
“congelamiento” de lo que Libia tiene depositados en el
BCB. (****).
Definitivamente una operación fríamente calculada por
el gran capital, decorada con fastuosos show mediáticos
respecto al “terrorismo árabe”, que en nombre de la
consabida “democracia” manipula las legítimas protestas
populares de la franja árabe. Como señala Claudio Testa, coopta
la revuelta democrática de las masas libias, alquilando
incluso un cuerpo de infantería para fijar terreno, dado
que los acobardados soldados franceses, italianos,
norteamericanos e ingleses difícilmente pondrían pie en
tierra libia.
El rey Midas ha quedado completamente desnudo ante el
mundo, como el artífice de lo que bien podríamos llamar la
maniobra colonialista del siglo 21 o el aprovechamiento de
las protestas espontáneas de las masas árabes. De poco
valen los apurados golpes de pecho frente a la matanza de
“más de 50 mil civiles” libios, según cifras de los
propios “rebeldes”. Los primeros saldos de “la ola
de revoluciones democráticas de los pueblos árabes contra
la dictadura” o cooptación de la revuelta
popular, por “la intervención política y militar del
imperialismo” (art. Claudio Testa, “Un gran debate
de la izquierda mundial”, SoB. 31.5.2011)
Estadística sangrienta de una historia que al mismo
tiempo es un dedo que acusa la “inocencia” mostrada por
la Unidad Africana, que votando a favor de la falsa
“exclusión aérea”, titubea en el reconocimiento del
Comité Nacional de Transición. Duda que no atormenta a los
reformistas chinos, quienes mirando para el techo a la hora
del voto colonial en el Consejo de Seguridad, no vacilaron
en reconocer al gobierno de facto instalado por la OTAN.
Algo parecido a lo que hicieron sus pares rusos y la
diplomacia centristas del señor Lavrov; tanto uno
como otro incomodado por su papel de tontos útiles,
comprometidos con la faena pero excluidos del reparto de la
torta libia. Resultado que también acusa la basura
colonial de Arabia Saudita y la Liga Árabe, quienes ni
siquiera se molestaron en justificar su apoyo incondicional
a la OTAN.
En otra dirección, tampoco valen los golpes de pecho
de nuestros izquierdistas viendo desvanecer sus revoluciones
de octubre. Obviamente la consigna ¡fuera los imperialistas
de Libia! que algunos lanzan con vehemencia ahora, es la
consigna principal hoy, pero igualmente lo era ayer, cuando
los imperialistas armaban el tinglado colonial de su vieja fórmula:
guerras coloniales + mercado armamentista = >distracción
de masas > tasa de ganancia (GC+ MA=>DM>TG). En
fin, como dice el refrán “cuando veas la barba de tu
vecino arder pon las tuyas en remojo”.
Caracas 14 septiembre de 2011
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) - ottovandervelde@yahoo.es
Notas:
(*) V. La rapiña del siglo: el asalto de los
voluntarios a los fondos soberanos libios. Manlio Dinucci.
Red Voltaire. Roma Italia 22 de abril de 2011 IL Manifiesto.
Reproducido por Epa- parroquia. Agosto 2011, año 4 No 31.
(**)
Brasilia 7.9.2001 Últimas Noticias, pág. 47.
(***)V. Manlio Dinucci. “La rapiña del siglo: el
asalto de los voluntarios a los fondos soberanos libios II
Manifiesto Red Voltaire Roma. Reproducción Epa-Parroquia año
4 No31
(****) 7.9.2011. Ultimas Noticias.
Respuesta a Otto Van
der Velde
El debate sobre Libia
Por Washington Herrera
Para Socialismo o Barbarie, 30/09/11
Estimado compañero Otto:
Por diversas tareas que le hubieran demorado hacer una
respuesta, Claudio Testa me pidió que comentase algunos señalamientos
y críticas que usted hizo a uno de sus artículos sobre
Libia (“Un gran debate en la izquierda mundial”,
www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 01/09/11)
Se señala que “Testa roza en su estudio casi
todos los ángulos del asunto libio, pero cuando llega a la
conclusión sobre las consideraciones pragmáticas y
ligeras, que el Presidente Chávez hizo sobre Gadafi y la
cuestión libia en el 2009, se equivoca, y justamente porque
no aprecia la ‘situación extremadamente contradictoria’
del problema nacional en Venezuela, señalando que ‘Chávez
convierte la correcta oposición a la intervención del
imperialismo en libia en algo muy distinto…y nefasto: en
un apoyo absoluto a Gadafi y su régimen’, lo cual no
es cierto.”
Creo que los hechos indican lo
contrario. Es más, el apoyo político prácticamente
absoluto de Chávez a Gadafi es anterior al
estallido de la guerra civil en Libia y de la intervención
imperialista. Ha sido un apoyo al compás de las conveniencias
de las relaciones entre estados. Así, el 28 de
septiembre de 2009, Chávez condecoró a Gadafi con estas
palabras, que se oyeron en Venezuela y en todo el mundo por
TVSur: “Lo que es Simón Bolívar para nosotros los
venezolanos, es Muamar Gadafi para el pueblo libio...”
¿Desde el punto de vista bolivariano, puede haber un apoyo
más absoluto, una mayor exaltación política que proclamar
la fórmula “Gadafi = Bolívar”?
