Israel–EEUU
Contra Irán, contigo o sin ti
Análisis de Pierre Klochendler
Inter
Press Service (IPS), 07/11/11
Jerusalén.– Israel se inclina cada
vez más por una acción armada "preventiva"
contra Teherán, exponiendo el apoyo militar que le presta
Estados Unidos, pero poniendo a prueba su influencia.
Se cree que el informe que divulgará
este martes 8 la Agencia Internacional de Energía Atómica
sobre Irán revelará que ese país llevó a cabo
experimentos para fabricar armas nucleares, incluso
explosiones reales y simuladas por computadora.
Ya sea mediante diplomacia pública o
acciones políticas, hay en marcha una guerra psicológica a
favor de sanciones internacionales más severas o de una
eventual aprobación mundial de acciones militares. Las
especulaciones crecieron como una bola de nieve,
especialmente después de que el presidente israelí Shimon
Peres formuló declaraciones a los medios de comunicación.
En una aparición el viernes 4 en el
informativo del horario central del Canal 2, Peres urgió a
"las otras naciones del mundo a actuar".
"Es tiempo de que cumplan la
promesa que nos hicieron, de que cumplan con su
responsabilidad, ya sea con sanciones firmes o con una
operación militar", dijo.
El presidente se mantuvo fiel al
habitual "todas–las–opciones–están–sobre–la–mesa"
que comparten los portavoces de Israel y Estados Unidos.
Todavía "no se tomó ninguna decisión", advirtió.
Con esto, Peres dejó a la comunidad
internacional, y particularmente a Estados Unidos, preguntándose
si Israel está a punto de decidir un ataque unilateral.
El frenesí lo había encendido una
semana antes el columnista israelí Nahum Barnea en el periódico
Iediot Ajronot, al preguntarse si el primer ministro
Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Ehud Barak,
habrían resuelto, entre ellos, lanzar un ataque a
instalaciones nucleares iraníes.
¿Fue la pregunta de Barnea mero
futurismo, o acaso estaba muy bien informado? A continuación,
los medios se llenaron de conjeturas sobre una potencial
acción militar contra Irán.
El periódico Haaretz informó que el
primer ministro Netanyahu estaba dedicado a averiguar qué
opinaban los miembros de su gabinete sobre ese eventual
ataque.
"Es mejor no hablar sobre cuán
complejo e intrincado es este ataque", confió Eli
Yishai, ministro del Interior y líder del partido religioso
Shas, a un grupo de correligionarios. "Esta operación
no me deja dormir", agregó.
Esta declaración buscaba imponer una
sensación de gravedad en el público. Y también pudo tener
un motivo ulterior: alertar de esa urgencia a funcionarios
de la Agencia Internacional de Energía Atómica y, en
especial, de Estados Unidos.
Mientras, la fuerza aérea israelí
concluyó amplios ejercicios de ataques de largo alcance en
la base Decimomannu que la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) tiene en la isla italiana de Cerdeña.
Barnea indicó que la cuestión de
atacar o no a Irán "perturba a los gobiernos
extranjeros, a los que les resulta difícil comprender qué
ocurre aquí".
"Por un lado, hay crecientes
rumores sobre una campaña israelí que cambiaría el rostro
de Medio Oriente y posiblemente sellaría el destino de
Israel para las generaciones futuras. Por otro, hay una
total ausencia de debate público. La cuestión de si atacar
o no a Irán está casi ausente del discurso israelí",
enfatizó Barnea.
Funcionarios estadounidenses observaron
"una sustancial reducción de los pronunciamientos
israelíes" sobre el tema, "tanto públicos como
privados, a través de canales diplomáticos y de
defensa", según fuentes de Estados Unidos citadas por
Haaretz.
Cuando el secretario de Defensa
estadounidense Leon Panetta visitó Israel hace un mes, no
obtuvo ningún compromiso claro, ni de Netanyahu ni de
Barak, de que el Estado judío se abstendría de atacar Irán
sin previa coordinación con Estados Unidos.
Pero la evasiva de los dos dirigentes
israelíes puede simplemente haber buscado presionar no solo
a Irán, sino también a Washington.
La cuestión de una estrecha coordinación
sobre lo que ocurra con Irán es crucial para las relaciones
entre Israel y Estados Unidos.
Cuando en 1981 el entonces primer
ministro israelí Menajem Begin (1977–1983) aprobó el
bombardeo contra el reactor nuclear iraquí de Osirak, lo
hizo sin alertar previamente al presidente Ronald Reagan
(1981–1989). Begin sí consultó con el sistema de defensa
de Israel, pero hizo caso omiso de su oposición.
En sus memorias, tituladas
"Decision Points" y publicadas hace un año, el
expresidente George W. Bush (2001–2009) recuerda el ataque
israelí, en septiembre de 2007, contra el reactor nuclear
sirio de Deir ez–Zour.
"El primer ministro (israelí,
Ehud) Olmert (2006–2009) no había pedido luz verde, y yo
no la había dado. Él había hecho lo que creía necesario
para proteger a Israel", escribió. Pero Siria no es Irán.
Además, algunos miembros del gabinete
de Netanyahu creen que si una acción militar fuera
imprescindible, a Israel le convendría que la lanzara
Estados Unidos.
Acaso a las relaciones bilaterales les
falte confianza mutua, especialmente porque en los últimos
tres años Israel no se comprometió en conversaciones de
paz significativas con la Autoridad Nacional Palestina.
¿Se está volviendo Israel una vergüenza,
o peor, un lastre, para los intereses estadounidenses en la
región, cuando la Organización de las Naciones Unidas está
lista para aprobar un Estado palestino y Estados Unidos lo
está para emplear su poder de veto en el Consejo de
Seguridad?
No necesariamente.
La profundidad del compromiso de Estados Unidos con
la seguridad de Israel nunca quedó demostrada con tanta
firmeza como en el gobierno del actual presidente, Barack
Obama, pese a que Israel nunca correspondió la esperanza
del mandatario de que Netanyahu dejara de lado los temores
israelíes y aceptara superar sus resistencias hacia los
palestinos.
Una manifestación de este compromiso
podría percibirse en la anunciada maniobra conjunta "más
grande" y "más significativa" de la historia
de los dos aliados.
"Nuestra relación de seguridad
con Israel es más amplia, más profunda y más intensa que
nunca antes", dijo el secretario adjunto de Estados
Unidos para los Asuntos Político–Militares, Andrew
Shapiro, en el proisraelí Washington Institute for Near
East Policy. La ventaja militar israelí es "una máxima
prioridad" para Estados Unidos, agregó.
"Apoyamos a Israel porque es de
nuestro interés nacional hacerlo", enfatizó Shapiro,
haciéndose eco de un informe divulgado por esa organización,
titulado "Israel: A Strategic Asset for the United
States" (Israel: Un bien estratégico para Estados
Unidos).
"Si Israel fuera más débil, sus
enemigos serían más osados. Esto haría más probable un
conflicto de mayor amplitud, que sería catastrófico para
los intereses estadounidenses en la región", agregó.(
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