Y lo que le da aun más significado
político, es que Chávez proclamó eso cuando todavía
Gadafi estaba en los mejores términos con sus amigos y
socios, Sarkozy y Berlusconi, y también con EEUU. Aún no
habían estallado las rebeliones en el mundo árabe ni en
Libia, que decidieron a esos imperialismos a cambiar de
gerentes en ese país. En esos momentos, estaban tan
conformes con Gadafi, como con Mubarak.
En esto Chávez sigue la tradición de
Realpolitik, que practicaron tanto los gobiernos
stalinistas como nacionalistas burgueses: la política es
determinada por las conveniencias circunstanciales de las
relaciones entre estados. Así, cuando la URSS tenía
una alianza militar con EEUU, las partidos comunistas en América
Latina combatían a los movimientos nacionalistas, como el
peronismo en Argentina, con el argumento de que eran
“nazi-fascistas”. Luego, cuando esa alianza se rompió y
advino la “guerra fría”, la Realpolitik fue ir
tras los gobiernos y movimientos nacionalistas burgueses del
Tercer Mundo, con distintas formas de apoyo político más o
menos incondicional, haciendo que los partidos comunistas y
los sectores obreros y populares que influían, fueran a la
cola de ellos. Nos parece que los resultados finales de todo
eso fue desastroso.
Chávez repite vaivenes parecidos, con
consecuencias no más felices. Y lo aplica no sólo a Libia.
De la misma forma procede en América Latina. Un ejemplo
particularmente grave es su actual entente con
Santos, el presidente de Colombia.
Pero volvamos a la cuestión de
Libia. Para despejar el problema de polemizar alrededor
de puntos en que estamos en general de acuerdo, cabe aclarar
que no compartimos las posiciones de la UIT (en
Venezuela, la USI) en relación a Libia, ni las
conclusiones triunfalistas que sacan después de la caída
de Trípoli.
Esas posiciones son idénticas a las
de la LIT, corriente internacional del PSTU brasileño, a
las que Claudio Testa critica precisamente en el artículo
al que usted se refiere (Claudio Testa, “Un gran debate de
la izquierda mundial”, SoB. 31.5.2011): su balance es
“equivocado y unilateral... no ignora allí la intervención
imperialista ni tampoco la apoya, pero la subestima total
y peligrosamente”.
Por último, para precisar nuestras
reales diferencias, no sobre la estimación de las
posiciones Chávez sino sobre lo de Libia en sí mismo: no
me queda claro si usted hace algo muy distinto a lo
de la UIT-USI, pero también unilateral.
Concretamente: en sus puntos de vista, este proceso histórico
inmenso de las rebeliones árabes –y su expresión en
Libia, que fue (creo que indiscutiblemente) las
sublevaciones de febrero– se desdibujan en relación a la
intervención imperialista.
Usted toma como paradigma una cita
hipotética de Trotsky: si hubiese una guerra entre el
Brasil “fascista” y la Inglaterra “democrática”,
estamos con el primero contra la segunda.
Para dar un ejemplo, esto es
exactamente lo que sucedió en la invasión de Bush a Iraq.
Pero en Libia las cosas no fueron exactamente así: se
iniciaron con una sublevación popular contra un dictador
que hasta ese momento era el gran socio de Sarkozy y
Berlusconi (y que no andaba tampoco en malos términos con
EEUU). O, como usted dice, era “un Gadafi más que domado por el
mismo imperialismo que hoy lo agrede".
La
intervención imperialista actúa luego sobre ese cuadro,
como una hábil respuesta cuyo eje es político (no
meramente militar): imponer como “gobierno” a sus títeres
del CNT, aprovechando el vacío de dirección en la
revuelta y sobre todo el chantaje del terror a las
represalias de Gadafi.
A
esta maniobra, algunos la han denominado como una
“captura” de la rebelión. Nosotros la hemos llamado
“cooptación”. Luego vimos que la misma palabra –co-optation–
la emplea una publicación importante de la izquierda
egipcia,[]
señalando el grave peligro que se presenta no sólo en
Libia sino también en otros países convulsionados por
revueltas, donde el imperialismo trata de presentarse como
paladín de la democracia.
Pienso
que lo peor que puede hacer la izquierda en estos casos, es
contribuir a esta maniobra, alineándose junto a dictaduras
sanguinarias cuando reprimen las justificadas sublevaciones
y protestas populares. Este es ahora también el caso de
Siria. Salir a solidarizarse con la “monarquía” de los
Al Assad, como hace ahora Chávez, es inaceptable. ¡No hay
mejor manera de desprestigiar a la izquierda frente a la
juventud y los trabajadores árabes, que conocen muy bien a
esos monstruos!
Lo
saluda fraternalmente,
Washington
Herrera
.-
Uno de los “subproductos” de esa “política de
estado” ha sido la operación conjunta Chavez-Santos
en Honduras, con la doble consecuencia de la legitimación
del régimen golpista y la capitulación de los sectores
de la Resistencia afines a Zelaya. Y esta grave derrota
política está teniendo ya un costo terrible: arrecian
los asesinatos de los luchadores sindicales, campesinos
y populares.
.-
Basheer al-Baker, “Co-opting the Revolts: The New
Intervention Order”, Al–Akhbar, Cairo, August
24, 2011, en www.socialismo-o-barbarie.org , edición
del 25/08/11.
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